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Críticas de Celuloide
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Críticas 44
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
28 de enero de 2022
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Superar una tragedia familiar es una de las cosas más difíciles y dolorosas que pueden sucederle a alguien en su vida. Pasan los años, el dolor no remite y las preguntas vuelven una y otra vez a tu cabeza, la cual busca una respuesta que no encuentra y que quizás no exista. Este es el punto de partida de "Mass", excelente ópera prima de Fran Kranz, la cual gravita en torno a cuatro personajes reunidos en una habitación.

Jay (Jason Isaacs) y su mujer Gail (Martha Plimpton) acceden a concertar una reunión con Linda (Ann Dowd) y Richard (Reed Birney). Ambas parejas perdieron a sus hijos seis años atrás en un asesinato múltiple ocurrido en el instituto en el que ambos estudiaban. A medida que pasan los minutos, la reticencia inicial va dando paso a un torrente de emociones, recuerdos y reproches.

Hay mucho que destacar positivamente en esta película que, pese a discurrir casi en su totalidad en un único escenario, tiene un ritmo constante. Para conseguirlo, el director utiliza dos estilos visuales muy definidos. Comienza con una puesta en escena muy clásica, aderezada con un montaje muy vivaz para, a partir de determinado momento crítico, usar un efecto cámara en mano acompañando a planos más extensos.

Sin embargo la base del film es el excelente guion, escrito por el propio director Fran Kranz, el cual contiene algunos diálogos que rozan la perfección, manteniéndose en un nivel altísimo durante todo el metraje. Esto ha ayudado mucho a los cuatro intérpretes principales, los cuales realizan una labor impresionante a la hora de dar vida a lo escrito en el papel. Un trabajo coral, en el que se nota que ha habido mucho apoyo entre los cuatro a la hora de dar vida a sus personajes.

"Mass" es una película dura por el rema que trata, pero perfectamente digerible por todo tipo de espectadores, gracias a la calidad de todos sus ingredientes. No olviden los pañuelos.
Celuloide
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8
18 de octubre de 2021
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace 45 años comenzaba en el cine español un género que daría en los siguientes años un buen número de títulos, los cuales tuvieron mucho éxito, tanto en la taquilla, como en el imaginario colectivo. En ellas, jóvenes de clase baja tomaban drogas, atracaban diversos establecimientos, robaban coches y tenían sexo sin los prejuicios de la clase media española de la época. "Las leyes de la frontera" (2021, Daniel Monzón) se podría considerar un ejercicio de nostalgia, pero es mucho más, es una gran película en todos los sentidos que además a los que ya cumplimos los 50 años nos trae una buena cantidad de recuerdos.

Girona, verano de 1978, Nacho (Marcos Ruiz) es un joven tímido de 17 años, que comienza el verano con poca o ninguna expectativa de salir de la rutina consistente en piscina, cine y salas de recreativos. En una de estas salas conoce un día a Tere (Begoña Vargas) y a Zarco (Chechu Salgado), una pareja de jóvenes delincuentes. Nacho se introducirá en la banda de Zarco con el objetivo de conquistar a Tere y, de paso, vivir nuevas experiencias muy alejadas de su vida formal.

Daniel Monzón tras éxitos comerciales como "Celda 211" (2009) o "El niño" (2014) en las que el guión lastraba en gran parte los logros técnicos y artísticos que contenían ambas cintas, ha dado esta vez en el clavo. En su noveno largometraje todos los aspectos del mismo están a un nivel muy alto, consiguiendo cuajar una obra que ca a sentar cátedra y posiblemente sea la culpable (en el buen sentido) del resurgimiento del subgénero quinqui en nuestro cine.

Lo que más me ha llamado la atención es la excelente ambientación que posee "Las leyes de la frontera", ya que han conseguido que el espectador se retrotraiga a esa época en la que España empezaba a desperezarse, en la que la libertad (y el libertinaje) empezaba a asomar a través de una juventud ansiosa de probarlo todo y que se chocaba de bruces contra la España de familia tradicional, toros y vacaciones en el pueblo con la familia. Así, vemos calles sin asfaltar, juke box en los bares, carteles anunciando espectáculos circenses o corridas de toros, pequeños negocios ya desaparecidos hace muchos años y muchos menos coches que ahora. Por poner un par de pequeños peros, en una de las escenas aparece un frasco de tomate, que no existía en ese formato en 1978 y en otra escena se vislumbra un baden en un paso de cebra que tampoco era algo que hubiera en esos años. Así mismo se comenta la muerte de Juan Pablo I, la cual sucedió a finales de Septiembre de 1978, mientras que la película transcurre unos meses antes, durante el verano de ese mismo año.

