Los profesionales

Cuando comienzas a ver esta película, indudablemente te trae a la memoria otras historias cortadas con el mismo patrón, como por ejemplo Los siete magníficos. Una trama directa y sencilla de pillar, una misión, dinero de por medio y seleccionar un grupo de hombres que la lleven a cabo.

Los profesionales va en esa línea, pero no copia exactamente a la anterior, el que recopila información y reúne a los candidatos, no es precisamente uno de los que conforman el grupo y tampoco son 7, en esta ocasión son solo 4. Para añadir más leña al fuego, tendrán que acudir a un país que les trae muchas anécdotas y vivencias como es México y pelear contra un antiguo socio de andadas, Juan Raza, quien mantiene secuestrada a la esposa del ricachón que ha puesto esta misión en marcha.

Me encanta la combinación del cuarteto porque a cual más diferente, un estratega nato como director de orquesta, un hábil hombre con las armas, un especialista en explosiones y un experto en caballos, con un trabajo especial dentro de dicha misión. Quizás el guión pone más peso en la historia de principios, amor y la revolución mexicana, que en lo que al menos yo me esperaba que era la aventura y la acción al llevar a cabo esa locura que tenían en mente solo cuatro hombres. Y a raíz de ahí es cuando decae un poco la historia, sin embargo vuelve a despegar cuando nos estamos acercando a la parte final de la trama y el desenlace que puede parecer bastante predecible a los que hayan estado bastante atentos al devenir y comportamiento del grupo de protagonistas.

El reparto es grandioso, a tener muy en cuenta, el siempre burlón y mujeriego Burt Lancaster, el hombre con la cabeza amueblada Lee Marvin, la serenidad de Robert Ryan, o como interpretar a un malo y no entrar en la sobreactuación de Jack Palance. Y como no, las bellezas de Cardinale y Gómez.

Muy completa y entretenida historia ambientada en el western. Muy recomendable.

Estamos ante una película irrepetible, que a la vez es muchas películas: una de aventuras, un zapata western, una de frontera, un drama romántico con toques de humor, un canto de amor y de odio a las revoluciones...Para mí sus enormes virtudes son tres:

- El reparto, muy creíble: encabezado por Lee Marvin como "Rico" Fardan y Burt Lancaster como Bill Dolworth, dos gringos buscavidas que no entienden de banderas ni gobiernos. Lancaster está perfecto como el encantador y mujeriego experto en explosivos, así como Marvin en el papel de un veterano de la guerra de Cuba pasado a Pancho Villa, menos simpático pero igual de bergante. Los competentes Robert Ryan y Woody Strode quedan más desdibujados y relegados, pero luego está el infravalorado Jack Palance encarnando al revolucionario Raza, y, sobre todo, la mítica diosa Claudia Cardinale, "una de esas mujeres que convierten a algunos niños en hombres y a algunos hombres en niños".
- La banda sonora del gran Maurice Jarre, con un trabajo que quizá no sea tan conocido como sus obras maestras, pero dota de mayor poder evocador a una película de alegres sinvergüenzas, pero también con fantasmas y amargura en un pasado ya perdido. Brillante, hermosa y pegadiza.
- El guión, del propio director, Richard Brooks. Tan redondo que casi todos los personajes dicen algo trascendente. Plagado de frases en torno al desencanto, la vida, el amor, la revolución, la muerte, el (des) honor, los tiempos pasados, las derrotas...Magistral.

"-La revolución es como la más bella historia de amor. Al principio, ella es una diosa, una causa pura. Pero todos los amores tienen un terrible enemigo...
- El tiempo.
- Tú la ves tal como es. La revolución no es una diosa sino una mujerzuela, nunca ha sido pura, ni virtuosa, ni perfecta. Así que huimos y encontramos otro amor, otra causa, pero sólo son asuntos mezquinos, lujuria pero no amor, pasión pero sin compasión, y sin un amor, sin una causa, no somos nada. Nos quedamos porque tenemos fe, nos marchamos porque nos desengañamos. Volvemos porque nos sentimos perdidos. Morimos porque es inevitable..."

Muy buen "western" ambientado en la revolución mejicana, dirigido por Richard Brooks, al que empleó un gran reparto.

Un adinerado ranchero contrata a 4 diferentes hombres para que le traigan de vuelta a su "mujer" que ha sido "secuestrada" por un bandolero (Jack Palance), como cabeza Henry Rico (Lee Marvin), le sigue un experto explorando Jake (Woody Strode), un experto en caballos (R. Ryan) y un experto en dinamitas (Burt Lancaster), estos dan búsqueda a la guapa Cardinale. Es cierto que mete mucha acción, pero el argumento es tan bueno que no cae en la típica violenta y le acompaña un guión, una fotografía, banda sonora y reparto fantástico, con hábiles diálogos y con un buen final, pues muestra la dignidad de esos hombres al dejar en libre albedrío a su objetivo, ya que no todo era como hizo saber aquel ranchero.

