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El hombre del carrito

Drama Matsugoro, un pobre conductor de carro en el Japón del periodo Meiji, devuelve a un niño perdido, Toshio, a su casa. Sus padres se muestran con él muy agradecidos. Tras la muerte del padre, la madre, Yoshiko, muy preocupada por su hijo, le pide a Matsugoro que le ayude a educarlo. Él acepta encantado. Con el paso del tiempo le coge mucho cariño, al niño y a la madre. Pero Toshio crece, y se marcha a estudiar a la universidad de Tokio, y ... [+]
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
14 de mayo de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine japonés tiene sus maestros Ozu, Miguzuchi, Kurosawa, Kobayashi entre los mas grandes luego hay pequeños maestros que no desmerecen a los demas es el caso de Inagaki. Que construye un hermosisismo cuento sobre un hombre que ayuda a un niño hasta que crece... El niño le hace mejor persona y esto lo trasmite el director de una forma sutil... Un guión muy bien elaborado y unos mejores actores. Mifune una vez mas se sale de la pantalla. La historia no decae en ningun momento ya que el director es lo suficientemente inteligente para llevar la historia a buen puerto.
Orson_Welles
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31 de julio de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin más pretensiones. El hombre del carrito (o Muhomatsu no issho en su idioma original) es una sencillísima historia sobre un hombre, que pese a que no ha tenido mucha suerte en la vida ha sabido ganarse el aprecio de muchos por su generosidad, bondad y humildad, unas cualidades que despliega con su profesión, tirando de un carrito o rikisha (una ancestral tradición del transporte), pero sobre todo cuando voluntariamente se encarga de ciertas tareas en la educación de un muchacho cuando su padre fallece.

No hay nada espectacular, pero ciertamente Inagaki sabe dirigir la historia con fluidez y buscar en las pequeñas tribulaciones de la vida algo digno que contar, acompañada en todo momento, de un tono agradable y acompañamiento musical acertado.

Sin embargo, la película no puede huir en muchos momentos de su esencia insípida, y más cuando el director busca en todo momento huir del drama y con un recurso no demasiado cinematográfico. Cada vez que algo triste llega a la vida de los personajes, de un solo zarpazo corta la escena, elipsis, y a seguir con la vida. Eso puede ser un problema a la hora de conectar con la película, ya que aunque tampoco soy muy partidario de escudriñar el elemento melodramático de una película, tampoco se debe cortar de forma tan abrupta. Por el contrario sí edulcora bastante la historia, aunque sin llegar a ser excesivamente melosa y desde luego, en todo momento creíble.

Hay algunas escenas en las que participan actores secundarios en las que salta a la vista ese vicio demasiado común en el cine japonés como es el de teatralidad a la hora de actuar, personajes que dibujan una especie de pantomima en sus caras y que restan credibilidad en ese caso. Afortunadamente no es el caso del protagonista, el gran Toshiro Mifune que sí está a la altura de la leyenda forjada sobre él, un actor inconmensurable, incluso para el gusto occidental.

El personaje principal, en su concepción de guión, también merece ser destacada, un hombre al que vas conociendo poco a poco por sus flashbacks para comprender como ha llegado a ser, que se deja querer, pendenciero ante la injusticia, bueno ante la ternura, cómico y encantador cuando hay que quitarle hierro al asunto. Matsu no es un héroe, más bien lo contrario, es un hombre tremendamente humilde que también comete errores y los asume, pero cuando la película deja espacio a los títulos de crédito finales, la sensación que te ofrece es la de haber conocido a un gran, gran hombre, una persona excepcional en su sencillez.

Una obra con la que Inagaki cambió de registro y que valió el León de oro en el festival de Venecia pese a sus excesos sensibleros.

http://palomitasconchoco.wordpress.com
Palomitasconchoco
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1 de noviembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La acción transcurre desde finales del siglo XIX hasta comienzos de los años veinte, del siglo pasado, en Japón.

La fecha y el lugar son importantísimos en esta película, pues si no se tienen en cuenta , en todo su valor, es posible que no se llegue a entender. En casi cien años mucho ha cambiado la sociedad japonesa, aún más que la occidental.

Matsu, un hombre rudo, analfabeto, conductor de un carrito de transporte de viajeros, se enamora de la viuda de un teniente del ejército (Yoshiko) a quien ayudará a educar a su pequeño hijo (Toshio), débil en todos los aspectos, hasta que éste marche a la Universidad.

El amor de Matsu es guardado con todo celo por éste, cree insalvable la distancia social y cultural con la mujer. Al final, cuando ve que definitivamente la va a perder junto a la ausencia de Toshio, a quien quiere como al hijo que nunca tuvo, se producirá el desenlace bastante previsible.

Hiroshi Inagaki rodó esta película en dos ocasiones, la primera, en 1943, fue censurada, por lo que de nuevo la realizó en 1958. La dirección resulta algo plana y con secuencias que no resultan bien ajustadas con el resto. Lo mejor, a mi juicio, de la película ocurre en la penúltima secuencia con esa maravilla de color que muestran los recuerdos del protagonista.
Juan Ignacio
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31 de agosto de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un remake impresionante y de altura con respecto a un clásico japonés. El carismático Toshirô Mifune brinda uno de sus mejores papeles, demostrando que también es capaz de contenerse cuando la escena lo requiere. Como un cuento de Chejov o una leyenda en la hoguera, se narra con la sencillez de los clásicos una hermosa historia que está repleta de tristeza y melancolía.

"El hombre del carrito" nos habla del paso del tiempo, de la rueda de la vida y nuestras emociones ante la soledad. De la alegría de tener un hijo y el drama de verlo marchar, de un amor inconfesable contado con una sutileza que tanto se echa en falta para estos tiempos que corren.

Hiroski Inagaki firma un film hecho con una factura hermosa, utilizando cada recurso para beneficiar a la historia, permitiendo que siempre sepamos qué es lo que sienten sus personajes al enfrentarse a ese fugaz instante que es la vida.

Toda una experiencia que rinde tributo a quien nada espera a cambio de lo que hace, el verdadero tambor que se entrega con alegría a cada oportunidad pequeña de felicidad que se le presenta.
El Libanés
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26 de abril de 2015
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contar con dos nombres propios como Hideko Takamine y Toshiro Mifune es una muy buena manera de empezar una película. En muchos casos se ha demostrado que no basta con tener a los mejores actores para que una película sea buena, pero si, como en este caso, a una buena historia se le suma una narración acertada, una fotografía en color endiabladamente atractiva y la presencia de dos actores inmensos, entonces la película queda completa hasta el límite de tener que rendirse y calificarla de excelente. "El hombre del carrito" es indiscutiblemente un diez, un excelente, en números, en letras y en estrellitas. Daré mis razones, no me contento con un esbozo, necesito explicarlo un poco más.

Además de contar con una historia atractiva, la de nuestro hombre del carrito, Inagaki parece que fue tocado con una barita mágica que le otorgó el don de saber colocar bien las piezas para que la narración fluya sin saltos, sin abruptos acelerones, sin ausencias ni malentendidos. Hablo del uso adecuado de flashbacks y de elipsis, buenos recursos cinematográficos que no todos saben usar correctamente. Inagaki lo borda. Intercalar las imágenes de la rueda que no para de dar vueltas no es poca cosa, posee la esencia del mensaje de la película. La vida para Matsugoro es rodar y rodar...

A Hideko Takamine no es necesario pedirle nada más que aparezca. La musa de Mikio Naruse aporta una presencia que implica bondad, buenas maneras, además de belleza... ¿Cómo no enamorarse de ella?; y ahí está la clave de "El hombre del carrito", que pese a que lo llamen salvaje, porque ciertamente lo es, si un ser humano lo es de verdad es porque es capaz de sentir amor verdadero muy dentro suyo, en su corazón, en su alma o vaya usted a saber dónde, aquello que nos hace humanos en el sentido preciso de la palabra, sentir amor y ser conscientes de ello hasta las últimas consecuencias.

Lo grito a los cuatro vientos: inmenso Toshiro Mifune. Sé que existen seres humanos como él en el mundo pero tal cual, Matsu 'el salvaje', sólo lo encontraremos en la película de Inagaki. Personalmente cuando se sube a la carroza para tocar ese gigantesco bombo es cuando me he dado cuenta que estaba delante de una película de diez. Sólo los ancianos del lugar reconocen el tradicional y preciso ritmo que es capaz de darle al instrumento Matsu. Un personaje inolvidable, bruto, de pronto malo y de corazón inmenso. Ya lo he dicho y lo repito, una película sin fisuras, un diez inapelable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luisito
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