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Sólo los ángeles tienen alas

Drama. Romance. Aventuras En un país sudamericano situado en los Andes, mientras Geoff Carter (Cary Grant) dirige un servicio de transporte aéreo de mercancías, Bonnie Lee (Jean Arthur) es una corista que está allí de vacaciones. (FILMAFFINITY)
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Críticas 45
Críticas ordenadas por utilidad
10 de septiembre de 2012
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora que vivimos en los tiempos del SEPLA y los vuelos low cost, películas como esta, o novelas como Vol de nuit de Saint-Exupery (casi contemporánea y que se desarrolla en un ambiente similar), nos recuerdan que la aviación, como otras actividades humanas, también tuvo su tiempo de romanticismo.

Sólo los ángeles tienen alas es, sí, una película romántica, sobrecargada de emociones que no le impiden remontar el vuelo por encima de la cordillera, sobre los cambios de gusto que provoca el paso del tiempo; a diferencia de las últimas películas de Hawks, el patetismo es aquí evidente, y no implícito, pero su peso se ve aligerado por la mezcla con la acción y la comedia.

La velocidad de los aviones parece trasladarse e impregnar a la película de una velocidad que está ligada (más que a la rapidez de la acción y de los diálogos) a la de evolución de sus personajes; la presencia cercana de la muerte, mostrada con naturalidad (como parte de la vida), actúa como un acelerador que activa tanto las relaciones entre ellos como los mecanismos de identificación del espectador.

El conflicto del personaje de Barthelmess parece un eco del Lord Jim de la novela de Conrad: a él también se le ofrece una segunda oportunidad, que en este caso presenta una extraña simetría respecto a la de su fallo inicial... Su personaje es, también, una suerte de doble desafortunado del héroe al que encarna Cary Grant -quien también tendrá, en otro ámbito diferente al del honor, su segunda oportunidad. Pero, como en Río Rojo, las casualidades melodramáticas de la trama no empañan la sensación de urgencia y de veracidad.

La película reside en la frontera entre lo antiguo y lo moderno: la presencia de Barthelmess, la fotografía artificiosa con muchas fuentes de luz y difusores, los peinados de Jean Arthur, nos remiten al cine mudo. Pero, pasados los primeros minutos, la sensación que dejan estos elementos es más de objetos vintage que de integrantes de un conjunto pasado de moda; la ausencia de superioridad e ironía (respecto a la trama) en el punto de vista del narrador nos permite seguir viéndola sin superioridad y sin ironía.

En una conversación con el personaje de Thomas Mitchell, el amigo del héroe, la protagonista Jean Arthur, hablando de su relación con aquel (Cary Grant), formula la pregunta que resume la problemática de las relaciones entre los sexos de la que tanto se ha escrito en relación con las películas de Hawks: "Tú lo quieres, ¿verdad? ¿Por qué no podría yo amarlo como tú?"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
el pastor de la polvorosa
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8 de octubre de 2014
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy peligroso ver una película cuyo actor protagonista no nos es simpático, el recelo inicial puede condicionarlo todo y en este caso el guaperas Cary Grant me echaba mucho para atrás. Por ello debo empezar tecleando que el inicio de "Sólo los ángeles tienen alas", con sus primeros veinte minutos, ha acabado con mis dudas y a partir de ahí lo que va llegando es cada vez mejor. A Howard Hawks le quedaba muy buen cine por hacer aún, pero creo yo que ya en esa década de los 30 era alguien que sabía muy bien lo que hacía. En especial, no puedo dejar de señalar y recomendar "La escuadrilla del amanecer" (1930), una película poco conocida que también centra todo su interés en la vida de los aviadores, en este caso en un escenario bélico y con resultados muy meritorios.

La historia de este grupo de trabajadores del aire en un país sudamericano es una historia heroica y emotiva, retrata la vida de gente que valoran la amistad y el día a día, brindan por el presente que los tiene unidos y vivos, sin miedo a un trabajo que en cualquier vuelo puede acabar con sus vidas. Cary Grant al mando, repeinado y siempre empalagoso, pero que en esta ocasión hasta me ha ganado el corazoncito cuando se pone tosco al piano para olvidar la pérdida de otro buen compañero. Incluso las apariciones de dos mujeres florero, incluida Rita Hayworth, ahí es nada, no le resta contundencia a la película, incluso está bien que Cary Grant flirtee con ellas, por algo su vida es la del aventurero decidido y de carácter. ¿Y la amistad?; su elogio es posiblemente lo que mejor ofrece esta película, hecha con buenas intenciones, entretenida y con muchos quilates de calidad.