El trabajo de Monzón en la dirección es excelente, la película tiene un ritmo altísimo durante las más de dos horas de duración de la misma, de tal forma que consigue mantener, en todo momento, la atención de espectadores de todos los niveles. Así mismo, las escenas de acción están rodadas de forma excelente, como suele ser habitual en sus películas, mientras que la puesta en escena de las escenas más dialogadas está muy trabajada y posee bastante originalidad en su planteamiento.

El guión, escrito por el propio director junto con Jorge Guerrivaechevarría, se basa en parte de la novela del mismo título escrita por Javier Cercas en 2012, concretamente en el segmento en el que los protagonistas son más jóvenes. Monzón únicamente muestra la edad adulta de los mismos, al inicio y final del film, mostrando lo que pasa en pantalla como los recuerdos de Nacho, cuando ya sobrepasa ampliamente los cuarenta años. Se trata de un guión muy sólido, sin apenas fisuras y que consigue tocar muchos palos, sin caer de forma excesiva en estereotipos o clichés. Quizás hay una sobredosis de momentos musicales, los cuales son plenamente disfrutables por el espectador, tanto en su aspecto visual como auditivo, pero que pueden pecar de excesivos.

Dejo lo mejor para el final, la gran sorpresa del film son Begoña Vargas y Chechu Salgado, a quienes se les han dado dos personajes que son dos golosinas y que ellos han sido capaces de aprovecharlos al máximo. Chechu crea un Zarco carismático, íntegro a pesar de sus actividades delictivas y que se fusiona con el espectador sin posibilidad de huida. Para el trabajo de Begoña Vargas mi capacidad descriptiva se va a quedar corta, no se como explicar la excelsa naturalidad con la que ha compuesto una Tere fuerte, libre, bella, graciosa, con una personalidad y un carácter a prueba de bombas. Ambos se merecen cualquier premio que se les quiera otorgar, empezando por más buenos papeles en su próxima agenda de trabajo.

Recomiendo a cualquier cinéfilo, sea de blockbuster o de cine de autor, que vaya a ver "Las leyes de la frontera", pasará un muy buen rato y verá una película de mucha calidad. Si además ha pasado la barrera de los 50 años, tendrá una experiencia sensorial que le pondrá los pelos de punta en varias ocasiones.

Gabriel Menéndez Piñera
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8
14 de octubre de 2021
7 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Madres paralelas" es el vigésimo segundo largometraje del director Pedro Almodóvar, en él vuelve a reflejar a la mujer española desde dos puntos de vista muy diferentes. Por un lado, las ya abuelas y bisabuelas que sufrieron en la Guerra Civil española la desaparición, de un día para otro, de su progenitor y vivieron, a partir de entonces, en un mundo matriarcal de madres y tías. Por otro lado, las mujeres de hoy en día, madres solteras independientes que renuncian voluntariamente, a la vida en pareja con un hombre.

Janis (Penélope Cruz) conoce en el hospital en el que va a dar a luz a su hija a Ana (Milena Smit) la cual, como Janis, va a ser madre soltera. Entre ellas se establece una relación de amistad que irá creciendo y enredándose de manera progresiva, según se van desvelando diversos acontecimientos. Al mismo tiempo Janis y Arturo (Israel Elejalde), el padre de su hija, intentan conseguir que una fundación autorice el desenterramiento de una fosa común de la guerra civil, situada en el pueblo natal de Janis.

Lo primero que debo decir es que Pedro Almodóvar vuelve a dar toda una lección de maestría narrativa en esta película. Las escenas fluyen con una suavidad digna de todo elogio, haciendo que la narración avance de forma continua, sin brusquedades, a pesar de existir unos cuantos saltos temporales y dejando que cada escena tenga su importancia en la historia, pero sin renunciar a destacar algunos momentos realmente importantes en la relación entre estas dos mujeres tan iguales y tan diferentes.

Otro aspecto que incluso llegó a hacerme escapar un suave ¡olé! es la increible iluminación de algunas de las tomas en interiores, verdaderos cuadros en (ligero) movimiento, que suponen un gozo absoluto para la vista. Me acuerdo especialmente de la primera escena en la casa de Aitana Sanchez Gijón y la escena en la que ésta ensaya en un escenario su papel en "Doña Rosita la soltera", de Federico García Lorca. Es precisamente este texto del genial escritor granadino otro guiño de Almodóvar a la diferente situación de la mujer, en la sociedad actual y en la de los años 30 del pasado siglo XX.

El director manchego construye un guión sólido, poblado por personajes complejos y con muchas contradicciones, tal como somos el 100% de las personas. Las tres mujeres y el varón que protagonizan "Madres paralelas", se equivocan, son egoístas, no saben como llevar algunas situaciones, pero también buscan arreglar sus errores y, salvo uno de ellos, hacen frente a sus responsabilidades.

