Los Panzers de la muerte

La primera vez que vi esta película no me gustó. Me decepcionó bastante, porque los libros de Sven Hassel son geniales. Sin embargo de cuando en cuando la vuelvo a ver y cada vez me gusta un poco más. Considero que esta película de bajo presupuesto plasma muy bien la mentalidad de los personajes de Sven Hassel y creo además que es más fácil disfrutarla cuando los conoces. Creo además que es una película entretenida al margen de que se conozca o no los libros. ¿Qué los tanques y demás vehículos no son los que dicen que son? ¡Que más da! Las películas no son todas trabajos de historia, ni documentales, ni todas disponen del mismo dinero para su realización. Esta película es entretenida.

Es además la única ocasión que en el cine hemos tenido de ver a los personajes de Sven Hassel. ¡Bravo!

Me siento decepcionada… Poner en primera línea a Oliver Reed cuando no sale ni diez minutos en toda la película. Señores, se pone en primera línea a los actores principales, a los secundarios o cameos de actores famosos se les pone a lo último. A eso que habéis hecho se le llama “publicidad engañosa”.

Y ahí estaba yo, deseando ver al señor Reed en escena que tan buen sabor de boca me había dejado en otras películas y voy y me llevo este chasco.

En fin, le pongo un cinco porque la película, a pesar del escaso presupuesto y por consiguiente bajos recursos técnicos (y a pesar de mi decepción), me pareció entretenida.

Se trata de una película no muy conocida, dirigida por el cineasta británico Gordon Hessler, un hombre habitualmente volcado al medio televisivo, pero también responsable de alguna película interesante como, por ejemplo, "La carrera de la muerte" (Scream and Scream Again, 1970). Es un film curioso, de tono dramático pero con toques cómicos; posee un innegable trasfondo antibélico, se rodó en la antigua Yugoslavia, y se basa en una novela de Sven Hassel, escritor especializado en la Segunda Guerra Mundial. El reparto es competente, y cuenta con "malos" tan característicos como David Carradine y Oliver Reed. Esta película recuerda a un film previo como "Doce del patíbulo" (The Dirty Dozen, 1967), dirigido por Robert Aldrich.