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Herida abierta

Acción. Thriller Orin Boyd es un agente de Detroit al que no le gusta seguir las reglas. Tras salvar al vicepresidente de los Estados Unidos -violando todas las órdenes recibidas-, es enviado a una de las más conflictivas comisarías de la ciudad. Allí pronto se encontrará con una serie de policías corruptos implicados en una red de venta de heroína. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
23 de junio de 2017
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Corrupción policial, ¿en quién se puede confiar?, ¿quien es el traidor?, ¿cuántos se habrán mantenido honrados y cuántos se habrán dejado embaucar por su ambición?
Todas estas preguntas pueden derivar en una trama de lo más intrigante, llena de preguntas y sorpresas...

...como las ya vistas en "Asuntos Sucios", "La Noche cae sobre Manhattan" o "Infernal Affairs", por poner algunos ejemplos; sin duda un buen argumento si se saben aprovechar al máximo sus recursos...pero a menudo éstos no se aprovechan debidamente y de resultado tenemos una película como la que nos ocupa. Había empezado el nuevo siglo y mientras un puñado de nuevas estrellas irrumpían en el panorama del cine de acción las viejas aguantaban el tipo como podían...hacía tiempo que no se veía por ninguna parte a Steven Seagal.
Tras pasar con más pena que gloria por mitad de los '90 a raíz del fracaso de su debut a la dirección, "En Tierra Peligrosa", el actor llegó a protagonizar sus primeros films para el mercado del vídeo, al que poco después se acostumbraría; todo indicaba que su carrera había tocado fondo. No obstante, el mítico productor (de pésimas ideas) Joel Silver le resucitaría para un proyecto que significaría su "comeback" a lo más alto de la taquilla. Se trataba de la adaptación de la novela "Exit Wounds”, escrita por John Westermann, quien se basó en sus experiencias personales como policía.

Pero Silver tenía su propia visión de cómo trasladar el texto a la gran pantalla, por ello contó con la presencia de Anthony Anderson, el rapero de pasado (y presente) criminal Earl Simmons, conocido como "DMX", y el director de fotografía reciclado en cineasta Andrzej Bartkowiak, todo ello con la intención de capitalizar el éxito de "Romeo debe Morir", donde ya se reunieron los anteriores. "Herida Abierta" se refleja así como la consecuencia de la buena recaudación obtenida por aquella más que otro mero vehículo de lucimiento para el maestro del aikido.
La historia, precedida de un emocionante prólogo (lo mejor de toda la película) que deja patente la buena forma en que se mantiene Seagal pese a la edad y el aumento de peso, nos presenta a Orin Boyd, policía solitario, duro y regañado siempre por sus jefes que tras salvar al vicepresidente es condecorado con un traslado a la peor comisaría de Detroit, donde se verá atrapado en un escenario violento, salvaje, por encima del cual planean las sombras de la corrupción y en el que tendrá que soportar las exigencias de su jefa Mulcahy, hasta que conozca a Latrell Walker, un traficante de droga que hace tratos con la policía.

Pese a algunos momentos innecesarios que rebasan la delgada línea entre la comedia y la estupidez (como lo de la terapia de grupo), el film parece mantenerse decentemente apoyado en su intriga y sus buenas peleas, hasta que al cuarto de hora entra en escena "DMX" acompañado de un insufrible "hip-hop" y poco después de Anderson (que casi me hace echar la bilis con su actuación)...y todo se viene abajo. Se diría que Westermann no concibió así su novela, donde la duda, la constante conspiración y la incógnita que ocultan las difusas identidades, puras máscaras de artificio y engaño materializadas en esas placas de policía en la que se escudan tanto buenos como malos, son su motor esencial de principio a fin.
Un argumento que encajaría a la perfección con el estilo agrio y desmitificador de las novelas "pulp" de Westlake, de cineastas clásicos como Siegel, Lumet o Michael Winner (o de los títulos que Seagal protagonizó al inicio de su carrera), pero que queda reducido a cenizas por el empeño de Silver de seguir la línea de "Romeo debe Morir", inundando el film de una atmósfera "hip-hopera" que parece heredada de "A todo Gas" (reforzado por la presencia de Eva Mendes) y una simpática comedia transformada de un momento a otro casi en "buddy movie" (cuando Boyd forma pareja con George) cuya intensidad aumenta hasta alcanzar una absurdez incomprensible y una historia que desvela sus misterios de forma torpe y precipitada, incluyendo los modernos avances informáticos del nuevo siglo.

