Filth, el sucio

56/08(24/04/14) Dinámico, trepidante y divertido film británico, una delirante descenso por la mente de un sociópata interpretado de forma impresionante por James McAvoy. Huele a la genial “Trainspotting”, no es extraño pues es la adaptación de la segunda novela del escritor del homónimo film, Irvine Welsh (también produce), libro que aquí en España se llamó “Escoria”, también sucede en la escocesa Edimburgo.

El escenario es Edimburgo, el protagonista es el detective sargento de policía Bruce Robertson (gran James McAvoy), un misántropo, manipulador, violento, misógino, homófobo, drogadicto, alcohólico, y con un trastorno bipolar que le provoca alucinaciones, llegando a tener ensoñaciones de sesiones con un estrafalario psiquiatra (buen Jim Broadbent). En la comisaria el puesto de jefe inspector va a quedar vacante, hay varios candidatos, Bruce va a medrar, engañar, liar, todo lo posible para alcanzar este objetivo, ello Bruce desde la supervisión del asesinato de un joven estudiante japonés. Además entre medias Bruce tendrá una extraña relación con un supuesto amigo, Clifford Blades (buen Eddie Marsans), del que se aprovecha sacándole dinero, riéndose de él, y acostándose con su mujer, Bunty (buen Shirley Henderson).

El desconocido director escocés John S. Baird también guioniza, y lo hace apuntando muy alto, hace protagonista a un tipo despreciable, como su propio título indica, “Filth” quiere decir inmundicia, un ser que contiene lo peor de la condición humana, y todo esto se maximiza por su rol de agente de la ley. El realizador desarrolla su relato revestido de un hilarante humor negro, ello enmarcado en ambientes deprimentes, mugrientos, decadentes, donde todos los personajes son malos, excepto el “amigo” que de bueno es tonto. El film posee un ritmo electrizante, donde las situaciones más escabrosas se suceden a gran velocidad, utilizando el hábil recurso de “Trainspotting” de la voz en off del protagonista, este detalle acentuado cuando lo rompe “la cuarta pared” (hablar a cámara). Ya desde su inicio te engancha con una ambigua presentación de un personaje, nos imbuimos en una asquerosa boca de metro, y ocurre la paliza al asiático, que se convierte en el McGuffin, pues en realidad esto no es más que una nimia excusa para la exposición del protagonista, y a partir de aquí evolucionan viñetas cuasi-inconexas, otras tramposas del carácter destructivo de Bruce, sin una línea argumental sólida, se dispersa influyendo en la solidez de la cinta, yendo en su detrimento.

La historia acontece desde el confuso punto de vista de Bruce, lo que vemos ha sido pasado por su distorsionado filtro, es una caída en los infiernos de lo peor, un recorrido que ya marca bastante al inicio cuando pincha un globo a un niño y a continuación chantajea a una menor para que le haga una felación, un coctel donde mezcla drogas, traiciones, sexo patológico, engaños, palizas, robos, y mucha demencia, en una espiral de humor salvaje irreverente, lo bueno es que el director no sermonea, los juicios morales para otros púlpitos, arremete contra instituciones como la policía o el matrimonio, la corrección política está ausente. El chorreo de humor es constante riéndose de todo lo habido y por haber, de la muerte, de los gays, de los nazis, de la xenofobia, de la misoginia, de los travestis, del onanismo, de la zoofilia, hasta David Soul en un cameo desternillante se ríe de sí mismo. Esta es una película que busca no la encasillen en género alguno, cambia de de tono en turbios vaivenes que te sacuden, de la comedia, al drama sentimental, al estudio psicológico de la psicopatía, en esto es donde punza más, ahondando en la putrefacción de un tipo corrompido, en esto poco a poco notamos que su mente se derrumba en una pesadilla de visiones que no sabemos de dónde proceden, esto es una tara pues en un precipitado final nos cae en torrente demasiada información, hay que ser más sutil.

A la cinta le falta robustez para alcanzar mayor calidad, despega con una fascinante presentación de Bruce, un tropel de momentos excelentes de lo gañan que se puede llegar a ser, pero llega un momento en que hay que dar más dimensión y rellenar con shisha el metraje y Baird se estanca con set-pieces interesantes y muy graciosas, pero siente s vacío, no dan fondo a este despojo que es Bruce, notas su tormento interior, pero se te escamotean como ya he dicho datos que tridimensionalicen al antihéroe, y cuando llegan las despeñadas respuestas el efecto te deja frío, te sorprende pero no te sacuden, la montaña ha parido un ratón, no te mueve a sentimiento alguno, en esto le gana por mucho el otro director escocés Danny Boyle con su extraordinaria “Trainspottig” que si le daba múltiples niveles. Tampoco me agrada cuando se trilea con el espectador, cuando se le engaña (spoiler).

