Haz click aquí para copiar la URL

El conformista

Drama Cuando tenía trece años, Marcello Clerici le disparó a Lino, un adulto homosexual que intentó seducirlo. Años más tarde, Clerici es un ciudadano respetable, profesor de filosofía y va a casarse con Giulia. Pero ideológicamente Clerici es fascista, tiene contactos con el servicio secreto y se muestra dispuesto a combinar su luna de miel en París con un atentado contra un exiliado político italiano que había sido profesor suyo. (FILMAFFINITY) [+]
<< 1 2 3 4 5 6 >>
Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
25 de marzo de 2019
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
37/02(04/03/19) Crítica realizada en tributo al cineasta parmesano Bernardo Berttolucci, fallecido recientemente (26/11/2018) en Roma, para ello disertaré sobre la que es probablemente su mejor obra, este drama político incisivo donde se conjugan con una miscelánea punzante la reflexión y la ambientación, he leído encuestas donde ponen que la cinematografía de Vittorio Storaro para esta cinta es la mejor de la Historia, film grandemente influyente, por ejemplo para “El padrino”, donde recogió los tonos sepia Gordon Willis para crear un halo dramático, e incluso contrató a Storaro para su épica bélica “Apocalypse Now”, Paul Schraeder fichó al diseñador de producción de “El conformista” Fernando Scarfiotti para “American Gigolo” y “Cat People”, también hay una escena en la popular serie “Los Soprano” que homenajea otra de esta película, "Pine Barrens", de la tercera temporada , dirigido por Steve Buscemi. Guión por Bertolucci basado en la novela homónima de 1951 de Alberto Moravia, protagonizada de modo superlativo por Jean-Louis Trintignant y Stefania Sandrelli. El director vuelca un tremendo expresionismo en los fotogramas, con ampulosos decorados art decó que empequeñecen al ser humano, de claras reminiscencias fascistas. Una narración que mezcla flash-back, y ensueños, en un relato cargado de complejidad, con actitudes ambiguas, traiciones, decadencia sexual, donde se tocan temas como el peso pasado, las ansias tribales de pertenencia a un grupo, las frustraciones sexuales, el choque de ideas políticas, en lo que es una dura crítica a la burguesía, algo muy del gusto de Bertolucci.

La cinta resulta sugerente desde su inicio, con un plano parpadeante a través de una ventana de un luminoso de neón (Lavieestanous), tras un par de visiones pasamos a un plano del protagonista Marcello Clerici (Jean-Louis Trintignant), tumbado vestido en una cama, con las luces de neón rojas parpadeándole encima, por su lenguaje corporal parece nervioso, oye el teléfono lo coge, habla por él, se apagan los neones, tras lo cual (en plano-secuencia) se levanta se pone una chaqueta y el chaquetón, abre un maletín, del que coge una pistola, se acerca a la cama vemos que junto a él había una mujer denuda dormida de espaldas, y encima de su trasero el sombrero del hombre, que coge y lo acomoda en la testa, tras lo que cubre con una sábana las posaderas de la acompañante, tras lo que sale de la habitación, todo asistido por una melancólica música, sugiriendo que algo dramático va a suceder.

Resulta la cinta un retrato de personalidad profundo, con claros toques agudo-psicológicos, hablándonos de como el conformismo puede ser el primer paso a dejar entrar en nuestras vidas el radicalismo (como bien le dice un agente secreto a Marcello: “Sólo unos pocos creen en el fascismo. Unos nos apoyan por miedo y otros por dinero”), en este caso el fascismo (mussoliniano). De cómo el culto Marcello se deja llevar por los acontecimientos cual pluma mecida por el dominante viento, la marcial ideología fascista sirve como rígida guía para un protagonista deseoso de ser conducido más que de pensar por sí mismo. Es un tipo de clase alta, que en su infancia sufrió un trauma que le marcó de por vida, carcomiéndole los remordimientos. A través de este trauma hay quien ha visto una historia sobre como la homosexualidad (y sexualidad) reprimida puede llevar a la violencia latente.

