La esclava libre

Habitualmente cuando sale a relucir “La esclava libre” siempre se menciona que es un intento de reproducir 18 años después una película como “Lo que el viento se llevó”, esta vez de manos de la Warner.

Y es cierto, incluso los medios que se tienen son casi iguales o mejores que la original. Clark Gable repite en ese papel que nació para interpretar, el de un gentleman sureño de buen vivir. La protagonista Yvonne de Carlo está mucho más buena que Vivian Leigh, que ya es algo. Todo el trabajo y diseño de producción es magnífico, unos vestuarios perfectos, fotografía de una belleza pictórica y unos medios técnicos de primer nivel. Y hasta el director Raoul Walsh es mejor que a priori que Victor Fleming. Todo el paquete es de nota alta, pero el producto falla en lo más importante: el guión.

Sigue en spoiler.

Un melodrama ubicado en la Guerra de Secesión americana y la posterior abolición de la esclavitud que presenta, con cierta amenidad y bastante interés, la historia de amor entre un terrateniente maduro y nada prepotente (Gable) con una hermosa mujer cruce de raza blanca y negra (De Carlo), hija de un padre terrateniente también pero de madre esclava, a la que éste compra.
No es de lo más brillante de Walsh ni una gran película como podría ser la mítica "Lo que el viento se llevó" en sus parecidos parámetros pero se ve agradablemente.

Película de grandes pretensiones de Warner Bros. Se trata de un melodrama ambientado en 1853 hasta casi final del siglo, que gira en torno al mundo de las grandes plantaciones y que tiene como tema principal la segregación racial y la Guerra de Secesión como fondo.
Como es común en este tipo de producciones, los aspectos técnicos están cuidados al detalle. Destaca, no obstante, el uso del extraordinario color, con fotografía a cargo de Lucien Ballard, en un trabajo destacadísimo.

La pareja protagonista resulta espléndida. Una Yvonne de Carlo que pocas veces ha podido verse tan radiante, con un amplio repertorio de vestuario al que saca el máximo partido y un Clark Gable ya mayor, icono universal del mundo del cine, que encarna a un dandy de manera portentosa, de tal manera que la película sube enteros cada vez que sale en la pantalla. Completa el reparto un joven Sidney Poitier que ya daba muestras de su inminente eclosión.
Algunas debilidades en el guión hacen que no llegue a la excelencia de otras obras de Raoul Walsh y el conjunto resulte irregular, a pesar de lograr momentos de gran belleza. Con todo, es una película entretenida, lograda y correcta.

Película que entronca con mi juventud, es una auténtica preciosidad de película al estilo sureño, todo en ella rememora los tiempos antes y después de la Guerra de Secesión, temática que comparte con los otro peliculones sureños "Jezabel" y "lo que el viento...". El ver a Clark Gable en esta película hace que añore a Vivien Leigh, si bien de Carlo aunque no logra ni de lejos llenar su vacío, la película es suya. Vendida como esclava, aquí se plantean diverosos debates morales. La trama es apropiada, con un temática poco vista. Gable en esta versión está pasmado, toda vez que es así su papel. Gran vestuario, sin mucha química entre ellos, pero buena historia.

Quien haya leído "Contrahistoira del liberalismo" de Domenico Losurdo entenderá que la esclavitud, lejos de ser una rémora de tiempos pasados que se mantiene por arcaísmo en los tiempos modernos, es consustancial al inicio y desarrollo del liberalismo. Esa unión de libertad y esclavitud nos puede parecer extraña pero es la que se da precisamente en los Suristas. No en vano un Calhoun o un Lord Acton creían que la verdadera causa de la libertad estaba, como no, en el Sur y no en los yankees nordistas. Por eso los Estados Unidos, como cuna de la libertad, han glorificado al Sur en multitud de películas, empezando por "Lo que el viento se llevó" y terminando por esta "La esclava libre".

El quid de la cuestión está en que la esclavitud es presentada como buena si bien hay propietarios malvados. En cambio, nuestro punto de vista es el contrario, la esclavitud es mala aunque puede haber dueños buenos. Toda esta parrafada viene porque Raoul Walsh pretende defender una causa indefendible y por eso su personaje es incoherente, tonto y raro. Porque si es tan bueno con los esclavos podría sencillamente emanciparlos y asunto concluido. Pues pese a esa salida tan fácil y digna se empeña en justo lo contrario máxime si tenemos en cuanta su pasado (SPOILER).

Reconozco que el planteamiento de "La esclava libre" es interesante aparte de morboso. Pero la situación no es explotada principalmente por el personaje de Clark Gable demasiado sobrado, demasiado frío con ella y demasiado viejo. De esta forma no hay la tensión sexual (él es un galán que las tiene a patadas) que se percibe en obras como "Cuando ruge la marabunta", ni una historia mínimamente romántica sino sosa y bastante forzada.

Junto a Clark Gable, Yvonne De Carlo, aunque guapa, tampoco se comporta como debiera. Sencillamente su postura es tan altiva al principio como humillante al final. No me gusta. Claro que para no gustar el personaje de Sidney Poitier (¿Hijo de Gable?) al que se quiere desacreditar. La historia hubiera sido el romance de Poitier con la de Carlo, eso hubiera sido fuerte. Pero nada de nada.

Por su parte, Amantha Starr, se dedica a ir de un lado para otro, encontrando pretendientes por un tubo, pero tratados todos ellos de un modo en exceso burdo con la intención de desacreditar todas las posturas que no sean la del "caballero sudista", eso si, esclavista y con amantes esclavas pero que se entregan a él porque quieren, porque, no lo olvidemos, es un caballero.