La hija de un ladrón

Estimable producción española que, a la manera de los hermanos Dardenne, relata una historia personal, un retrato de mujer joven,trabajadora, con un hijo pequeño a su cargo y un hermano al que pretende alejar de su ausente padre al haber este estado este un tiempo en la cárcel y no querer que ejerce influencia negativa ninguna.
Greta Fernández, hija en la vida real de Eduard Fernández, compone magníficamente un personaje luchador, inserto en la penuria económica por mor de no tener estabilidad ni sentimental ni laboral, pero decidido en su particular lucha por estar con los suyos y tratar de encontrar algo parecido a la felicidad.
A mí, personalmente, me ha gustado mucho su contundente y nada complaciente final, y las interpretaciones, así como el fondo del filme, pero no la forma en la que está narrada, no en vano, si no conoces el cortometraje del que está basada la cinta, puedes muy bien no llegar a comprender ciertos momentos llenos de tensión dramática entre padre e hija y entre esta y el padre de su hijo. Momentos importantes que pudieran desconcertarte.
Esto es lo que, creo sinceramente, ocurre con esta, por otra parte, buena película, que merece un reconocimiento y más siendo ópera prima de su realizadora. Belén Funes logra un filme sincero, honesto y muy digno, otra cosa es que convenza del todo al gran público, más allá de su excelente final, real como la vida misma.

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La hija de un ladrón, debut de Belén Funes en el largometraje, no es una de las mejores películas españolas de 2019, pero sí es quizás una de las más honestas y sensibles.
La historia de Sara es una historia con la que es muy fácil identificarse y nos suena cercana y creíble desde el primer minuto. Es el drama de la soledad y de la supervivencia, de cómo a veces las personas se ven obligadas a asumir a muy corta edad unas responsabilidades personales y familiares que no les tocaban en ese momento. Hay escenas emotivas y diálogos muy bien escritos, pero por desgracia el ritmo es a veces un poco plomizo y el resultado general es aceptable y correcto, pero nada más. No tiene moldes de obra maestra, o ni siquiera de película sobresaliente o excelente.
Sobre lo que no hay duda es sobre la excepcional interpretación de Greta Fernández, tanto cuando comparte escenas con su padre, Eduard (padre en la ficción y en la realidad), como en solitario. De hecho, ese final en primer plano sobre su rostro, lloroso y derrotado, y cómo dice con un hilo de voz que cree que se va a quedar sola, parte el corazón del espectador sin remedio, y es gracias a la mirada y la fragilidad que muestra la protagonista de Elisa y Marcela en pantalla. Un trabajo finísimo, matizado y soberbio.

Lo mejor: Greta Fernández, maravillosa.
Lo peor: Le falta mucho, pero mucho, para ser una obra maestra.

Aunque pronto, o ya, podría decirse también ‘el padre de una actriz’ como es el caso de Greta Fernández, Sara en esta historia que, paso a paso, plano a plano, deja constancia de su talento y talante al servicio del papel, un personaje al que acompañas a lo largo del metraje como una suerte de documental. Y es igual que acune a un niño, limpie unas cacerolas o barra un lugar inmundo, ella pisará fuerte y no podrás quitarle ojo de encima porque rezuma verdad.

Sólo una pequeña pega: hubiese agradecido también algún dato o detalle sobre esa madre ausente por el motivo que sea, porque ello también cuenta, a mi manera de ver, en el perfil del ‘ladrón’ más esbozado que explicado aunque tenga el nervio habitual de Eduard (en cambio a Álex Monner en el papel del no-novio le vemos todas las hechuras, que eso importa). De paso no estaría de más matizar o enfatizar de algún modo, ampliándola mejor, esa escena final con la última frase de Sara tremenda en su concisión y el significado que encierra, aunque quiero creer, y creo, que ella seguirá pisando fuerte y afrontándolo todo, pase lo que pase, siempre.

No es el tipo de largo que me gusta a mí, pero se ve la calidad del material, que versa sobre una joven española con problemas laborales, hijos con los que cargar y un padre poco deseable.

Todo se cuenta con un enfoque que recuerda a cierto cine europeo solvente reciente, en el que lo más destacable es su tono, sin extremos, elementos peliculeros, personajes poco creíbles o diálogos impostados. Es decir - realismo y naturalidad tan logrados como estimables. Tal vez la única pega para un servidor es el final, que peca un tanto de abrupto. Pero son males menores, creo.

Belén Funes se estrena en el género del largometraje impactando con una historia creíble, con buenos personajes y buenas intenciones. Aunque al inicio parece que vaya a tratar sobre el drama de ser madre soltera, la cinta expone las desavenencias de una joven, Sara, con su padre.

La cámara sigue de cerca a la protagonista sin poner en antecedentes al público ni desgranar los sucesos mediante diálogos expositivos forzados, que no son necesarios. Este método asemeja la propuesta a un documental, aportando realismo y cotidianeidad.

La interpretación de Greta Fernández, así como la construcción de su papel, elevan la categoría de esta producción. La actriz logra transmitir de manera triste pero tranquila toda su carga: tanto su pasado tóxico –y desconocido por la audiencia– como su situación actual (un bebé, un hermano pequeño y precariedad laboral). Sin llegar a aparentar desesperación, refleja dolor oculto y agotamiento de manera expresiva.

La hija de un ladrón es un retrato femenino con mucho sentimiento que homenajea a todas esas mujeres que luchan por salir adelante. Es una película sencilla, honesta y humana aunque trágica y amarga por momentos, que evidencia la cuestión de la soledad. Además cuenta con escenas sugerentes que, sin revelar nada, dejan volar a la imaginación del espectador.

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