Tres días con la familia

¿Desde cuándo fue que una película que no cuenta prácticamente nada y que intenta sustentarse en los mohínes y ademanes, supuestamente preñados de significado, que esbozan los actores con cara circunspecta se considera una genialidad? ¿Fue desde "Lost in translation" o me falla la memoria y fue desde mucho antes?

¿Desde cuándo fue que a los críticos les subyugan las historias vacuas con tal de que se cuenten con ritmo de caracol reumático y se dediquen a reflejar con detallista hiperrealismo las agonías de la clase media alta? Películas como "Tu vida en 65 minutos" o, recientemente, la germana "Entre nosotros" han recibido los aplausos de los críticos, que, en su rol inconmovible de gafaspasta, vitorean estos cuentos insípidos con aspiraciones de profundida existencial.

¿Desde cuándo fue que Eduard Fernández hace el mismo personaje? Lo clavó en "En la ciudad", y en "Fausto 5.0" o en "El método" nos mostró lo gran actor que puede ser. ¿Por qué, entonces, Eduard, retomar ese personaje y perpetuarlo, despilfarrando así un talento semejante?

A Mar Coll y demás trupe hay que recordarles que contar este tipo de historia con éxito se precisa una carambola prácticamente imposible: las historias personales, aun cotidianas e, incluso, vulgares, deben poseer un destello de originalidad; no hay excusa: deben suceder cosas, los mohínes, ademanes y semblantes con apariencia de profundidad no cuelan; y los personajes, hete aquí el secreto, personajes bien apuntalados, todo lo urbanitas y clase-media que se quiera, pero atrayentes, complejos, sugerentes.

Si uno no posee semejantes ingredientes, ¿por qué hacer una película?

Crónica silenciosa y punzante de una familia media alta catalana. Esta pequeña muestra de escenas naturales es un regalo para espectadores que valoran aquello de "decir mucho con tan poco".

Un entierro en donde lo menos importante es el muerto nos permite dar un paseo por las miserias de una familia cuyos conflictos podríamos encontrar en el 90 % de las existentes. Incomunicación y frustración de unos seres encerrados en si mismos pero obedientes a la farsa que les ha tocado bailar. Lo interesante de este ejercicio es la forma en que esta contado, la voluntad clara, empezando por el título de dibujar con sencillez cada uno de los miembros de este clan de reconocidos secundarios. (Mención especial al personaje de Pau y al tío interpretado por Ramón Fontserè) Un cine a la francesa muy digestivo y sin adornos pretenciosos.

El espectador catalán encuentra una complicidad extra con unos personajes que no son gratuitos y representan, a mi entender, la manera de ser catalana y su complejo microcosmos. (Dicho por un catalán y por supuesto sin querer generalizar)

Contar con una buena historia, de trasfondo claro y un buen elenco de actores empezando una vez más por el siempre interesante Eduard Fernández ya es un pasaporte de lujo para un debut espectacular. Una de aquellas pequeñas joyas que sin ser una obra maestra ocupan un lugar en tu estantería emocional llena de títulos como este, al que tras el buen regusto y el debate posterior no apetece ni ponerte a mirar las posibles carencias que pueda contener.
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Es una película agradable, que fluye de manera suave y pausada. En toda esa aparente tranquilidad y respeto, se entrecruzan las relaciones y sentimientos de unos familiares que apenas se conocen ni quieren conocerse. Muchas de las situaciones nos recordaran a momentos vividos por nosotros mismos. Todos los actores estan muy bien. Me alegro de que el cine catalán nos haya dado una digna película.

Excepcional ópera prima de Mar Coll, salida de la factoría ESCAC, en la que una delicada sinfonía de lenguajes me hizo participar en un sinfín de emociones y al ritmo del palpitar propio de un funeral, de unos días conocidos por muchos, con sus momentos íntimos y públicos.
Ya deseo ver la siguiente película de ésta mujer que ha sabido deleitarme con una obra eterna, és decir, sin tiempo.

Película sencilla, cotidiana, creíble. Drama familiar que te resultará más próximo cuanto más numerosa y burguesa sea tu familia.

Una virtud no menor de la película es mostrarnos cine hecho en Catalunya y en catalán, una especie rara avis.

Me recuerda a la primera cinta de Rosales: "Las horas del día", si bien es menos truculenta. Aparentemente nada sucede, todo va despacio y se repiten escenas intrascendentes. No todo se explica, sino más bien queda explícito: las miradas, los silencios y los rictus hablan más que la palabra. Y así, la película va calando y explica si no todos los vericuetos, sí un buen esbozo de lo que es una intrincada red de rencillas familiares y problemas personales. Le toca al espectador completar todo el dibujo, allá cada cual con su imaginación.

Notable debut de esta realizadora, Mar Coll. Gran interpretación de Nausicaa Bonnín, supongo que novel, a la que acompaña perfectamente su padre en la ficción, el veterano Eduard Fernández.

Sencilla banda sonora plagada de música operística y un puntazo nostálgico: "Un ramito de violetas" en versión de Manzanita.