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La última casa a la izquierda

Terror. Thriller Dos adolescentes, Mari y Phylis, quieren celebrar un cumpleaños acudiendo a un concierto de su grupo preferido, Bloodlust. Pero antes que lleguen a la gran ciudad, son raptadas por un trío de maníacos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 47
Críticas ordenadas por utilidad
12 de noviembre de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los inicios siempre son difíciles, aunque tienen la ventaja de que puedes dar rienda suelta a todo lo que se te ocurra. Vista en perspectiva The Last House on the Left sirvió para unir a dos mitos del cine de terror como son Wes Craven y Sean S. Cunningham. Pesadilla en Elm Street y Viernes 13, respectivamente, son sus credenciales. Eso ya nos da una idea por donde va la cosa. Sin casi línea argumental, tomada esta de la obra de Ingmar Bergman, El Manantial de la Doncella, este film fue rodado sin mucha preparación, siendo todo su metraje fruto de la improvisación, y su principal motivación fue filmar, sin ningún remordimiento, las mayores atrocidades que se les ocurrieron. Pero el dinero manda, y no pudieron incluir todas las que se rodaron, que según se cuenta, eran las más escabrosas.

Su falta de delicadeza la convirtió enseguida en una obra maldita a la vez que de culto. Estuvo prohibida en varios países. En el Reino Unido no fue hasta 2008 que se permitió la distribución sin cortes de la película, naturalmente para mayores de 18 años. Casualmente fue ese revuelo y las consiguientes prohibiciones lo que hizo que su éxito comercial fuera notable, sorprendiendo incluso a sus autores. Hoy en día esa crueldad o efecto malsano ha sido ampliamente superado por innumerables cintas, pero su amateurismo la hace sumamente atractiva e incluso, en mi opinión, impactante. Los años no pasan en balde, y el tiempo no ha sido precisamente su mayor aliado. De todas maneras incluye algún apunte interesante. Uno sería el dilema que nos plantea siempre la venganza al llevarla al límite, al final no sabemos quién es peor si las víctimas o los verdugos. Otro a destacar es el de la inclusión del tema hippy, ese término que cinematográficamente nos ha dado muchos ejemplos de que tras su lema de paz y amor, se esconde una violencia demencial.

Mari y Phylis son dos adolescentes que deciden celebrar el 17 cumpleaños de la primer asistiendo al concierto de su grupo favorito Bloodlust. Por las calles de Nueva York deciden preguntar a un joven donde podrían conseguir marihuana. Tras un pequeño titubeo Junior las invita subir a su apartamento, donde les espera una gran bienvenida por parte de sus amigos.

Escasa técnicamente en todos sus aspectos, con un guión, por llamarlo de alguna manera, deleznable y deslavazado, da en el clavo por su descaro y falta de escrúpulos a la hora de ser rodada. Eso ya es bastante meritorio, ya que la aureola de film prohibido hizo que en su época se convirtiera en un hito. Vista hoy en día se podría incluir en cualquier serie de cuento para niños, pero estamos hablando de 1972, los más de 40 años transcurridos se notan excesivamente. Hablar brevemente de las interpretaciones, son bastante mediocres en general, pero destacaría a dos en especial, naturalmente los más malos: Fred J. Lincoln y David Hess, crean unos personajes muy creíbles a la vez que perturbadores, yo al menos no me haría amigo de ellos, seguro que me pedirían dinero para irse de putas.

Para finalizar comentar que aunque sea una obra de culto y eso que se dice, el paso del tiempo ha sido su mayor enemigo. Su visionado, no obstante, os dejará mal cuerpo, más que otra cosa, por su violencia gratuita y que flota en el aire durante toda su duración. Imprescindible para entender todo lo que vino después.

http://www.terrorweekend.com/2013/11/the-last-house-on-left-review.html
TerrorWeekend
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16 de noviembre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Técnicamente el film no se aguanta por ningún lado, guión simple, interpretaciones penosas, situaciones ridiculas y un montaje lamentable.
Lo que salva esta película es el año en que se hizo, 1972. Mientras los últimos coletazos del movimento hippy agitan una sociedad estadounidense juntamente con el síndrome Vietnam, Craven gira la tortilla y nos da una de cal.

Es un título de culto por el shock que debió transmitir a la audencia americana, y que plantó las semillas del género. Pero su calidad técnica hace que hoy día, haga más risa que otra cosa.