Mención aparte para las dos actrices protagonistas, Penélope Cruz y Milena Smit. La primera compone el que quizás sea el mejor personaje de su carrera, a través de una interpretación intensa, dolorosa y muy emocional. La segunda, crea a una Ana, en un principio asustada y débil pero que, poco a poco, consigue hacerse fuerte como mujer, sin perder un ápice de su dulzura y bondad.

Hay dos detalles que me llaman la atención en "Madres paralelas" por novedosos, dentro de la filmografía de Pedro Almodóvar. El primero es el calado político de la película, al denunciar la existencia de miles de cadáveres de la Guerra Civil española, a los que sus familiares no han podido dar sepultura como ellos quisieran. El segundo es el uso de dos temas musicales durante la película, que no son de géneros a los que no se ha acercado antes en sus películas. Estos temas son la versión de estilo blues que hizo Janis Joplin en 1968 (de aquí viene el nombre del personaje de Penélope) del clásico de Gershwin "Summertime" y la versión que crearon Cannonball Adderley y Miles Davis en 1958 del tema francés "Autum leaves" y que, en mi opinión, es uno de los mejores temas de jazz de la historia.

El cine español, de la mano de Pedro Almodóvar vuelve a dar una lección de calidad, de sensibilidad artística y temática, de profesionalidad en todos los ámbitos que rodean a una película y de madurez. Madurez creativa de su director, el cual ha conseguido llegar a un nivel en su profesión, al alcance de muy muy pocos en el mundo. Disfrutemos de ello, algún día lo echaremos muchísimo de menos y nos daremos cuenta de lo afortunados que fuimos.

Gabriel Menéndez Piñera
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8
2 de octubre de 2021
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia y evolución de E.T.A. es harto complicada, a pesar de que muchos se empeñen en simplificarla en su propio beneficio. La directora vasca Icíar Bollain nos presenta, la que quizás es la mejor película sobre los atentados perpetrados por la banda terrorista ya que, sin pretender justificarlos en ningún momento, nos muestra un punto de vista muy humano de los ejecutores, así como de las consecuencias emocionales que sufrieron los familiares directos de las víctimas.

Maixabel (Blanca Portillo) pierde a su marido Juan María Jaúregui, en un atentado de E.T.A. en el año 2000. Como forma de auxiliar a las personas que han pasado lo mismo que ella, al año siguiente se convierte en la directora de Atención de víctimas del terrorismo. En 2011 recibe la petición de parte de uno de los ejecutores de su marido, de entrevistarse con ella para pedirle perdón. Poco después será otro de los asesinos (Luis Tosar) el que necesite hablar con ella, como única forma de frenar los remordimientos que le asaltan cada día.

Lo primero que hay que decir sobre "Maixabel" es que es una película que trata temas muy serios, y los trata de manera muy severa a su vez. No hay ni un sólo momento de relajación en un film que, es tan veraz y posee tanta verdad en su interior, que a veces parece un documental, más que la representación de un drama basado en hechos reales. El film habla sobre varias vidas destrozadas por un mismo hecho, tanto las de los que lo perpetraron, como las de los que lo sufrieron y yo creo que ese es uno de sus principales valores. Ser capaz de ser ecuánime en el sufrimiento de unos y otros es muy complicado, pero Icíar Bollain consigue moverse en ese fino alambre de manera resuelta y con momentos de delicada belleza dramática.

La película planta sus cimientos en un guión rocoso escrito a cuatro manos por la directora, junto a Isa Campo y que contaron con la inestimable ventaja de poder hablar largo y tendido con los dos protagonistas principales de la historia, hecho que no le resta méritos a su excelente trabajo. Dicho guión se muestra con un talante descriptivo en la primera mitad, para a partir de entonces, cuajar en las sensaciones y pensamientos de los protagonistas y su manera de afrontarlos.

Sirven de apoyo fundamental a lo dicho en el párrafo anterior, las actuaciones del elenco protagonista. Superlativo es la palabra que mejor define la labor, tanto de Blanca Portillo, como de Luis Tosar, en unos papeles complejos por la fuerza tremenda de las personalidades que representan en la pantalla. Así mismo no me quiero olvidar de la labor de María Cerezuela, en el papel de María la hija de Maixabel, la cual expresa a la perfección el contrapunto a la fortaleza emocional de su madre tras el atentado, en el que perdieron a su padre y marido respectivamente. También es destacada la actuación de Urko Olazabal en el papel de Luis, otro de los etarras que acabaron con la vida de Juan María Jaurregui.

Icíar Bollain consigue en éste, su décimo largometraje, crear una obra plena de tensión y dramatismo, con largas escenas repletas de diálogos, captando igualmente la atención del espectador en todo momento. Para ello crea un lenguaje visual sencillo, pero poderoso. Con una luz tenue, casi plomiza, que parece un peso más en los hombros de los protagonistas, atrapados por unos hechos que les cambiaron la vida para siempre.

