La gran belleza

Poco se puede añadir al título. Lenta?. Larga?. Amarga?. Quizás peque algo de aquesto último. Pero es que no dice: La gran "y perfecta" belleza, no.
A ratos entretenida, a ratos esperando que lo sea, consigue en conjunto ser una obra admirable. Lleva enseñanza, mala leche, corazón y ese batiburrillo de caos que, según dicen, caracteriza vida y tráfico de la ciudad eterna.

Jep Gambardella no ha vuelto a escribir una novela desde "El aparator humano" cuatro décadas atrás. No lo ha hecho porque busca algo que no halla. Su vida es mundana, como él mismo la describe. Roma los ha llevado a todos, a él y sus amigos, al vacío de la frivolidad. Ahora que acaba de cumplir 65 años, mientras trabaja de periodista, siente que la muerte está cada vez más próxima. ¿Qué es aquello que busca Jep? La respuesta el espectador la tendrá sobre el final, de la boca de un personaje pío, enigmático e irrisorio.
Con una fotografía impresionante que muestra el lado solitario de la Roma citadina e histórica, con momentos de lirismo profundísimo y pasajes oníricos que rozan el realismo mágico, con una musicalización contundente entre lo coral y el disco. Llena de personajes coloridos y extravagantes. Le damos a La grande bellezza 4.5/5 rodriguitos.
PD: es de esperar que siendo una coproducción Italia/Francia la edición pueda pecar de lenta por algún momento para un ojo acostumbrado al ritmo comercial.

Jep Gambardella (Toni Servillo) no ha repetido el éxito de su novela de juventud, la mítica “El aparato humano”. Vive entregado al dolce far niente y a la noche romana. Aquella que atrapa y no deja salir a los de su credo. Una Roma hermosísima, desconocida en muchas ocasiones para el turista de postal, que se erige como protagonista de la historia sin caer en el panfleto turístico de, por ejemplo, Vicky Cristina Barcelona.

Las andanzas noctámbulas de Jep se bañan en whisky, canciones horteras a todo trapo, conversación-cháchara y paseos al alba por la ciudad, ya sea en solitario o acompañado de bellezas que no cumplen su canon intelectual. Vaga y vaga antes de regresar a su magnífico apartamento con vistas al Coliseo. Una tisana, un antiácido y un siempre simpático intercambio de palabras con su asistenta, uno de los secundarios que brillan.

Sorrentino ha creado su obra maestra

Los personajes aparecen y desaparecen –memorables la artista que estrella el comunismo y la santa de 104 años- en un carrusel veraniego de talento y desenfreno sin corsés de planteamiento-nudo-desenlace. Los secundarios "habituales" son magníficos; como Romano, el colega que vive aún en un piso de estudiantes o Lello, el juguetero que no se controla “que te fol..o”. Pero son los episódicos los que llenan el retrato de la decadencia de la edad, al tiempo que caen la ciudad y el país: el reportaje del Costa Concordia y el vecino pervertido y corrupto.

Paolo Sorrentino, quién tropezara en su primera incursión con el cine comercial vistiendo a Sean Penn de Robert Smith, ha creado una obra maestra. “La gran belleza” es gran cine. Del que reivindica el poder de la gran pantalla y las historias de dos horas frente a la pujanza de las series de televisión de HBO y sus derivados. Escapa de géneros y clichés, fascina y emboba al espectador. ¿Lo ideal? No lean esta reseñan ni ninguna crítica profesional. Vayan y sumérjanse en la Roma que ya no es imperio, en la vida de Jep Gambardella.

Género: ARTE

Subgénero: OBRA......(de Arte)

LA GRAN BELLEZA es un empacho de sensaciones visuales y auditivas, coordinadas con una ingeniería perfecta. Es de esas películas que no se pueden explicar, es tan fuerte la fotografía ensamblada con la música, q es como que alguien intente explicar un recital o una ópera, no se explican, hay que estar, hay que verlas.

Por último, le quiero dedicar un minuto de silencio, .................................................., para Hollywood, que está muerto !!!!

P-O-E-S-I-A. Si te gusta Transformers Crepúsculo etc. etc., no vayas a ver esta película, te parecerá una mierda.
Películas como esta me recuerdan porque me gusta el cine, y que también es una forma de arte. De vez en cuando viene bien descubrir una pequeña joya para desintoxicarse de la mediocridad habitual en la industria.
Es cierto, no es una película para todo el mundo, hay que saber apreciarla y tener cierta sensibilidad y apertura mental, para reconocer la calidad aún cuando te sacan de los patrones pre-establecidos.
Buen argumento (o ausencia del mismo), buenos personajes, redondos y bien desarrollados, diálogos excelentes, buena y elegante música, y en el apartado más puramente estético sencillamente excelente, de gran belleza y rodada con mucho mimo, lo que se nota incluso en las escenas más burdas y mundanas de fiesta nocturna, donde cada plano parece colocado y pensado milimétricamente.
Esta película demuestra que, el cine, no solo puede ser un instrumento o medio al servicio de una historia que contar, sino que el cine en si mismo puede ser el propio fin, arte en si mismo.
Y es que aunque el cine hoy en día está completamente digitalizado, joyas como esta apetece comprarlas, aunque sea simplemente por el placer de tener la cajita en la estantería.