Además el film deja un subtexto de alegoría sobre que Marcello se asemeja al protagonista del Mito de la Caverna de Platón, al que hace mención el ínclito en la más hermosa escena del film, cuando este relata al profesor Quadri la fábula del griego, lo hace en el despachos de este último, donde Marcello cierra la ventana para no entre luz, apenas entran unos rayos por otra ventana, creando un halo expresionista sublime, narrando el fascista la historia desde el lado de que la luz exterior de la cueva es el fascismo, mientras el profesor le da la vuelta, remarcado cuando abre la ventana y la sombra de Marcello se difumina bellamente.

Una historia en la que también hay cabida para una acerada crítica a la Iglesia Católica, sobre su connivencia con el poder fascista, sobre su homofobia (melifluo y turbador el flash-back nos lleva a la juventud de Marcello, vemos su turbulenta experiencia con Lino, un chófer), sobre su hipocresía, reflejada en la frase que Marcello le dice a su futura esposa "El cura da la absolución a todo el mundo", reflejo del proceder del Estado fascista.

Potente alegoría se da cuando Marcello asiste al cuartel general de la policía secreta, allí ve a su amigo Italo (no hay mejor nombre como epítome de la nación transalpina), hablando por radio sobre la bonanza de la alianza italo (Mussolini)-germana (Hitler). La simbología se da por el hecho de que Italo es ciego, reflejando la ceguera italiana con respecto al extremismo nazi (y el fascismo propio).

Destacar las escenas sexuales, tan gratas de incluirlas Bertolucci en sus películas, aquí sobresaliendo las transgresoras que mantienen Giulia (Sandrelli) y Anna (Dominique Sanda), quizás como ejemplo de la libertad sexual como epítome de la Libertad en todos los sentidos, que el director junto al cinematógrafo baña en una luminosidad tórrida, creando un aura cuasi-febril de idealización del sexo.

