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Después de nosotros

Drama Después de 15 años juntos, María y Boris se separan. Ella fue quien compró la casa en la que vive con sus dos hijas, pero fue él quien la ha reformado completamente. Ahora se ven obligados a vivir juntos allí, ya que Boris no tiene los medios para pagarse un alquiler. A la hora de hacer cuentas ninguno de los dos quiere dejar de lado lo que considera haber aportado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
21 de abril de 2017
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Sutilmente intimista y potentemente preciso drama belga sobre el último tramo de la desintegración amorosa y familiar de una pareja, captando con mucha solvencia la asfixia, las dudas, el odio y una distancia que se ahonda como en un abismo. Muy buenas interpretaciones de la dupla Bérénice Bejo y Cédric Kahn.
El director y coguionista Joachim Lafosse (Propiedad privada, 2006) sabe muy bien de lo que habla en su film, tal como si lo hubiese vivido, él o sus colaboradores en la elaboración de la trama; percibiendo con esbelto realismo los sinsabores protagonizados por ambas partes.
Con una delicadeza justa describe en corto tránsito del desmoronamiento familiar, pero lo hace con mucha precisión descriptiva, lo que convierte al conjunto en un insostenible ámbito asfixiante, incómodo y emocionalmente realista.
La propuesta de Joachim Lafosse se muestra muy verosímil, al punto de empatizar con todos aquellos que vivieron situaciones similares. Apoyándose en una dupla actoral que brilla y con una trama repleta de cotidianidad y distanciamientos; se muestra como un gran reflejo de las separaciones en tiempos modernos.

Calificación Fanaseriecine: 8 sobre 10
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
fanaseriecine
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27 de mayo de 2017
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¿Tiene algún futuro la institución matrimonial? ¿O es una cárcel auto-impuesta por el rigor de la costumbre y los hábitos religiosos? ¿Por qué en la sociedad moderna hacen aguas con tanta frecuencia? “Después de nosotros”, en una película belga, que ahonda en éstas preguntas que no tienen únicas respuestas porque las circunstancias de cada pareja son siempre muy distintas. Lo que sí es obvio es que la rutina marital va erosionando implacablemente las razones de una convivencia que no sólo tiene como única misión la crianza de los hijos. Cuando el “proyecto de pareja” no logra ir en una misma dirección apostando que la cuadratura del “éxito” económico y social les acompañe, por lo general, el amor que incendió al principio la pradera de los muy fogosos amantes se va haciendo descolorido. Una pareja bien avenida es el encuentro simbiótico de dos maneras diferentes de ver el mundo que coinciden en lo fundamental para mantenerse unidos. Cuando esto no existe o deja de funcionar los problemas se instalan, persisten y corroen una relación ya de por sí complicada desde una tensión desoladora. La pareja protagonista en “Después de nosotros” se termina de quebrar, aunque las principales víctimas siempre sean los hijos, y los progenitores, les quieran mucho. En América Latina es común sufrir por amor y aceptar hipócritamente los desmanes de matrimonios infelices, la inmensa mayoría, para aparentar una estabilidad convencional en resguardo de las reputaciones preconcebidas. Los europeos ya no son tan tradicionalistas en esto y se procuran el éxito matrimonial desde una posición de ventajas favorables, de lo contrario, prefieren la ruptura y sus consecuencias dolorosas. María, dejó de querer a Boris, y éste último hace lo imposible para reverdecer la llama del amor puesta en duda, aunque sin humillarse. Las tensiones crecen porque se vive en un limbo afectivo no correspondido y la incertidumbre se apodera de la realidad. Las hijas pequeñas, en el medio, no terminan de comprender, el complicado laberinto de emociones, sentimientos y pasiones que las envuelve. Padres que las adoran pero que a su vez entre ellos se repelen. El amor de pareja, matrimonial, ha sido sobrevalorado, y ésta película, bien tratara en su hechura esencial, nos permite su retrato sórdido y realista dejando a los espectadores con los crespos hechos cuando les evita el tan acostumbrado final feliz.
bucefalo
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2 de junio de 2017
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Una vez fuera de la sala me puse a pensar. A ver, para qué puede servir esta película, aparte de para probar que el director es capaz de contar de forma impecable algo que con alguna u otra variación un porcentaje muy elevado de la población hemos experimentado en carne propia. ¡Ya está!, me dije, puede servir para que dentro de mil años, cuando ya la familia sea una herramienta arcaica del pasado más remoto para organizar la sociedad y poder de paso reproducirnos sin tener que recurrir a una berrea cada vez que los ánimos se calienten, la gente, o lo que sea, de aquella época sepan cómo nos las gastábamos.
Y alucinen más o menos como nosotros lo hacemos cuando pensamos en las cavernas y nos imaginamos al cavernícola camino del páramo para cazar comida, pero con la certidumbre de las imágenes que este director francés ha creado.
