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Voto de Chris Jiménez:
3
Acción. Thriller Orin Boyd es un agente de Detroit al que no le gusta seguir las reglas. Tras salvar al vicepresidente de los Estados Unidos -violando todas las órdenes recibidas-, es enviado a una de las más conflictivas comisarías de la ciudad. Allí pronto se encontrará con una serie de policías corruptos implicados en una red de venta de heroína. (FILMAFFINITY)
23 de junio de 2017
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Corrupción policial, ¿en quién se puede confiar?, ¿quien es el traidor?, ¿cuántos se habrán mantenido honrados y cuántos se habrán dejado embaucar por su ambición?
Todas estas preguntas pueden derivar en una trama de lo más intrigante, llena de preguntas y sorpresas...

...como las ya vistas en "Asuntos Sucios", "La Noche cae sobre Manhattan" o "Infernal Affairs", por poner algunos ejemplos; sin duda un buen argumento si se saben aprovechar al máximo sus recursos...pero a menudo éstos no se aprovechan debidamente y de resultado tenemos una película como la que nos ocupa. Había empezado el nuevo siglo y mientras un puñado de nuevas estrellas irrumpían en el panorama del cine de acción las viejas aguantaban el tipo como podían...hacía tiempo que no se veía por ninguna parte a Steven Seagal.
Tras pasar con más pena que gloria por mitad de los '90 a raíz del fracaso de su debut a la dirección, "En Tierra Peligrosa", el actor llegó a protagonizar sus primeros films para el mercado del vídeo, al que poco después se acostumbraría; todo indicaba que su carrera había tocado fondo. No obstante, el mítico productor (de pésimas ideas) Joel Silver le resucitaría para un proyecto que significaría su "comeback" a lo más alto de la taquilla. Se trataba de la adaptación de la novela "Exit Wounds”, escrita por John Westermann, quien se basó en sus experiencias personales como policía.

Pero Silver tenía su propia visión de cómo trasladar el texto a la gran pantalla, por ello contó con la presencia de Anthony Anderson, el rapero de pasado (y presente) criminal Earl Simmons, conocido como "DMX", y el director de fotografía reciclado en cineasta Andrzej Bartkowiak, todo ello con la intención de capitalizar el éxito de "Romeo debe Morir", donde ya se reunieron los anteriores. "Herida Abierta" se refleja así como la consecuencia de la buena recaudación obtenida por aquella más que otro mero vehículo de lucimiento para el maestro del aikido.
La historia, precedida de un emocionante prólogo (lo mejor de toda la película) que deja patente la buena forma en que se mantiene Seagal pese a la edad y el aumento de peso, nos presenta a Orin Boyd, policía solitario, duro y regañado siempre por sus jefes que tras salvar al vicepresidente es condecorado con un traslado a la peor comisaría de Detroit, donde se verá atrapado en un escenario violento, salvaje, por encima del cual planean las sombras de la corrupción y en el que tendrá que soportar las exigencias de su jefa Mulcahy, hasta que conozca a Latrell Walker, un traficante de droga que hace tratos con la policía.

Pese a algunos momentos innecesarios que rebasan la delgada línea entre la comedia y la estupidez (como lo de la terapia de grupo), el film parece mantenerse decentemente apoyado en su intriga y sus buenas peleas, hasta que al cuarto de hora entra en escena "DMX" acompañado de un insufrible "hip-hop" y poco después de Anderson (que casi me hace echar la bilis con su actuación)...y todo se viene abajo. Se diría que Westermann no concibió así su novela, donde la duda, la constante conspiración y la incógnita que ocultan las difusas identidades, puras máscaras de artificio y engaño materializadas en esas placas de policía en la que se escudan tanto buenos como malos, son su motor esencial de principio a fin.
Un argumento que encajaría a la perfección con el estilo agrio y desmitificador de las novelas "pulp" de Westlake, de cineastas clásicos como Siegel, Lumet o Michael Winner (o de los títulos que Seagal protagonizó al inicio de su carrera), pero que queda reducido a cenizas por el empeño de Silver de seguir la línea de "Romeo debe Morir", inundando el film de una atmósfera "hip-hopera" que parece heredada de "A todo Gas" (reforzado por la presencia de Eva Mendes) y una simpática comedia transformada de un momento a otro casi en "buddy movie" (cuando Boyd forma pareja con George) cuya intensidad aumenta hasta alcanzar una absurdez incomprensible y una historia que desvela sus misterios de forma torpe y precipitada, incluyendo los modernos avances informáticos del nuevo siglo.

Una vez más en la industria hollywoodiense la vena comercial termina por asfixiar un producto con muchas posibilidades. Pero el colmo, aun demostrando Bartkowiak un talento innato para las secuencias de acción, es la poca veracidad y realismo de las peleas coreografiadas por el chino Dion Lam, unas peleas fantásticas llenas de piruetas y cabriolas; pareciera enteramente que estamos viendo un film de kung fu más propio de Jet Li o Jackie Chan que de Seagal, quien no deja de flotar en el aire y saltar como nunca; entre tanto, éste se muestra más simpático que otras veces, más dado al humor e incluso a la autoparodia (ojo a cuando destroza la silla o aparece de guardia de tráfico).
Y es que Silver no le dejó a sus anchas en esta ocasión, obligándole a cortarse su distintiva coleta y sin permitirle intervenir en el guión o en el montaje, como ya había hecho antes, pero aquél lo aceptaría sin rechistar (su urgencia de éxito era inmediata). A éste le siguen los patéticos Anderson y Tom Arnold (cuyos personajes, además de competir con su idiotez, ahorran muchos quebraderos de cabeza a la trama), unos correctos Isaiah Washington, Michael J. White y el mítico Bill Duke y las inexpresivas Jill Hennessy y Mendes, doblada (se consideró que su voz no era lo suficientemente inteligente) y sin ni siquiera aprovechar su atractivo físico, lo único que tiene a su favor.

Con todos sus fallos, "Herida Abierta" arrasó en taquilla, recaudando el doble de su presupuesto sólo en EE.UU.. Bartkowiak repetiría la exitosa fórmula en "Nacer para Morir" y Seagal lo intentaría, en vano, con "Al Filo de la Muerte". Aún resucitando brevemente, la carrera del maestro del aikido ya estaría condenada para toda la eternidad.
Sólo se salvan los siete minutos del prólogo y el que es el mejor diálogo del film: -Siempre he dicho que las mujeres conducís mal. -¡Estoy de acuerdo!
Chris Jiménez
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