El bosque

La primera vez que vi "El Bosque" tenía 13 años, cuando estaba en cartelera. Había visto el tráiler semanas anteriores, y yo, un aficionado al cine de terror, pensé que podía ser una buena película para ver con los amigos. Y así fue, decidimos ir a verla. Cuando salimos del cine, todos pensamos que habíamos visto una película malísima, donde nos habían engañado como a bobos. Nosotros fuimos a ver una película de miedo, a pasarlo bien entre comillas, no a ver una historia de amor. Y ahí quedó la cosa, una película más.

Ahora tengo 17 años y hace unos 7 meses me acordé de ella. Solo recordaba que había sido una película que no me había gustado la primera vez que la vi. Apenas me acordaba del argumento y de cómo acababa el film. Decidí volver a verla, ya sabiendo que no era una película de terror, y que era una historia que escondía algo más. No me arrepiento de haberlo hecho, es más, no me lo hubiera perdonado. ¿Cómo pude ver esta obra maestra y no darme cuenta de lo que tenía ante mis ojos? Ahora sé que la primera vez que la vi no entendí absolutamente nada.

"El Bosque" es ahora una de mis películas favoritas. Hay escenas que quedarán para siempre grabadas en mi memoria (ver spoiler), al igual que esa banda sonora. Siempre me pone los pelos de punta.

No vayáis con la idea de ver una película de terror, o sinceramente os parecerá un auténtico bodrio. Mirad más allá. Deleitaros con la actuación de Bryce Dallas Howard, con esa atmósfera que crea el maestro Shyamalan, con esa historia sobre el miedo de las personas y sobre lo grande que puede llegar a ser el amor. No os arrepentiréis.

Se trata del mejor ejemplo de lo que una pésima campaña publicitaria puede hacer. Los trailers y demás la vendían como una simple película de terror, que atrajo al cine a amantes del género, y en cambio pasó desapercibida para los que posiblemente la habrían visto como lo que es: una cinta más profunda y culta que una simple peli de miedo.

A ver, a ver... Sí, como película de terror es mala, pero es que nunca la he considerado como tal. Es más una película psicológica que otra cosa, una reflexión sobre lo que el miedo y la represión pueden hacer en una sociedad con mentes lo suficientemente maleables. La visión de una decisión extremista sobre los males que atenazan a la sociedad moderna.

La ambientación es muy buena, resaltando ese contrastre especial entre los grises y amarillos sobre el rojo, color de gran importancia en la trama. No hay ni una sola actuación que desentone (especial mención a Adrien Brody. Me encantó en esta película) y todos resultan creíbles y entregados a su papel. La música merece para mí esa mención especial, especialmente esos trozos tan rítmicos que imitaban la música tradicional y que aún así resultaban un tanto siniestros.

Lo que no se puede culpar es de ser previsible. Sinceramente, ¿quién se esperaba a priori ese final?

Una película absolutamente incomprendida y totalmente recomendable.

