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Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera

Drama Dos monjes viven en un monasterio aislado. Bajo la atenta mirada del más viejo, el más joven ve pasar las estaciones de la vida. Primavera: un niño monje se ríe de una rana que intenta librarse de una piedra que tiene en la espalda. Verano: un monje adolescente conoce el amor. Otoño: un monje de treinta años intenta hacer algo que va contra su naturaleza. Invierno: el monje está próximo a la vejez y alguien llega al monasterio. ... [+]
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Críticas 82
Críticas ordenadas por utilidad
23 de noviembre de 2008
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película cargada de sentimiento e ideas morales positivas a modo de lecciones sobre la vida y sus consecuencias. La película se divide en cuatro grandes partes y una quinta parte conclusiva de menor duración y recorre la vida de una persona aislada del mundo junto a su maestro que le alecciona sobre cuestiónes de la vida, casi karmáticas desde su infancia. Su tranquilidad espiritual se verá alterada cuando entra en contacto de forma involuntaria con el mundo exterior al recibir la presencia de una mujer, la cual despertará sus sentimientos más primarios y traerá como consecuencia la curiosidad del muchacho por el mundo exterior que le rodea. Es esa escapada al mundo hiriente la que le aleccionará esta vez, casi obligándole a regresar a su exilio y huir de los horrores que ha visto en el mundo exterior y sobre todo los horrores que ha cometido dentro de él mismo, por los cuales deberá pagar además de eliminar el odio que le corroe por dentro. Finalmente regresará esta vez de manera voluntaria para continuar su vida allí, iniciándose un nuevo ciclo de vida transmitiendo esas enseñanzas.

Como película, se compone de los elementos tan peculiares del cine de Kim Ki-Duk, ausencia casi completa de diálogos e incluso de música acompañados por escenarios de una belleza inigualable. En este caso el mérito es superior al existir un único escenario, el cual irá cambiando dinámicamente a medida de cada estación, correspondiendo los pasajes más tristes con las épocas más frías y los más bellos o vivos con las estaciones mas soleadas.
Sin duda alguna, toda una gozada para el espíritu.
NeoJ
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9 de enero de 2006
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película del afamado director coreano Kim Ki-Duk aúna un conjunto de características -una serie tendencias que afloran del llamado nuevo cine coreano, aclamado por crítica y público- que la erigen, sin aires de desdén, como uno de esos filmes de festival.

La descripción de lo marginal, las temáticas perturbadoras y los personajes amorales que inundan el universo cinematográfico de Kim Ki-Duk, da paso en este noveno film del director a una descripción, si cabe, más positiva de la vida, o por lo menos sin la necesidad de violar la sensibilidad mediante la carga de imágenes transgresoras.

Se trata de una película minimalista con un reducido plantel de actores y prácticamente un único escenario -un lago entre las montañas, sencillamente maravilloso- donde se desarrolla toda la acción, para contar una historia universal, una alegoría del círculo de la vida, a través de una historia que registra la tradición y raíces propias de la cultura oriental -la vida apacible y alejada del mundo de dos monjes budistas, maestro y pupilo respectivamente-. Al mismo tiempo, se trata de una película ampliamente comercial y asumible por cualquier espectador ajeno a las tradiciones orientales.

