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Nadie sabe

Drama Cuatro niños, hijos de distinto padre, viven felices con su madre en un pisito de Tokio, aunque nunca han ido al colegio. Un buen día, la madre desaparece dejando algo de dinero y una nota en la que encarga al hijo mayor que se ocupe de sus hermanos. Condenados a una dura vida que nadie conoce, se verán obligados a organizar su pequeño mundo según unas reglas que les permitan sobrevivir. Sin embargo, el contacto con el mundo exterior ... [+]
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Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
23 de mayo de 2005
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gratísima sorpresa esta película que se convierte, en mi opinión, en lo mejor que ha llegado a nuestras pantallas en 2005, de esas pocas películas que, además de ser muy buenas, tienen "magia". Lástima que sea la primera de su director, Hirokazhu Kore-Eda, que llega a nosotros.
La sensibilidad que rezuma en cada plano entremezclada con una realidad cruda, es sobrecogedora. De forma natural Kore-Eda retrata magistralmente el interior de sus personajes, inquiriendo de forma inevitable al espectador, que los acompaña empáticamente en su descenso. Sus anhelos, sus decepciones..., imágenes como una bocanada de aire al espectador, sus juegos, sus búsquedas en la dureza de su lucha por recuperar sus espacios robados...
Estética, desnuda, conmovedora, tierna y cruel, intensa, lírica y silenciosa, límpida, vibrante y cuasi-documental, es una de esas cintas que no podrían doblarse..., con una soberbia música del dúo japonés Gontiti.
Y todo esto sin nombrar el trabajo con los actores, entre los que destaca el protagonista Yagira Yuuya (Akira), absolutamente inmenso.
En fin una obra maestra incontestable. Por favor, si no tienen un estómago impaciente... no se la pierdan.
lbg
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7 de marzo de 2010
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película con un tema extraordinario, unos personajes dispuestos a hacerla tan grande como su historia real lo requiere, desperdiciada por una incapacidad de síntesis y de transmitir al espectador toda la fuerza del mensaje. Un mensaje que llega a quedar diluido por la gran cantidad de momentos que deberían haber sido recortados puesto que al fin y al cabo no son más que paja en un contenido de más de 2 horas. A ratos insufrible.
Le pongo un 5 por las buenas intenciones pero la habilidad del director para entresacar el grano de la paja merecen valoración aparte.
pjready
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4 de marzo de 2007
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras Moboroshi no hikari, Wandafuru raifu (del que ya se disponen a hacer un remake norteamericano) y Distance, Hirokazu Kore-Eda se inspira en una noticia aparecida en los diarios sensacionalistas de su país. Nadie sabe quién ha podido experimentar un suceso tan insólito como el de estos chicos, nadie sabe a quién hay que juzgar, o eso al menos es lo que parece decirnos el director japonés en su cuarto largometraje. Su cámara no se mueve en ningún momento en busca de culpables, con ojo avizor.
El cine siempre ha mostrado una especial querencia por la situación del niño indefenso y desarrapado. Charles Chaplin lo hizo de maravilla alternando risas y lágrimas en El chico (1921), cuyo testigo recogerían más adelante Roberto Rossellini y David Lean en Alemania, año cero (1947) y la dickensiana Oliver Twist (1948), respectivamente. La rúbrica en las décadas siguientes vendría de la mano de Truffaut en Los cuatrocientos golpes (1959), Francis Ford Coppola en El padrino II (1974) y Sergio Leone en Érase una vez en América (1984). En la última década, el interés sigue más vigente que nunca: Fernando Meirelles en Ciudad de Dios (2002), Ken Loach en Felices dieciséis (2002) y Bahman Ghobadi en Las tortugas también vuelan (2004). Y en el mundo del documental, es injusto no acordarse del largo panameño One dollar (2001), y el corto Los niños de la estación de Leningradsky (2004). Pero si hay una cinematografía en el mundo que de veras se vuelque sobre el mundo infantil, ésa es la oriental, que se añade un tanto más en la ya de por sí sonrojante goleada frente a la industria occidental.
