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Playtime

Comedia Un grupo de turistas americanas hace un viaje por Europa, que prevé la visita de una capital por día. Al llegar a París, se dan cuenta de que el aeropuerto es exactamente igual al de Roma, de que las carreteras son idénticas a las de Hamburgo y que las farolas guardan un curioso parecido con las de Nueva York. En resumidas cuentas, el escenario no cambia de una ciudad a otra. Y ya que no pueden conocer París, se conformarán con pasar ... [+]
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Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
23 de noviembre de 2006
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La avidez visual y las ganas de comunicar cosas eran el motor de su cine. (¡Que tontería!, podría pensar cualquiera. ¡Eso es lo que hacen las películas!, contar cosas). El auténtico mérito del francés es que el hilo conductor de ésta comunicación se basa en la avidez y profundidad de mirada del propio espectador. Gran secreto de la magia de su cine. Para ello Tatí revolucionó con un cine rodado en 70mm (lo que demuestra que estaba al tanto de las novedades técnicas) donde el enfoque no lo realiza la cámara. Sino el espectador con su mirada. En un formato de gran pantalla donde aparecen infinidad de situaciones entremezcladas dentro de un mismo encuadre. Un cine que bien pudiera ser definido como el cómic de la gran pantalla. (¿Quien no recuerda aquellos 13 Rue del Percebe de Francisco Ibáñez?).

Playtime es el máximo exponente en cuanto a aparición de arquitecturas en la obra de Tatí. Su aportación cinematográfica va dando debida cuenta película tras película, de una manera paulatina, al papel que ocupan arquitectura tradicional y arquitectura moderna en nuestras sociedades. Y no solo da cuenta en lo que a edificaciones se refiere. También habla de mobiliarios, de ergonometrías diversas, de objetos de diseño y de aplicaciones del mundo de la ingeniería. En lo extenso de su filmografía la arquitectura va tomando cuerpo y cobra su exponente máximo con la aparición de Playtime. Llegando casi a desaparecer del universo Tatiano en su última etapa. Refugiándose bajo la carpa de un circo como metáfora del mundo en su último filme Parade.
fuertepedo
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3 de diciembre de 2008
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine como imágenes en movimiento, el cine verdadero, en una reminiscencia del viejo cine mudo y una crítica de la modernidad del siglo XX en París, en una ciudad de utilería. En realidad un caos en el cual hay que descubrir el suceso y el significado y, también, divertirse, mientras tanto; por ejemplo una agencia de turismo ofrece viajes a ciudades que en los carteles lucen todas iguales, supermodernas. "Gags" (chistes) visuales la mayoría, alguno de lenguaje: "¿Cómo se dice 'drugstore' en francés? - "Drugstore". El personaje de M. Hulot (Jacques Tatischeff, 1908-1982) anda perdido pero tiene la presencia de ánimo de observar cómo reacciona el relleno de un sillón a la presión. También están perdidos los turistas que son llevados de un lado para otro como ovejas, por una ciudad inventada por Tati y llena de sorpresas graciosas. Para reírse de las costumbres aceptadas o exageradas de una época, que, bien miradas, son para revolcarse de risa (o de espanto). La filmación fue una fiesta para una multitud de extras y el filme una fiesta también, no sólo por el caos sino también por el tono de la diversión generalizada. Un filme sin historia para contar, puede parecer aburrido, pero con una multitud de personajes y de acontecimientos para reír y maravillarse de una deliciosa inventiva pues todo, todo, es sorprendente. Interesantes las extras sobre la filmación (en el DVD).
Leonel
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29 de noviembre de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Difícil puntuar esta película... En un primer momento me fascina ese toque moderno de los años 60, bien plasmada aquí. Una tecnología fría y gris. También me ha gustado algún que otro corte de comedia, que sí que me he reido, pero muy poco.

No es una comedia convencional, es bastante abstracta. También me ha encantado los planos grandes y esos escenarios que ya me gustaría a mí saber como hizo posible esta película, porque parece muy real para ser decorados, pero sabes que eso no podía existir en la época...

La inexistencia de argumento alguno, hace que se haga pesada en varios momentos. Sería para suspenderla y mucho, pero esos decorados y esa imaginación, hace que me encante.

Ves planos grandes que no sabes donde mirar porque no sabes donde va a ocurrir "algo". Es una genialidad, pero hubiera sido mejor plasmarla de una forma más "normal".
edugrn
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16 de diciembre de 2013
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tati consigue su película más depurada técnicamente. Hace un alarde prodigioso con su puesta en escena, utilizando planos generales y medios en los que interactúan un sinfín de personajes, por lo que resulta difícil en un sólo visionado captar la atención de los distintos gags que se suceden al mismo tiempo. Rebosa una imaginación sin límites en cada plano, no hay nada al azar.

Su humor, sutil, para nada desternillante, critica estupendamente lo absurdo de la sociedad modernizada. Aprovecha al máximo el sonido y elementos visuales en los que hace partícipes a los espectadores de la cinta. Tal vez contenga secuencias excesivas en su metraje, plagadas de personajes que deambulan en medio de la perpendicularidad de los edificios e interiores en los que se mueven, pero es irreprochable la maestría con la que el cineasta francés construye su obra.

Una película llena de detalles cómicos, gran heredera del cine mudo y un prodigio técnico en su arquitectura visual. Sus virtudes son inapreciables en una sola proyección.
Wellesford
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26 de julio de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entiendo que en el París de los años 60, hacer una crítica social de la modernidad que estaba invadiendo la capital francesa, debió ser innovador y cómico. Burlarse del snobismo con sus anglicismos (choca ahora, pues en su momento aún debía ser más disruptivo), de la arquitectura moderna con sus edificios laberínticos hechos de vidrio y acero (es curioso como la publicidad de las capitales de Europa todas muestran el mismo edificio), mofarse de como bailan los neo-bugueses, de las oleadas del turismo (también un fenómeno que nacía) constantemente comparando con otras ciudades... Es decir, reconozco el éxito que debió tener en su momento (no económico por lo visto. Leo que fue un fracaso financiero por lo cara de la producción).

Sin embargo, destacando su fotografía (ayudada por el rodaje en 70mm que favorece a la resolución), los escenarios hechos ad-hoc (Tativille la llamaron), y el vestuario, crear una película a base de gags sin ningún tipo de argumento más allá de la crítica a la modernidad que subyace, me parece muy arriesgado y, en mi caso personal, me ha resultado tediosa y he sufrido para acabar de verla estando despierto.
Alberto M Laguía
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