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Recuerda

Intriga. Romance En el centro psiquiátrico donde trabaja la psicoanalista Constance Petersen (Ingrid Bergman), el Dr. Murchison (Leo G. Carroll) anuncia su retiro de la dirección, en cuyo reemplazo llegará el eminente Dr. y escritor Anthony Edwardes, a quien, justamente, Constance admira muchísimo aunque no le conoce... pero, el mismo día en que el joven y apuesto director (Gregory Peck) es presentado ante los directivos, la psicoanalista comenzará a ... [+]
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Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
13 de mayo de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
... no creo que la película deba ser una explicación del psicoanálisis.. sin duda, en la época en que se rodó tuviera mucha más relevancia pero viéndola hoy parece que se explorara las posibilidades del tema de inconsciente como generador de buenas histórias.. Creo que se usa el método de Freud como un elemento más de soporte a la historia, el pretexto que permite que la trama se vaya descubriendo; un elemento que junto con el guión que aún mantiene mi interés como espectadora, la música, los encuadres y ese sentido del humor a base de guiños que te rompe la gravedad del tono en que se va desarrollando la película a medida que se desentraña la historia.
Vamos... no es una mala película -aunque Hitchcock tenga mejores. Gregory Peck no hace una mala actuación ...no podemos pedirle que supere siempre a Áticus.... y el hecho que la fría psicoanalista extremadamente profesional se vea desconcertada ante un inesperado y nada previsible enamoramiento tiene su qué....... ;)
Me gusta.
pris
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10 de mayo de 2011
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Recuerda" es de esas películas psicológicamente activas, en su momento debió ser de rabiosa actualidad eso de expulsar los demonios sentado en un sillón, no habían las medicinas de hoy, sino que había que ganarse al paciente y encontrar los motivos mediante la palabra y la exploración de los recuerdos para curarlos satisfactoriamente.

La película afronta los problemas de los profesionales, habla de culpabilidad o de manías, pero los mezcla con el amor y los atribuye a ellos mismos, por lo que va abriendo varios frentes y luego elige el que más le gustó a Hitchcock, pasando por alto un fallo tremendo en el que los psicoanalistas operan como cirujanos a vida o muerte, comienza a abrir puertas en contra de sus personajes y el espectador apenas encuentra la manera de ponerle fin, una persecución sobre la persona y su mente, un buen relato sobre la esquizofrenia y la amnesia a las que enfrenta con el dilema del instinto y los sentimientos, Hitchcock oculta muchas cosas porque juega con la teoría de Freud con demasiada facilidad, pero está claro que lo que cuenta lo saca a relucir con esplendor, luego parece poco probable que las leyes esperen a dar su veredicto en función de lo que un hombre ve en sus sueños.
stikma
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16 de enero de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin ser de las mejores películas de Hitchcock, “Spellbound” se ve con interés creciente y tiene la originalidad, para la época, de basar su argumento en las entonces novedosas técnicas del psicoanálisis. La acción, en lugar de transcurrir por paisajes y ciudades, en vez de consistir en policías examinando pistas o en carreras en pos del delincuente, se desarrolla dentro de un cerebro humano. Dentro de la mente de un Gregory Peck jovencísmo que aun conserva un poco el desgarbamiento del adolescente. Da la réplica y actúa de detective del alma, una estupenda —como siempre— Ingrid Bergman. Se muestra ya en esta película el interés notable de Hitch por los misterios de la mente humana, que desarrollará en varios de sus filmes posteriores. Las imágenes del sueño, elaboradas por el ya entonces famosísimo Dalí, suponen un añadido interesante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fuman2
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21 de abril de 2016
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
72/13(19/04/16) Obra menor en la filmografía hitchcockiana, adjetivo que se repite mucho para este thriller psicológico, pero es que es cierto, quiero echarle la culpa a las injerencias del productor David O. Selznick que metió bastante mano en el resultado final, y es que queda una película irregular, desequilibrada, falta de tensión, pasando únicamente a la historia por la colaboración que tuvo en un par de escenas oníricas (masacradas por O. Selznick) del artista gerundense Salvador Dalí, el resto es un manoseo simplista al mundo (pujante por entonces) de los psicoanálisis. El origen del relato está en una depresión que O. Selznick tuvo tras los rodajes de “Lo que el viento se llevó” (1939) y “Rebeca” (1940), tratándose con el terapeuta May Romm M.D., esta experiencia le llevó a dedicarle un film al tema del psicoanálisis, llamando a Hitchcock (con el que había trabajado en “Rebeca”) para dirigirla, siendo asesor técnico acreditado el doctor referido, este tuvo muchos enfrentamientos con Hitch. El guión es de Angus MacPhail (“Whisky a gogo” o “Falso culpable”), y Ben Hecht (“Scarface” o “Encadenados”), basándose libremente en la novela "The House Of Dr. Edwardes" (1927) de Hilary St. George Sanders y John Palmer (tenían como pseudónimo en binomio Frances Beeding). Cinta que explora con el recurso del psicoanálisis los traumas ocultos de la infancia en el subconsciente y que tanto marcan nuestra madurez, afrontado esto de modo superficial y muy esquemático. Fue nominado a seis Oscars (actor secundario, director, película, fotografía y efectos especiales), ganando la música de Miklós Rózsa.

Empieza en un hospital mental, el Green Manors en Vermont (USA), la protagonista es la Dra. Petersen (Ingrid Bergman), una avezada psicoanalista, el director del hospital es el doctor Murchison (Leo G. Carroll), que se siente atraído por la Dra., va a ser sustituido por el Dr. Anthony Edwardes (Gregory Peck), cuando este llega su comportamiento resulta extraño, con fobias, a la vez entabla relación con la Dra. Petersen, ella denota que algo oculta Edwardes. En la historia tendrá importancia el Dr. Brulov (Michael Chekhov), antiguo mentor de la Dra. Petersen.

