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El hombre que mató a Liberty Valance

Western Ransom Stoddard (James Stewart), anciano senador del Congreso de los Estados Unidos, explica a un periodista por qué ha viajado con su mujer (Vera Miles) para asistir al funeral de su viejo amigo Tom Doniphon (John Wayne). La historia empieza muchos años antes, cuando Ransom era un joven abogado del este que se dirigía en diligencia a Shinbone, un pequeño pueblo del Oeste, para ejercer la abogacía e imponer la ley. Poco antes de llegar, ... [+]
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Críticas 220
Críticas ordenadas por utilidad
21 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No llamo a engaño cuando os digo que, incluyendo este, no habré visto más de tres o cuatro westerns contados en toda mi vida. No obstante, 'El hombre que mató a Liverty Valance' es un clásico del cine independientemente de su género por lo que, dada mi reciente aproximación a la cinefilia, está película tenía que llegar a mí tarde o temprano.

Me plantea el mismo conflicto que 'Posesión infernal' de Sam Raimi, y es que muchas de las situaciones y personajes que muestra están bastante trilladas, pero comprendo que fueron estas películas quienes las introdujeron, lo que les agrega valor. Aquí tenemos a un hombre de leyes que acude a un lugar sin ley, y, acorde a sus principios, rehúsa empuñar un arma aunque al final no le queda otro remedio. Como parte del 1% de la población mundial que salió contenta de ver 'El llanero solitario' de Gore Verbinski este concepto no me es desconocido.

Si algo aprendí de 'Los siete samuráis' de Kurosawa es a valorar el acabado y la atmósfera de estas películas tan antiguas. La que nos ocupa posee un diseño de producción que aguanta bastante bien el paso del tiempo (aunque flojea en las escenas de exterior), y logra profundizar en las motivaciones de sus personajes haciéndoles pasar por mil desventuras, algunas muy disparatadas. Y ya que saco el tema, muchas dudas me genera el retrato de la vida política que vemos durante el tramo final. No sé si es una licencia enorme, una sátira o una ilustración realista de lo que solo puede definirse como un circo.

Supone el fin de dos épocas. Por un lado el director John Ford dejaba atrás casi para siempre el género que más reconocimiento le dio; y por otro cuenta el final del salvaje oeste a manos de los hombres arribados a aquella tierra salvaje gracias al ferrocarril. Y es que entre estos pioneros no solo había buscadores de oro, también jueces y abogados dispuestos a hacer prevalecer el orden y la palabra sobre las pistolas y la ley del más fuerte.

Dicho esto, y aunque os choque, esta combinación de elementos hacen que el "final" no sea lo que el título parecía presagiar. Dada la idiosincrasia de nuestro protagonista y su rol en esta historia, cabía esperar, al menos por mi parte, que este título se plasmara en pantalla de forma más metafórica. Esto es lo que me falla porque, aunque la moraleja que encierra no está del todo mal, me parece algo forzado en su ejecución y por ende inferior a mis expectativas.

Otra cosa que me ha gustado y disgustado a partes iguales son los personajes. Doniphon, Stoddart y Valance están muy bien construidos pero Hallie me resulta cargante. Su principal cometido en esta película es montarle un pollo tras otro al protagonista solo para arrepentirse después. El colmo al personaje gilipollesco se lo lleva el botarate del comisario, y al cómico, el señor Peabody.

En resumen: Aunque no me parece la panacea, es una excelente muestra de cine clásico bien hecho. Puede que sea la primera película de John Wayne que veo completa.
SeDePelisNoDeCine
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27 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que John Ford era un genio, creo que es algo que nadie podrá discutir, pero que cada día que pasa en la historia del cine su leyenda debería hacerse más y más grande es algo que habría que reivindicar con fuerza. Ford es como uno de esos amigos al que hace mucho que no ves y que un día quedas con él para tomar algo. Al poco rato te das cuenta que es como si el tiempo se hubiera detenido, como si no hubieran pasado años desde vuestro último encuentro, todo surge frente a ti nuevamente de forma clara, espontánea y maravillosa. En el caso de "El hombre que mató a Liberty Valance" (1962) esto se cumple al 100%, ya que se trata de una obra hipnótica en la que Ford inició el ocaso de su carrera desde el punto más alto posible.

Ramsom Stoddard (James Stewart) y su esposa Hallie (Vera Miles) vuelven ya ancianos al pueblo del oeste en que se conocieron, para rendir honores al difunto Tom Doniphon (John Wayne). El ahora senador de los Estados Unidos relata a unos periodistas locales su historia y como nada más poner un pie en el oeste fue atacado por un bandido llamado Liberty Valance (Lee Marvin).