Por ello me puedo sentir satisfecho de encontrar en una película de hace ya casi ochenta años (se dice pronto) una fuente de tan buen cine. Hawks realiza toda una lección, capaz de aglutinar una intensidad tremenda en los escenarios que filma, dentro de los aviones, en esa posada que es a la vez empresa de aviación, en las escenas exteriores, a través de los que vuelan y a través de los que nos quedamos en tierra. Valor y valentía, sólo así se forjan las películas buenas de aventuras. Creo que no se puede pedir mucho más, dan ganas de ser igual que esos aviadores... pero no, por suerte soy sólo espectador, y más suerte aún tengo de seguir recomendaciones como "Sólo los ángeles tienen alas". El siglo XXI me gusta porque es el que me toca vivir pero en cuanto a cine, no hay color, me quedo con el B/N clásico de, por ejemplo, Howard Hawks.
Luisito
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17 de mayo de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Memorable historia de aventuras aéreas sobre un grupo de pilotos temerarios enclavados en un recóndito paraje montañoso de Sudamérica, encargados del transporte del correo pero capaces igualmente de jugarse la vida llevando nitroglicerina o recogiendo a un herido de la mina en una zona de difícil acceso.

Otra obra maestra de Howard Hawks, capaz de ir modulando el tono del relato entre el drama sobrecogedor y la comedia ligera sin que se le noten las costuras, podemos pasar de ver a los personajes abatidos por la muerte de un compañero a estar cantando cinco minutos después presa del jolgorio … y que todo parezca razonable.

Las escenas de acción son tremendamente emocionantes, impecables, deslumbrantes, pero donde el relato adquiere maestría es cuando toca tierra firme, en ese barracón en el que la oficina colinda con la taberna, que acoge a un grupo de personajes maravillosamente delineados que viven al límite sabiendo que cualquier día puede ser el último, y únicamente llenando sus vasos y brindando por estar vivos consiguen aliviar la tensión. Espantan la pesadumbre de un manotazo, impiden que la tristeza se haga hueco entre sus pensamientos, pero obviamente es una impostura, una coraza que se imponen para no sentirse afligidos en un trabajo puramente vocacional que no se entiende mediante la lógica, sabedores que tendrán que ocupar el hueco del compañero que ya no está, a los mandos de un avión bajo la tormenta en cualquier momento, y los pensamientos sombríos son nefastos compañeros de viaje. El personaje de Cary Grant lo refleja perfectamente cuando Bonnie (Jean Arthur) le echa en cara lo que considera cinismo y desapego, respondiendo: “es cierto, ha muerto hace 20 minutos, pero por mucho que lloremos no estará menos muerto dentro de 20 años.”.

Hay diálogos coronados con silencios demoledores, las conversaciones entre Cary Grant y Jean Arthur, o con su amigo Kid (Thomas Mitchell) o con el holandés (Sig Ruman) son modélicas, maravillosamente descriptivas de la forma de ser de ese personaje enigmático que dirige la línea aérea tras una fachada en apariencia arrogante, casi tirana, pero que le sirve para ahuyentar los fantasmas de los que ya no están y de empalizada para ponerse a salvo del desengaño que una mujer le dejó.

He leído que Howard Hawks se basó en una experiencia propia cuando conoció a un grupo de pilotos en México, encargando el guion a un habitual colaborador suyo, Jules Furthman, que lo pulió de forma majestuosa, y con quien colaboraría en varias obras maestras más como “El sueño eterno”, “Tener y no tener” o “Río Bravo”. El guion es impecable, de largas conversaciones que regalan profundas reflexiones, respuestas muchas veces cortantes, otras veces ocurrentes, siempre ágiles, con continuas declaraciones existenciales que conviven en armonía con momentos de comedia de guerra de sexos tan del gusto de uno de los mejores directores de screw-ball de siempre. Y con sus temas preferidos y recurrentes: el compañerismo en situaciones adversas, el hombre creciéndose frente a los desafíos, el valor puesto a prueba, la oportunidad de redimirse a través del coraje, la vida vivida al límite.