El realizador londinense pasa por su particular filtro la historia, toca temas muy manejados en su prolífica labor como los problemas metales (“Vértigo”, “Psycho”, o “Marnie”), sobre las falsas identidades (“39 escalones” o “Con la muerte en los talones”), los falsos culpables (“Falso culpable”, “Atrapa a un ladrón” o “Crimen perfecto”), incrusta elementos fetiches suyos como estaciones de ferrocarril o trenes (“Alarma en el expreso”, “Extraños en un tren” o “La sombra de una duda”), las escaleras (“Encadenados”, “Psycho” o “Frenesí”), navajas (“Frenesí”) o el vaso de leche (“Encadenados”), y por supuesto con protagonismo para un romance entre un galán y una bella rubia. Hace un plúmbeo análisis de los traumas infantiles, de la paranoia, de la amnesia, del mundo críptico de los sueños, los complejos de culpa, las represiones sexuales, pero esto desarrollado sin fuerza, ni garra. Se queda en una narración desigual en ritmo, con comportamiento de los personajes incoherentes, con una evolución un tanto caótica, avanzando a trompicones, con grietas en el guión más profundas que las del Titanic (algunas en spoiler), desde el forzado romance, que no se sostiene en su modo de presentarse, con un enfoque del psicoanálisis garrafón, para niños, nada sutil, con teorías que se sueltan sin ton ni son, no hay complejidad en algo que tanto lo es, se nos presenta como algo diáfano, con un tratamiento de la interpretación de los sueños bastante risible en sus significados, haciendo simple algo tan encriptado, cayendo en ocasiones en lo burdo, derivando en su falta de verosimilitud, el tiempo la ha maltratado, convirtiéndola en un esbozo de lo que pudo ser y no fue. A lo que se suma un clímax final atropellado, aturullado, hecho a toda prisa, dando igual cualquier nivel de realismo.

La puesta en escena, aparte del singular aporte del genio catalán Dalí, está bien, con la dirección artística de James Basevi (“Al este del edén” o “The searchers”), filmándose en Alta Lodge (Utah), Cooper Ranch-Los Ángeles (escena del picnic), Penn station (Nueva York), y la Grand Central Station (Nueva York), destacando sobremanera las dos secuencias oníricas con decorados creados por Salvador Dalí, colosal reflejo pesadillesco, aparece un hombre cortando con unas grandes tijeras un ojo de una cortina, claro homenaje de Dalí al cortometraje superrealista en el que él trabajó con Luis Buñuel , “Un perro andaluz” (1929), en realidad en el montaje que pretendía Hitchcock duraba 20 minutos, pero el productor O. Selznick creyó que rompía el ritmo y lo redujo a 2 minutos, estas escenas oníricas no fueron dirigidas por Hitchcock, si no por William Cameron Menzies, la escena de nieve eran en realidad copos son cereales. La fotografía es de George Barnes ("Rebeca" o “La Guerra de los Mundos”), en glorioso b/n, un hábil trabajo jugando en ocasiones con el expresionismo (sobremanera en los sueños), con los claroscuros, potentes primeros planos que emiten emociones y maximizan las actuaciones. Hay dos fotogramas en color, el rojo (spoiler). La música es del húngaro Miklós Rózsa (“El ladrón de Bagdad” o “Ben-Hur”), deliciosas y perturbadoras melodías acordes con el tono del film, maravilloso el solo de de violín ("Constance Meets Edwardes") que oímos cuando la Dra. Va a la habitación del supuesto Dr. Edwardes, de acentuado lirismo estimulando al espectador.

Ingrid Bergman demuestra lo gran actriz que es en un papel bastante confuso ella lo llena de humanidad y personalidad, además de aportar su belleza y elegancia, tan desdibujado veía su rol la actriz que en principio no quería hacer lo por ver de modo natural el romance con Peck, tuvo que convencerla el productor, fue la primera colaboración con Hitchcock, a las que seguirían “Encadenados y “Atormentada”. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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9 de septiembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraña, atípica, pero por eso no menos interesante obra del maestro Alfred Hitchcock, cuyos decorados oníricos fueron diseñados por el mismísimo Salvador Dalí. El tema del suspense está envuelto en una trama psicológica, cuya clave es el sueño del protagonista. Uno de los mejores guionistas de Hollywood, Ben Hecht, escribe un guión bien planteado y bien estructurado, que posiblemente peca de ser demasiado concluyente, es decir, por las actuaciones tan afirmativas que se hacen de los sueños surrealistas creados por el pintor.

El maestro del suspense quiso rodar el primer film de psicoanálisis, según afirma el propio cineasta en el libro El cine según Hitchcock, y así lo hizo. Por ello trabajó con el guionista Ben Hecht, quien consultaba frecuentemente a psicoanalistas célebres. Pero Recuerda es una película no del todo conseguida, en la que todo resulta demasiado complicado y enrevesado y las explicaciones del final son excesivamente confusas.

Recuerda fue la tercera película en la que intervino el actor Gregory Peck, y fue quizás la que relanzó su carrera, junto a él una siempre bellísima Ingrid Bergman, que repetirían, esta vez por separado, con Alfred Hitchcock; por un lado Ingrid Bergman en Encadenados, y por el otro Gregory Peck en El proceso Paradine. Por último mencionar que la estridente música de Miklós Rózsa obtuvo el Oscar de mejor banda sonora.
Angel Lopez
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