Persiguiendo Mavericks

Correcto y vistoso biopic con dos grandes activos: la dirección de Curtis Hansom y la presencia destacada en el reparto de un Gerard ‘Leónidas’ Butler en la cima de su carrera y su reputación. Lo de Butler es perfectamente comprensible, participa en una película decente, sin grandes exigencias interpretativas y con ciertas dosis de adrenalina que requería lucir un físico envidiable como el que mantenía por entonces. Lo de Curtis Hansom, en principio, me sonaba a sobrecualificación, con un realizador merecidamente oscarizado por la inolvidable “L.A.Confidential” dirigiendo una obra manifiestamente menor por motivos probablemente emocionales, como tratando de llevar a la práctica un proyecto aplazado de juventud o de enviar algún mensaje. Pero mirando su obra con perspectiva, con un montón de películas tan correctas como normalitas, da la sensación de que “L.A. Confidential” fue más la excepción que la norma y que esta “Persiguiendo Mavericks” está perfectamente alineada con sus capacidades reales.

No lo digo como algo malo. Ya nos gustaría a mí y a más de uno tener su mano para la fotografía, el montaje, la escenografía y, en general, con la habilidad de generar productos por los que alguien siempre está dispuesto a pagar una entrada o a los que dedicar su tiempo. Como “Persiguiendo Mavericks”. Vale que su estructura es la convencional del chico que persigue un sueño inicialmente imposible hasta la oportuna entrada en escena de un mentor, pero fluye con agilidad enmarcada por espectaculares planos de atardeceres, playas oníricas y olas gigantes. Contra lo que podría parecer esperable, Hanson encuentra la épica en una historia tan vieja como la literatura y la exprime hasta sacarle todo un jugo que luego vierte en cada secuencia. Además, entendiendo que uno de los puntos clave en estas producciones reside en lo simpáticos que resulten los personajes, concede importancia al desarrollo de los mismos para que veamos en ellos algo más de la habitual combinación de chulería y tonificación física.

No es una película que destaque por nada, pero detrás de ella hay un gran trabajo que se plasma en la pantalla y hace que se disfrute casi sin percibirlo. Termina la película y la cabeza te dice que has visto una película vistosa y convencional, pero en el cuerpo deja agradables sensaciones.

Chasing Mavericks flota sobre la espiral blockbusteriana, algo que no quita que pueda ser de calidad. Cuenta la historia de Jay Moriarity, una leyenda del surf al lograr surfear Mavericks (unas olas gigantes) en la costa californiana. Basada en hechos reales, narra todo el proceso que pasa Jay hasta conquistar el océano. El chico murió joven, a los 23 años, y su leyenda permaneció en el mundo del surf cómo así lo hicieron Jimmy Hendrix o Janis Joplin en el mundo de la música, así que la historia en si tiene su punto de atracción.

El film es bello en imágenes y fotografía. La historia es extremadamente comercial, por momentos demasiado lacrimógena: personajes muy estereotipados, guión previsible y abuso de la música extradiegética. Cae constantemente en topicazos. Sin embargo, hay elementos positivos en ella. Aunque se abuse de la tragedia estrujándola al máximo, el impacto emocional final se logra, en parte gracias a los primeros minutos donde sabemos que el chico arrastra un sueño des de la infancia que finalmente termina consiguiendo. La primera escena, con él a punto de caer al mar contemplando olas enormes chocando contra las rocas, transmite. Las últimas también, incluyendo la dedicatoria a su persona. El problema es, que para esto, el director ha elaborado un nudo de la historia demasiado longevo, alargando un metraje con escenas para emocionar al primer teenager (el romance con la tía buena, las esporádicas apariciones de los malotes del instituto y el rebuscado trágico trasfondo personal de los protas).