Cuando reproducirse ya sea una cosa parecida a cargar una batería o cambiarle el filtro a la descalcificadora y el sexo sea una cosa del pasado que no altere la vida de nadie, esta película será un documental de un valor inapreciable por su exacto reflejo de cómo pueden complicarse algunas veces las relaciones de pareja.
De cómo una relación de cariño y deseo se convierte en una relación tóxica.
De cómo nos complicábamos al vida tan gratuitamente.
Yo no sé de dónde le viene a los franceses esa afición por reflejar la vida tal cual pasa, si ya pasa. Como no sea que sufren de impenitente síndrome balzaquiano. Ya con “El juez”, de Christian Vincent, me quejé de lo mismo.
Este cine que empezó siendo neorrealismo italiano y se ha convertido en cine costumbrista francés es aleccionador, didáctico y sirve para destripar las relaciones y cada uno en su interior hace servir aquello que le ataña más.
Los franceses inventaron el cinematógrafo y algunas veces uno piensa que siguen proyectando Salida de la fábrica (1895) y La llegada del tren a la estación (1895).
¿Qué le hubiera costado al director o al guionista ponerle algún incentivo a la historia? Un asesinato, un (o una) amante, un terremoto, una revolución, un niño que es secuestrado, la suegra que aparece con un gigoló, que les toca la lotería y no pueden cobrarla porque metieron el billete en la lavadora y se ha quedado arrugado. No sé, algo que no se la simple y ramplona trasmisión de lo que pasa normalmente.
Porque lo que más rabia te da es lo bien hecha que está, dirigida e interpretada. Por eso decía lo de servir como documental para tiempos venideros.
Porque a mí esta película que no me ha entretenido, ni me ha aburrido, ni me ha gustado ni dejado de gustar, me parece como el agua que si tienes sed, cojonudo, pero si no tienes, mejor otra cosa con sabor o droga. Y sed de lo que pasa en esta película, poca, porque diluvian historias como estás en la vida de casi todos. Así que a esperar que haya sequía en el futuro que dicen que de agua como la conocemos ahora habrá poca y entonces sí, se proyecta. Para que se enteren de cómo nos mojábamos en esta época. De desgracias y llantos.
Si no quieren ir a verla no vayan, miren a su alrededor. Raro es que no se encuentren con la película en versión “in situ”. Con caras conocidas, puede que incluso demasiado conocidas. Aburridas.
cinefiloman
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20 de abril de 2018
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No conocía esta película belga; y la verdad es que reconozco que la experiencia que tengo con el cine de este país no ha sido nunca muy fructífero. Así que tenía mis dudas cuando me interesé en su historia, y decidí ponerme frente al televisor y verla.
La trama nos presenta a un matrimonio que está en un proceso de divorcio; pero que debido al problema monetario y la búsqueda de un situación normal para sus hijas; pues deciden vivir juntos pero marcando una rutina de horarios y convivencia para que el día a día quede bien separado.
La historia está desarrollada de una forma fantástica, presentando todo como una crónica de un divorcio en el que uno es un espectador más de lo que ocurre. Uno se siente dentro de esa vivienda donde se viven momentos realmente duros y cruciales para el futuro de este matrimonio. Momentos llenos de contención en su mayoría, para que así esas niñas no sufran innecesariamente.
Joachim Lafosse dirige magistralmente este film con escenas de larga duración sin cortes; haciendo que uno tenga la sensación de estar viendo un reportaje real, o alguna escena de teatro. Y es que todo está narrado con mucho cuidado e intimidad; produciendo una conexión inmediata entre espectador y trama; y haciendo que uno disfrute irremediablemente desde el principio hasta el final.
Interpretativamente la película es impresionante. Los protagonistas Bérénice Bejo y Cédric Kahn realizan un trabajo excepcional regalando unos personajes que hipnotizan. Sus interpretaciones derrochan calidad y haciendo que todo tome un aspecto de realismo muy elevado.
Pero tengo que hacer una mención especial también a las actuaciones de las gemelas. Las niñas Jade y Margaux Soentjens realizan un trabajo impecable. Sorprende mucho que estas dos niñas tan pequeñas tengan esa capacidad para actuar de una forma tan sobresaliente.
En fin, "Después de nosotros" es una película que sorprende mucho. Un film que hipnotiza en muchos aspectos, haciendo que uno no pierda el interés en lo que se está viendo desde el minuto uno hasta el final. Un relato muy realista de una situación bastante habitual en los últimos años. Parejas que debido a la crisis monetaria, no pueden divorciarse y se ven obligados a seguir conviviendo pero separando sus rutinas en la misma vivienda.
icaro_81
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5 de noviembre de 2018
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Esta disección de una separación resulta bastante interesante sobre todo desde el punto de vista cinematográfico, puesto que la forma en que el director la retrata, con extensos planos secuencia o esos largos silencios, le dan mucho realismo. Los actores están muy bien, quizás las niñas no tanto, pero lo que más chirría es alguna que otra situación, que puede resultar poco verosímil.
Ozonero
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