Una vez más en la industria hollywoodiense la vena comercial termina por asfixiar un producto con muchas posibilidades. Pero el colmo, aun demostrando Bartkowiak un talento innato para las secuencias de acción, es la poca veracidad y realismo de las peleas coreografiadas por el chino Dion Lam, unas peleas fantásticas llenas de piruetas y cabriolas; pareciera enteramente que estamos viendo un film de kung fu más propio de Jet Li o Jackie Chan que de Seagal, quien no deja de flotar en el aire y saltar como nunca; entre tanto, éste se muestra más simpático que otras veces, más dado al humor e incluso a la autoparodia (ojo a cuando destroza la silla o aparece de guardia de tráfico).
Y es que Silver no le dejó a sus anchas en esta ocasión, obligándole a cortarse su distintiva coleta y sin permitirle intervenir en el guión o en el montaje, como ya había hecho antes, pero aquél lo aceptaría sin rechistar (su urgencia de éxito era inmediata). A éste le siguen los patéticos Anderson y Tom Arnold (cuyos personajes, además de competir con su idiotez, ahorran muchos quebraderos de cabeza a la trama), unos correctos Isaiah Washington, Michael J. White y el mítico Bill Duke y las inexpresivas Jill Hennessy y Mendes, doblada (se consideró que su voz no era lo suficientemente inteligente) y sin ni siquiera aprovechar su atractivo físico, lo único que tiene a su favor.

Con todos sus fallos, "Herida Abierta" arrasó en taquilla, recaudando el doble de su presupuesto sólo en EE.UU.. Bartkowiak repetiría la exitosa fórmula en "Nacer para Morir" y Seagal lo intentaría, en vano, con "Al Filo de la Muerte". Aún resucitando brevemente, la carrera del maestro del aikido ya estaría condenada para toda la eternidad.
Sólo se salvan los siete minutos del prólogo y el que es el mejor diálogo del film: -Siempre he dicho que las mujeres conducís mal. -¡Estoy de acuerdo!
Chris Jiménez
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20 de agosto de 2020
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Corría el año 2001. La carrera del antaño héroe de acción Steven Seagal estaba más muerta que el pollo frito (lo de ahora es indescriptible...). Sin embargo, una cinta de acción de bajo presupuesto amparada por el popular productor Joel Silver y con un director que salía de otro éxito del mismo género (la olvidada Romeo debe morir, que si te dejabas los prejuicios en casa, se podía disfrutar sin demasiadas complicaciones), ofreció algo de luz al final del túnel, es decir, a la filmografía del bueno de Steven.

A pesar de ser número uno en la taquilla USA, todo fue un espejismo, siendo seguramente la última película decente del especialista en artes marciales. Y con decente no quiero decir buena. Nunca he sido un gran fan del actor (siempre me he decantado por otros compañeros de profesión como Willis, Schwarzenegger o Van Damme), pero en aquel año me decidí a visionar este producto en cines, y la verdad es que guardaba un grato recuerdo.

Después de algún revisionado posterior, he sentido la curiosidad de volver a ver esta peculiar cinta de acción, con la única intención de pasar un rato ameno y sin muchas complicaciones. No es ningún secreto que me he vuelto mucho más exigente con los años (como le sucede a todo cinéfilo que se precie), por lo que debo admitir que en esta ocasión le he visto las costuras a la película pero de forma alarmante. Pero vayamos por partes.

El director de la cinta es Andrzej Bartkowiak, director de fotografía que debutó con Romeo debe morir y que también ofreció otros productos similares como la también entretenida (pero poco más) Nacer para morir (también con Jet Li y DMX), y cuya carrera se fue al garete por culpa de los videojuegos. Y no, no es que fuese un adicto a los mismos y aparcase su labor tras las cámaras, más bien fue debido a que es el responsable de dos bodrios monstruosos como la infame Doom (que tenia alguna escena interesante pero desaprovechaba a un actor de la talla de Dwayne Johnson) o Street Fighter: La leyenda de Chun-Li (de la que todavía me estoy recuperando y que hizo buena al "clásico" de Van Damme). Después de esos dos descalabros (en todos los sentidos), su carrera se fue a pique. 

Y es una pena, porque considero que como director de cine de acción cumplía, con escenas más que interesantes (sólo hace falta ver los tráilers de las películas con Li para darse cuenta) y donde ofrece, en el film que nos ocupa, una labor tras las cámaras más que correcta y con instantes dignos de mención, sobre todo en lo que se refiere a las persecuciones. 

Lamentablemente, el guion (adaptación de una novela, que ya me dirás que habrán hecho con la obra original para que salga esto...) no está a la altura de su buen hacer, ya que estamos ante un libreto confuso, caótico y repleto de personajes (donde sobran la mitad), convirtiendo a sus dos protagonistas (Seagal y DMX, para más pistas) en meros secundarios de su propia película, siendo un cóctel de difícil digestión con una trama que se cree mejor de lo que realmente es (pretende sorprender, y es más predecible que las cuatro a las tres y media), y donde se echa en falta mucha más acción, ya que se abusa de demasiado diálogo banal, así como de escenas metidas con calzador que no aportan absolutamente nada (como la charla en el bar).

