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La forma del agua

Fantástico. Drama. Romance. Thriller En un inquietante laboratorio de alta seguridad, durante la Guerra Fría, se produce una conexión insólita entre dos mundos aparentemente alejados. La vida de la solitaria Elisa (Sally Hawkins), que trabaja como limpiadora en el laboratorio, cambia por completo cuando descubre un experimento clasificado como secreto: un hombre anfibio (Doug Jones) que se encuentra ahí recluido. (FILMAFFINITY)
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Críticas 481
Críticas ordenadas por utilidad
19 de febrero de 2018
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La forma del agua

"Muchos de nosotros tenemos ideas fijas y el cuento de hadas es un antídoto, una forma de llegar a las emociones. Quería que la película fuera precisamente emociones e imágenes, más que palabras." Guillermo del Toro

No cabe duda, la esfera en la que se desenvuelve Guillermo del Toro no se circunscribe al mundo real sino a un universo que le es muy propio y al que se aferra con la misma tenacidad que un niño a su juguete. Y es que el mexicano no es sino un niño grande que como ya lo hiciera con "El laberinto del fauno" ha vuelto a filmar una película muy arriesgada que se enmarca dentro de su mágico, íntimo y personal cosmos alejado, tal vez, de un sector del público que no le perdonará, probablemente, ciertas libertades. Pero ¿qué hubiera sido de las tragedias griegas, de las dramáticas piezas operísticas o del emocionante cine de aventuras sin el inefable subterfugio del "Deus ex machina", puesto en práctica por los clásicos helenos? Y es que el cine es ante todo un espectáculo visual creado para divertir, reír, llorar, enamorar, soñar, acelerar los latidos de nuestro corazón y despertar todo tipo de sentimientos. Para ello, puede y debe facultarse establecer sus propios códigos y romper, cuando así convenga, con los cánones tradicionalmente establecidos.
Las licencias, y no son pocas, que del Toro se permite en su fantástica e hipnótica fábula "La forma del agua" por la imperiosa necesidad de encajar todas y cada una de las piezas del guion, no empañan en absoluto, al menos para este cronista, la magia, ternura y sensibilidad que se manifiestan en esta maravillosa película. Sus protagonistas son seres desvalidos, marginados de una sociedad que no perdona ciertas limitaciones, perdedores condenados a las sentinas de una embarcación cuyos timoneles no descienden jamás a sus húmedas y sombrías estancias. Seres, sin embargo, capaces de esconder en su interior valiosos tesoros como la compasión, ternura, amistad, una inmensa capacidad de amar y el coraje de no rendirse nunca a pesar de la adversidad de sus circunstancias.
Existen, además, en "La forma del agua" grandes dosis de emoción, intriga y arrolladora fuerza narrativa como para mantenerte despierto y en continuo estado de alerta. Me sobrecoge y atrapa -magistralmente interpretada por Sally Hawkins- la listísima y avispada Elisa, toda ella corazón y dulzura, una mujer supendida en la más degradante soledad, que luchará hasta las últimas consecuencias por salvar a su extraña e inquietante criatura.
A través de una fotografía de tonos sobrios, oscuros y una ambientación excepcional, Guillermo nos transporta a un recóndito y sórdido laboratorio subterráneo a principios de los 60 en plena guerra fría en algún lugar de la ciudad de Baltimore. Y los prodigiosos arreglos del francés Alexandre Desplat, reconocido como uno de los diez mejores compositores de cine en el mundo, ponen la guinda a este exquisito manjar. Canciones, tan nostálgicas y deliciosamente melódicas como "You'll never, know", "Pretty baby", "Hello, Frisco, hello" o "The wide Missouri", sazonan con encomiable acierto y buen gusto cada secuencia de la película.
A mí, qué quieren que les diga, me ha gustado muchísimo este último y fascinante trabajo de Guillermo del Toro y me atrevería a asegurar, aún a riesgo de decepcionar a un numeroso y respetable auditorio, que es ésta, y con mucho, su mejor y más brillante realización.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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22 de febrero de 2018
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La forma del agua es un cuento, pero de esos que se les cuenta a los niños para que se duerman, con suerte no llegas al final y el peque ya está soñando con los angelitos (Ojo, no recomendado para niños hiperactivos).

Quizás lo mejor del film es que no es una película claramente infantil ni tampoco destinada a público adulto; y bueno, el mensaje también es bonito, yo creo en el concepto “interser” de Thich Nhat Hanh y en el amor; me gusta el cine fantástico y Guillermo del Toro, pero esta vez no me ha convencido, ni frío ni calor (algún bostezo sí), la Pareja no me convence, no he empatizado con ellos ni con su historia de amor y eso que iba predispuesto a ello, ¿por qué?, pues por lo que decía antes…

El guión es flojito/malo, técnicamente tampoco tiene nada especialmente destacable.

