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Río Rojo

Western Terminada la Guerra de Secesión (1861-1865) y después de haber sobrevivido a una matanza de los indios, el ganadero Tom Dunson (John Wayne) y su hijo adoptivo Matthew Garth (Montgomery Clift) proyectan trasladar diez mil cabezas de ganado desde Texas hasta Missouri. Nadie hasta entonces había intentado una operación de tal envergadura. (FILMAFFINITY)
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Críticas 75
Críticas ordenadas por utilidad
11 de diciembre de 2009
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
América ha creado su épica: el western. En ese género, que ocupa un lugar tan fundamental en el imaginario de aquel pueblo, luce con fuerza Río Rojo.
En ella se relata, como sólo saben hacerlo los grandes, la epopeya de unos ganaderos dispuestos a recorrer 1600 kilómetros con 9000 reses para salvar su rancho.
Esfuerzo, tesón y dureza, valores cada vez más olvidados en la Europa hedonista y perezosa en que vivimos, conforman la película.
Gocen de esta hermosa historia mítica, degusten paisajes, ambientes, rostros, emociones y sigan con inquietud la odisea de esos esforzados en pos del objetivo: el ferrocarril en Abelane.
Sólo un pero por el que pierde dos puntos: el final poco consecuente que le hace descender algunos peldaños.
A pesar de todo, no se la pierdan.
Ethan Edwards
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30 de diciembre de 2011
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Río Rojo es un western épico e itinerante. Y de los westers itinerantes y sin itinerantes los mejores fueron los de Anthony Mann. Y una de las mejores es Horizontes lejanos con parecido tema e igual guionista. Colorado Jim y Tierras lejanas son todavía casi más palpables y mejores que la de Hawks. Rio Rojo no era el mejor western de Hawks y ahora menos. Prefiero los otros cuatro de largo. Aparte de la relación entre algunos vaqueros y algunas secuencias meritorias poco tiene de genial. Las secuencias son la estampida y la pelea final no es del otro jueves. Casi todo lo demás es casi rutinario. Y mis años me ha costado reconocer que Howard Hawks ya no está por delante de Billy Wilder. Y a lo mejor es por eso que Río Rojo no me llena. Los otros Ríos de Hawks están más llenos que el Rojo. He tardado 20 años en volver a verla y podré estar otros 20 sin mojarme en él. Río Bravo. Río Lobo, Río de sangre y Eldorado son otra historia.
RONNIE JAMES DIO (CUENTA BLOQUEADA)
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11 de febrero de 2006
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los mejores westerns de todos los tiempos, con todos los ingredientes legendarios de este género.
El salvaje oeste y el pistolero por antonomasia ( John Wayne ) se juntan para hacer el que en su momento tal vez fué el mejor western de todos los tiempos. Repleto de épica y monumentalidad, la historia de los vaqueros que transportan miles de cabezas de ganado a través del salvaje y árido oeste, de las relaciones personales entre los vaqueros, los villanos, los héroes...lo tiene todo. Un reparto de lujo encabezado por Wayne y continuado por Montgomery Clift.
Los amantes del Western tienen en esta película junto a Centáuros del desierto, El hombre que mató a Liberty Valance, Río Bravo...y otras pocas más las obras capitales del Western Clásico.
Olegario
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2 de febrero de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primero de los cinco westerns del gran Howard Hawks y primera demostración de que en este género también podía ser uno de los mejores. Anteriormente, había rodado la estimable La ciudad sin Ley, no propiamente western aunque ambientada en plena fiebre del oro.

Con el traslado de 9000 cabezas de ganado de Texas a, finalmente, Abilene como fondo argumental, Hawks recupera el espíritu de la tragedia clásica. Dunson (un Wayne con canas que muestra que es mejor actor de lo que normalmente pensamos) acaba casi por enloquecer de furia y se enfrenta a su propio hijo (hijastro) Matt (Clift) que tras haber sido recogido de la nada se opone al hombre que le ha dado todo lo que tiene.

Hawks, magnífico director de actores y actrices, cuenta con un magnífico Wayne. Digno observar como va agriando su carácter a medida que avanza el metraje sinsobreactuar en ningún momento. También sus escenas con Clift: esas miradas, primero de ternura y luego de autoridad e ira. Quizá estas últimas no fueron tan difíciles de plasmar en la pantalla, tanto Wayne como Brennan no llegaban a aceptar de demasiada buena gana las tendencias homo o bisexuales de Monthy. Pero eso encumbra las primeras.

Cuenta, además, con un soberbio Clift en su (sí creánlo) primer papel en la pantalla. A partir de aquí iniciaría su inevitable ascenso cinematográfico, demostrando que fue uno de los mejores actores de aquellos años y de la historia), que en todo momento fue acompañado de su declive físico y mental.

Y, por supuesto, como los grandes directores saben hacer, "dar cancha" a los secundarios: impagable aparición final de Joanne Dru, los Carey, John Ireland y el siempre genial Walter Brennan, otra vez aportando el contrapunto humorístico.