El actor galo Jean-Louis Trintignant borda su complejo rol, hierático, actuación que combina mundo interior con pasividad, con fragilidad, con tormento, con flema, con impasibilidad, un nihilista agarrado livianamente a ideales volátiles. El actor aprendió sus líneas en idioma italiano fonéticamente, según la práctica común en la industria cinematográfica italiana en ese momento, más tarde fue doblado por otro actor, Sergio Graziani; Stefania Sandrelli como Giulia aporta sensualidad etérea, encanto sardónico, una esposa mediocre para un tipo mediocre;… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
21 de agosto de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra Maestra de Bertolucci, que es una auténtica belleza visual, hace poesía en imágenes, donde varios cuadros realmente son muy cautivadores. Un relato melodramático que convoca a la interpretación de cada quien, transmitiendo la existencia del pasado en el presente. Interesante mirada de la Italia fascista, a partir de imágenes que representan la omnipotencia de ese estado.
Emiliano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6 de mayo de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si nos tuviésemos que remitir al más romántico que epistemológico marxista, José Carlos Mariátegui, podríamos extraer de su fontana recursos suficientes para entender esta anatomía, esta estructura fascista. Que es más un plan de acción (diría el susodicho autor acerca del fascismo) que una ideología teorética; que los discursos más opacos y menos ovacionados de il duce eran aquellos en donde éste debía exponer, o intentarlo al menos, la estructura teórica fascista.
Qué hace el argumento de la película sino eso, corresponderse con esta explicación. Cuándo Marcello explica, o cuándo se explica en la película, la razón de por qué él ha elegido el fascismo. Más aún cuando su trabajo es profundamente racional, o por último intelectual: la filosofía. Y sin embargo, no explica por qué elige el derrotero aquel. Ahí se pronuncia el flash-back para darse a entender que nace su "plan de acción" a partir de un trauma de infancia. Así obedece el fascismo más a la plétora morbosa que a las directrices racionales.
En la confesión, el protagonista revela otro aspecto originario, o teóricamente originario, del fascismo: cuando Marcello rehúsa, mostrándose refractario, a los principios cristianos de servilismo y normalidad. Como todo fascista, aspira a la megalomanía y a la aristocracia. Así define Adriano Tilgher, la Italia pre-fascista: "El reino incontestado de la mentalidad d´annunziana, nutrida de recuerdos de la Roma imperial y de las comunas italianas de la Edad Media, formada de naturalismo pseudopagano, de aversión al sentimentalismo cristiano y humanitario, de culto a la violencia heroica, de desprecio por el vulgo profano curvado sobre el trabajo servil".
Como muy bien se notara en otra crítica (daviloche), los espacios y la fotografía develan el nutricio aspecto lúdico estructural de la película: cómo la forma artística incide en el sentido argumental.
Pedroanclamar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
28 de enero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un joven Bernardo Bertolucci adapta la novela homónima de Alberto Moravia con apropiado esteticismo viscontiano, recurriendo para ello a la maestría de Vittorio Storaro, quien entrega una de las direcciones de fotografía más admirables que puedan recordarse.
Efectivamente, el trabajo de Storaro en “Il conformista” es tan apabullante que éste acaba por eclipsar cualquier otra consideración. La hipnótica belleza de sus encuadres imposibles excede la función meramente expresiva para constituirse en obra de arte en sí misma.
Dicho lo cual, conviene señalar que, más allá de la memorable composición de sus imágenes, “Il conformista” es una película excelente, plagada de elementos muy destacables. El propio Bertolucci escribe un guión, justamente nominado al Oscar, que escarba en la psicología colectiva de su país a la búsqueda de las razones para el triunfo de la aberración fascista. La conclusión resulta demoledora, por perfectamente extrapolable a nuestros días: el malhadado acceso de Mussolini al poder es producto de la decadencia moral de una clase burguesa atenta sólo a la satisfacción sus instintos más bajos.
Marcello Clerici, el conformista del título, es la personificación de unos vicios cuya actualidad parece, lamentablemente, cada vez mayor, y cuyas consecuencias políticas están sucediendo ahora mismo delante de nuestras narices. Pero ya lo dice la vieja frase hecha: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.
En cuanto a los intérpretes, Jean-Louis Trintignant compone el papel protagonista con la infinita y desesperante abulia que éste requiere, si bien no alcanza a transmitir el pretendido tormento interior que explicaría conductas tan censurables. Una luminosa, encantadora y pura sensualidad Stefania Sandrelli no se limita a secundarlo como el bonito florero que cabría esperar de la respetable esposa de un fascista, sino que llena la pantalla, robando el plano sin contemplaciones cada vez que la cámara sabia de Storaro se posa en ella, mimándola como si fuera de porcelana china. Mención aparte merecen sus ambiguas escenas junto a Dominique Sanda. El lesbianismo soterrado que dimanan constituye un sugerente anuncio del gusto de Bertolucci por un variopinto abanico de erotismos desacostumbrados —se entiende que lo último solamente en la gran pantalla.
Carorpar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
14 de marzo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bertolucci adapta a Moravia con su estilo personal. "El conformista" comienza de una manera innecesariamente extraña, casi caótica. Aunque luego se tiré del hilo, más allá de deseo de experimentación, no parece haber exigencias gubernamentales que exigieran semejante viraje. Como fuere, superado ese primer acto, estamos ante una película con momentos mayúsculas, una reflexión sobre el fascismo profunda y aterradora.

Los personajes son altamente extraños, inquietantes por diversos motivos, existiendo flashbacks emocionalmente intensos. El talento de Bertolucci le lleva a alcanzar lirismo incluso en la traición, componiendo escenas poderosas y haciendo que el Coliseo, ese rincón tantas veces retratado, adquiere aquí una dimensión extraña, bella y patética al mismo tiempo.

La locura tiene sentido. Incluso ese secundario que te parecía no tiene mucha presencia, toma un cariz de primera necesidad. Todo para llegar a un final aterrador, al absurdo del crimen y la barbarie, a la eliminación del "débil" como esta ideología propugna de manera implacable.

Un film del que se puede hablar poco sin revelar en exceso la trama. Una experiencia fílmica inusual a través de Bertolucci, un cineasta con mayúsculas.
El Libanés
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 5 6 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow