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Ismael

Drama Ismael Tchou, un niño mulato de 8 años, se fuga en el AVE rumbo a Barcelona para conocer a su padre. Su única pista es la dirección de un apartamento, escrita en el remite de una carta dirigida a su madre. Cuando encuentra el edificio, en el apartamento sólo está Nora, una elegante mujer de unos 50 años. (FILMAFFINITY)
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Críticas 45
Críticas ordenadas por utilidad
2 de junio de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Belén Rueda y Mario Casas se ponen el “equipo al hombro” para remar y sacar a flote a Ismael, este film de tranco lento dirigido por Marcelo Piñeyro (Las viudas de los jueves). Irreprochable desde los planos (abiertos, cerrados, con enfoques hacia las expresiones de los rostros), el director de El método se inmiscuye en el terreno emocional, al abordar una historia que, en su intento de no recaer en sensiblerías típicas, pierde fuerza y regularidad.
Ismael es un niño mulato de 8 años que emprende viaje hacia Barcelona con el fin de conocer a su padre siguiendo la pista escrita en una carta con la dirección de un departamento. Allí se topa con quien sería su abuela. A ella le solicita ayuda para encontrar a su progenitor. En ese camino, el pequeño, entre obsecuente y carismático, comienza a ganarse la confianza de quienes lo acompañan. Los problemas o puntos de contrapartida tienen lugar en el criterio o en la opinión de su madre, y en cómo Félix (Mario Casas) vaya a recibirlo.
La película refleja problemas familiares y destapa viejos resquemores de la infancia en ese tipo de lazos. La ausencia, ya sea absoluta o simplemente para escuchar, de la figura paterna/materna es una de las temáticas que expone en pantalla, a través de reproches, miradas o percepciones de sus personajes. Todo transcurre muy mansamente, con melodías del mismo tenor durante la mayor parte del metraje, cooperando con el tono dramático que opera y prima de principio a fin. El reparto cumple aportándole credibilidad a las situaciones, principalmente y como se destacó con anterioridad, desde el solvente trabajo actoral de Mario Casas y de Belén Rueda. El aspecto menos positivo del relato, quizás, radique en la dificultad para el cambio de matiz; entre la huida del factor sorpresa y la falta de tensión emotiva, Ismael se torna de a ratos poco profunda y hasta algo intermitente. Sergi López es el único responsable de aportarle algo de chispa y dispersión al asunto partir de su caracterización como el personaje más pícaro de la cinta.
La proyección, agrada y es amena en sus pasajes, es cierto, pero no enlaza o conecta lo necesario como para que el espectador no tienda a despistarse en determinadas secuencias. El énfasis en la incertidumbre, en el desconcierto o en el miedo hacia lo nuevo, en este caso la aparición de un hijo, no está mal exhibido pero tampoco conmueve a grandes escalas. Ismael da la sensación de desaprovechar lo que tiene por contar, con una previsibilidad que amenaza en cada momento con hacerse manifiesta.

LO MEJOR: actuaciones. Afable de ver.
LO PEOR: sin cambios de acentuación. Previsible.
PUNTAJE: 5

http://cinefiloclub.blogspot.com.ar/2014/06/ismael-critica.html
Alaneche
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25 de junio de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marcelo Piñeyro tiene una larga trayectoria como realizador, con películas como Tango Feroz, Cenizas del Paraíso, Plata Quemada y La Viuda de los Jueves, sólo por mencionar algunas de ellas. Y tras algunos años sin estrenar ninguna película, regresa con esta producción española protagonizada por Mario Casas, Belén Rueda y el debutante Larsson do Amaral como el niño que le da título a la película.

Más allá de su variada filmografía, esta vez el director se decide por contar una historia pequeña, basada más que nada en personajes de fácil identificación y en lo que ellos sienten.

Ismael es un niño que se escapa de su casa para ir a buscar a su padre, pero al llegar se encuentra con quien sería su abuela, interpretada con mucha naturalidad por Belén Rueda, y es esta mujer con la que tiene el primero de esos lazos familiares que estaba buscando. No es que no quiera a su madre, pero no acepta que no le permita conocer a su verdadero padre, no aquel que lo cría como tal, y esta necesidad lo lleva a viajar hasta Barcelona solo.

Pero esta señora, Nora, no sólo se encuentra sorprendida porque nunca supo de su existencia, sino que hace años que no ve a su hijo, por lo que llevar al niño hasta él conlleva un mayor esfuerzo de su parte, uno por intentar entender en qué momento se distanciaron tanto y otro por no saber si la relación seguirá siempre así de distante o se podrá volver a remendar.

El padre en cuestión, aquel que en realidad no quiso ser padre y pensó que podía escapar de ese rol, es Félix, interpretado con mucha solvencia por el actor Mario Casas. Su personaje vive sobre la playa, en un lugar al que se llega a pie y superando algunas zonas rocosas, y es profesor de muchachos con problemas, en otras palabras, delincuentes. Es interesante este paralelismo, cómo este personaje se interesa por estos chicos, quiere ayudarlos, pero en su momento nunca quiso asumir la responsabilidad de padre.

El encuentro entre padre e hijo es nervioso. Ismael dice las cosas como las piensa, pero Félix no puede siquiera mirarlo a los ojos. Mientras tanto, su madre, una mujer dedicada siempre al trabajo y a quien se la percibe sola, entabla una conexión con el amigo de Félix, dueño de un hotel cerrado donde todos los personajes van a confluir, interpretado por Sergi López.

A grandes rasgos, Ismael es un relato sobre las relaciones humanas, sobre los lazos que entablamos y las responsabilidades que conlleva mantenerlos.

Pero lo cierto es que sorprende que con esta película minimalista, Piñeyro parece un director menos experimentado de lo que es. No puede evitar caer en el tono de culebrón y en algunas escenas un poco forzadas. Parecería que esta nueva búsqueda es casi como un volver a empezar para él. Y quizás sea por esto también, que se percibe que es un film con mucho corazón.

http://www.elespectadoravezado.com.ar/index.php/criticas/2-hemos-visto/1482-qismaelq-la-vida-sin-filtros
enjoyjessica
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23 de abril de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Ismael” reúne lo peor del cine español de siempre con el cine español orientado a lo comercial que se hace ahora. Carente por completo de personalidad, espíritu y sentido, la película es el reflejo de la idea que alguien tuvo de lo que el espectador quería ver. Al espectador le mola ver a actores de moda, démosle actores de moda. Al espectador le inspira ternura ver niños, démosle niños. Preferiblemente de alguna minoría étnica. Al público de hoy en día le motiva el rollo ecointrospectivo de conectar con su yo del pasado, démoselo. Mario Casas cae bien, escribamos un papel para él. Belén Rueda y Sergi López están disponibles y hay presupuesto, pues nada, se definen más personajes y listo. En fin, una película construida desde alguna consultora sobre un powerpoint, con metodología ‘bottom-top’ de abajo a arriba, buscando la manera de hilvanar componentes predefinidos que algún listo sin creatividad ha considerado que sería garantía de éxito.

Con ese esquema vanguardista y alejado del tradicional «he tenido una idea y voy a desarrollarla», el resultado no puede ser otro que un esperable melodrama mantecoso en el que las cosas van sucediendo por pura conveniencia y sin química alguna entre los componentes. El protagonista es un niño que vive con su madre y su padrastro, que le trata estupendamente, pero se le antoja ir a conocer a su padre biológico. En el más puro estilo de ficción Disney, el niño se monta en el AVE y se recorre media España sin que nadie le pida papel alguno. Probablemente, ni el billete. Probad vosotros a tratar de coger el AVE sin billete y luego me contáis. Pero ojo, que eso es la parte verosímil de la historia. Por arte de magia, en un sólo día es capaz de encontrar a su padre que vive aislado en la Cataluña profunda. Cómo un menor es capaz de llegar de la estación de AVE hasta una casa de la que desconoce su dirección dos provincias más allá sí que hubiese sido una historia digna de ser contada en forma de película, pero “Ismael” prefiere ir a lo seguro: el choque que representa el primer encuentro entre un padre y su hijo. Como idea loca, yo hubiese recomendado hacer algún ensayo antes de rodar la escena. Alguna lectura conjunta del guion en voz alta o algo, fundamentalmente para detectar inconsistencias, cabos sueltos o, simplemente, para que los diálogos sigan una estructura normal de pregunta-respuesta en lugar de comentario-silencio-respuesta-comentario-pregunta-silencio. O para que la secuencia de acontecimientos tenga algo de lógica.

El resto de la película no está mucho más trabajado. Las escenas se suceden sin orden ni concierto, apareciendo y desapareciendo personajes de manera desestructurada. El padre y el hijo, la madre y el padrastro, la abuela y el cocinero… todo ello sin el menor atisbo de química. En el encuentro entre los padres biológicos del crío y el padrastro actual no hay incomodidad, ni tensión, ni alegría, sólo un intercambio random de frases estándar, en plan «ay, hijo, nos tenías muy preocupado y esas cosas, ya tu sabes». En la subtrama de los personajes mayorcetes, la chispa es forzadísima, puro relleno por exigencias de un guion que vamos improvisando sobre la marcha.

No sé. Ahora que el cine español es capaz de hacer películas capaces de competir en fondo y forma con una gran parte de las producciones americanas, con ambientaciones cuidadas, tramas oscuras y personajes profundas, se me antoja que “Ismael” puede pertenecer a esa fase de transición entre el cine español de siempre y el de ahora cuando aún buscaba su rumbo. Sea como sea la película es larga y consigue hacerse eterna. Entre el aburrimiento y la patochada. El reparto tiene buena reputación, pero sus personajes se hacen odiosos. Busca conmover, pero el niño da repelús. Un completo desastre.
OsitoF
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17 de diciembre de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Pueden ustedes llamarme Ismael. Hace algunos años, no importa cuántos exactamente, con poco o ningún dinero en mi billetera y nada de particular que me interesara en tierra, pensé en darme a la mar y ver la parte líquida del mundo. Es mi manera de disipar la melancolía y regular la circulación”

Para quien no lo sepa, así comienza la novela Moby Dick de Herman Melville cuyo protagonista da nombre al personaje principal de la recién estrenada Ismael (2013). La historia de un pequeño madrileño que viaja a Barcelona al encuentro de su padre biológico y que, como en la novela, también siente predilección por surcar los mares.

Por suerte para Marcelo Piñeyro, este dramático barco consigue mantenerse sobre la superficie acuosa en gran medida gracias a su propio planteamiento del film. Un espectáculo coral que transcurre en un día, y cuyos personajes aportan a la trama el valor necesario para salir a flote. Con un inicio y un desenlace de lo más elegante, y un humor palpable, el director consigue huir de lo que, a priori, se plantea como un melodrama excesivamente arquetípico. Lo mejor de las pinceladas de humor es que no siempre son gratuitas, y en concreto, el corazón atormentado de todos los personajes del filme se manifiesta físicamente en una caldera -a la que le hacen falta más de un par de remiendos- que acompaña todos los momentos en los que un corazón se estremece por una u otra razón.

Sin embargo, es inevitable preguntarse por qué Piñeyro opta por reflotar el barco en lugar de lanzarse avanti a toda máquina, es decir, viendo la voluntad claramente diferenciadora del film, ¿por qué mantener esos giros de guión absolutamente predecibles, o esas situaciones forzadas que recorren el largometraje? Algunas de las propuestas formales –como la primera secuencia- son maravillosas, la fotografía emociona y los retazos de las diversas historias –que alude a la forma narrativa fragmentada del norteamericano Jim Jarmush- crean una puesta en escena muy diferente a lo que la mayoría puede esperar. Una lástima que el director no se haya tirado de lleno a la piscina, quizás por miedo a que (la sala) estuviera vacía.
Elenitis
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11 de enero de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película, en principio, promete mucho. Por un lado el niño que quiere conocer a su padre biológico. No me queda claro como se entera el niño de eso ni como a nadie le extraña que un niño viaje solo o lo rápido que encuentra la casa donde vive su abuela (Belén Rueda) que rápidamente se encoña con el niño.
Por otro lado, el personaje del padre del niño (Mario Casas) profesor de chicos conflictivos, al estilo de Mentes peligrosas, pero que ve que de ellos se puede sacar algo bueno, cosa que se ve complicada por un problema con uno de esos alumnos, y que de la noche a la mañana se entera que tiene un hijo, aunque a él ese hijo como que le da igual ya que cuando vuelve a ver a la madre del niño de la que estuvo y está totalmente enamorado, se olvida completamente del niño y no es que antes le hiciera mucho caso.
El uso del tema musical que suena en la radio del coche y al mismo tiempo suena cuando el personaje de Mario Casas le vuelve el recuerdo de ese amor es de una blandengueria innecesaria.
Pero es en ese conflicto del personaje de Casas, tanto en saber que tiene un hijo que no conocía como en una historia de amor que le dejó huella por donde la película debía ir. Sin embargo prefiere perder el tiempo en cómicas escenas entre Belén Rueda y Sergi López que, aunque esten bien, me importa poco si estos dos follan o no follan.
Personaje a destacar es el de Juan Diego Botto, el cual al principio parecía metido con calzador pero que luego ve como esa vida que ha construido puede irse abajo.
El niño que interpreta a Ismael luce bien en pantalla pero me repele que sea tan sapientín. El "Te voy a enseñar a ser padre" que le suelta a Mario Casas cuando este no tiene idea de donde está metido es una idiotez que ni emociona ni hace gracia pues no es creíble en boca de un niño de 8 años. No es creible la diga quien la diga.
Mario Casas hace una interpretación bastante buena y además hace muy bien de cojo.
Y Belen Rueda la veo muy bien pero me resulta un poco cargante en relación a lo que dije más arriba. Muy bien las escenas con Sergi López pero las veo como un relleno. Y tampoco creo que fuese necesario un papel tan largo para ella. Da la impresión que el director no confiaba en Mario Casas para llevar el peso de la película y prefirió tener a mano un comodín que sacando las primeras escenas después sobra. Y la excusa del esguince para que el personaje no desapareciera me parece eso, una excusa.
jesus
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