La finalidad del cine de Hawks siempre ha sido entretener, hacer al espectador partícipe de lo que suceda en la pantalla, desechar lo banal y que todo lo que se vea tenga su importancia, que la presencia de la cámara sea invisible con los menores alardes posibles. A fin de cuentas, conseguir la perfección desde la sencillez, lo cual paradójicamente resulta lo más complicado. En ese sentido, “Sólo los ángeles tienen alas” pueden considerarse una de sus obras más logradas, donde sus virtudes son más palpables, disfrutables, y admirables, y donde su talento como narrador nos deslumbra y apasiona. Ese grupo de personas al filo de la navaja acaba por ganarse nuestros corazones, deseamos tenerlos como amigos y compartir con ellos la aventura, a la mierda la vida que vivimos y vamos a brindar por si mañana ya no podemos hacerlo.

Y uno no puede dejar de sorprenderse mientras exclama eufórico en alguna de las escenas: ¡joder, pero qué bueno era Howard Hawks!... qué bueno sigue siendo Howard Hawks todavía hoy en día.
Hoy quizás más que nunca.
Orson_
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24 de abril de 2010
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que Orson Welles aprendió a hacer cine viendo 11 veces La diligencia. Podía haberlo hecho también viendo la primera media hora de "Solo los angeles tienen alas", aunque probablemente le pilló rodando Ciudadano Kane, que se estrenó un año después. El arranque de esta película es un alarde de sabiduría cinematográfica. Solo con esa media hora, ya basta para ponerle un 8.
Hoy entendemos la palabra "suspense" como un género, como algo parecido al thriller. En realidad es un término mucho más genérico, de aplicación a cualquier narración de ficción (incluso de la realidad). Es un elemento fundamental de cualquier historia, también de un cuento infantil. Significa que debe mantener en vilo al lector/espectador/crío, debe despertar la atención y generar una inquitud, una excitación y una ansia que le conduzca a un climax final. Todo esto viene de los griegos, no es ningún invento nuevo.
El suspense tiene en cada rama sus herramientas. Hawks hizo muchas películas en su vida, pero lo que hace aquí es para enmarcar: presentación del contexto, presentación de los personajes, presentación de su modo de vida, presentación de sus relaciones y jerarquías, presentación de las bondades y de los riesgos de su existencia, de su código moral... 15 minutos de cine. Un desafío permanente, una batalla de personajes y de espacios. Todo en su puesto para los 15 minutos siguientes.
La niebla cae sobre Barranca. El suspense se fabrica. Un avión busca el modo de salvarse. Silencio. ¡Qué callen en el bar! ¡Enciende el foco! ¡Pásame el micro de la pista! Silencio. Minutos eternos. ¡Sube! ¡Baja! Silencio. Un ronroneo... y un avión que se estrella. Todos corren en su ayuda. La cámara no. Un primer plano, un pitillo, silencio en medio del barullo. Una cerilla ilumina unos rostros. Silencio.
La noche sigue, como la vida. Una canción alegre, tocada con tonos tristes. Un bar vacío al cabo de un día largo y duro, un tiempo y un lugar para dejarse llevar, para enamorarse. Las emociones vibran en el aire. 30 minutos. Apaga la tele. Acabas de recibir una lección de cine.
Uma
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31 de agosto de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película, que supuso un extraordinario éxito sobre todo de público. La razón es que detrás de la cámara estaba uno de los grandes: Howard Hawks, capaz de dirigir cualquier género de película.
Aquí logra, gracias a un soberbio guión, una película sólida donde valores como amistad, amor, peligro y muerte se superponen en un espectáculo visual y sentimental.
Algunos de los intérpretes lograron aquí sus mejores caracterizaciones, dotándoles de una humanidad pocas veces reflejadas con tanta intensidad dramática.
Amor, humor y tensión, se combinan en una perfecta narración que no se olvida una vez vivida.

http://filmsencajatonta.blogspot.com.es/2007/01/slo-los-ngeles-tienen-alas-only-angels.html
Constancio
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