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El hombre sin edad

Fantástico. Drama. Romance. Intriga En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, la vida de Dominic Matei (Tim Roth), un anciano profesor, sufre una extraña transformación: tras ser alcanzado por un rayo, no sólo sigue vivo, sino que rejuvenece. Este hecho despierta el interés de los nazis, que pretenden servirse de él para sus investigaciones y experimentos. Dominic se ve entonces obligado a huir y a adoptar una nueva identidad. Convertido en un fugitivo, vagará por ... [+]
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Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
20 de noviembre de 2008
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coppola no se encuentra entre mis directores preferidos, a pesar de que haya dirigido algunas películas memorables. Digo esto porque no estoy especialmente familiarizado con su modo de rodar. Sin embargo, creo que su puesta en escena sigue excesivamente los cánones clásicos para la historia de la película.

Por otra parte, tampoco conozco el libro en el que se basa el guión, pero sí estoy familiarizado con el autor, Mircea Eliade. El Dr. Eliade fue un importante investigador rumano cuyas áreas de estudio fueron básicamente la historia de las religiones y la lingüística, en un momento cuyo interés central era la búsqueda de la protolengua de la humanidad. Sin duda alguna, la novela es en gran parte autobiográfica.

La película trata temas que, sin duda alguna fueron esenciales en la vida de Eliade tales como la dificultad de concitar una vida dedicada a la investigación con la vida personal (tal vez el tema por el que Coppola escogió esta novela?), la relación de la ciencia con la sociedad y los excesos a los que esta llegó (Eliade que murió en 1986 vivió el final del optimismo científico pre II Guerra Mundial y asistió a los inicios de las corrientes pesimistas que caracterizan el postmodernismo), el interés por hallar el inicio del lenguaje,...
Hodderbinford
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5 de enero de 2010
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
772/05/05(03/01/10) Coppola, uno de los grandes del cine, después de diez años de espera, ”, llegó “Youth withot youth” y mi gozo en un pozo, el film es un batiburrillo complejo, que a base de imágenes pretenciosas quieren tapar el hueco dejado por el vacío más absoluto, en una historia que te resulta fría desde el principio, el supuesto dilema existencialista queda diluido ante la falta de fuerza del relato que resulta disperso y no se termina de ver a carta juega, nunca engancha, nunca conmueve. LL ama la atención lo mucho que recuerda a “El curioso caso de Benjamin Button” del año posterior, esta si emociona y te toca la fibra sensible, pertenecen a dos obras literarias distintas, la de Coppola de un rumano (Mircea Eliade) y la de Fincher de un americano (Scott Fitzgerald). Lo mejor sin duda es su maravillosa puesta en escena, con una preciosa fotografía de Mihai Malaimare y una deliciosa banda sonora Osvaldo Golijov, pero que solo consiguen hacer más llevadero el lento pasar de los minutos. Recomendable a los incondicionales de Coppola, entre los que me cuento. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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10 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bajo una fina estética de videoclip, lo único salvable del film, Coppola desarrola un indigerible desfile de escenas supuestamente cargadas de poesía y profundidad filosófica que no son ni lo uno ni lo otro sino una colección de clichés new age de bajo alcance. Inexplicable en un director de esta envergadura.
diegosolana
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23 de diciembre de 2008
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Youth without youth salió a la luz con los grilletes "Lo nuevo de Coppola", "Después de 10 años de silencio", "Coppola afirma que esta es su película más personal", etc. Era un film maldito desde su nacimiento, abocado a las comparaciones de rigor con los dos Padrinos (poco o nada se tiene en cuenta el tercero) y Apocalypse, y con el añadido de haber sido precedida de un larguísimo silencio de 10 años. Como un nuevo hijo de un padre fecundo, nació con el injusto estigma de tener que estar a la altura de sus hermanos mayores, los más veteranos de los cuales dieron muestras tempranas de distinción y talento.