Una curiosidad, hay que verla haciendo el esfuerzo de imaginarse que estás en el año del estreno.
teixi
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27 de abril de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reverso sucio del clásico "El manantial de la doncella" de Bergman (con el que solo comparte el germen argumental y temas como el dolor y la venganza), lo que en el filme del sueco es poesía aquí es prosa salvaje y descarnada. Es esta una obra sin suavizantes, sin nada que amortigüe la recepción de su crueldad y su violencia por la violencia misma, en un intento de maximizar los miedos elementales más horrendos en un mundo sin dios ni redención, nihilista.

De ahí que la mejor razón por la que valorarla es mediante su capacidad para angustiar y provocar emociones extremas (al fin y al cabo el objetivo primigenio del cine de terror). Destartalada, ruda y torpe, constituye un título clave del género de terror, ya que abrió nuevos derroteros, contribuyó a la expansión de un cine realista, crudo y sangriento, y apartó al cine de terror del mercado de entretenimiento adolescente para llevarlo hacia el terror extremo para adultos.

Filmada con movimientos de cámara y encuadres funcionales, fotografiada como si se tratara de un documental para dar así mayor veracidad y con el respaldo sonoro de una música exasperante, la ópera prima de Craven convertía al espectador en el testigo indefenso de algunas de las violaciones, vejaciones y en definitiva torturas más espantosas y agónicas del cine de terror.
Isidoro Feria
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17 de enero de 2022
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
De manera inopinada, lo más interesante de 'The last house on the left' acaba siendo, una vez finalizados sus escasos 80 minutos de atroz indigencia cinematográfica, esclarecer el proceso mediante el cual ha logrado alcanzar cierta fama y estatus. Incluso la tan escurridiza etiqueta de "película de culto".

Ubico a Wes Craven junto a otros señeros apóstoles del Cine de terror americano de los 70, como Hooper, Carpenter o Romero —cuyas primeras obras, exceptuando las desconocidas 'Eggshells' y 'Estrella oscura', sí constituyeron indubitables hitos del género—, en esa hornada de jóvenes realizadores norteamericanos a caballo entre lo ideológicamente beligerante y el pacifismo sesentero, que usaban el Cine como pretexto para esbozar una crítica, más o menos relevante, más o menos pertinente, más o menos trabajada, sobre los problemas de los USA de su tiempo. Los USA de Vietnam, de las tensiones raciales, de la amenaza del consumismo irracional o la necesidad del movimiento hippie ante el aumento de la delincuencia. El ser humano, en esta película, bascula entre lo absolutamente corrupto —los agresores; adictos y violentos— y la pureza susceptible de corrupción: la de las inocentes chicas y la familia. No en vano, el estuario de la trama muestra cómo padres abnegados, confiados y razonablemente modélicos acaban ejerciendo de obligados ángeles exterminadores respondiendo al horror con más horror. En este sentido, podría admitirse que contiene resabios de Peckinpah. Era, sin duda, el ánimo del común ciudadano norteamericano joven en aquella época, que observaba los horrores de Indochina como una empresa gratuita a la que sustituir con "amor libre" y al capitalismo, el ejército y el conservadurismo como epítomes del horror, la amenaza nuclear y, posiblemente, de la extinción de la humanidad.

Por ello, Wes Craven, imagino, decidió mostrar uno de los horrores más indignos que puede proporcionar un ser humano a otro: la violación. Y cómo, ante el horror, la única respuesta que opera es más horror. A día de hoy, incluso se habla de un subgénero propio dentro del terror: el cine de violaciones. El granítico poso de esta película, vuelvo a imaginar, procede de dicho honor pionero y, una vez vista con desagrado, de ninguno más.

Gracias.
Nuño
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9 de septiembre de 2015
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuenta la leyenda que un día nació Wes Craven, uno de los máximos exponentes del género Terror. Su opera prima fue The Last House on the Left, película que fue criticada duramente en su época y luego después de verla, puedo confesar hasta ahora puede escandalizar hasta al más open mind. Y es que la película no trata de asustarte con fantasmas, demonios o monstruos si no el éxito es asquearte por el enfermizo comportamiento de algunos seres humanos. Las escenas de violación fueron repugnantemente bien hechas, aunque no fueron tan explicitas, logró su cometido. El mérito del director fue que supo darle un perfecto contraste: antes o después de aquellas escenas irreproducibles, la banda sonora y la excelente fotografía tomaron protagonismo.

El elenco estuvo de lujo, con puras bellezas, las victimas Sandra Peabody (Mari Collingwood), Lucy Grantham (Phyllis Stone) y Jeramie Rain (Sadie), la villana más atractiva del siglo XX. Creo que también es necesario mencionar a David Hess (Krug Stillo), Fred J. Lincoln (Fred 'Weasel' Podowski), Marc Sheffler (Junior Stillo), Richard Towers (Dr. John Collingwood) y Cynthia Carr (Estelle Collingwood)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
La Mente Maestra
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