Lo que primero destaca en este film es que la mayoría de las escenas o son interiores, o son tomas exteriores nocturnas, rodadas en estudio. Es el primer western de John Ford en el que no sorprende al espectador con su habilidad para rodar inmensas panorámicas en exteriores, si no que se centra casi exclusivamente en los diálogos, los personajes y la simbología que encierran. La razón para ello, en mi opinión, era no distraer al espectador de lo que Ford realmente quería contar, la desaparición de un estilo de vida y la llegada de otro que lo sustituye, al menos en parte.

El guión, firmado por James Warner Bellah y Willis Goldbeck, basado en una novela corta de Dorothy M. Johnson es sencillamente fascinante. En él se nos muestra como James Stewart, un hombre sin pistola en el salvaje oeste, consigue conquistar el corazón del pueblo y de la mujer que hasta entonces pertenecían a Tom Doniphon. Tom es el verdadero protagonista de un film que, repleto de simbología, nos acerca a esa figura del vaquero honesto, trabajador y bruto, que se ve desplazado por Ramsom, un nuevo tipo de hombre de leyes, culto y con modales. Pero Tom no lucha contra Ramsom, sino que lo ayuda, lo apoya, es su alma mater continuamente, a pesar de que ve como todo lo que era su mundo hasta ahora, se desvanece entre sus manos.

El reparto protagonista es majestuoso, no se puede imaginar a mejores actores en los papeles que tanto Wayne, como Stewart o Miles bordan de una manera sencillamente exquisita. El único pego es que James Stewart a sus 54 años chirría un poco en su papel de joven abogado recién llegado al Oeste, por mucho maquillaje que le pusieran. Como en todas las películas de John Ford, los personajes secundarios tienen mucha importancia y ahí están Edmond O'Brien, Lee Marvin, Ken Murray o John Carradine para dejar, una vez más, el listón muy alto.

Ya sólo por el guión y los actores merecería la pena ver "El hombre que mató a Liberty Valance"una y otra vez, pero es que el trabajo de John Ford no tiene parangón. Desde el uso de un blanco y negro (por el que tuvo que pelear con el estudio denodadamente) cuyas luces y sombras nos dejan momentos maravillosos, pasando por una puesta en escena que es simplemente brillante y terminando porque su forma de narrar, de componer las escenas, no ha sido nunca superada por ningún otro director.

El tono sombrío del film, como los personajes luchan de una forma muy pasiva, cansada, por lo que persiguen, es una buena muestra del momento del propio director. Ford nos muestra como América (simbolizada en el personaje de Vera Miles), dejó de pertenecer a hombres de verdad, con una honestidad y una hombría a prueba de bombas, para ser sustituidos por petrimetres con buenas intenciones, pero que son capaces de perpetuar una mentira para llevar a cabo sus fines. Sin embargo esa América nunca olvidará en su corazón a esos hombres que la formaron y la acompañaron en su juventud.

Como contrapunto a este tono sombrío y a la ausencia de escenas de acción, Ford recurre (quizás demasiado frecuentemente) al humor, mediante los personajes secundarios. personajes que son como los payasos de un circo de tres pistas; distraen momentáneamente, pero al día siguiente ya nadie se acuerda de ellos, debido a la majestuosidad del espectáculo principal.

John Ford, es uno de los mejores directores de la historia del cine y no, no sólo hizo westerns. Hizo dramas, comedias, cine bélico, cine de aventuras, siempre dentro de un sistema de grandes estudios que le iba como anillo al dedo a su forma de trabajar. Vean cine de John Ford, verán cómo su cabeza empieza a funcionar, cómo una extraña sensación de placer les recorre el organismo y cómo, sin apenas darse cuenta, sonreirán sin saber por qué.

Gabriel Menéndez Piñera
https://historiasdelceluloide.elcomercio.es
Celuloide
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31 de julio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues no diría que decepción, porque me ha parecido que la película está bien, pero diría que otro chasco, y ¿por qué? Pues porque uno mira la valoración y críticas de esta película en diversas páginas y se espera "El mejor Western de la historia", "Una de las mejores obras maestras de la historia", y no sé si serán las expectativas que se crean, pero no podría decir nada así.

