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Una bonita mañana

Romance. Drama Una mujer con una hija de ocho años vive con su padre, que padece una enfermedad neurodegenerativa. Mientras lucha por conseguir un hogar de ancianos decente, se encuentra con un amigo con el que inicia una aventura... aunque éste se encuentre en una relación.
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
4 de abril de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todas las películas de Mia Hansen-Løve son historias sencillas con cierto tono de amargura, en esta ocasión nos muestra a una figura femenina solitaria y desolada por un padre que pronto va a morir. Pero con un atisbo de esperanza tras conocer a una persona con la que puede haber un nuevo comienzo.

Es la historia de Sandra, trabaja como traductora, madre de una niña y soltera. Su única preocupación gira en torno a su padre enfermo aquejado de una enfermedad degenerativa, intenta acompañarle lo máximo posible en sus últimos días. Sin embargo, se cruza en su camino un antiguo amigo, ahora casado, con el que comienza una relación. 

Con cierto tono autobiográfico, la guionista y directora nos conduce con bastante sensibilidad a experimentar el duelo y al mismo tiempo el poder renacer a través del amor. Su filmografía consta de films interesantes, de los cuales destacaría "La isla de Bergman","El porvenir","Primer amor"o "Todo está perdonado".

Léa Seydoux como Sandra, está perfecta, una mujer normal y corriente que con mucha sencillez nos llega a conmover en su día a día. Melvil Poupaud como el amigo-amante, Pascal Greggory como su padre enfermo que fue profesor de Universidad y ahora está perdiendo la cabeza. Y Nicole García con su sobria presencia como la madre. 

Un film delicado y en cierta manera esperanzador que se enmarca dentro de este peculiar cine de esta interesante directora.
Destino Arrakis.com
videorecord
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7 de abril de 2023
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
UN BEAU MATIN
“Entre la tristeza y la felicidad.”
Es una historia que entremezcla muy agradablemente la tristeza y la felicidad que se van dando en nuestras vidas, por diferentes razones.
La protagonista, Léa Seydoux, vive en el mismo periodo de su vida, el declive que la vejez y una enfermedad similar al Alzhéimer, degeneran al padre; junto con la pasión y el enamoramiento con un antiguo conocido que ahora está casado.

La enfermedad que va borrando lo que ha sido el padre, las dificultades para hacerse cargo de él, de encontrar residencia que colme las mínimas expectativas que se tienen en el cuidado de las personas en este estado, sumamente difícil; el perder la esencia del padre en el propio padre, pero encontrarla en la gran biblioteca que éste formó a lo largo de su vida; el vaciado de una casa, de los recuerdos y el “ser familia”, el elegir y deshacerse de esos libros que marcan una forma de ser, la tristeza, el duelo; todo ello intercalado con el amor, el sentirse querida, el querer, con la pasión, el encuentro, las caricias calmadas, la esperanza y el renacimiento de Sandra-Léa a través de ese amor..
Situaciones que a veces la sobrepasan, puesto que mientras su padre va perdiendo la lucidez, ella ha encontrado el amor, pero es un hombre casado y, por ello, no todo son alegrías con él.

Una película bonita, calmada, con una actuación impresionante del padre en declive, por parte de Pascal Greggory y, sin embargo, en la que queda la impresión de que Léa Seydoux podía haber dado mucho más.
Lo mejor de ella, los planos de su cuerpo, la belleza de su silueta recostada en la cama, lo curioso, que esa actriz tiene unos ojos, con unos párpados enrojecidos, que parece que esté continuamente llorando.
AngelsRup
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5 de junio de 2023
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es posible que los días merezcan ser vividos aunque solo sea para recordar, en los insoportables e infinitos inviernos neblinosos, aquella lejana mañana de luces coloreadas y oxígeno perfumado en la que, durante breves minutos, fuimos inocentes, dichosos e inmortales. Pero duele saber que nunca más volverán, o nunca serán ya tan intensos, aquellos fugaces relámpagos que la existencia nos regalaba, cuando éramos capaces de ahuyentar el miedo con un abrazo y una sonrisa.