Es una pena, porque la cinta tiene un arranque estupendo, con veinte minutos que parecen herederos del mejor cine de acción de los 90 (protagonista indomable, broncas de los jefes, frases lapidarias... delicioso), hasta que comienzan a aparecer infinidad de personajes que no nos importan nada y que dejan la sensación de que los dos guionistas (sí, dos) no tenían muy claras las cosas, en una historia de corrupción más que vista y donde hay instantes rescatables pero que tampoco son lo suficientemente logrados como para recomendar el visionado de esta fallida propuesta.

En cuanto al reparto, hay multitud de rostros reconocibles por el gran público, algunos de ellos con demasiado talento como para aparecer en un producto de estas características, todo sea dicho. Seagal es obsequiado con un caramelito de personaje, y se nota un esfuerzo por intentar actuar por fin, pero lo dejaremos en eso, un intento. También tenemos al rapero DMX (dónde estará Ice Cube cuando se le necesita...) que transmite lo mismo que un ladrillo, supongo que con la intención de estar a la par y no eclipsar a su compañero Seagal. Misión cumplida, porque ya os digo yo que no fue nominado a los Oscars de ese año. Me parece que alguien no le explicó bien su función...

Y ojo, que no hay un alivio cómico, sino dos, uno que no es tan gracioso como se pretende (un Anthony Anderson haciendo el mismo papel de siempre, aunque nada que reprochar al respecto, ya que cumple como bufón en cada cosa que hace) y otro metido con calzador y como invitado especial (un Tom Arnold desplegando los histrionismos de siempre). Ambos no se encuentran hasta el final del film (espero no haberos estropeado la película), y quizás, y sólo quizás, nos regalen el momento más divertido de la cinta en los créditos finales.

En conclusión, estamos ante una cinta de acción que ya todo el mundo había olvidado, pero a la que yo le tenía cariño, confirmándose, una vez más, que a veces es mejor guardar según que cosas en el recuerdo. Bien dirigida, mal interpretada (lo esperado viendo el póster) y con un guion que hace aguas por todos lados, si no te pones muy exigente quizás le encuentres la gracia al un vehículo para el lucimiento de un actor de cine de acción caído en desgracia y de un rapero que debería haberse quedado en el mundo de la música. Entretenida lo es, y quizás recomendable para los fans de Seagal, ya que viendo su filmografía seguramente estemos ante una de sus mejores películas. Y con eso os lo digo todo.

Más críticas: ocioworld.net
Javi McClane
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18 de septiembre de 2023
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Con ustedes otra de las grandes obras maestras del acartonado Steven Seagal, con la que nos deleitará con sus más puras y exquisitas dotes interpretativas en forma de soplamocos, cachetes, tapabocas y mamporros, esta vez destinados a policías corruptos, pandilleros robacoches y gorilas de discoteca. Ostias de colores en vivo y en directo y en auténtico estéreo, para todos y a cualquier hora, sin desengominarse ni despeinarse.

Ciertamente estamos ante una cinta algo superior a la media de las paridas por este señor, aunque solo sea por la plasticidad de algunas reyertas y el increíble volumen de algunos de los tipos a los que se cepilla con la simple ayuda de sus manos. Goza de cierto sentido argumental aun con los típicos clichés de este tipo de historias y hay pasajes en los que las bofetadas no llueven sin ton ni son, sino que más o menos se justifican para dar salida a la evolución de los acontecimientos. Se nota que el que ha dirigido esto no ha querido ciscarse en los espectadores y le ha puesto un cierto nivel de voluntad y de ganas para que la estética esté bien vestida y algo perfumada. No se usa un Eau de Parfum de 150 euros pero al menos no huele a cebolleta y panchitos. Se agradece este detalle de higiene por su parte.

Si buscas una peli de acción policiaca, simplona pero efectiva para ver violencia servida con aderezo, mucho músculo, drogas y cochazos, puede ser una buena elección. Aquí encontrarás al típico gordito chistosito adicto a la pasta y a la mala educación al que dan ganas de zurrar para que deje de decir memeces (de eso ya se encargará Seagal). Encontrarás al típico policía corrupto que parecía una cosa pero que ya sabías desde el minuto 1 que sería lo contrario. Encontrarás música a toda pastilla, violaciones de las normas de circulación y mucho tío de gimnasio. Vamos, que encontrarás lo que sabes que vas a encontrar. Sin sorpresas ni filigranas. Para vez comiendo una pizza barbacoa con los pies encima de la mesa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JulesVincent
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11 de mayo de 2024
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Muy buena música. Steven seagal con su cara de palo repartiendo llaves de aikido a diestro y siniestro. Resto de actores y trama muy entretenidas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charlie Firpo
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