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Los extraños: Cacería nocturna

Terror. Thriller Cindy (Christina Hendricks) y Mike (Martin Henderson) se embarcan en un viaje por carretera y planean pasar una temporada en un campamento de remolques antes de dejar a su problemática hija Kinsey (Bailee Madison) en un internado. Pero el viaje se ve interrumpido por la llegada de tres psicópatas enmascarados que atacan y matan sin piedad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
25 de septiembre de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una familia que pasa la noche en un camping, un zoom cateto, un gore sin gore y un guión inexistente son los elementos de esta diarrea mental con actores de mercadillo y ángulos de cámara de festín de boda de pueblo.

Pero que tontería de película. Es insufrible que no termine antes. Ni miedo, ni tensión, ni suspense, solo aburrimiento por todas partes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juanjar
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30 de julio de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como expreso en mi titulo, el éxito de esta peli está en Bailee Madison, como ha cambiado desde un puente hacia Terabithia, su actuación es sobresaliente y la ultima media hora de film, es suya íntegramente.
Por desgracia hay gente que acosa y mata por placer, son sádicos disfrutan con el dolor y sufrimiento ajeno.
Me resulta curioso que haya tantas actrices tan parecidas físicamente, lo digo por Christina Hendricks por su parecido con Bryce Dallas Howard y Jessica Chastein. Incluso Bailee Madison tiene cierto parecido con la actriz de cine X Dillion Harper.
Referente a los villanos, hay tres pero la chica de la careta que me recuerda a Betty Boop, ha sido un personaje desaprovechado.
Lo mejor es la selección musical, por lo demás los tópicos del cine de terror.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jose
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5 de mayo de 2018
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corría el año 2008, la crisis irrumpía en los hogares, Zapatero y Obama eran elegidos para presidir sus respectivos países, el huracán Katrina arrasaba todo a su paso y se estrenó en las salas de todo el mundo la película Los Extraños, dirigida por Bryan Bertino y protagonizada por Liv Tyler y Scott Speedman, una home invasion con toques slasher con bastantes similitudes con la posterior The Purge: La noche de las bestias (2013). Diez años más tarde nos llega una innecesaria secuela, pues aquella no fue una cinta especialmente recordada ni vanagloriada, ni mucho menos se le concedió el título “de culto”. ¿Será que piensan que en su segundo intento les saldrá mejor? ¿Les quedo historia en el tintero que querían explicar? ¿Habrán echado mano a sus franquicias para ver si se puede convertir en una saga? Vamos a ver si sacamos algo en claro.

Una familia está pasando una importante crisis cuando deciden enviar a la hija menor a un internado por su mal comportamiento. Pocos días antes de ingresarla se tomarán unas vacaciones juntos en un parking de caravanas propiedad de un familiar. Al poco de llegar unos extraños enmascarados les empezarán a acosar gradualmente con más violencia.

La película sigue la máxima de todas las secuelas de terror (en especial los slashers), va a ser muy parecida a la original pero mucho más grande. En Los Extraños: Cacería nocturna se entiende esto en dos características, la primera es el territorio, donde solo había una casa en la anterior aquí contamos con un extenso camping con sus calles y sus diferentes caravanas, en otra sería en los momentos más “fan service”, situaciones en los que la cinta se deja de intrigas y pasa a la acción para regocijo del público. Y aquí estamos hablando de lo mejor de la cinta, pues sabiendo que tarda mucho en arrancar y que los personajes no son precisamente interesantes para el público, los momentos de acción pura y ritmo más frenético son más que bienvenidos. Para que nos entendamos, cuando el listón está muy bajo cualquier mejora es celebrada.