Mia Hansen-Løve, es capaz de trasladarnos lo que muy posiblemente sean experiencias personales, con tan dolorosa claridad que se convierten también en nuestro problema, en nuestra asfixiante rutina, en la amenaza inminente de la vejez que, en las sociedades avanzadas, ha dejado de ser un ámbito de sabiduría para convertirse en una indisoluble cuestión, sin resolución aparente, en el tema de los cuidados. Hasta el punto de que la reflexión nos lleva hasta aquellas civilizaciones, más o menos antiguas, donde los ancianos aceptaban su destino de muerte inmediata, si ya no valían para el combate o para colaborar en la vida social.¿Eran más dignos aquellos finales, o los que reservamos para nuestros mayores y para nosotros mismos: los morideros administrados por fondos buitres?.

Un merecido monumento para Léa Seydoux y Pascal Greggory (padre e hija en la ficción).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinhué
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18 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pude ver en su momento, en pantalla grande, Un amour de jeunesse (Primer amor), de esta directora de la que no sabía nada. Eso fue en 2011, una cosa así. Luego ha hecho más cosas, entre ellas El porvenir (que me perdí) y La isla de Bergman, que es un tostonazo de cuidado. No podía creer que, después de esa maravilla que es Un amour…, hiciera ese petardazo que es La isla… Estamos ante una directora de mediana edad (ahora en febrero cumplirá 43 años) y, para mí, de otra generación. Es decir, que ya no tiene mucho que ver conmigo, con mi mundo. El mundo rebelde y algo bestia de los que nacimos a comienzos de los 70, que nada tiene que ver con los que nacieron ya en los 80, como ella.Esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de juzgar una película, porque parece que el cine es intemporal, y no. La comparo, a nuestra señorita, con Sofia Coppola (que es de mi generación, nació en mayo de 1971): ambas hacen pelis que son caramelitos, tartas de zanahoria, o peor, esos cupcakes tan americanos, vaya por Dios… Tienen ambas un aspecto frágil, aniñado, y son las dos pijas insoportables. Pero vamos a la película…

Que conste que no me ha disgustado, que la he visto hasta el final sin dormirme (salvo alguna que otra cabezada, en la parte central), en VOSE, como tiene que ser. La peli exhibe una preciosa fotografía (obra de Denis Lenoir, que es ya habitual en sus cintas, pues se encargó de la fotografía en El porvenir y en La isla de Bergman). Rodada en 35 mm. y con película Kodak, realmente me ha sorprendido la luminosidad de esa fotografía, que se despliega de principio a fin. Luego, el uso de la música es muy sutil, pues no se nota apenas, y la música suele ser diegética, es decir, que pertenece, que está dentro de la narración. Un ejemplo es cuando el padre de Sandra (maravillosa Léa Seydoux) escucha a Schubert, que le molesta, en las actuales circunstancias de su mente. O ese “momento musical” en la residencia en donde se encuentra Georg, el padre de nuestra protagonista. Otro elemento a destacar es el montaje de Marion Monnier. Mia Hansen-Løve tiene una gramática especial, consistente en secuencias breves, de pocos minutos, en donde trata de representar la vida según fluye, de la forma más natural posible. No se lía con diálogos, va al grano, y enseguida salta a otra secuencia, y así todo el tiempo, de forma casi vertiginosa, pero con la sensación, para el espectador, que es la vida misma la que pasa ante sus ojos. Es un mérito suyo, y no menor.

Me gusta lo que dice Àngel Quintana : Caimán Cuadernos de Cine
“Un relato emotivo sobre las dependencias afectivas y filiales. Una película sencilla marcada por la búsqueda de un tono justo que otorgue al relato una cierta verdad interior”

Es esto lo que han señalado otros críticos, precisamente, ese tono que exhibe la cinta, a medio camino entre lo emotivo y la contención, sin caer nunca en el melodrama, en el sensacionalismo. La directora lo consigue, y esto la salva un poco de la quema. Porque la historia, en realidad, no es gran cosa, y se vuelve repetitiva, y un poco tediosa. Está basada en sus propias vivencias, en este caso con el padre, al que vio deteriorarse y morir. Decir, antes que nada, que todos los actores están muy bien, sobre todo estos cuatro principales: la ya mencionada Seydoux como Sandra; Pascal Greggory como el padre; Melvil Poupaud como Clément; y Linn, la hija de Sandra, interpretada por Camille Leban Martins. Por momentos, muchos, pareciera que estamos viendo un documental, que la vida misma pasara por delante de nuestros ojos, que fuéramos testigos de unas vidas, cotidianas, rutinarias, con sus cuitas y sus pequeños placeres. Pero es justo esto lo que se hace pesado de ver. Un hombre con una enfermedad neurodegenerativa, es el pan de cada día, en nuestras ciudades envejecidas. Una mujer de mediana edad, viuda, con una hija de ocho años, que de repente salta a los brazos de un viejo amigo, a la sazón casado. Vamos, algo que puede suceder todos los días, ¿verdad? Es esto justamente, el saber que Sandra utiliza esta relación sexual (porque no es amor, no nos engañemos) como vía de escape para sobrellevar lo de su padre, lo que nos cabrea, porque así es la vida, así son las cosas en la realidad. Pero si vamos al cine, si vemos una peli, se supone que es para escapar de este tedio y sufrimiento cotidiano, ¿no?

