La mala semilla

La mala semilla más que película de terror, parte de la teoría de la herencia como factor de desarrollo de genes con gran capacidad de planear y ejecutar crímenes sin arrepentimiento alguno. Pienso que científicamente esto no es muy válido, pero interesante idea para crear una obra de entretención, amena para el público.

El tema es expuesto detalladamente durante dos horas que mantienen la atención del espectador. Los díalogos plenos de información van construyendo el climax con un punto máximo: el dilema moral de la madre que ama fuertemente a la hija, pero que solo hasta ahora le conoce su capacidad de asesinar con tal de lograr sus objetivos. La denuncia o la acepta?. La solución hace que la película caiga en el melodrama, con un final demasiado fácil y convencional.

El reparto es conducido hacia cierta sobreactuación en algunas situaciones. Sin embargo, obtuvo varias nominaciones por este aspecto, en las actuaciones femeninas.

Por el tema vale la pena verla y quizás hoy en día sea idea para un excelente remake.

GAAC
Bogotá (Colombia)

Una secuencia memorable durante los créditos; un comienzo esperanzador, de buen cine clásico; una primera media hora solvente. Pero tras el “incidente” que marca el devenir de la película, mucho decae este drama psicológico de altas pretensiones.

El desarrollo de la acción se dilata implacable e innecesariamente insistiendo en lo ya sabido y sin sentido del ritmo; la precipitada escena final, con ejemplificadora justicia divina incluida, es poco adecuado; y el estúpido epílogo, compuesto para suavizar los sucesos que concurren durante los 130 minutos que dura el film y recalcar al espectador que todo lo que han visto es pura ficción y no la realidad, resulta innecesario.

Pero lo peor de todo es que tras el “incidente” que desencadena la trama de esta “mala semilla” la película encubre –por mucho que se anote que está basada en una novela– un artificio teatral con casi un único escenario y con tímidas muestras de los recursos propios del cine. Y eso resiente todo su equilibrio; su narratividad.
Y –no podía ser de otra manera– las actuaciones gesticulantes, desmesuradas e histriónicas de, al menos, tres actrices y un actor, lastran tremendamente toda la estructura.

Y era buena la idea de que un elemento perturbador, de aparente inocencia, --no olvidemos que estamos a mediados de los años cincuenta del siglo XX-- desestabilizase la apacible e idílica vida de una conservadora familia de clase media-alta estadounidense.
El director, Mervyn LeRoy, uno de los grandes clásicos americanos con obras tan emblemáticas como la influyente "Hampa Dorada" (1931), la social "Soy un Fugitivo" (1932), la romántica "El Puente de Waterloo" (1940) o la maravillosa "Niebla en el Pasado" (1942), por citar solo algunas, no acertó, en esta ocasión, llevar, con significado cinematográfico, un argumento novelesco a la pantalla, trasladándolo al régimen teatral para ser convertido en guion por tres autores distintos.
Qué diferencia --sin salirnos, claro está, del género ni de temática-- entre esta película que hoy analizamos con la magnífica "Alma en Suplicio" (1945), de Michael Curtiz. Compruébenlo.

Con todo, la califico como interesante. Cintas más "perversas" cualitativamente hemos contemplado.

Una madre descubre que su adorable hija es una sicópata asesina en serie.

Película sobre el todavía controvertido tema del “gen criminal” que también aborda el lado oscuro de los vínculos familiares, allá donde se anteponen al Bien.

Decepcionará a quien, influenciado por la carátula, espere un thriller o una antigua película de terror sicológico. Estamos ante una difícil película con cierta vocación de ensayo criminológico, incluso adornada con personajes del mundillo del suceso y la intriga, y con un guión que podría ser el de una obra de teatro que los actores superan con sobresaliente.

El espectador disfrutará más si se prepara para ello, la película no oculta su vis teatral en el estilo interpretativo de los actores, los cuales incluso saludan después del “cierre de telón”.

La forma en que la madre intenta resolver la situación ayuda a entender dramáticos sucesos de gran actualidad.

Cerrando el saludo final hay una pequeña broma con mensaje que desconcertará al espectador contemporáneo, que busca desdramatizar la tesis del estigma criminal.

Varias son las razones que hacen de esta película un clásico de referencia, por una parte, estar ante una historia pionera en cuanto a retratar la maldad congénita de una niña aparentemente muy educada y amante de sus padres que no tarda en revelarse al espectador como una psicópata asesina, por otra, el pausado y descriptivo relato de la tragedia familiar que supone para su madre, primero aceptar que algún que otro comportamiento inquietante de la niña eran indicios de maldad en estado puro, y luego el desgaste psicológico que sufre al lidiar con las fechorías de la criatura, intentando comprender porque una niña criada en una idílica y acomodada familia, esconde bajo su educada y refinada educación un comportamiento absolutamente amoral y carece de cualquier tipo de freno moral a la hora de salirse con la suya, al mismo tiempo que su instinto materno la hace entrar en una espiral de decisiones que auguran un trágico final.

Basada en una novela escrita por William March que había triunfado como obra de teatro en su anterior puesta en escena en Broadway por Maxwell Anderson, rodada con mucho acierto por el peso pesado Mervyn LeRoy, ya que sin mostrar ni una sola escena truculenta ni una gota de sangre y transcurriendo prácticamente la totalidad de la acción en el único escenario de la casa familiar, logra mantener una creciente tensión durante sus más de 2 horas de metraje, y transmitir al espectador sensaciones mucho más inquietantes que posteriores producciones de parecida premisa, por muy explicitas que están hayan sido en cuanto a mostrar la violencia (todas las fechorías de la niña transcurren fuera de plano), revelándose el formato teatral utilizado para contar la historia totalmente adecuado y acertado para conocer al detalle los sentimientos e impulsos que mueven a sus personajes, con un excelente trabajo de Patty McCormack y Nancy Kelly en los papeles de hija y madre, y un más que digno acompañamiento del resto del elenco actoral, estamos ante una absorbente e inquietante función cuya procedencia teatral y respeto hacia el formato en su adaptación cinematográfica es a mi juicio una de las principales claves para lo redondo de la misma.

Prácticamente ya se ha dicho casi todo sobre la película, aunque añadiría algo más:
Es una película serie B, adaptada de una obra de teatro de M. Anderson y a su vez basada en una novela de W. March.
Me llama mucho la atención las interpretaciones femeninas, que me parecen brillantes; el tandem madre-hija, Nancy Kelly-P. McCormack respectivamente, es fantástico, el poder de convicción gestual de la madre y la madurez y frialdad que demuestra la muchacha son notables.También la madre que pierde al hijo, E. Heckart, lo borda. El único personaje masculino destacable es el jardinero, H. Jones, pero no llega a la altura de las féminas (que por cierto fueron nominadas al Oscar a mejores actrices).
También destacaría la fotografía (otra nominación) muy teatral y la música, en algunos momentos muy intensa.
Como anécdotas diría que se rodaron tres finales diferentes y se quedaron con el peor y que la última parte del guión no se entregó al reparto hasta que fueron a rodarla.
Cinta muy recomendable.