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España España · Valencia
Críticas de Ponyboy
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Críticas 10
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
3
25 de octubre de 2010
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jerry Cotton es una película alemana. Rodada en alemán, con el sentido de humor alemán, y que nos puede hacer tanta gracia como a los germanos una proyección de Torrente en un cine berlinés.

Jerry Cotton es un súper agente de la CIA, protagonista de unas novelas de serie B con cierto éxito en los años sesenta en los países de habla germana.

La gracia del film, bueno, o lo más sorprendente a priori, consiste en ver a estos personajes hablar en alemán en las calles de Nueva York.

La película está plagada de tópicos que los directores no han sabido exagerar lo suficiente como para conseguir dar una vuelta de tuerca al género.

Encontramos alguna escena delirante, que incluso hace gracia realmente, pero, en general, la burla es insuficiente y apenas encontramos una crítica efectiva ni al sistema americano, ni al modo de vida, ni a este tipo de films norteamericano.
Ponyboy
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4
17 de octubre de 2010
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jack Mabry es un funcionario de prisiones a punto de retirarse encargado de la revisión de los expedientes de los reos que van a pasar vista para la libertad condicional. De él depende que Stone salga de cárcel tras tres años de condena. Stone le pedirá a Lucetta, su mujer, que haga todo lo posible por convencer al funcionario.

El atractivo de esta película corre, a priori, por parte del elenco actoral: Robert de Niro, Edward Norton y Milla Jovovich, que encarnan los personajes principales.

Pero, finalmente, y aquí es donde falla realmente la película, se nos hace difícil empatizar con ninguno de ellos. Mucho nombre para unos personajes que no llegan a profundizar, salvo, curiosamente, el personaje que menos diálogo tiene, pero el que más peso soporta: la mujer de Mabry, Frances Conroy, la madre de A dos metros bajo tierra.

Naturalmente, habrá público que les parezca que los actores están soberbios. Para mi están correctos, bien incluso. Pero no cabe duda, que su intensidad, como personajes, va decrescendo.

Sobre todo porque cada vez más va teniendo mayor protagonismo un quinto personaje fuera de campo. Coincide con ese personaje que suele aparecer en las películas al lado del protagonista principal, que parece que tiene poca importancia, pero que es fundamental para el desarrollo del protagonista y que suele dar la clave de la trama, llamado el confidente: la radio.

Esa radio de comecocos religioso que Mabry escucha en su coche.

Pero, ¿de qué trata realmente esta película?
Lo que se plantea aquí no es el tema religioso, las creencias o la fe en dios, sino más bien, la fe y la creencia en el propio hombre, el concepto del amor y la familia. Dos generaciones enfrentadas, dos maneras de ver el mundo, y la búsqueda de la justificación de la vida y de nuestros actos, con el apoyo espiritual que lo consolide.

Y Stone es la piedra sobre la cabeza del concepto obsoleto y caduco de Mabry.
Ponyboy
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2
11 de mayo de 2010
5 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Sabroso y Ayaso se mueven como peces en el agua -de una pecera- en la comedia negra -Perdona bonita, pero Lucas me quería a mi (1996)-, acaban ahogándose irremediablemente en su inmersión en el drama puro.

La isla interior se asfixia en la simplicidad de la trama, porque en realidad, y aunque en la base parece estar tratando un tema con profundo trasfondo dramático (la ruptura familiar, la esquizofrenia, la negación de la enfermedad, la negación de la realidad, etc.), la historia se queda flotando muerta en la superficie.

Esta ridícula comparación de la película con una pecera, idea extrapolada de la misma película, es al fin y al cabo la mejor manera de explicar la simpleza con la que los directores han construido el drama.

Una película no se sustenta sólo del trasfondo dramático. Como quien echa demasiada comida a los peces, da la sensación que han querido sustentar la historia con una sobrecarga dramática, demasiado peso para unos actores que sólo se mueven en círculos y en la misma dirección, y cuyos diálogos caen constantemente en una torpe repetición sobre las escenas que van a acontecer. Mientras, otras escenas son puramente banales sin ninguna aportación a la trama, pero las peores son aquellas que vuelven a redundar sobre los acontecimientos pasados que no hemos visto pero que ya sabemos, una vez más, por reiteración.

Como consecuencia nos encontramos ante un relato insulso, vacío de forma narrativa, y para colmo donde abundan las torpezas visuales.

Se ha dejado todo el peso en la conciencia emocional del espectador, en el cual no se despierta en ningún momento emoción de empatía alguna, ni con los personajes ni con la historia, porque no hay tensión dramática.

Salvo hacia el final, que además queda como anecdótico pues no hay acumulación de tensión. Es más, parece justo el punto de inflexión que vaya hacer moverse la historia, por fin -y que desencadena a lo que todos ya sabemos desde los inicios-. Y justo en ese momento, cuando nos estamos acercando a los personajes, la película termina.

Desde mi punto de vista, el momento de la historia está mal elegido. El tema mal vehiculado. La localización está mal usada -no hay relación simbólica alguna de una isla con el aislamiento interior del ser humano-. Y esto está en las antípodas del cine de Kim Ki-Duk (La Isla, 2000), en la suela dramática de los zapatos de Almodóvar (Todo sobre mi madre, 1999), en la sensibilidad de una pestaña de Coixet (Mi vida sin mi, 2003), y tan lejos de la tensión dramática familiar de películas como Wonderland (1999, Winterbottom) o Celebración (1998, Vinterberg) como lo está la Tierra de Júpiter.
Ponyboy
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7
30 de marzo de 2007
47 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rae ama a Ronnie. Él también la ama, pero el deber le llama y tiene que dejarla a pesar de sus súplicas y sus lágrimas. Pronto descubrimos la enfermedad de Rae. Incapaz de controlar su ansiedad, iniciará un descenso a los infiernos cegada por las drogas.
En su camino se cruzará fortuitamente el granjero Lázarus.

Cuanto menos, interesante film. Sugerente ya es el cartel: Samuel L. Jackson (negro maduro) sodomizando a Christina Ricci (joven blanca). Tiene que haber truco, claro.

Drama y comedia en dosis calculadas y bien medidas que entretiene sobre todo gracias a la excelente interpretación de los dos actores principales Ricci y Jackson, la buena ambientación, y el ritmo -a pesar de que en algún momento, a mi parecer, le sobra cierta recreación videoclip-.

En definitiva, es una buena película, con un guión a priori sorprendentemente arriesgado para provenir de los EE.UU. Pero justo ahí es donde se nota la mano de la moral norteamericana y se deja sentir sobre el guión. Esto, en cierto modo, afecta al sentido moral con el que se intenta envolver el film, para justificarlo de alguna manera ante la censura y el rechazo de la raquítica moral religiosa americana, supongo.

Esto no afecta en demasía al desarrollo de la película, pero sí al desenlace de la misma que decae por ese afán hollywodiense de ofrecer los finales ya masticados al espectador.
Ponyboy
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9
9 de enero de 2006
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película del afamado director coreano Kim Ki-Duk aúna un conjunto de características -una serie tendencias que afloran del llamado nuevo cine coreano, aclamado por crítica y público- que la erigen, sin aires de desdén, como uno de esos filmes de festival.

La descripción de lo marginal, las temáticas perturbadoras y los personajes amorales que inundan el universo cinematográfico de Kim Ki-Duk, da paso en este noveno film del director a una descripción, si cabe, más positiva de la vida, o por lo menos sin la necesidad de violar la sensibilidad mediante la carga de imágenes transgresoras.

Se trata de una película minimalista con un reducido plantel de actores y prácticamente un único escenario -un lago entre las montañas, sencillamente maravilloso- donde se desarrolla toda la acción, para contar una historia universal, una alegoría del círculo de la vida, a través de una historia que registra la tradición y raíces propias de la cultura oriental -la vida apacible y alejada del mundo de dos monjes budistas, maestro y pupilo respectivamente-. Al mismo tiempo, se trata de una película ampliamente comercial y asumible por cualquier espectador ajeno a las tradiciones orientales.

Sólo la calidad estética de las imágenes, de una belleza fotográfica encomiable, y la belleza natural de las localizaciones en las que se desarrolla el film, son valederas para el visionado y disfrute de esta cinta de cine semi-abstracto, como el mismo director reza. Si bien la película nos remite directamente a La Isla (Kim Ki-Duk, 2000), también poseedora de un tratamiento visual fascinador, en Spring, Summer, Fall, Winter… and Spring se nos libera de la carga de abstracción intelectual, dejando así que el espectador simplemente se sumerja en la atmósfera del entorno fílmico sin más esfuerzo que la contemplación de las imágenes sugeridas.
Ponyboy
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