La banda sonora es uno de sus atractivos, el acompañamiento corre a cargo de Clint Mansell (habitual de Darren aronofski “Requiem por un sueño”, “Cisne Negro” o “Noe”), pero es en su selección de canciones donde tiene el meollo, un tema escrito por Carole King y cantado por Shireless “Will You Still Love Me Tomorrow”, “Dr. Love” cantado por Tom Jones, el tema de la diva germana Nena “99 Red Ballons” que suena en el akelarre en Hamburgo, o la surrealista aparición de David Soul cantando su éxito “Silver Lady” de 1977, o la versión del “Creep” de Radiohead rehecho por Clint Mansell y Coco Summer, que suena justo en el final en la letra perlas como esta < I’m a creep, i’m a weirdo, what the hell am I doing here? I don’t belong here (Soy un desgraciado, soy un bicho raro, qué diablos estoy haciendo aquí, no pertenezco a este lugar)>, antes de los créditos finales,... (continua en spoiler por falta de espacio)

Después de un rato largo sin ver películas, por alguna razón me atrae la escena británica, esa con James McAvoy, quien garantiza al menos recibir una paliza por cinta y que nos muestra una alternativa diferente de la intriga y con un humor negro bastante diferente al estadounidense.

Si “Filth, el sucio” (2013) consigue salirse con la suya o no es más discutible, pero que tiene buenos pasajes donde entretiene y es bastante estilosa, de eso no hay duda.

De orígenes literarios, su peculiar humor negro marcado por excesos malportados es interesante de ver y de seguir por largo rato, pero por momentos parece extraviado, lo que vuelve a la película una obra llena de contrastes, que se jacta de poseer enigmas de dimensión desconocida pero tomando poco en cuenta al espectador.

“Filth” tiene elementos que sorprenden y es claramente para públicos adultos. Sus roles en particular son eclipsados por McAvoy, pero hay varios secundarios estereotipados que surgen como una fauna que es un carrusel de manías y prejuicios.

Dentro de lo mejor del film está la banda sonora, rica en covers y buenas versiones para clásicos reversionados, como todo, con estilo y audacia que se adecúan bien a la hilaridad de varios momentos.

Recomendación:
Aceptable, interesante. Tiene estilo, entretención pero a ratos poca coherencia, lo que dado el contexto no es tan sorprendente pero puede cansar.

=Cité de Lord Buyinski= www.buyinski.wordpress.com

Filth basada en el libro del mismo escritor de Trainspotting, nos lleva de nuevo a Escocia pero sin la misma chispa de esta ultima. Momentos de locura y estupidez mezclados con sexo.
James McAvoy, hace un gran papel de un desequilibrado policía que busca el ascenso por demérito de otros. Buen giro de guion.

Rompedora, violenta, atrevida, gamberra, incómoda, peculiar, enfermiza, incorrecta, dinámica, contundente, poderosa, inquietante, misteriosa, compleja, irregular, inconformista, siniestra, delicada, polémica, inestable, sugerente, enigmática y sorprendente producción con buenas dosis de humor negro para adentrarse en un drama intenso que sale beneficiado por la poderosa interpretación de un monstruo, James McAvoy.
Producción atrevida e inconformista que apuesta por desarrollar un relato en apariencia sencillo, con buenos y arriesgados golpes de humor negro para derivar en algo inesperado con lo que descolocar los pensamientos del público.
Los responsables de la película consiguen ofrecer un entretenimiento ligero y contundente con el que adentrarse en la personalidad y pensamientos del personaje protagonista, interpretado por un descomunal James McAvoy.
Filth, el sucio juega con los tópicos habituales de las películas que presentan al tradicional policía problemático y violento que se salta las normas para impartir justicia, pero lo hace de una forma inesperada y verdaderamente arriesgada, rompiendo todos los esquemas establecidos.
Es una película que se disfruta cuando buscas algo diferente y verdaderamente rompedor.

Lo que empieza siendo una propuesta parecida al cine desanfadado y gamberro de Martin McDonagh, Guy Ritchie o la propia “Transpoitting” de Danny Boyle acaba siendo una tragedia tramposa que se emborracha de sus propios excesos. Su planteamiento previo promete mucho, una comedia desenfadada, explicita y hasta desagradable, pero sus pretensiones -quizá por intentar ser demasiado fieles al guion de Irvine Welsh- la superan hasta provocar que acabe perdiendo definitivamente el control de su narrativa.