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Con la muerte en los talones

Intriga Debido a un malentendido, a Roger O. Thornhill, un ejecutivo del mundo de la publicidad, unos espías lo confunden con un agente del gobierno llamado George Kaplan. Secuestrado por tres individuos y llevado a una mansión en la que es interrogado, consigue huir antes de que lo maten. Pero cuando al día siguiente regresa a la casa acompañado de la policía, le espera una sorpresa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 156
Críticas ordenadas por utilidad
19 de julio de 2011
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las poquísimas películas que habré visto más de 50 veces y cada una de ellas me meto en el pellejo de Roger Thornill intentando zafarme de la botella de bourbon, echándome al suelo cuando se acerca la avioneta o agarrando fuerte el brazo de Eve Marie-Saint desde lo alto del monte Rushmore. Es indescriptible la cantidad de emociones que me sugiere de una vida entera, desde la niñez, devorándola. Aquí me enamoré del cine de Hitchcock, después vinieron "Encadenados", "La ventana indiscreta", "Vértigo", etc... Un filme soberbio con un guión potentísimo que te hace clavarte a la pantalla sin apenas parpadear; una puesta en escena extraordinaria, con todos los elementos hitchcockianos; unos actores en plenitud, con uno de los malos más encantadores de la historia del cine (James Mason en el papel de Phillip Van Damme), y un technicolor magnífico que creó incluso una moda (la estética de la publicidad de los cincuenta en la serie "Mad men" se ha inspirado en esta película). En definitiva, una de las cumbres del cine. Me flipa.
pinfloi
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18 de noviembre de 2013
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al ver por tercera vez esta película, empecé a sentir a cada rato que su estilo y su forma me hacían acordar a algo...y de golpe supe a qué: a las películas de James Bond. Fué entonces que me acordé que había leído una vez que el primer actor elegido para interpretar al agente 007 había sido Cary Grant y que no había aceptado porque consideraba ridículo a su edad hacer dicho papel. Pero analicemos los paralelismos: Roger Thornhill es un conquistador igual que Bond (el diálogo en el tren con Eva Marie Saint es típico de Bond con sus conquistas femeninas); frente a situaciones de peligro reacciona socarronamente minimizando las mismas (escena ante Vandamm-Mason cuando es secuestrado al inicio del film - igual que Bond); y, en definitiva es usado como agente falso por Leo G. Caroll que vendría aquí a hacer el papel de "M". Obviamente hay otros elementos que no están. Sin embargo, noten el paralelismo con el final de esta película y el de "La espía que me amó"...En definitiva, hay que acreditarle al "Mago del Suspenso" un nuevo galardón que es el haber prefigurado cinco años antes el perfil del que se transformaría en el agente secreto más famoso de la historia del cine; y, hay que acreditarle a Cary Grant el haber insinuado claramente notas distintivas de lo que definiría luego a James Bond como personaje.
HUSTON
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15 de marzo de 2011
41 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé qué es lo que me pasa con Hitchcock, pero me parece un director bastante mediocre en general, que está más valorado por ser el primero en saber meter un "chin chin" a tiempo que por lo que realmente son sus películas aunque lo uno se asocie, desgraciadamente, a lo otro. 'Con la muerte en los talones' es otro gran fraude en mi opinión. Aunque no es una mala película, de lo que es a lo que se le otorga, van dos océanos y un río desbordado.

Alfred Hitchcok, considerado "el maestro del suspense", cuenta aquí con un guión a lo 'Mortadelo y Filemón' (los cómics) y nos lo intenta vender como la hostia de la intriga. Hitchcock no es santo de mi devoción, eso ya lo tengo asumido, pero me considero bastante objetivo para poder decir que una película suya me gusta si és así (como por ejemplo 'Psicosis'). El caso es que 'Con la muerte en los talones' es un alud de salidas absurdas, que quedarían de puta madre si no hubiera una meta seria que conseguir, pero que al no ser el caso, quedan totalmente fuera de lugar. Si bien es cierto que el director maneja la tensión constante como nadie (la constante, no la concreta), también es justo decir que si los trucos de todo a cien que se utilizan en el guión y que Hitchcock no sabe resolver los hubiera utilizado "un cualquiera", seguramente se le habría azotado hasta verle morir desangrado. Y eso no es así. Objetividad sobre todo.