Eso sí, comparémosla con su coetánea Soul Surfer, también basada en un hecho real, y sale ganando de mucho. Hay una diferencia narrativa que a una la transforma en pasable y a la otra en tediosa. Chasing Mavericks emplea un personaje como recurso para alcanzar un desenlace en la trama (surfear las mavericks). La historia se desarrolla en torno al progreso del chico, a que deje atrás sus miedos y rompa barreras para cumplir sus sueños. Y, aunque el metraje sea excesivo, la película sabe cómo acabará desde la página 1 del guión. No necesita de trucos psicológicos o interpretativos, o de peripecias argumentales. Simplemente la superación de los obstáculos para que el protagonista alcance su propósito. En cambio, Soul Surfer muestra su (única) carta a la media hora de película y sus 80 minutos restantes los basa en el lloro constante de los personajes y, por ende, de los espectadores. No tiene rumbo alguno, y el director propone una interacción con la protagonista para ponernos en su propia piel que resulta fallida, porque ni el guión es sólido ni la factura fílmica es buena.

Chasing Mavericks no es ni mucho menos una obra maestra, pero consigue su objetivo al fin y al cabo: entretener y transmitir el tan repetido mensaje (que deberíamos sellar en nuestras mentes) de que todos los sueños son alcanzables si uno se lo propone.

Drama deportivo basado en hechos reales (Hollywood saca personajes de la vida real hasta de debajo de las piedras) sobre un surfista estadounidense cuya pasión y devoción por este espectacular deporte le hizo cabalgar sobre los mavericks, olas enormes, con mucho tesón y esfuerzo a pesar de su corta edad (15 años). Sus buenas intenciones se ven ya desde el primer segundo y se nos cuenta como el típico biopic que tanto gustan de producir por la meca del cine. Es convencional hasta en su drama, con una trama siempre vista y con un surfista de nuevo protagonista (Soul Surfer ya nos hablaba del surf en 2011) donde hallamos al héroe, una familia disfuncional, algún malote (sí, el niño malo del principio con el bate de béisbol es el mismo malo de adulto: ¡qué raro!), el amor de una chica a la que hay que conquistar... No sé, pero esto ya lo he visto otras veces.
Aún así logra entretener; aunque sus dos horas de duración se me hacen pelín largas para lo que realmente narra. Las escenas de las olas son bastante buenas y cuenta con un acertado Gerard Butler (El Imperio del Fuego) como cabeza de cartel a pesar de no ser el protagonista, que es el casi desconocido Jonny Weston (Project Almanac) un chaval simpaticote y eso hay que decirlo. Detrás de ellos hallamos actrices con tablas como una trasnochada Elisabeth Shue (El Hombre sin Sombra) o la tierna Abigail Spencer (Cowboys vs Aliens), que hacen lo que tienen que hacer. Tras las cámaras dos directores curtidos como son Curtis Hanson (L. A. Confidential), siendo esta Persiguiendo Mavericks su último film antes de fallecer en 2016; y por el otro lado Michael Apted (Gorilas en la Niebla). Sin dudas, no es el mejor trabajo de sus carreras, pues simplemente se limitan a pasar el corte y desarrollar el enésimo biopic de un personaje sólo conocido en EE.UU. y por los muy fans del surf. Eso sí, didácticamente hablando nos da a conocer muchas cuestiones técnicas sobre este mundillo tan apasionante.

Historia basada en hecho real deportivo, en este caso el surf.

La película es entretenida, aunque puede hacerse pesada para la gente a la que no le gusta el deporte y no entiende ese esfuerzo por la superación personal y la preparación para un objetivo. Si esa parte te interesa, entonces la película te puede hacer pasar un rato, si no, huye.

Tened en cuenta que siempre sumo 1 punto a la nota que pondría cuando algo está basado en hechos reales.
¿Entretenida? Sí. ¿Para recomendar? No

"Chasing Mavericks" es una película que sigue la historia de Jay Moriarity, un joven surfista que sueña con dominar una de las olas más peligrosas del mundo, Mavericks. La película muestra su viaje de aprendizaje y crecimiento, con la ayuda de su mentor Frosty Hesson. Se trata de perseverancia, superación personal y la búsqueda de los sueños, todo ello ambientado en el mundo del surf de California.