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España España · Málaga
Voto de Nuño:
1
Terror. Thriller Dos adolescentes, Mari y Phylis, quieren celebrar un cumpleaños acudiendo a un concierto de su grupo preferido, Bloodlust. Pero antes que lleguen a la gran ciudad, son raptadas por un trío de maníacos. (FILMAFFINITY)
17 de enero de 2022
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
De manera inopinada, lo más interesante de 'The last house on the left' acaba siendo, una vez finalizados sus escasos 80 minutos de atroz indigencia cinematográfica, esclarecer el proceso mediante el cual ha logrado alcanzar cierta fama y estatus. Incluso la tan escurridiza etiqueta de "película de culto".

Ubico a Wes Craven junto a otros señeros apóstoles del Cine de terror americano de los 70, como Hooper, Carpenter o Romero —cuyas primeras obras, exceptuando las desconocidas 'Eggshells' y 'Estrella oscura', sí constituyeron indubitables hitos del género—, en esa hornada de jóvenes realizadores norteamericanos a caballo entre lo ideológicamente beligerante y el pacifismo sesentero, que usaban el Cine como pretexto para esbozar una crítica, más o menos relevante, más o menos pertinente, más o menos trabajada, sobre los problemas de los USA de su tiempo. Los USA de Vietnam, de las tensiones raciales, de la amenaza del consumismo irracional o la necesidad del movimiento hippie ante el aumento de la delincuencia. El ser humano, en esta película, bascula entre lo absolutamente corrupto —los agresores; adictos y violentos— y la pureza susceptible de corrupción: la de las inocentes chicas y la familia. No en vano, el estuario de la trama muestra cómo padres abnegados, confiados y razonablemente modélicos acaban ejerciendo de obligados ángeles exterminadores respondiendo al horror con más horror. En este sentido, podría admitirse que contiene resabios de Peckinpah. Era, sin duda, el ánimo del común ciudadano norteamericano joven en aquella época, que observaba los horrores de Indochina como una empresa gratuita a la que sustituir con "amor libre" y al capitalismo, el ejército y el conservadurismo como epítomes del horror, la amenaza nuclear y, posiblemente, de la extinción de la humanidad.

Por ello, Wes Craven, imagino, decidió mostrar uno de los horrores más indignos que puede proporcionar un ser humano a otro: la violación. Y cómo, ante el horror, la única respuesta que opera es más horror. A día de hoy, incluso se habla de un subgénero propio dentro del terror: el cine de violaciones. El granítico poso de esta película, vuelvo a imaginar, procede de dicho honor pionero y, una vez vista con desagrado, de ninguno más.

Gracias.
Nuño
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