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Taxi Driver

Drama Para sobrellevar el insomnio crónico que sufre desde su regreso de Vietnam, Travis Bickle (Robert De Niro) trabaja como taxista nocturno en Nueva York. Es un hombre insociable que apenas tiene contacto con los demás, se pasa los días en el cine y vive prendado de Betsy (Cybill Shepherd), una atractiva rubia que trabaja como voluntaria en una campaña política. Pero lo que realmente obsesiona a Travis es comprobar cómo la violencia, la ... [+]
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Críticas 388
Críticas ordenadas por utilidad
29 de septiembre de 2007
28 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Taxi driver es a mi juicio la mejor película de ese gran realizador llamado Martin Scorsese. Me quedo con Taxi porque creo que el análisis que hace de su protagonista (Travis, un portentoso Robert De Niro) es tan profundo e intenso al igual que la personalidad de éste, un hombre solitario, que sufre de insomnio y que no sabe aun cual es su camino en la vida pero está dispuesto a buscarlo, aunque sea a través de su taxi todas las noches por las calles más marginadas de la gran manzana. Personalmente creo que ningún actor sería capaz de interpretar a Travis tan bien como lo hizo Robert De Niro, y digo esto porque un personaje tan complicado y conflictivo requiere para su ejecución de un actor capaz de hacerlo suyo, de sentirlo y de meterse 100% en su piel. Para eso sólo se me ocurren dos actores: Daniel Day-Lewis ( demasiado joven en el 76) y Robert De Niro quien no dudó en sacarse la licencia de taxista para adentrarse más en su alter ego, Travis. Pero no sería justo dejarse en el tintero a nombres como Jodie Foster, que hace una interpretación realmente buena de una joven prostituta, Harvey Keitel, como el macarra proxeneta o el propio Scorsese en sus dos cameos, aunque el más famoso sea ese en el que se sube en el taxi de Travis y vigila a su esposa mientras ella le es infiel.
Me gusta porque además Scorsese sabe como mostrarnos la crudeza de su Nueva York a través de un taxi, así el espectador se sube al taxi junto a Travis y de su mano somos primeros testigos de la oscuridad de la noche dominada por prostitutas, proxenetas, por la violencia y sobre todo por el racismo, patente éste último en más de una ocasión en el film ( por ejemplo en la ya mencionada escena de la infidelidad de una mujer con un hombre de color).
Travis Bickle es ese curioso personaje que pasa de villano a héroe. Una personalidad que sin duda debería ser asignatura obligada para estudiantes de psicología, un ser inadaptado que rechaza todo cuanto tiene que ver con la sociedad.
Pero Taxi driver no sólo se alimenta de Travis, tambien lo hace del sensacional guión escrito por el no menos sensacional Paul Schrader, de la última B.S.O. de Bernard Hermann (que nos ayuda más a sentir el miedo y rechazo de Travis) y por último destacar la fotografía de Michael Chapman tan sombría como sombría es esta inolvidable película que encumbró para siempre a dos genios del cine: De Niro y Scorsese
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
lia
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18 de junio de 2011
25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película con temperatura color parecida a "french connection". Misma textura de día, nublados o encapotados por una resistencia de la película o por el revela austero. Ni siquiera en el verano bochornoso tendremos la luz que utiliza por ejemplo Coppola en "Apocalipsis now" o Cimino "en las puertas del cielo". Esta impresión estética, sigue apareciendo en algunos films de los ochenta como "Fama" Parker. La quiero señalar, porque sin entrar en ningún análisis técnico de fotografía, una de las cosas que me quedan es eso. Texturas difuminadas, colores apagados en la gabardina de Gene Hackman o en el tono de piel de Keytel y de Deniro en esta "Taxi driver", fachadas deslustrosas, un Manhattan que hay que creerse , que tenemos que aceptar como real en los 70´s, aunque nos resulte menos verosímil que el Manhattan de "Con la muerte en los talones". El retrato contextualizado en la época de filmación, sin entrar a valorar la inversión del consistorio en pintar fachadas, si no en el cielo, en la faz sudorosa, o el verde de las copas de un árbol de un boulevard, es lo que yo suelo asociar a la ciudad.

