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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
8
Fantástico. Drama. Romance. Thriller En un inquietante laboratorio de alta seguridad, durante la Guerra Fría, se produce una conexión insólita entre dos mundos aparentemente alejados. La vida de la solitaria Elisa (Sally Hawkins), que trabaja como limpiadora en el laboratorio, cambia por completo cuando descubre un experimento clasificado como secreto: un hombre anfibio (Doug Jones) que se encuentra ahí recluido. (FILMAFFINITY)
19 de febrero de 2018
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La forma del agua

"Muchos de nosotros tenemos ideas fijas y el cuento de hadas es un antídoto, una forma de llegar a las emociones. Quería que la película fuera precisamente emociones e imágenes, más que palabras." Guillermo del Toro

No cabe duda, la esfera en la que se desenvuelve Guillermo del Toro no se circunscribe al mundo real sino a un universo que le es muy propio y al que se aferra con la misma tenacidad que un niño a su juguete. Y es que el mexicano no es sino un niño grande que como ya lo hiciera con "El laberinto del fauno" ha vuelto a filmar una película muy arriesgada que se enmarca dentro de su mágico, íntimo y personal cosmos alejado, tal vez, de un sector del público que no le perdonará, probablemente, ciertas libertades. Pero ¿qué hubiera sido de las tragedias griegas, de las dramáticas piezas operísticas o del emocionante cine de aventuras sin el inefable subterfugio del "Deus ex machina", puesto en práctica por los clásicos helenos? Y es que el cine es ante todo un espectáculo visual creado para divertir, reír, llorar, enamorar, soñar, acelerar los latidos de nuestro corazón y despertar todo tipo de sentimientos. Para ello, puede y debe facultarse establecer sus propios códigos y romper, cuando así convenga, con los cánones tradicionalmente establecidos.
Las licencias, y no son pocas, que del Toro se permite en su fantástica e hipnótica fábula "La forma del agua" por la imperiosa necesidad de encajar todas y cada una de las piezas del guion, no empañan en absoluto, al menos para este cronista, la magia, ternura y sensibilidad que se manifiestan en esta maravillosa película. Sus protagonistas son seres desvalidos, marginados de una sociedad que no perdona ciertas limitaciones, perdedores condenados a las sentinas de una embarcación cuyos timoneles no descienden jamás a sus húmedas y sombrías estancias. Seres, sin embargo, capaces de esconder en su interior valiosos tesoros como la compasión, ternura, amistad, una inmensa capacidad de amar y el coraje de no rendirse nunca a pesar de la adversidad de sus circunstancias.
Existen, además, en "La forma del agua" grandes dosis de emoción, intriga y arrolladora fuerza narrativa como para mantenerte despierto y en continuo estado de alerta. Me sobrecoge y atrapa -magistralmente interpretada por Sally Hawkins- la listísima y avispada Elisa, toda ella corazón y dulzura, una mujer supendida en la más degradante soledad, que luchará hasta las últimas consecuencias por salvar a su extraña e inquietante criatura.
A través de una fotografía de tonos sobrios, oscuros y una ambientación excepcional, Guillermo nos transporta a un recóndito y sórdido laboratorio subterráneo a principios de los 60 en plena guerra fría en algún lugar de la ciudad de Baltimore. Y los prodigiosos arreglos del francés Alexandre Desplat, reconocido como uno de los diez mejores compositores de cine en el mundo, ponen la guinda a este exquisito manjar. Canciones, tan nostálgicas y deliciosamente melódicas como "You'll never, know", "Pretty baby", "Hello, Frisco, hello" o "The wide Missouri", sazonan con encomiable acierto y buen gusto cada secuencia de la película.
A mí, qué quieren que les diga, me ha gustado muchísimo este último y fascinante trabajo de Guillermo del Toro y me atrevería a asegurar, aún a riesgo de decepcionar a un numeroso y respetable auditorio, que es ésta, y con mucho, su mejor y más brillante realización.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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