Hay varios momentos grandiosos durante el metraje, pero hay dos que considero necesario remarcar. El primero es el trayecto en coche que realiza Etxezarreta por un pasaje de auténtico terror, es decir, los escenarios reales de diversos atentados perpetrados por E.T.A. acompañado del sonido de los disparos o explosiones realizados en ellos. El segundo es el encuentro entre Maixabel y Etxezarreta, en el que un largo monólogo por parte de este último consigue ponerte el corazón en un puño, a pesar de conocer el espectador las barbaridades que cometió este personaje tiempo atrás.

En definitiva, "Maixabel" es una gran película por varias razones, unas son artísticas, otras son educativas, pero las más importantes consisten en mostrar que es posible perdonar (e incluso entender) a quien te ha hecho muchísimo daño, algo que en este país mucha gente no es capaz de creer posible y que, a día de hoy, es muy necesario.

Gabriel Menéndez Piñera
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7
28 de septiembre de 2021
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
A sus 91 años Clint Eastwood se vuelve a poner delante y detrás de la cámara, para traernos la que seguramente será su última película como actor. "Cry macho" decepcionará a los que busquen en esta película rastros del Eastwood violento de "Sin Perdón" ("Unforgiven", 1992), o el Eastwood cínico de "Gran Torino" (2008), ya que en este caso el ex-alcalde de Carmel nos trae su visión más amable de la vida, en una cinta para toda la familia la cual, sin embargo, funciona gracias, entre otras cosas, al talento narrativo de Eastwood como director.

Mike Milo (Clint Eastwood) es un antiguo vaquero de rodeo que, desde hace muchos años, se gana la vida como entrenador de caballos. Un día, su antiguo jefe le pide un favor muy especial, ir a México a buscar a su hijo de 13 años y sacarlo de las garras de su disoluta madre. Cómo suele pasar en este tipo de películas, las cosas ni son como parecen, ni saldrán como estaban previstas.

Vuelve Eastwood a territorio de sobra conocido en cuanto a temática y personajes principales. Mike Milo se suma a la larguísima lista de protagonistas de sus películas, con características comunes. Es decir, perdedores con un talento único para una especialidad determinada, en este caso la doma de caballos salvajes. Así mismo, la familia en sus múltiples variantes vuelve a ser el tema principal de una de sus películas. De nuevo, al igual que sucedía en "Million dollar baby" (2004), o "Gran Torino" (2008), la mejor familia (casi la única) es la que te encuentras por el camino.

Si hay algo que llama la atención en esta historia crepuscular es la habilidad de Clint Eastwood como director, a sus 91 años cumplidos. La calidad narrativa del film, así como la excelente puesta en escena, eclipsan todos sus defectos (que los hay), de tal manera que un espectador atento puede disfrutar de toda una lección de clasicismo cinematográfico, algo casi imposible de disfrutar a día de hoy en una pantalla de cine de estreno.

Es sin duda "Cry macho" una película de otra época, un producto que no se parece en nada a lo que se nos manufactura desde la actual fábrica de sueños, si no que se asemeja a aquellas películas que realizaban, con mayor o menor acierto, a mediados del pasado siglo. Los buenos son muy buenos y los malos quieren serlo, pero se quedan en meras caricaturas. Es tan blanca la historia, que hay más violencia en un episodio de "Autopista hacia el cielo" ("Highway to heaven") que en esta película.

Pero el mayor defecto no es la candidez del guión de Nick Shenk, basado en la novela de N. Richard Nash, y cuyos diálogos parecen sacados de una comedia de situación de la televisión de americana de los años 50. Lo peor del film es la actuación de la mayoría del reparto que acompaña a Mr. Eastwood en la pantalla y que lastran en cierta medida la valoración general. Interpretaciones mediocres, cuya cabeza más visible recae en el personaje de Rafo, el niño al que Milo tiene que ir a buscar, interpretado por Eduardo Minett.

Dejando aparte estas imperfecciones, "Cry macho" es muy disfrutable para todo aquel espectador acostumbrado a ver cine clásico y que no busca emociones fuertes, ni montajes a velocidad supersónica. Al igual que la comida casera, hay que saborearla despacio, sin prisa, dejando que se introduzca en tu cerebro y te deje con una sonrisa en la boca y en el corazón.

Quizás sea la última vez que veamos a Clint Eastwood en una pantalla de cine (y ya sólo eso es razón suficiente para acercarse a esta película) y tanto la última toma, como el tono crepuscular del principio, no hacen más que confirmarme esta sensación. Pero "Cry macho" es bastante más que eso, es emoción, es mostrarnos la felicidad en las cosas sencillas, es nostalgia por un mundo analógico que ya no va a volver, es una película de Clint Eastwood.

Gabriel Menéndez Piñera
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