Lo que diferencia a Kore-Eda de este puñado de obras maestras es su salvaje naturalismo, el desapego por los clichés del cine de denuncia social y su sabia incursión en los mundos imaginarios de la infancia. Aquí la dignidad no se mide en metros cuadrados, sino en la escasa condescendencia que los primeros planos y planos detalle muestran (una mancha de esmalte en el suelo, un trozo de plastilina en la terraza, una marca concreta de caramelos…). El sufrimiento y la reflexión adoptan la forma de una madre cruel y egoísta con un concepto de las mudanzas muy particular, capaz de reprochar a sus hijos su propia irresponsabilidad con exabruptos del tipo ¿Es que no tengo derecho a ser feliz?, negada a la hora de apreciar el tesoro que encierra sin dudar, delegando antes que asumiendo. Estos niños abandonan un paraíso forzados por unas circunstancias que se escapan a su propio entendimiento. Construirán un mundo caduco, con cimientos tan frágiles como la fuente de un parque, las plantas de una terraza o el interior de una maleta. Mientras tanto, el mundo exterior transita sigiloso a pesar de las dificultades de unos seres anónimos que no deben inmiscuirse en el rítmico desarrollo del planeta, más preocupado en seguir generando riqueza para unos pocos que en atender las necesidades de los más desfavorecidos.
La Maga
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16 de noviembre de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminé viendo esta película por el argumento y por descuido. Del argumento, lo que me interesó fue el "basada en hechos reales", y mi descuido radica en que no me detuve observar quién era el director, y de haber sabido que era Hirokazu Kore-eda, no la habría visto, ya que "Distance", no me llevó a ninguna parte. Sin embargo, a veces un poco de descuido y frescura no sientan mal y por el contrario trae buenas sorpresas, como es este caso. Sí, la sinopsis es acertada y a primera vista el argumento no sorprende, quizás te pide que esperes un poco. El punto de partida es simple: una mamá soltera con 4 hijos, de padres diferentes, los esconde para no tener problemas para tomar apartamento en alquiler, tampoco los escolariza porque “a los niños sin papás no los quieren en la escuela”…cabe la posibilidad que esta madre tenga otras motivaciones para esconder a sus hijos, la película nos da elementos para especular, pero la posición que tomemos va a estar ligada a nuestra subjetividad…ahhh, todo esto sucede en Japón, pero nadie sabe!!!. Con el arranque, uno queda envuelto en escenas de la cotidianidad de cualquier familia, estas escenas no son pretensiosas (hay unos planos muy cercanos desde diferentes ángulos, que me gustaron), son familiares a nosotros así se desarrollen en un país culturalmente tan distante como es Japón. Al principio ves a una mamá “medio desordenadita”, pero dices “ahhh, aunque sea es buena madre....
Personalmente, las películas cuando las estoy viendo me generan risas, llanto (soy de lagrima fácil), aburrimiento, preguntas, pero nunca me han generado insultos y madrazos de viva voz, y esto lo logró la madre de estos niños durante toda la película. Qué forma de revelar a este personaje!!
Las actuaciones de todos los actores son de creérselas, pero me parece de especial valor la de los niños actores. Los retratos de la infancia, son hermosos porque evocan lugares y sentimientos comunes, sin adornos ni bombones, simplemente es esa maravilla de ser niño: la fantasía, la ternura y la sonrisa. La banda sonora es oportuna y se ajusta a la belleza de la infancia, y es este sentimiento el que me dejó la película; como cosa rara no lloré y creo que es porque la película no cae en sensiblerías o efectos traicioneros.
La película termina y aún “nadie sabe”. “Nadie sabe” también es una radiografía de una sociedad indiferente, donde pienso, pesa más el temor a las leyes que el asumir los propios valores. Esto sucedió en Japón y yo no sabía, pero tristemente la película es una réplica de cualquier caso de abandono e indiferencia en cualquiera de nuestros países (y que desconocemos), es por ello que me gustaría que todos la vieran.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LAHETITIA
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13 de abril de 2007
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un ritmo lento Hirokazu Koreeda, nos adentra en la historia de cuatro niños abandonados por su madre en un departamento en el cual “Nadie sabe” de su estancia en dicho lugar. El filme es apreciado con indignación e incluso molestia, al visualizar a está mujer y su desparpajo al evitar la responsabilidad de cuatro niños sin atención, y orillados a buscar la forma de supervivencia. Una mujer como tantas, que traen hijos y los dejan a su suerte.

Los países del primer mundo no son la excepción para cuestiones que mayoritariamente se engloban a los países en vías de desarrollo; una ideología tan inmoral como la que nos rodea, todos ven a los niños y prefieren ignorar su situación; muchos de los que les rodean buscan el beneficio propio y cuando lo han encontrado y exprimido dan la espalda.

Así como la vida cotidiana, así de dura, en dónde a veces ni la propia familia es suficiente para vencer la adversidad.

¿Aburrida? No la considero, mi calificación es por la falta de agilidad en el guión, eso sí, una lentitud extrema.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Coleccionista Visual
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