"Puedes huir del dolor. Pero el dolor te alcanza".
Quizás esa frase condense toda la esencia de este, ante todo, poético y hermoso drama romántico. Si esperan hallarse ante una película de terror, en el sentido más simple y tradicional, les advertiré que no se ciñan a la etiqueta que se le ha impuesto, porque éste no es en absoluto un largometraje de "terror". Es una creación mucho más profunda, inquietante y conmovedora, una obra de arte lírica plasmada en imágenes, sonidos y sensaciones. Como un delicado tejido que se ha compuesto con fibras del corazón, con los colores del alma y las partículas de todo aquello que más tememos, de todo lo que nos causa dolor.
Se me ocurre para el caso una de esas frases inmortales que trascienden los tiempos porque definen con certera puntería la naturaleza humana: "El hombre es un lobo para el hombre". No hay mayor depredador.
Un misterioso enigma se oculta tras la amenaza del bosque de Covington. Casi ninguno de los habitantes de la aldea osa adentrarse en sus aterradoras profundidades. Más allá de la seguridad de los límites de la aldea, el resto del mundo se perfila como un monstruo desconocido, impreciso y amenazador, algo así como las puertas del infierno que se tragan a quienes se adentren en ellas.
Los habitantes viven aislados, en su engañosa sensación de seguridad, convencidos de que lo que hay más allá sólo conlleva el terror y la muerte.
"No se puede huir del dolor". No se puede escapar del destino. Aunque intentes eludirlo, el destino te persigue y te alcanza, hagas lo que hagas. Son inútiles todas las precauciones, todas las absurdas defensas que queramos construir a nuestro alrededor. No podemos evitar nuestro devenir humano, en el que cabe todo lo bueno y lo malo de este mundo. Las mayores alegrías y los más terribles pesares.
Ellos lo saben. Saben que, por más que se empeñen, no pueden escapar al dolor. A la incertidumbre. A la inseguridad de esta vida que es como un soplo, que es un don frágil y perecedero. No pueden cerrar los ojos a los vientos que soplan desde los confines de la tierra, trayendo el cambio y la erosión, la eclosión y el fin, un ciclo perpetuo que constantemente se renueva.
"El mundo se mueve por amor. Se arrodilla ante él con reverencia".
Una noche de niebla espesa, tan espesa que apenas se intuyen las sombras al otro lado, ocultando la vastedad de lo desconocido, un corazón de ordinario reservado habla por fin, sin reparos. Y de un rostro cincelado por las manos de los ángeles, sumido en la penumbra, se desliza una lágrima que al caer brilla con el fulgor de la noche y de la niebla, trayendo un destello de esperanza, de futuro y de todo lo bello que reúne la condición humana.
Sigo en el spoiler.

En El sexto sentido el final te puede convencer, o irritar como en mi caso, ante la ausencia de algo más que lo obvio.
En El bosque el final te da absolutamente igual, porque a pesar de ser una película brillante, es narcótica.

El reparto es sensacional y aporta dramatismo, aunque Dallas Howard se la meta al director jurándole que sabe interpretar a una invidente. La excepcional banda sonora le va como anillo al dedo a la irritante parsimonia que imprime Shyamalan en su búsqueda del lirismo. La fotografía apuntala verazmente el rastreo de esa búsqueda. Y ahí termina El bosque. Y que conste que sus logros son muchos, pero el camino es muy largo. Para cuando llega la "sorpresa", uno no consigue entender porque el tiranosaurius rex que creía que iba a estar allí... no aparece por ningún lado. Ni destruye el pueblo de un pisotón. Supongo que los narcóticos es lo que tienen. Acunan la mente.

Excepto la soberbia El protegido, este autor todavía ha de comer mucha fibra para que no se nos quede cara de cartón. Como bien expone con anterioridad un amigo... "si la revelación final contiene la esencia de la película, ¿por qué tan sólo ocupa un 5% del metraje?". Muy cierto.

Una última cosa. Es tan sólo un consejo.
Amigo Shyamalan, sé que estás leyendo lo que escribo. Lo sé. Hace tiempo que nos conocemos:

Veras... en tu siguiente trabajo, me gustaría la ambientación en Urano. Un arranque sin más explicaciones. Coloca unos cuantos monstruos espaciales por ahí; y que se vean, claro. Que un comando los combata. Así dos horas. Rellénalo con un triángulo amoroso, un sargento cabrón y un epiléptico de goma. No te preocupes por las consideraciones científicas tan molestas que echarían por tierra tu película. Da igual. Tú sigue ambientando tan de puta madre como sabes durante dos horas. A algunos les gustará. A otros no. Ya sabes, lo de siempre. Y ahora... el final. Fundido en negro cuando el sargento cabrón pretende violar a un alien. Se escucha un toc toc. Se abre una puerta. Una mujer gorda, negra y ciega grita: "¡¡levántate carlitos. Llegarás tarde al colegio.!!" Juega con el espectador para que ni siquiera se vea la jeta de carlitos. Todo ha sido un sueño. Serás el puto amo. Estoy seguro. ¿La física? ¿La razón? ¡Qué cojones importa! ¿Verdad? Un abrazo tío.

Medir "El bosque" mediante códigos cinematográficos, es comparable a evaluar la poesía por su métrica, mientras su grandeza reside en lo que nos evoca. Diseccionadora de los pilares sociales e incluso cualquier acto humano deleznable; si "The Village" fuese un cuento tradicional, sería el cuento tradicional mundial por excelencia.