Y es que no se entiende la existencia de esta película, pues explica la misma historia que en la anterior y no ofrece elementos nuevos que nos hacen ver qué diferencia hay con aquella. La historia familiar es distinta pero similar en cuanto a drama, el trío de atacantes son los mismos y sin variación en diseño ni inyección alguna de un poco más de brío, ni hay explicación de quiénes son ni porque son unos estrategas tan formidables. En lo que si que ha sido una mejora es en el ritmo, pues comparativamente, y aunque esta también adolece de un comienzo demasiado lento, una vez que empieza la acción si logra captar la atención del espectador, algo que no conseguía la anterior. Además podemos celebrar que hay dos escenas en esta cinta bastante brillantes viendo el tono general, una ocurre en un parque y la otra en una piscina, estas dos destacan por mucho frente a las demás y consiguen ser memorables.

Dirige Johannes Roberts (A 47 metros, El otro lado de la puerta) con un peculiar homenaje a los slashers de los ochenta. Con unos planos un poco extraños y unos zooms que descolocan consigue hacer una mejor película que la anterior con el mismo guion, pero como sus anteriores cintas tendría que hacer sus introducciones algo más interesantes. Aún con esas no consigue distanciarse de ese ambiente de película de serie B. Protagonizan los jóvenes Bailee Madison (Don´t Be Afraid of the Dark, The Night Before Halloween) y Lewis Pullman (Aftermath), el trabajo de él es bastante correcto, es el personaje más interesante de la cinta, pero ella no sale tan bien parada, a parte de que dramáticamente no parece muy convencida su personaje, una adolescente en plena edad del pavo, no consigue demasiadas simpatías para con el espectador. Les escudan dos veteranos, Christina Hendricks (Mad Men, The Neon Demon) y Martin Henderson (The Ring, Ases Calientes).

Una cinta innecesaria como secuela al no contar nada que no se supiera ya, pero divertida en algunos momentos por puro disparate o, en las menos, por su calidad. Puedes darle una oportunidad si eres seguidor de la original o si en una noche con los amigos os apetece ver algo sin demasiada materia gris.
TerrorWeekend
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31 de mayo de 2018
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un retraso en su producción de varios años, llega ahora la segunda parte de aquel interesante home invasion llamado "Los Extraños" (Bryan Bertino, 2008), recuperando la figura de su director ahora acreditado como guionista. Interesante por la sobriedad de su tono y rozando las grotescas maneras en sus escenas cumbre, el film de Bryan Bertino aportaba una visión de los allanamientos de moradas apoyada en la siniestralidad escénica y el drama intrapersonal, bajo una interesante anatomía del cómo una figura malvada anónima (en este caso, unos enmascarados asaltadores nocturnos) se imbuía en la tranquilidad de una noche del matrimonio protagonista, todo bajo la construcción de un hilo de tensión funcionando a modo de epicentro.

Esta segunda entrega viene rodada por Johannes Roberts (con cierta fama en el género actual por su rápidamente amortizada pieza indie "A 47 Metros" [2017]), del que se intuyen las intenciones de, ante todo, ser fiel a la estética oscura, por momentos feísta, de la anatomía hacia el horror de su predecesora. En esta secuela, nuevamente con un núcleo familiar con cierta controversia interna (aquí con adolescente problemática mediante), cuyos miembros se embarcan en una ruta de campamentos de remolques atravesando ese espectro tan interesante de la orografía de los Estados Unidos como son las carreteras secundarias. Pronto aparecerá el germen de maldad de la iconografía del universo de "Los Extraños", las efigies de enmascarados allanadores que convertirán esos días de descanso en una auténtica pesadilla. A Roberts rápidamente se le ven las intenciones de escapar a cualquier intento de repetir el ejercicio de estilo que suponía la obra de Bertino en lo que a construcción de tensión se refiere, a favor de un envoltorio del ahora tan recurrido enfoque neo-80’s, no únicamente en lo que a la inclusión de hits musicales de la época se refiere; se alude a una tonalidad visual luminiscente que hace que los colores chillones destaquen en la oscuridad de la noche, con una plástica visual muy interesante. Aumentando las dosis de crueldad, a favor de un mayor número de escenas de impacto, la película se convierte prácticamente en una maniobra de explotación de la primera entrega, a modo de survival, obviando sus aciertos más tonales, aunque con un esquema en sus acciones de atracción del horror, en sus derroches hacia las acciones que intenten asentar su personalidad en las aristas menos conformistas del género, aún quedando a medio camino en ello. Y, aunque de esto se aprovechen algunas escenas planificadas con buena mano como una secuencia central con una piscina y luces de neón como campo de acción, la repetición de mecánicas en el desarrollo de los acontecimientos acabará jugando totalmente en contra de sus acertadas maneras expositivas.

Es justo alabar cierto distanciamiento con Los Extraños, especialmente en lo concerniente a la catarsis dramática que proponía Bryan Bertino (Roberts fusila esto con unos primeros 15 minutos, intrascendentes, todo sea dicho), dejando que su principal destreza sea el respeto gran parte a su imagenería estética pero más ligada en su ejecución a los tropos del slasher de manual, obviando esas lineas salvajes del home invasion que se proponían en su predecesora. "Los Extraños : Cacería Nocturna" plantea el conformar unas formas propias sin que le haga pesar en demasía el recuerdo de la primera película, aunque la caída en los propios tópicos de la vertiente más convencional del género actual acabe por difuminar algunos de sus momentos más destacados, expuestos con un particular modo de diversión de barraca de feria; nada sorprenderá al espectador más experimentado, pero es posible que en momentos determinados origine su sonrisa amiga, envueltos de unos hits 80’s incluidos con gusto y cierta justificación.

http://reverendowilson.com/
Reverendo Wilson
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25 de mayo de 2018
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya una década, los Extraños llamaron a la puerta del cine de terror contemporáneo.
Sin las infancias traumadas de psicópatas diversos, ni las deformaciones espantosas de mutantes violentos, tampoco la estética impactante de otros tantos asesinos, su maldad calaba hondo por una sencilla justificación...
"Porque estabais en casa."

'Los Extraños: Cacería Nocturna' no deja de ser más de lo mismo, pero son sus agradecidos toques de rareza los que la hacen pasar de rancia a mínimamente visible.
Su director, quizás consciente de que está replicando un modesto éxito ajeno y lejano en el tiempo, elige la vía de la "exploitation": título plasmado en letra recargada sobre fondo chillón, proliferación de música ochentera absolutamente pegadiza y cierta atmósfera "barata" que cuadra perfectamente con expectativas bajas.
Tal vez porque era la única forma de hacer homenaje a una historia digna de cualquier doble programa de terror en autocine.

Son dos familias la que coinciden en el hotel de caravanas, las dos con una oscuridad palpable en sus dinámicas, salvo que la de caras de tela y cartón mata en vez de tirarse los trastos encima.
Meter protagonistas ya tocados por la desgracia no es nada nuevo, pero sí añade un extra de urgencia a la hora de huir, así como cierta idea maligna de que los Extraños rondan las cosas que no han salido bien: un matrimonio fallido anteriormente, ahora una familia que no ha aprendido a quererse.
Contrasta eso con la parsimonia y normalidad que se toman ellos en cada asesinato, rara vez abalanzándose o corriendo, sino disfrutando cada segundo delicioso en el que sus víctimas ruegan primero por su vida, después por un final rápido que les ahorre esa normalidad bizarra minutos antes de la puñalada.

Está claro que el "Basado en hechos reales" se acaba agotando, y pronto deja de importar la inquietud que se ha construido, para pasar a la cacería.
Pero quedan rastros, imágenes... piscinas teñidas de sangre, figuras que se giran en la penumbra o caras blancas que aparecen de la nada... elementos fuera de lugar, helando la sangre en esos sitios en los que nunca pasa nada.

No se queda una impresión duradera, pero se siente el temor de que esa persona observando fijamente en la oscuridad, ante el buscar una razón, te pueda contestar... "¿y por qué no?"
Charles
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