Todos a la cárcel

Interesante película del recientemente malogrado Luis García Berlanga, uno de los mejores directores de siempre. Debido a que la rueda en una fase mucho más escatológica que en sus refinadas etapas anteriores (casi siempre contando con los irónicos guiones de Rafael Azcona), en ocasiones la crítica no ha prestado la atención debida a esta pieza cómica, con mucha más profundidad de la que indica su tono desenfadado.

Jugando como siempre con un Plácido (en este caso encarnado por un gran "Saza") incomprendido en un acto supuestamente solidario (conmemorar a los presos políticos y a la gente condenada por sus ideologías), Berlanga se aprovechó de las noticias más actuales para jugar a ser profeta en su tierra valenciana. Sorprende de hecho, como muchas de las bromas de la cinta acerca de la administración y el miedo a la crisis, encajan perfectamente en nuestros propios días.

Dotada de un reparto de una profundidad y talento increíble (Agustín González, el actor que mejor se ha enfadado en la historia del cine español, el gran José Sacristán, un divertidísimo Juan Luis Galiardo, Manuel Alexandre, Rafael Alonso, Luis Ciges y un amplio etceterá), es una producción que bien merece cuantos revisionados sean menester.

Como es costumbre en el maestro, hay una sucesión de diálogos brillantes, que incluyen citas muy celebradas: "¡Como si el ministro no tuviera cosas más importantes en las que preocuparse que en que la gente cobre!" o "Quintanilla, de paz y libertad" (afirmado esto por José Sacristán mientras empuña un cuchillo de carnicero). Todo ello aderezado con un humor negro carcelario a lo IVA y trompicones estilo Ibáñez que son muy jugosos.

Desafortunadamente, todo hay que decirlo, también hay alguna broma más chusquera e innecesaria que me impide poner a esta interesante idea a la altura de otros trabajos del genial cineasta español.

Aquí a Berlanga se le fue la mano, y lo que podría haber sido una comedia de crítica social se estropea con groserías, trivialidades y pedorretas. Lo del meao en El marmitako es una guarrada sin gracia.
Los buenos actores se ven obligado a actuar en modo farsa, pero sin verdadera chispa.
No arranca ni una sonrisa, porque cuando se exagera, ya no cabe nada más.
Todo centrado en las desgracias de Sazarornil que queda bien como secundario pero no como principal. Todos están desaprovechados.
Del guión mejor no hablar.

Distraída aventura con su pizca de acidez, su regusto de sabor mundano y su acusador talante costumbrista que merodea entre los lindes de la sátira y de la comedia.
Como L.G. Berlanga juega con la parodia se permite cualquier exceso y todas las ocurrencias, por disparatadas que parezcan, encuentran acomodo en su guión.
Y no se puede negar que consigue, en parte, su propósito.
La película resulta entretenida, estrafalaria pero agradable, ofensiva pero suavemente didáctica y fluida de tal forma que el ejercicio de las caricaturas termina convirtiéndose en un objetivo en sí mismo.
La interpretación de los protagonistas es desigual pero, en general, mantiene un nivel aceptable y algunas actuaciones son realmente excelentes.

Divertida y disparatada película de Berlanga. Haciendo un guiño al cine español de los años 60. Volviendo a esas películas alocadas y llenas de disparates, pero que hacen reir y disfrutar de la película. Con un reparto de lo mejor del cine español, la película es un tributo a todos ellos.

Nada humano le es ajeno y todo es feo, divertido y caricaturesco pavoroso cochambroso espantoso.
Se caga literalmente en todo, nada es sagrado ni respetado o respetable, en la política, la banca, la iglesia, la incivil sociedad, las ideologías, las buenas malas causas, la familia, los ideales, el pasado inventado legendario, el presente cutre pedigüeño, el futuro inexistente acabose, las relaciones enteras verdaderas el etcétera. Apela apología al del mal gusto casi como una bandera que enarbola ondea la cabrona, estandarte, estirpe, frente de liberación del imperio austrohúngaro, que todo lo iguala y rebaja zahiere y democratiza molesta desatasca desgracia araña libera desencadena desentona decora doctora, el mito de la cultura, pecata minuta, el beso de la mujer araña, lesbianas aragonesas, maratón, parusía, la mia vita, vaffan culo.
Carnavalada, farra, falla, chapuza, estercolero, a raudales miseria pedorreta, alegría, cosa buena. La soledad no existe ni es posible, lo mismo que la bondad o la maldad o la moral, entelequias, juegos de manos, trampantojo, truco del almendruco, fantasmagoría, simples animales (de bellota) que tras cualquier fachada esperanza o manejo o discursos caramelos vendo o propuesta abyecta o proyecto siniestro o anhelo o intento modelo solo se trata de conseguir algo de comida, la cabeza del langostino pido mea máxima culpa, yo confieso, de sexo, a ver si, cae algo, dinero, lo quiero, tentetieso, eso ni más ni menos, lo más obvio de todo, lo que ya sabemos.
Mezcla la mala burra burda bruta brocha chorra gorda con el mayor ingenio putrefacto desperfecto estupefacto salero, la sátira precisa rigurosa con el despelote histérico oligofrénico, frenesí, potosí, fresco chungo y chusco, marrano y lobotomizado, asqueroso, nadie se salva a dios gracias, todos estáis invitados decapitados, es ridículo y grotesco por supuesto, caluroso, pernicioso, celebración, orgía, miel hiel, burdel, descalzaperros, barro, fango, polvo, lodo, una impostura, la muerte vale lo mismo, tiene tanta importancia o valor, o menos, que un marmitako meado, una chinche de quinta generación tanto como el amazonas brasileño, majadero, cuento, Biblia, Babilonia, Patagonía, estafa, idiotez, supura, supina, mentira, cretina, injusticia, iniquidad, desafuero, perdulario, herbolario, letrina, letanía.