¿De qué va?, ah!, es verdad, que no lo he dicho….pues Amelie no tiene novio, ha cultivado gusto por los “pequeños placeres”, trabaja en un laboratorio de alta seguridad, donde la seguridad es lo de menos, allí conoce a un “ser especial” y conectan de inmediato, ella más que él, típica pareja…ella está dispuesta a todo por su relación y….bueno, mejor vas y la ves…ah que se me olvidada, ella es muda.
RAFA76
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23 de febrero de 2018
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salgo cabreado de ver esta película. Cabreado no solo porque la película se va haciendo insoportable y antipática conforme avanza sino porque como buen cinéfilo ya de entrada voy vendido ante cualquier propuesta donde la fantasía se mezcle con la realidad. Soy de los que le entra un escalofrío cuando Tom Baxter de los Baxter de Chicago sale de la pantalla tras dirigirse a la atribulada Cecilia; lloro cuando los niños de La Noche del Cazador se lanzan al río huyendo del malvado padrastro reverendo o me emocionó mucho El laberinto del fauno, donde la ficción y fantasía se metía en la realidad. Esa es la clave, cuando la fantasía se mete en la realidad, esta, la realidad debe ser muy fuerte, estar muy bien armada como realidad para que contraste. Ocurría en Pennies from Heaven de Ross, por ejemplo. 'El show de Truman" es una gran fantasía empapada de realidad pero esta historieta es una historia fantástica rodeada de irrealidad que llega a ser irritante.

¿Qué pasa con esta película? Que todo menos su protagonista es de cartón piedra, los personajes 'secundarios', los bonitos y cuidados decorados, los peinados y hasta el argumento de diseño, rígido hasta la parálisis. ¿Es que cada escena tiene que servir para explicar los niveles de lectura de la historia, del argumento? Es un error de principiante.

¿Que tiene un par de escenas bonitas, líricas? No la salva, desde luego.

El cargante 'malo' de opereta aparece hasta la saciedad, mejor dicho, hasta la irritanción, sin que aún haya sabido por qué, porque se supone que ésta no era una película para niños de los 80 sino para adultos del 2018. Otros personajes están ahí puestos para remedar un guión estirado hasta la desesperación.

BIen, decir que antes de ir a ver este producto deleznable, había leído algunas críticas malas. No les había dado mucho crédito; es más me servían por el contrario para que me 'sorprendiera' positivamente la película de Del Toro. Pedir mis disculpas, la mayoría atinan, dan en el blanco. Prefiero mil veces La Bella y la Bestia, King Kong, Splash, E.T o Eduardo Manostijeras que este producto engendro y con engendro ha hecho Del Toro.

Y como una mancha de mora se quita con otra, esta mala leche que me ha provocado el lagartito Juancho la quitaré con otra cinta de estreno que solo por el trailer intuyo que supura mala leche: Tonya, cuya actriz secundaria tiene pinta de llevarse el Oscar.
Señor Matuschek
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24 de febrero de 2018
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca he sido muy fan de Del Toro. A decir verdad, casi ninguna película suya, a excepción de la maravillosa 'El Laberinto del Fauno', me ha gustado de verdad. Son entretenidas, sí. Son imaginativas, también. Pero no dejan de ser obras menores. Al menos, esa es mi percepción. Sin embargo, siempre he admirado la capacidad del director mexicano para transportar a la pantalla mundos que él sólo es capaz de imaginar a través de un filtro de realidad que raramente se ve en el cine. Por ejemplo, en 'El Laberinto del Fauno' las "aventuras" mágicas de Ofelia se entremezclan con un contexto franquista en el cual la violencia explícita está a la orden del día, y eso es algo que no se ve todos los días.

¿Por qué, entonces, me parece que 'La Forma del Agua' es una obra maestra? Simple: porque mezcla estos dos enseres (imaginación y fantasía desbordante y cruda realidad) a la perfección, dando lugar al film más redondo del director.

La película, en su esencia, no deja de ser un cuento. Porque todo el envoltorio que rodea la trama principal es simplemente una vía para hilvanar una historia de amor entre dos seres incomprendidos que, al encontrarse, se complementan a la perfección. Es, por tanto, un film que trata el amor en su esencia más pura, y lo hace de una forma magistral.

Cuando escribo una crítica no me gusta pararme a hablar de las actuaciones, o de la música, o de la fotografía, porque es algo muy personal que puede gustarte o no, y que creo elementos menores a comentar. Sin embargo, no puedo dejar pasar la oportunidad de hablar de la maravillosa banda sonora compuesta por Alexandre Desplat, la cual es sencillamente increíble. Debe ganar, sí o sí, el Óscar, el cual supondría la segunda estatuilla para el compositor francés.

Tampoco puedo, más por justicia poética que por otra cosa, dejar de hablar de la increíble actuación de Sally Hawkins. Aunque mi favorita de este año siga siendo Meryl Streep por su papel en 'The Post', la actuación de Hawkins, contenida a la par que adorable, es digna de admiración. Como transmite con los gestos, con la mirada, como antaño hacían los actores de cine mudo es realmente cautivador y creo que no está teniendo el mérito y el reconocimiento que debería en favor (para gustos colores, obviamente) de Frances McDormand.