"El hombre que mató a Liberty Valance" me ha gustado, sí, pero no para entrar en mi lista de películas favoritas, ni para decir que sea una obra maestra. De hecho, me ha parecido muy predecible, el propio título de la película es bastante revelador y en cuanto ves 30 minutos ya sabes por donde van a ir los tiros.

Un lujazo ver a dos grandes actores como son James Stewart y John Wayne juntos. También me parece que está bastante pobre ese retroceso en el tiempo, aunque entiendo que en 1962 los recursos no son los que hay hoy en día.
El flashback clave, como ya he dicho, me lo veía venir bastante y no me ha sorprendido.
Se defiende mucho el estilo de Ford estableciendo que "cuenta más con lo que no dice", pues a mí ese recurso no me está valiendo, no me convence.

Conclusión: Está bien, pero en la filmografía de Ford hay obras mucho mejores como ¡Qué verde es mi valle! o 'El hombre tranquilo', mis dos películas favoritas suyas.
Selasor
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5 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay directores que son camaleónicos en su filmografía. Hay directores que, simplemente, se adueñan de un género y acuñan su nombre. Obligan a los espectadores a hablar de ellos cada vez que mencionamos el género en cuestión. Así de arrogantes son. Así de arrogante era John Ford, un cineasta que ha moldeado el género del western americano desde que el cine es cine, desde que el cine es mudo. Su aportación al género es impagable desde que empezó con El caballo de hierro (1924), película hecha menor cuando se menciona su filmografía, pero que conforma una obra genuina del cine mudo de Ford. Pero la obra que quiero traer a la mesa es El hombre que mató a Liberty Valance.

De esta película lo primero que hay que decir es que se trata de una de las principales obras maestras del western y del cine del maestro John Ford, ahí es nada. Es una película de 1962, algo muy significativo ya que este año se estrenó también Duelo en la alta sierra, de Sam Peckimpak, la primera película de un ciclo que iba a ser catalogado como el western crepuscular. Y es significativo porque ambas películas iban a explicar de manera muy diferente el ocaso del salvaje oeste.

De El hombre que mató a Liberty Valance podríamos decir que marca un final en la tendencia de producir Western en Hollywood. Pero no es solo esto, el film refleja el final de una época muy importante de los EE.UU, la época del salvaje Oeste, la de la Ley del más fuerte, la de sálvese quién pueda, todo esto irá desapareciendo paulatinamente; a partir de entonces el país evolucionará hasta como lo conocemos hoy en día. Se percibe la nostalgia de Ford por el modo de vida de aquellos lugareños que sobrevivían en pueblos remotos repartidos por el extenso territorio norteamericano, alejados de las principales urbes. Pueblos que se encontraban a medio camino entre la nada y la civilización.

Este film es una delicia desde el minuto 1. Ford exhibe su maestría para presentar a los personajes, explicando desde el inicio cuáles van a ser las pretensiones de la película. El ocaso del salvaje oeste se ve representado en el film de muchas maneras, la principal: el dualismo entre Ransom Stoddard (James Stewart) y Tom Doniphon (John Wayne). El primero de ellos representa el Este, la civilización, la Ley y el progreso; el segundo encarna el Oeste, la naturaleza, la nostalgia y los días de oro de un pasado que se aferra agónicamente ante el progreso que pretende enterrar su leyenda.

Toda esta alegoría de atributos e identidades se canalizan en el film con el personaje encarnado por Vera Miles. Una mujer que al final tendrá que elegir entre Tom Doniphon, su verdadero amor (aunque con todo lo que ello conlleva), o Ransom Stoddart, el hombre que le ofrece el progreso y una vida alejada de las tierras donde ella ha crecido. La decisión de la mujer significa también la decisión que tuvo que tomar todo un país, dejando atrás otros tiempos: la civilización se abría camino. Con esta decisión Ford representa la victoria del progreso frente al desgobierno.

El guion de la película es perfecto, tiene muchas capas y divide la película en muchos actos a la vez: el género romántico, el western crepuscular y el western clásico afloran en una misma película. Y es que, aunque el film es una despedida por parte de Ford al western clásico, esta transición la realiza mediante el personaje de Liberty Valance, que mantiene el espíritu del western más puro. Pese a ello, no es un western al uso: se ven pocos revólveres y la mayoría de las escenas se desarrollan en espacios interiores. Los paisajes rocosos, las diligencias y las persecuciones se sustituyen por un abogado enseñando a leer y dando clases sobre leyes y derechos a un pueblo entero. Al contrario de lo que ocurre en La Diligencia (1939) o en Centauros del Desierto (1956), este film recoge una épica más contenida e intimista.

