La gran belleza

P-O-E-S-I-A. Si te gusta Transformers Crepúsculo etc. etc., no vayas a ver esta película, te parecerá una mierda.
Películas como esta me recuerdan porque me gusta el cine, y que también es una forma de arte. De vez en cuando viene bien descubrir una pequeña joya para desintoxicarse de la mediocridad habitual en la industria.
Es cierto, no es una película para todo el mundo, hay que saber apreciarla y tener cierta sensibilidad y apertura mental, para reconocer la calidad aún cuando te sacan de los patrones pre-establecidos.
Buen argumento (o ausencia del mismo), buenos personajes, redondos y bien desarrollados, diálogos excelentes, buena y elegante música, y en el apartado más puramente estético sencillamente excelente, de gran belleza y rodada con mucho mimo, lo que se nota incluso en las escenas más burdas y mundanas de fiesta nocturna, donde cada plano parece colocado y pensado milimétricamente.
Esta película demuestra que, el cine, no solo puede ser un instrumento o medio al servicio de una historia que contar, sino que el cine en si mismo puede ser el propio fin, arte en si mismo.
Y es que aunque el cine hoy en día está completamente digitalizado, joyas como esta apetece comprarlas, aunque sea simplemente por el placer de tener la cajita en la estantería.

El inicio me asusta. Me huele a felliniano en su exceso. La brocha gorda. Y me parece ridículo. Pero, poco a poco, ese aire decadente de este diletante consciente de sí mismo, unido a la propia Roma en su decadencia y en su belleza, me atrapa. Y fluyo por el Tíber admirando esa decadencia, ese vacío, hipnotizado por las imágenes, la música y el ritmo. Los excesos, italianadas que tampoco pudo evitar en Il Divo, no perturban lo suficiente. El protagonista da con el tempo justo y le acompañamos con verdadero interés, y nos vamos dejando llevar, con las venas cortadas, dejando que poco a poco fluya la sangre, dulce, recordando ese pasado que ya se fue.

La película principia de una manera en absoluto convencional, pudiendo ser tildada de anti estética y sin una lógica ilativa clara en sus fotogramas.
Esa sensación de incomodidad o confusión se va atemperando a los veinte minutos, donde el film consigue embaucarte a una sincera nostalgia, narrada desde la vida de un protagonista que arrastra en su interior una gran insatisfacción personal, al no haber llegado a ser aquello a lo que aspiraba; conformándose con una vida superficial, suntuosa y vana en la Alta Sociedad de Roma.
No deja de ser un sentimiento de saudade sobre lo que se llega a ser y lo que pudo haber sido, dejando un sabor amargo y melancólico en su término, pero no en un sentido peyorativo. Por tanto, aunque amarga y melancólica, merece la pena verla aunque solo sea por su música y su acertada fotografía.

De las mejores películas que he visto en los últimos años con diferencia: profunda, maravillosa estéticamente, brillante e irónica como pocas… Simplemente sublime. Una historia conmovedora: la decadencia de unos personajes en el crepúsculo de sus vidas, y con ellos el de una ciudad, que se resisten a desaparecer y que siguen anhelando la belleza y juventud de antaño, que jamás podrá ser recuperada. Una auténtica obra maestra.

Me gustó mucho. Sólo puedo agregar que el estilo, humor y las reflexiones interesantes de esta película que sube al columpio a la pseudo intelectualidad italiana y que se puede replicar perfectamente en otras latitudes, es asertiva y oportuna para el momento actual de las esferas artísticas y su relación de décadas con las figuras de la socialité.

Comparada incluso por algunos con "La dolce vita" (1960), Paolo Sorrentino recrea en "La gran belleza" (2013) los pasos de un verdadero capo, un señor del estilo como Gep Gambardella, el cual pese a tener una vida envidiable por muchos, tiene profundas reflexiones sobre el entorno en el cual se desenvuelve, entre payasos y bufones además de hiper sensibilidades, mentiras y una cortina de traumas y apariencias coloridas.

Bien podríamos encasillarla como comedia dramática, con el sello de un Toni Servillo que nos guía por la bohemia romana tan bien como puede hacerlo quien conoce la ciudad eterna de las siete colinas a sus anchas, y de algún modo -en su estilo- tal como un francés, Jean Paul Jeunet en 2001 nos mostró París desde dentro con "Amelie", en esta pasada es un italiano el que nos enseña una Roma que no descansa, sus pecados y melancolías.

La superficialidad, los egos, miedos y excentricidades copan esta cinta de más de horas que no esta exenta de bemoles, por ejemplo al hacernos perder el hilo en ciertos tramos, lo cual puede descolocar a cualquiera, más aún a públicos distraídos y que no capten las señales que se relatan.

Los tiempos, gestos, todo cuenta para seguir con coherencia la multiplicidad de mensajes que rodean el peculiar tour de Sorrentino donde Servillo y su elegancia con mezcla de carisma nos toma el pelo y a la vez nos encanta, pues los excesos culpables de los cuales forma parte son de cierto modo, nuestros remordimientos en un mundo de caretas con fecha de caducidad que alejamos a toda costa.

Bella, múltiple, incluso abstracta, este film juega con nosotros y nuestras expectativas, como quien llega a una fiesta donde no conoce a nadie pero al ver la diversión no duda en unirse al jolgorio. Esa anticipación también es devorada por escenas que nos dejan impávidos y queriendo entender el detalle, pero el secreto es captar el todo.

"La gran belleza" es una película que gusta pese a que no cae en facilismos, tiene momentos notables, de personajes curiosamente "desnudos" dentro de su multiplicidad de disfraces y de contrastes como euforias de altura y profundas depresiones. No es excluyente en sus públicos, sin embargo su análisis posterior no obedece a los canones tradicionales, en parte porque roza varios géneros y su comedia es irónica y delatora.

Recomendación:
Buena. Un cóctel de exquisita elegancia y mundanidad, al estilo romano.

=Cité de Lord Buyinski= www.buyinski.wordpress.com