Cansado de realizar tanto melodrama el cineasta Richard Brooks se interesó por adaptar una novela, “A mule for the Marquesa” de Frank O´Rourke. Un excelente western impregnado de un cinismo un tanto nihilista en la primera mitad del film para adentrarnos en un bello lirismo en la segunda mitad. En un Oeste cambiante que tras la Gran Guerra en Europa nunca volverá a ser el mismo, cuatro mercenarios desencantados aceptan el encargo de un terrateniente de rescatar a una mujer que ha sido raptada por un revolucionario mexicano. La misión se convertirá en un viaje iniciático de ida y vuelta que dará un nuevo rumbo a sus vidas, llegándose a cuestionar lo que acaban de hacer.

Un western árido en el marco de la revolución mexicana con unas localizaciones magníficas que ayudan mostrar las dificultades de la misión. De algún modo, “Los profesionales”, gracias a su esquema de doble itinerario, presenta una aventura como oficio de asalariados, que progresivamente se irá transformando en un ejercicio de redención, pues hay cosas que no puede comprarse con dinero. El argumento recuerda a otros films de incursiones en suelo mexicano por encargo, como la anterior “Veracruz” o la posterior “Grupo salvaje”. Lejos de plantearse los antagonismos propios de la mayoría de westerns de itinerario, en los que los miembros de un mismo grupo se enfrentan hasta disolver su unión, en el film de Brooks se sigue un modelo más cercano a Howard Hawks, parcelando las funciones de cada uno, mostrando los cuatro un respeto mutuo e íntegro.

Destacar la excelente fotografía de Conrad Hall en panavisión. Qué duda cabe, que con el excelente plantel de actores, todos los personajes quedan muy bien descritos, a través de ese viaje y de los acontecimientos que se derivan, pero en mi opinión, los escenarios describen la épica, como el desfiladero del paso del coyote, recrean un singular enfrentamiento con unos diálogos entre Raza (Jack Palance) y Dolworth (Burt Lancaster) emboscados entre las rocas, discutiendo sobre la vida y la muerte, con resonancias filosóficas: “La revolución no es una diosa sino una mujerzuela, nunca ha sido pura ni virtuosa, tampoco perfecta”, Jesús Raza, lugarteniente de Pancho Villa.

Por lo menos en México.
Así al menos se aprecia en esta cinta ambientada en mayo de 1911 cuando el dictador Porfirio Díaz había abandonado ya el poder en favor de Francisco Madero, encumbrado este por las fuerzas revolucionarias que en noviembre del año anterior iniciaron los primeros movimientos armados de la mano de Pascual Orozco, Pancho Villa y Emiliano Zapata.
En este contexto, Grant, un rico hacendado contrata a cuatro "profesionales" norteamericanos que habían luchado ya a las órdenes de Villa. Bajo la dirección de un antiguo oficial ahora instructor militar, Henry Fardan (Marvin), se enrolan Bill Dolworth (Lancaster), experto en explosivos y en asaltar alcobas de esposas desencantadas; Hans Ehrengard (Ryan) un sentimental incapaz de maltratar a un animal, "Hemos matado diez hombres y no hemos pestañeado, pero no somos capaces de matar un caballo herido de muerte"; y al silencioso cazarrecompensas Jake Sharp (Strode), "¿Alguno de ustedes tiene inconveniente en trabajar con un negro?"
Una especie de "Cuatro magníficos", cada uno con su propia especialidad bélica. Incluso la pegadiza música de la banda sonora refuerza esta similitud con la que Elmer Berstenin desarrolla en la película de Sturges (1960)
¿La misión? Rescatar a María Grant (Cardinale), la esposa secuestrada y arrastrada contra su voluntad a territorio mexicano por Jesús Raza (Palance), también antiguo villista ahora dedicado al parecer al bandidaje con un puñado de antiguos revolucionarios.
Un guion bien estructurado y una dinámica dirección ofrece acción continua y brillante análisis de los personajes, especialmente de Henry, Bill y Raza, pues el resto queda un poco en segundo plano.
Excelente ambientación, elección de exteriores, paisajes, fotografía y efectos especiales de ferrocarriles, persecuciones y sobre todo explosiones.
Aunque parece exagerada la expresión del dinamitero que justifica su oficio en la explosión inicial que permitió la formación del universo. Un poco prematuro, hay que tener en cuenta que hasta 1927 no comienza a hablarse del átomo primordial que se expandió en lo que hoy conocemos como big bang, para formar el universo en el que se incluye espacio y tiempo.
Lo mejor sin duda el pesimismo que rezuman los diálogos de la parte final de la cinta, con sus decepciones y desencantos ideológicos. Ahí brilla por unos instantes la animosa Chiquita (Gómez), incapaz de decirle no a ningún hombre, todo corazón, "Una revolucionaria de primera pero que nunca aprenderá a bailar".
Notable película que recuerda bastante a "Los siete magníficos", también con los inevitables ¿bandidos? mexicanos. No se la pierdan.