Es, al mismo tiempo, el western más romántico y una de las mejores películas políticas americanas, resultado de la película más madura y redonda de John Ford, además de una de las más reflexivas. Con este film, entendemos que Ford no entierra la leyenda del salvaje Oeste, más bien la perpetua ya que el personaje de Ransom Stoddart se ve obligado a usar un arma para acabar con Liberty Valance, aunque finalmente sea Tom Doniphon quien apriete el gatillo. Con este desenlace se queda, en la nueva civilización, la leyenda del salvaje Oeste, la leyenda del hombre que “mató” a Liberty Valance.
Pablo_vo8
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21 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sólo la unión actoral entre John Wayne y James Stewart compone magistralmente esta producción, también la historia y el talento técnico de Ford hacen de esta obra una de las películas indiscutiblemente brillantes en la evolución del séptimo arte.

El relato esta insertado en la nostalgia de una vida pasada en el lejano Oeste, advirtiendo la superación de ese mundo lejano que es relevado por el proceso de socialización y de progreso que necesita cada civilización. Arranca el argumento con la escenificación del impacto que sufre Stoddard (Stewart) al enfrentarse a la esencia del Oeste: un lugar cruel sin ley y mortífero.

Se presenta para el abogado idealista el choque cultural al atisbar la analfabetización, la corrupción y la violencia. Será a través de la complicada amistad con Doniphon (Wayne) como aprenderá a sobrevivir, de manera que llegará incluso a desviarse de su idealismo para poner fin a la tiranía que sufre Capitol City y sus habitantes. El antagonista irradia el miedo en el pueblo, analogía del totalitarismo que hasta conformará una distancia y una cierta precaución en su compañero raudo y valiente que es prestigioso en el pueblo por su carácter y fortaleza.

La entrada de ese nuevo tipo de personaje apoyará la manifestada escolarización de los individuos, algo tan extraño para un Western. Se rompen las tipologías narrativas en base a la representación icónica de los personajes del género. Tanto que también es novedoso ver a un hombre aprender a defenderse con un arma con la ayuda del personaje de John Wayne, el cual se debe a un posible enfrentamiento con el antagonista, Liberty Valance (Lee Marvin).

Otros aspectos dignos a comentar serían la importancia de la política estatal y la organización electoral, lo cual es un síntoma de una imagen renovada y progresista del Oeste. No sobra el hecho de relucir la consecuencia de un periodismo primigenio que intenta ser imparcial y desvincularse de los peligros de la ambición política: la represión y el control de la información bajo la tiranía de un antagonista que es el retrato del significado del Oeste. Aquí entra esa sorprendente actuación de Edmond O´Brien encarnando al editor del periódico, representando el terror lúcido y la actitud temerosa por realizar decisiones políticas alejadas de lo normalmente cotidiano en el sórdido mundo del Oeste.

Increíble sin duda la consciencia social del pueblo y su acto rebelde por primera vez, ocurriendo al mismo tiempo que acontece un duelo que evoca la importancia del sacrificio por la libertad y la democracia. Ese duelo tiene un tratamiento con ausencia de semejanza frente a los característicos duelos del género, pero es artística su escenificación mediante la lejanía física y moral de ambos.

Resuena en el espectador lo inesperado al ver una cierta desconfiguración heroica de la figura artística de John Wayne como consecuencia del triunfo del idealismo de Roddstard. Surge en ese momento la invitación a la desmitificación del prototípico héroe americano del Oeste para dar paso a la figura ideal y realmente moral que le pertenecería al arquetipo heroico del género.

El problema es que no se entiende posteriormente porque se establece el plot twist que intenta seguir idealizando la figura de John Wayne y conservarlo en leve resquicio como salvador del pueblo. Esta situación lleva a considerar si la intención de John Ford es jugar con lo que espera el espectador y con lo que realmente debería ocurrir atendiendo a la idiosincracia de los personajes.

Sin embargo, no cabe la mayor duda de que Ford reconstruye el mundo del Oeste y la necesidad de escoger la figura de John Wayne como mártir de una ficción que adaptaría la urgencia de la mentira en la sociedad con el propósito de elevar la figura del orden y del compromiso ético mediante la buena práctica política, algo que se atrevería a repetir Christopher Nolan en el género de superhéroes en el final de "El Caballero Oscuro" (2008) y consecutivamente en "El Caballero Oscuro Renace" (2011).
Ismael Alzola
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