Sólo la calidad estética de las imágenes, de una belleza fotográfica encomiable, y la belleza natural de las localizaciones en las que se desarrolla el film, son valederas para el visionado y disfrute de esta cinta de cine semi-abstracto, como el mismo director reza. Si bien la película nos remite directamente a La Isla (Kim Ki-Duk, 2000), también poseedora de un tratamiento visual fascinador, en Spring, Summer, Fall, Winter… and Spring se nos libera de la carga de abstracción intelectual, dejando así que el espectador simplemente se sumerja en la atmósfera del entorno fílmico sin más esfuerzo que la contemplación de las imágenes sugeridas.
Ponyboy
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4 de agosto de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida puede ser un cuento como este, donde la naturaleza tiene la fuerza, donde somos viento del poder majestuoso. Dejamos de ser y comenzamos a sentir. No se moldea nada, sino uno mismo. Original modo de contar el aprendizaje moral. Qué gran película firma Kiduck Kim con sublime belleza. Las imágenes de la naturaleza y algunas escenas de la formación del pequeño son impresionantes. Potencial belleza que no deja indiferente.
Lo mejor: la sencillez con que está contado un guión sin muchas palabras. El paisaje.
Lo peor: poco ritmo en algunos momentos.
Javier Moreno
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12 de abril de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante muestra de cine filosófico coreano con mensaje espiritual, a la vez que bello e hipnótico ejercicio narrativo con una historia rica en elementos conceptuales taoístas.

Toda la película es un aprendizaje en sí misma. Las estaciones a las que hace referencia el título son metáforas del ciclo de vida de una persona: la primavera sería el nacimiento, tanto físico como espiritual. El verano se relacionaría con la plenitud de la adolescencia y el deseo carnal. El otoño sería el descubrimiento del mundo exterior, sus males y penurias. Y, por último, el invierno refleja el ocaso de la vida, el recogimiento hacia el mundo interior, para volver de nuevo a la primavera y empezar un nuevo ciclo.

No sólo las estaciones son metáforas, sino que todo lo que aparece en escena tiene su reflejo en la vida cotidiana: desde el templo del lago hasta los leones de la puerta. Incluso los policías estarían representando la culpabilidad del protagonista por haber abandonado su "yo" interior, arriesgándose a ver el mundo exterior por seguir los instintos carnales.

El filme es básicamente iconográfico, pues los diálogos brillan por su ausencia, pero la enseñanza está clara. Los ciclos están bellamente representados en el mismo paisaje del lago, con el templo en el centro y, dominando el valle, una estatua budista de piedra. Un paraíso tan oculto que es difícil acceder a él, si no es por medio de la meditación y el aprendizaje.

Para relajarse y disfrutar de un mensaje profundo sobre la vida misma.
Richy
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28 de marzo de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconfortante obra del director surcoreano Kim Ki-Duk (“Hierro 3“, 2004), que aporta otra pequeña pero necesaria y agradecida pieza cinematográfica a la corriente del budismo en este arte, que empezó a hacerse notar a principios de la década de los 2000. Esta es una historia de historias, relatos espirituales, enseñanzas, símbolos, metáforas y una ventana hacia la realidad de nuestras vidas, abierta desde una perspectiva sencilla y natural, basada en los principios de la religión budista. La realización logra, meritoriamente, captar algunas imágenes de gran belleza y calidad, a pesar de la empobrecida técnica de una cámara que se acerca más al estilo de los documentales o las series de televisión de otras décadas que al de una producción actual.

Dentro de sus relatos, divididos en las cuatro estaciones del año y el retorno a otro de estos periodos tal y como especifica el propio título de la película, encontramos toda una serie de historias que repasan varios ciclos vitales de diversas personas relacionadas con un pequeño templo situado en medio de un lago que a su vez está rodeado por impresionantes paisajes llenos de paz, belleza y un ambiente propicio para adentrarse correctamente en las prácticas de la meditación. Teniendo como testigo principal al viejo maestro que cuida el templo, interpretado por Yeong-su Oh (“Dong seung“, 2002), los relatos se limitan a exponernos unos hechos que además de pretender enseñar y abrir los ojos a todos los protagonistas de la cinta, transmiten al espectador la sabiduría sobre algunas situaciones que, debido al carácter de esta doctrina (la budista), pueden interpretarse de una forma libre que siempre tenga como finalidad el hecho de hacernos personas cargadas de paz interior, armonía, amor justo hacia nosotros mismos y hacia los demás, a la naturaleza y a todo lo que esta engloba.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
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