Mucha gente ha opinado negativamente acerca de la película calificándola de "una copia de La Bella y la Bestia". También se ha dicho que, si te ciñes a la realidad, lo que se cuenta es sencillamente imposible. Estoy de acuerdo con las dos afirmaciones. Sin embargo, hay algo llamado emoción; dejarse llevar. Como ocurría con 'Interstellar', si te dejas llevar, te parecerá una gran película. Si cuestionas todo lo que se te presenta, no. Y aquí sucede lo mismo. ¿Una historia de amor entre un humano y un ser anfibio? Que chorrada. Bueno. Cada cual que piense lo que quiera. Yo tengo claro mi posición respecto a 'La Forma del Agua': es una obra maestra. Ojalá, y lo digo en serio, arrase este año en los Oscar.

Justicia poética.
daniel24394
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25 de febrero de 2018
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elisa (la exquisita Sally Hawkins), la princesa sin voz, como la llama el narrador de la película, es una muchacha muda que vive sola en un departamento ubicado arriba de un cine poco frecuentado. Su vecino, Giles (un encantador Richard Jenkins, quizás el más sólido del reparto), que también hace de narrador, es un hombre solitario, un alcohólico recuperado que intenta seguir trabajando de lo que sabe hacer: pintar publicidades en una época donde comienza a terciar la fotografía. Entre los dos hay una amistad fuerte e incondicional que se pondrá a prueba a través del film.

Elisa trabaja como empleada de limpieza en un laboratorio de alta seguridad en plena Guerra Fría. Allí tiene otra amiga, Zelda (Octavia Spencer), que habla por todo lo que no habla ella y que, por su color de piel, también, a veces, es tratada como diferente.

Los días de Elisa se parecen todos entre sí, aunque eso no sea precisamente malo. Encuentra sus momentos, comparte otros con su vecino viendo películas clásicas o acompañándolo al local de pasteles al que él quiere ir sólo con la intención de poder conquistar a un muchacho que allí trabaja, y llega a su lugar de trabajo algo tarde pero siempre logra fichar a horario gracias a Zelda. Todo esto lo hace con una sonrisa y, a veces, con pasos de baile.

Cuando al laboratorio arriba una extraña criatura (encarnada por Doug Jones), mitad pez y mitad humana, las cosas comienzan a revolucionarse. Con ella aparece Strickland (Michael Shannon, gran compositor de malvados), sádico y encargado de proteger (es decir, conservar) a este extraño ser. Además de las situaciones que genera en el laboratorio, provoca algo en la propia Elisa que lo ve encerrado y se compadece. Es la única que logra comunicarse con él, porque es la única que lo intenta. Con paciencia comienza a acercarse hasta ganarse su confianza.

Hasta que las cosas se ponen cada vez peor para esta asustada criatura, acá encerrada y maltratada constantemente, que supo ser venerada como un Dios en el lugar de donde proviene. Elisa no puede soportar dejarlo ahí y planea escaparse con él. Pero este romance no parecer estar destinado a ser, especialmente con el perverso Strickland detrás.

La trama, que podría sonar entre absurda y bizarra, está construida con una sensibilidad y belleza únicas, algo parecido a un largo sueño. Guillermo del Toro es un gran creador de monstruos humanos, monstruos no como algo malvado y temeroso, sino como algo distinto. Y a lo distinto es a lo que a veces se le tiene tanto miedo. Y en esa idea de rechazar lo diferente podrían caer también Giles por su homosexualidad o Zelda por su color de piel.

La forma del agua desprende tanto amor por el cine como por sus personajes. A excepción de Strickland -a quien parece intentar querer pero él se lo hace imposible (no obstante, sí se encarga de mostrarnos cómo y por qué el personaje es así)-, cada uno de los principales y secundarios están tratados con mucho cariño y cuidado. Acá también logra resaltar Michael Stuhlbarg en el papel del científico que esconde otro secreto. Algo no siempre sencillo de lograr: hay una gran construcción de todos los personajes, cada uno tiene su dimensión, ninguno queda desdibujado.

La película está escrita junto a Vanessa Taylor, mayormente guionista de series, pero la historia es del propio director. Y de eso no quedan dudas. No sólo por ese monstruo con alma, esa criatura incomprendida y marginada, sino porque en el personaje de la propia Elisa se pueden ver atisbos de otros personajes femeninos que ha sabido retratar en sus películas anteriores. Todas conforman un universo sólido y propio.

Como era de esperar la dirección de arte es otro de los puntos fuertes. Guillermo del Toro sabe estar en cada detalle y son aquellos los que le terminan de brindar el tono de cuento a la película. Un cuento no apto para niños, con momentos inclusos de violencia que impresionan pero son necesarios para comprender lo que se quiere narrar.

En conclusión:
La forma del agua es una poética fábula romántica, con algo de erotismo, sobre dos seres que se entienden sin necesidad de pronunciar palabras. Una película con el sello de Guillermo del Toro. Una historia simple que no busca ser más que eso. Bien contada y realizada y con el inconfundible sello del director, quizás algo más optimista y edulcorada que mucho de sus trabajos anteriores.

Escrita para visiondelcine.com
enjoyjessica
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