Así, una vez más, paseamos por París, y por otros escenarios dulces, verdes, agradables, todo muy civilizado, todo demasiado perfecto para ser real. Claro que hay varias realidades, y la que nos muestra Hansen-Løve es sólo una realidad, la suya, no puede pretender que el espectador medio se sienta identificado. Es cierto que Léa Seydoux hace una interpretación fantástica, se mete en el papel y lo hace suyo…, pero no hemos de olvidar que Sandra es una mujer de clase media, y sobre todo, es una pijita del montón, con muchos aires, que no se conforma con ser la amante, ella quiere más. Que 90 minutos no puede durar el amor, viene a decirnos. La peli dura algo más, y se deja ver.
Lukas
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21 de julio de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La guionista y cineasta Mia Hansen-Love ha realizado este largometraje tras el notable “La isla de Bergman”. Una mujer con una hija de ocho años vive con su padre, que padece una enfermedad neurodegenerativa. Mientras lucha por conseguir un hogar de ancianos decente, se encuentra con un amigo con el que inicia una aventura... aunque éste está casado con una mujer.

Esta película francesa es un notable drama con componente romántico sobre el deseo femenino de una mujer que busca reencontrarse a sí misma, el misterio de lo que busca el corazón. Desde que quedó viuda hace unos años, Sandra se ha preocupado de su hija pequeña, de su padre enfermo y de su trabajo como traductora pero no de ella misma y encuentra una manera de mirarse gracias a una relación de amantes. También habla sobre las dependencias físicas (del padre, filiales (de la hija pequeña) y emocionales (de Clément) y también de las cargas familiares que supone ser cuidador de una persona enferma a la que ya no reconoces cómo era. Cabe decir que en la filmografía de la directora siempre ha habido un aspecto autobiográfico; si en el también notable film “El porvenir” (2016) trataba a su madre en la ficción, en el caso de “Una bonita mañana” lo hace de su padre. Rodada en París, la cinta está realizada en 35mm con ligereza y luminosidad, resulta más transparente que el anterior trabajo citado de la directora. Consigue tratar temas graves siendo sensible pero evitando el tremendismo aunque los temas que aborda son duros y el argumento puede tener un punto de culebrón. Creo que es necesario hablar del papel de los cuidadores de personas dependientes y algunos espectadores como un servidor pueden sentirse identificados con este tema aunque no habla al cien por cien de un tema delicado y complejo como es la salud mental.
Además, destaca el protagonismo de Léa Seydoux, actriz que está en la plenitud de su carrera, en una de sus mejores interpretaciones que transmite con sus ojos ojerosos sin apenas palabras; está bien acompañada de Melvil Poupaud como Clément, un convincente Pascal Greggory como eel padre de Sandra y la directora y actriz Nicole Garcia como la madre divorciada sin apegos.Sin embargo, el personaje de la hermana de Sandra no está muy bien perfilado.

El film se presentó el año pasado en la Quincena de realizadores del festival de Cannes, fue nominado al premio del cine europeo a mejor actriz y mereció estar presente en los premios César sobre todo en apartados de actuación. Se estrenó en salas a últimos de marzo y es novedad en alquiler en VOD desde mediados de julio. Así pues, recomiendo esta propuesta que es dura en su contenido pero ligera como otras de una de las directoras más interesantes del panorama actual.

Valoración: 8
Lo mejor: la creíble interpretación de L. Seydoux y cómo Hansen-Love trata una historia que podría haber sido demasiado dramática.
Lo peor: que el film no sea reconocido como uno de los mejores de su directora.

https://josh-cine.blogspot.com/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Joe Diaz
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