Me pasa sobre todo con las filmaciones televisivas de Cuba; siempre el color está apagado, siempre el cielo fuera de campo lo imagino nublado. Sin embargo, fíjense en la temperatura color de Reservoir dogs, qué California, qué sangre tan roja.

No he visto mejor luz que la un desayuno estival en el campo de Francia. La noche palpita en verano cerca de Escandinavia; una esfera rojiza siempre amenaza en el horizonte, se difumina el ambiente con fotones dispersos que rebotan redundantes con los emitidos por las farolas ; las sombras se esconden detrás de la esquinas; son noches insolentes donde las figuras humanas se mueven a paso lígero y recto, como si supieran a donde ir, cruzando enfrente de uno y tardando minutos en desaparecen. Somos ignorantes en nuestra latitud.

Pero cogiendo el mapamundi, las latitudes encajan. New York, Roma, Madrid. La elección de Scorssese filmando New York en Cineccitá no nos debería sorprender. Pero será que estas películas de los setenta y ochenta ya nunca serán. Ya no hay la misma paleta de colores, o quizás ahora hay más iluminación o más bandejas reflectante, o algo pasa en la atmósfera en cada nueva versión del technicolor. ¿Esa New York fue alguna vez? Los más mayores atestiguan que eso era así... Viendo una máquina de vapor en "Días del cielo" o " El maquinista de la general".


¿Cómo veríamos la ciudad siendo Travis?.
Travisloock
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20 de julio de 2008
37 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
1.

-Prosigue por favor con tu relato, amable extranjero –dijo Kublai Kan.

-Tras seis noches de travesía por el desierto –continuó Marco Polo- se acaba divisando, como un espejismo, una fastuosa ciudad a lo lejos. Esta ilusoria sensación se acrecienta cuando descubrimos que, a pesar de su aislado emplazamiento, ya habíamos estado antes en ella. En la hora en la que sale el sol la sensación se desvanece, la ciudad se recompone y acaba pareciéndose a cualquier otra, jamás vista antes por nuestros ojos.

-¿Quieres decir que esa ciudad es objeto de algún encantamiento?

-Quiero decir que en esa ciudad ya habíamos estado antes porque, de hecho, la llevamos siempre con nosotros.

2.

Ver según qué películas de niño nos hace envidiar al adulto: poder salir a cualquier hora de la noche, con todos los misterios y tesoros de la ciudad a su alcance, pues le pertenecen. Ojala no tardemos mucho en ser también dueños y señores de ese reino de libertad…
Ahora que somos adultos, sin embargo, sabemos dónde nos lleva el asiento trasero del taxi de Travis. Creemos ir a algún sitio, al acecho de mujeres o persiguiendo esa última copa que nunca termina, en cualquier caso a un lugar que largamente anhelamos, quién sabe si como nuestro término. En realidad no vamos a ninguna parte. Aún y así son muchos los que sucumben a su canto de sirena. A más de uno me he encontrado atrapado en el asiento trasero al entrar en un taxi, fingiendo que no sabe que no vamos a ningún sitio, dando tumbos como un barco desorientado en alta mar.

Es más, ahora que hemos visto ‘Taxi driver’, sabemos dónde lleva el asiento delantero del taxi de Travis. Pilotando su nave, observando los afanes nocturnos de los hombres desde su castillo de popa, Travis pule su alma, concibe una acción abstracta que constituye su destino.

3. Pertinencia de una pistola.

De entre todos los objetos cinematográficos la pistola es con el que mantenemos una relación más viciada, con tanto tiro ni la vemos. Es una falta de tacto que el cineasta asuma en el espectador este vínculo desvirtuado con un objeto tan interesante.

La cámara se deleita en un primerísimo plano que recorre el largo cañón de una 44. Travis empuña uno de los revólveres y encañona a través de la ventana un punto de la ciudad bulliciosa. La pistola concentra y proyecta su ira.

