Elia Kazan aprovechó su traslado desde los grandes estudios de Hollywood a Nueva York, para llevar a cabo un viejo sueño: realizar una película ambientada en los muelles.

Rodada en vivo, La ley del silencio, de 1954, describe con realismo documentalista la dura situación vivida por los trabajadores de los muelles neoyorquinos, que sometidos al control de gánsters, vivían subyugados a la "ley del silencio". El miedo que se respiraba en los muelles era tan profundo, que nadie se atrevía a levantar su voz. Sólo la inocente brutalidad de Terry (Brando) servirá para desarticular este sistema, convirtiéndose así en salvador de una causa que él casi desconocía.

Destacaría la excelente interpretación de M. Brando en el papel del ex boxeador Terry Malloy, aunque ya había sobresalido a las órdenes del propio Kazan en "Un tranvía llamado deseo" y en "¡Viva Zapata!".

Para darle mayor realismo, Kazan rodó en escenarios naturales e incluso en horas laborables. Lo curioso es que al rodar se veía envuelto por el ambiente de los muelles, por lo que necesitaría la protección, en todo momento, de guardaespaldas. El resultado es un film dotado de una enorme carga social.

La película obtuvo 8 Oscars, además de conseguir una gran afluencia de público. Todo ello trajo como consecuencia que se convertiría, no sólo en la realización más significativa del año, sino en un auténtico "fenómeno social". La historia de un hombre común que lucha contra el sistema preestablecido, defendiendo valores como la libertad y la verdad, caló muy hondo en una sociedad que necesitaba lecciones de humildad, como la otorgada por el director en esta gran obra.

Con La ley del silencio Kazan llegaría a crear escuela en la costa este norteamericana. De hecho, tras sus pasos han surgido nombres tan ilustres como Sidney Lumet, que han defendido un cine más independiente que el de las grandes productoras californianas. Sin ánimo de competir con las multinacionales de la costa oeste, en Nueva York se llegará a hacer un cine muy digno, avalado por una gran aceptación social.

Prácticamente ya se ha dicho casi todo sobre la película, aunque añadiría algo más:
Es una película serie B, adaptada de una obra de teatro de M. Anderson y a su vez basada en una novela de W. March.
Me llama mucho la atención las interpretaciones femeninas, que me parecen brillantes; el tandem madre-hija, Nancy Kelly-P. McCormack respectivamente, es fantástico, el poder de convicción gestual de la madre y la madurez y frialdad que demuestra la muchacha son notables.También la madre que pierde al hijo, E. Heckart, lo borda. El único personaje masculino destacable es el jardinero, H. Jones, pero no llega a la altura de las féminas (que por cierto fueron nominadas al Oscar a mejores actrices).
También destacaría la fotografía (otra nominación) muy teatral y la música, en algunos momentos muy intensa.
Como anécdotas diría que se rodaron tres finales diferentes y se quedaron con el peor y que la última parte del guión no se entregó al reparto hasta que fueron a rodarla.
Cinta muy recomendable.

Sin tiros, sin escenas de sexo, sin violencia, sin frenéticas persecuciones… Parece mentira que alguien pueda pensar que se puede hacer cine sin estos ingredientes, pues sí, sí se puede. Simplemente es arte en estado puro, es como una obra literaria o una ópera en la que se cuenta una historia, una preciosa historia.
Desborda significado, reivindicación y crítica por los cuatro costados. El significado antropológico es innegable, el respeto a las culturas ancestrales sin contaminación del “mundo civilizado” marca pinceladas de rica sensibilidad. La reivindicación de la figura femenina al mismo nivel que la masculina, ni un ápice más ni menos, muestra rasgos de justicia social de la que nosotros, los occidentales, andamos muy escasos. Y por último subyace la idea de liderazgo, que por condición humana existe en todas las sociedades, donde nuestra protagonista de once años bajo viento y marea es capaz de obtenerlo con total merecimiento y reconocimiento y no como ocurre aquí en nuestro primer mundo, donde se eleva a categoría de líder a cualquier pintamonas.
Ayer, cuando terminé de ver la película, sentí sensación de bienestar, de alegría (contenida) me acosté, dormí y soñé que vivía en una isla desierta y paradisíaca, donde era el hombre más feliz del mundo y todo gracias a esta película.
Son de esas historias tan bien contadas que te tocan la fibra.

Esta genial frase se la suelta Rick (Bogart) al despreciable personaje que representa Peter Lorre; es lo más insultante y humillante que puede escuchar un sujeto. Casablanca está llena de frases para la historia pero también de curiosidades, por ejemplo se rodó casi por casualidad, la Warner sólo la concibió como propaganda para “la causa” de los aliados en la 2ª G.M. El rodaje se realizó con gran improvisación, Ronald Reagan estuvo a punto de hacerse con el papel de Rick en vez de Bogart; casi se suprime durante el montaje una de las escenas más legendarias del film, Rick junto a Sam:
-Si la tocaste para ella, ¡tócala para mí!
-Es que no me acuerdo.
-Si ella la resistió, yo también, ¡tócala!
-Sí jefe.
El final estuvo a punto de ser diferente, durante el rodaje el guión no estaba terminado y nadie sabía cómo iba a terminar la película, Bogart se desesperaba mientras Bergman preguntaba constantemente a M. Curtiz de quién estaba enamorada, si de Lazlo o de Rick. Todo el mundo pensaba que iba a ser un fracaso, pero no fue así, obtuvo 3 Oscars: mejor película, mejor director y mejor guión.
Casablanca dejó buena herencia posterior en actores y directores de la talla de Harrison Ford en Indiana Jones y el templo maldito, En busca del arca perdida (Spielberg); Robert de Niro, en Casino (Scorsese) o Robert Redford en Habana (Sydney Pollack), además de los homenajes que se la hacen en otros Films: Sueños de un seductor (Herbert Ros); Cuándo Harry encontró a Sally…
“Casablanca” no envejece, el tiempo no pasa por ella, está viva con sus preciosos diálogos y un final tantas veces imitado. Es una película inmortal de la que siempre se hablará.

Esta frase que pronuncia Charles Foster Kane en la película resume de alguna manera, a grandes rasgos el grueso del argumento; "si no fuera por el dinero hubiera llegado a ser un buen hombre", hubiera llegado a ser feliz, es lo que se lee entre líneas.
Orson Welles es un innovador en la utilización de recursos técnicos como el dominio de la luz, planos imposibles, perspectivas especiales, etc. que se describen en el transcurso de la cinta, quizá fue tan premiada por eso. Ahora bien desde mi humilde opinión creo que necesita algo más que un buen guión y una técnica innovadora; se le debe sacar al espectador de su asiento, hay que inmiscuirlo en la temática, hay que motivarlo y emocionarlo como cuando contemplamos El David de M. Ángel, La Gioconda de Leonardo o escuchamos La Pasión según San Mateo de Bach.