Qué grande era Hawks. Un maestro. Junto a todas esas escenas intimistas entre personajes (la de Dru y Wayne es excelente) podemos observar cómo se realizan escenas de acción. En este caso, además de la del ataque indio a la caravana, las relativas al manejo del ganado: la salida, el cruce del río, la estampida. Esplendorosas. Algún director que muchos años después relataría las andanzas de un capitán de nuestro Siglo de Oro (o Siglos), lo hubiera resuelto, sin el menor rubor, con cinco vacas y dos cow-boys. No, el dinero no lo es todo. Hay que ser grande, y Hawks lo era.
Ok Rick
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26 de febrero de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con algunas películas como Río rojo, me ocurre que da la impresión de estar en una pinacoteca, pues cada toma, cada imagen, cada panorámica o primer plano constituyen un cuadro de extraordinaria belleza. Sí, belleza, un calificativo que debe presidir el cine en toda su extensión. Pero en este film, su director, uno de los grandes, el inigualable Howard Hawks, junto con el responsable de fotografía Russell Harlan, hacen de esta cinta una obra irrepetible. Creo haberla visto más de media docena de veces, y no me cansa. Lo primero, repito, por sus extraordinarios enfoques, fotografía y encuadres que son auténticas pinturas y un deleite para la vista.

Esta película, ya con años encima, sigue siendo una joya y no ha perdido, desde mi modo de ver, un ápice de vigencia, como auténtica obra de arte que es. Siempre se dice que hacer películas con caballos es costoso y difícil, pues bien, aquí, además de caballos en tropel, hay docenas y docenas de reses que parecen salirse de la pantalla, sobre todo en las magistrales escenas de la estampida. Por eso, ver Río Rojo es como asistir a una clase donde alguien muy entendido y sentido por el género, te vuelca toda la nostalgia (bella palabra que podríamos intercambiar por añoranza, pues ya no se hacen películas como esta) y la épica del western.

Si Hawks es un auténtico maestro, si la fotografía es invalorable, la música de Dimitri Tiomkin tiene una impresionante fuerza: una partitura muy elaborada con pasajes enfáticos y solemnes, todo ello inspirado en melodías folk. El guión merece el calificativo de excelente, guión escrito por Borden Chase y Charles Schnee basado en el relato de Borden Chase: "The Chisholm Trail" (1946-47). Además, la puesta en escena y los exteriores, rodados en Arizona y Méjico, y el resto en los platós de Samuel Goldwyn Studios de Hollywood, resultan grandiosos.

Y no menos importante es el reparto. En este film debutó el ya también mítico y sin parangón Montgomery Clift en el papel de Matthew, individuo noble, compresivo y razonable, un rol dramático y brillante como hijo adoptivo de otro enorme de la pantalla cuya sola presencia ya vale los 133 minutos que dura la cinta: el irrepetible John Wayne, que da vida a un personaje duro, valiente, osado y capaz de dirigir con mano de hierro a un grupo de vaqueros que tragan millas, polvo, aventuras, pasan penalidades sin fin y están a punto de amotinarse por lo inclemente de la proeza. Y aquí sale la brillantez de un Wayne único, cuyo personaje e incluso su propio semblante va cambiando en su paranoia para que ninguno de sus hombres falte al compromiso que les hizo firmar antes de la partida, para que no deserte nadie. Tom Dunson bebe sin medida, no duerme y está siempre presto a castigar con el látigo e incluso a matar, a quien ose desobedecer o rebelarse. Es, así, un personaje inflexible, vanidoso, insólito y muy irascible.

En el reparto no hay que olvidar las interpretaciones de actores como Walter Brennan (en el papel de Groot, simpático anciano desdentado incondicional de Dunson); Joanne Dru, en el rol de Tess Millay, mujer fuerte capaz de recibir un flechazo sin perder el tipo, o cantarle las cuarenta a Wayne; John Ireland o Coleen Gray, por mencionar a algunos del elenco de actores de reparto de primer orden.

Es, pues, una película con momentos de gran dramatismo y tensión, donde a uno le parece estar dentro de ese avezado grupo que galopa casi a ciegas, con miles de reses, por un camino incierto en su geografía y con la amenaza de los comanches. Toda una semblanza de las relaciones humanas en momentos muy duros y penosos. Como dice Morales: "Western épico que muestra la relación, con sus dosis de problemática generacional, de un viejo ranchero y su hijo adoptivo. Maravillosas interpretaciones y una narración de lo más conseguida para un clásico del género".

Para mí es uno de los mejores western jamás rodados. Y resulta extraño que sólo tuviera dos nominaciones y ningún premio en los Oscar: mejor historia y mejor montaje. Y para más señas, para la American Film Institute está considerad entre las diez mejores del género. Si no la has visto, te la aconsejo encarecidamente.
Kikivall
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