Viendo un programa por la tele en el que las parejas bailan dulcemente, felices, la pistola, forma metálica ya de su ser, se encoge, no apunta a nada: el demonio del odio da un respiro a Travis, quizá lo está probando.

El énfasis con el que el Sr. Scorsese nos muestra el arma puede parecer una fascinación morbosa pero en realidad es la presentación pertinente de un objeto que, como todos los que creamos, nos pertenece y es una parte de nosotros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gort
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14 de abril de 2010
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
"...Putas, macarras, ladrones, traficantes de droga... Algún dia llegará una lluvia que limpiará las calles de esta porquería."

Después de un buen comienzo en la carrera de la dirección cinematográfica, Martin Scorsese obtendría muy buenas críticas con las películas Malas calles y Alicia ya no vive aquí, que serían la antesala de la cinta que realizaría en el año 1976, que serviría tanto para su consagración como director como para el reconocimiento mundial sobre una obra que contribuiría a sentar las bases del cine moderno: Taxi Driver.

No exenta de controversia por la violencia de algunas escenas, esta película posee un encanto especial del que brilla la luz de la melancolía y la desesperación, una crítica ácida sobre los políticos y el tipo de sociedad que en los años setenta emergía, impulsada desde la década anterior, dando paso a todo tipo de personajes despreciables y deshechos urbanos que representan el lado más oscuro de la calle que siempre le ha gustado tanto a quien pretendía hacerse párroco y terminó haciendo obras maestras para el cine: Scorsese.

El argumento de esta cinta cae sobre los hombros de Travis Bickle (Robert De Niro), quien después de su regreso de la guerra de Vietnam, padece de un insomnio crónico que le empuja a vagar por las calles en busca de entretenimiento, acabando casi siempre en salas de cine porno para contemplar, sin prácticamente ningún interés, las producciones que emiten. La noche es su lugar pero no encuentra un modo mejor para entretenerse hasta que acude a una compañía de taxis para realizar el turno de noche, sin prestarle demasiada importancia ni al sustento económico que recibirá ni a la zona en la que tendrá que desempeñar su trabajo. Así, coge el mítico y característico Checker Marathon V8 convertido en taxi sobre el que rodará la historia, acercándonos desde su personaje a las entrañas urbanas más despreciadas por Travis, que desea que sobre todo lo citado caiga una lluvia que limpie de porquería unas calles que parece desear transformar. Desde su taxi, se convierte en un espectador de la realidad social, contemplando todo tipo de situaciones hasta que decide pasar a la acción, previo paso por una historia amorosa que protagonizará intentando conquistar a una delegada de campaña (Cybill Shepherd) que trabaja por la elección del candidato político a la presidencia, Charles Palantine (Leonard Harris).

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
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25 de diciembre de 2017
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Travis Bickle (De Niro) es un taxista que se encuentra cansado de vivir en un mundo adolecido lleno de delincuencia, pornografía y alcohol, donde individuos alienados viven una angustia existencial. Es un hombre perdido en una ciudad retratada con una atrocidad preciosista.

En solitario, con imágenes pausadas y sombrías, vemos como recorre la urbe en su taxi, al igual que el jinete que viaja por el desierto con su caballo –por ello, muchos consideran a 'Taxi Driver' un "western urbano"–. Ante su oscura insolencia, mostraremos compasión al contemplar el sufrimiento de la soledad.

Seremos testigos de todo este barrizal a través de los ojos de Travis junto a un maravilloso blues de Bernard Herrmann que nos irá acompañando a lo largo de la película. La puesta en escena nos dirige también al interior de su mente. La trágica figura de Travis es el centro del relato.

Como en esa escena en la que mira un vaso lleno de agua que erupciona debido a una pastilla efervescente ¿Estaba observando sus propios problemas? Probablemente, así como el de los demás. Es el hastío de una sociedad culpable del sufrimiento de los rechazados que la residen como Travis, y que anhelan por un cambio.
José Manuel Barba Márquez
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