Fuera de la marca indeleble que Coppola sobrelleva en cada uno de sus estrenos, y juzgada individualmente, la última película del italoamericano se mueve en niveles de elegancia técnica y narrativa que ya desearían para sí muchas de las cintas salidas de la manos de las nuevas promesas o de los representantes del nuevo modo de hacer cine desde los 90's hata nuestros días. Coppola domina las viejas y las nuevas perspectivas técnicas, pero no abusa de ninguna; se limita a emplear en su justa medida lo necesario para expresar lo que cada secuencia demanda. De una fotografía magnífica, no raya el histrionismo que tan de moda han puesto los nuevos realizadores en estos tiempos, más cercanos al panfleto publicitario que a una estética artística.

Acaso el ritmo narrativo condense demasiada información en tan poco espacio, y es aquí donde la película decae un poco, la historia es compleja, de esas en las que uno no sabría que quitar o añadir por temor a que el conjunto se desmorone. Por momentos pensaba: "hay novelas que es mejor no adaptar a la gran pantalla".

Personalmente, por otro lado (y esto es algo completamente subjetivo), desde que descubrí a Tim Roth en los dos primeros tarantinos, o en la comedia Four rooms, me cuesta verle representando a un personaje serio, y más de la envergadura del que interpreta en Youth without youth, un personaje a todas luces novelístico que requiere de múltiples matices y de contínuas sutilezas.

Una muy buena película que habría sido furiosamente aplaudida de estar firmada por cualquier otro realizador con menos ecos.
Jimmy McNulty
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26 de mayo de 2009
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que hace unos cuantos años nadie se podría imaginar que una película de Coppola no iba allegar a estrenarse comercialmente en España. Pero eso es lo que ha pasado con su última, penúltima ya, película, Juventud sin Juventud. Y es que su primera película en diez años es un plato muy difícil de asimilar por el gran público. Lo que por otra parte no es justificación para no estrenarla en los cines.
El comienzo de Juventud sin Juventud es poderoso y muy atractivo. En los años previos a la Segunda Guerra Mundial un viejo profesor está a punto de culminar su gran obra acerca de los orígenes del lenguaje. Pero antes de poder hacerlo es alcanzado por un rayo que provoca en él un extraño fenómeno. Cuando se recupera de sus heridas ya no será un anciano, sino que tendrá la apariencia de un hombre de treinta y cinco años. Este hecho exhaustivamente investigado por un científico provoca el inmediato interés de los nazis, con lo que el protagonista deberá huir de ellos, viajando durante varios años por Europa con una identidad que no es la suya. Esta primera parte de la película está narrada con fuerza, despertando en el espectador el interés y la curiosidad sobre como se va a desarrollar un argumento en principio apasionante. Además Coppola demuestra que su buen gusto por la puesta en escena y su sentido de la elegancia sigue vigente. Pero la película sigue, y si hasta entonces la historia avanzaba siempre al borde del abismo, pero sin caerse, llega un momento en el que uno empieza a perder los puntos de apoyo y no encuentra nada a lo que agarrarse en la historia, para no caer en un mar de pretensiones existenciales y no se que disparates más. La diarrea mental en que se convierte la película, siempre con aspiraciones intelectuales, echa por tierra el prometedor arranque de una historia que ya no vuelve a remontar el vuelo, pese a algunos notables momentos que funcionan de forma independiente y que no consiguen dar cohesión a la historia. Muchos de esos momentos provienen de la capacidad del director para crear secuencias de considerable fuerza interna pero que no terminan de apoderarse de un relato que transcurre a la deriva.
Afortunadamente para el espectador, toda la última parte de la historia está encabezada por la presencia de la actriz Alexandra María Lara, que se adueña de la película imponiéndose no solo al protagonista, el notable Tim Roth, sino también al personaje que interpreta, que es un puro delirio.
Juventud sin Juventud provoca la frustrante sensación de no haber podido, o no haber sabido, disfrutar de una película que en muchos momentos te pone la miel en los labios, para luego amargarte con sus continuos desvaríos.
Lamentablemente, después de oír algunas declaraciones del propio Coppola, y después de ver la acogida de la crítica hacia su última película, Tetro, en el Festival de Cannes, parece que esta va a ser la línea a seguir en su carrera a partir de ahora.
ernesto
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