Cary Grant, ese actor clásico tan mítico, protagoniza la película y sostiene un papel que por sí mismo se hubiese derrumbado a partir del minuto 45 (más o menos cuando la película comienza a caerse a trozos). El error de que tenga que hacer de guaperas es de otros, y el hombre se limita a cumplirlo con la inestimable ayuda de Eva Marie Saint, esa mujer de ojos imposibles. La jóven actriz ayuda siendo un potente punto de apoyo a Grant para ir aguantando la película hasta el final. Tan cierto es que a ratos sobreactúa como que su papel así lo exige, dada la poca credibilidad de la peculiar "pareja" que continúa uno de los errores más grandes del cine clásico: creer que por juntar a un actor estrella y a una jovencita guapa se produce una chispa irresistible. Hay que tener en cuenta que el atractivo místico lo tenía Grant, y no su personaje. Un inquietante James Mason finiquita la hoja principal del reparto con una actuación sólida y sin aspavientos, muy acorde a su papel, que es el único que tiene cierta lógica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Grijander
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12 de diciembre de 2008
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arte: Conjunto de la creación humana destinadado a la satisfacción intelectual y sensorial del espectador.

Espectáculo: Disfrute a modo de evasión que se percibe de manera principalmente sensorial.

Hitchcock: La síntesis perfecta de ambos conceptos.

Observando las dos "definiciones" que acabo de mencionar observamos un nexo común: lo sensorial. El bueno de Alfred es buenísmo gestionando la historia y el guión, pero donde es un auténtico crack es en la plasticidad de sus películas. Prácticamente en todos sus clásicos hay una escena que ha pasado a la imaginería popular del cine (en este caso tenemos varias, empezando por el avión fumigador)

Por supuesto que Alfred tenía un gran sentido comercial en sus películas, no hay que olvidar que para él el cine era un patio de butacas que había que llenar ¿Y qué? Como buen representante del cine clásico sabía como extasiar de puro entretenimiento al público sin insultar su inteligencia, de hecho la película es un entramado inteligentemente urdido.

Sobre el tema de la verosimilitud de la historia, no creo que eso debiera ser un obstáculo para disfrutar de esta película. A estas alturas tampoco nos podemos caer de un guindo y censurar a Indiana Jones por su falta de rigor arquelógico o qué se yo... a El Planeta de los Simios por falta precisión científica. Creo que es un error tratar de documentalizar el cine. Y un perjuicio para el disfrute.

En el plano actoral es preciso señalar el casi milagroso estado de forma de Cary Grant según pasaban los años, y el buen hacer de Eva Marie Saint. Hombre, ésta última no es que sea Kim Novak pero hace un buen trabajo y estaba en su mejor momento (al año siguiente estrenaría Éxodo)

Como breve conlusión: Siéntese al inicio de la película enfrente de su televisor y lo que ocurra alrededor del mundo en las dos siguientes horas no tendrá mucha importancia para usted.
Marius
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9 de diciembre de 2010
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahí va Cary Grant hecho un pincel por el campo. Qué carrera lleva el tío… ¿Qué le pasa? Pues que una avioneta le persigue.
Esas escenas las ha visto uno desde niño, pero es que la siguiente generación, y la siguiente, y la siguiente…, la tendrán siempre vistas y también desde niño.

Se quedan en la retina de la memoria. El caso es que uno ya siempre sospechó que Cary Gran seguro que ni se despeina. Se tira al suelo y como mucho, se ensuciará el traje. Pero está bien eso de que la avioneta quiera atraparle… Va a por él como un águila a un conejo.
Pero Cary Grant lleva la muerte bien guardadita en los bolsillos de los pantalones sin problemas.

Mr. Kaplan es un espía. Es muy listo; nos dicen. Parece que nadie ha logrado descubrirle. Ya sabemos por qué. Muy buena idea. Lo que pasa es que los que no deben ser muy listos son los agentes que tratan de descubrirle llamándole por teléfono en el comedor del Hotel. Si Mr. Kaplan es un tío tan listo y escurridizo, pues joder, ¡no contestará delante de todo el mundo para que se enteren quien es! Y lo más seguro es que utilizará nombres falsos uno tras otro y todos los días.
Qué tontos son esos agentes de la competencia. Incompetentes.
Por eso me da pena que un tío tan efectivo, tan seguro, tan competente como James Mason, no sé de cuenta que se han confundido de tío. Se pone muy pesado y por eso la película se sobrecarga.
Que se gripa.
floïd blue
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