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El mensajero del miedo

Intriga Cuando el Mayor Bennett Marco (Frank Sinatra) tiene que opinar sobre el Sargento Raymond Shaw (Lawrence Harvey), no duda en afirmar que es un auténtico héroe. Pero, en realidad, Shaw le parece un personaje muy turbio: una enloquecedora pesadilla le hace sospechar que el sargento oculta algo inconfesable. Audaz thriller político sobre el lavado de cerebro de los prisioneros americanos en la guerra de Corea. El fin del rodaje coincidió ... [+]
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
31 de enero de 2021
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elegí ver esta película, que no conocía, por dos razones: Su director, J.Frankenheimer, me había proporcionado dos buenos disfrutes como fueron "el hombre de Alcatraz" y "el tren"; y segunda, por el 7,2 que le habían asignado en FA. Por tanto, estaba confiado en que, cuanto menos, no sería una mala película.
Debo reconocer que finalmente la cinta me ha producido una decepción importante; no estaba condicionado para ver una gran obra, pero sí confiaba algo más en el buen hacer de este gran director que es J.Frankenheimer. Pero me temo que esta podría haber sido una película alimenticia, que diría Buñuel, para calificar a las películas que le daban de comer. Si no, no me explico la cantidad de dislates que he visto durante las algo más de dos hora que dura.
Para empezar, el guión me ha parecido que rechina de manera estrepitosa. Hay multitud de secuencias ridículas, acciones rocambolescas... podría asegurar que es una historia dirigida a un público infantil. O dirigida a un público al que se quiere infantilizar. Vete a saber. Lo cierto es que alguna parte me ha parecido de vergüenza ajena, más que nada pensando en que estamos hablando de un director de una categoría importante. Aprovecho para recomendar las dos películas que he mencionado más arriba, sobre todo la primera.
No dudo que el "lavado de cerebro" de las personas es posible. Para quien no lo conozca, que investigue sobre los llamados MKultra, personas manipuladas mentalmente que al parecer llevan ya bastante tiempo operando a las órdenes de gobiernos. Pero saltar desde esta idea y hacer un argumento tan facilón, atropellado, carente de hilazón mínimamente bien enlazada, ha acabado por desmoralizar mi buena disposición. La pelea con el chino, los papeles vacíos de las chicas de los protagonistas, el papel tontorrón del marido de Lansbury, el desarrollo deductivo de Sinatra, y así constantes escenas que parecían más bien propias de un filme de serie B con todas las letras.
No me olvidaba de la intención política que subyace. Es evidente que, aparte la cuestión ambigua sobre la crítica de hacia quién va dirigida, lo cierto es que en el espectador lo que sí crea es un odio hacia el contrincante del momento, el ruso-asiático, pues lo presenta como un ser pérfido y diabólico. Y no sé si lo es o no. Lo que sí se es que esta película se utiliza para condicionar al espectador. Pues no me explico cómo una película tan floja haya sido producida con los medios que tiene (buenos actores, director, ...).
Compruebo en la cinta también que ya por aquellos años (los 60) la televisión manipulaba. Y que las estrategias políticas de engaño funcionaban a todo tren. Y esto era hace 60 años! Qué no será ahora!
Es cierto que algunas cuestiones que apuntan filmafiniteros son elogiables, cómo el uso de la técnica de cámara (esos picados, contraluces, blanquinegros, etc.) así como la buena dirección por momentos de Frankenheimer. Pero a mi entender, por muy buena que sea la técnica, por muy buenos que sean los actores (que en esta cinta en concreto no tienen actuaciones muy allá, sobre todo me ha parecido bastante flojo el trabajo de Sinatra), si el argumento tiene más agujeros que el culo de un pocero, apaga y vamonós.
En resumen, filme prescindible, un 3 me parece justo, no me tiembla el pulso porque sea de Frankenheimer. Cada vez valoro más mi tiempo, y en base a ello marco la línea que delimita el aprobado.
Tombol
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6 de octubre de 2011
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la guerra de Corea (1950-53) hubo, como en la mayoría de los conflictos armados, intervinientes de alto caché: ONU, Estados Unidos, Rusia y China, que después de tres años de tironear de la línea de la frontera, matar civiles y vender armamento a las partes (que ellos mismos se habrían encargado de enzarzar), dejaron la rayita en el mismo sitio, Paralelo 38, en que había sido trazada tras la derrota de Japón, para repartirse las zonas de influencia. Pues bien, entre los experimentos y nuevas tecnologías bélicas reseñables de este hito histórico de la estupidez humana, cabe destacar los avances que tuvieron lugar en la ciencia del lavado de cerebro de combatientes, utilizando una mezcla de hipnósis y sustancias de laboratorio.

De vuelta a casa, tras los agasajos de rigor y la patriótica utilización de los héroes, vía televisión, quienes sobrevivieron a una confusa y supuestamente importante misión nocturna, se ven asaltados por pesadillas que nada tienen que ver con las valientes actitudes que se atribuyen a la patrulla. El sargento Raymond Shaw y el Mayor Bennett Marco, del glorioso y demócrata ejército estadounidense, pasearán sus miedos, dudas e inquietudes por un desierto de incomprensión, palmaditas y sonrisas profidén, hasta que comienzan a materializarse los sueños. Mientras tanto, como siempre, en el país paradigmático de las libertades están de elecciones, y como todos sabemos allí cualquiera puede llegar a presidente, sobre todo si tiene pocos escrúpulos y el dinero suficiente para controlar la campaña.....

A destacar el terror intravenoso que inyecta a quienes no quieren creer que en las llamadas democracias también existen manos negras, ocultos intereses y operaciones maquiavélicas que convierten a las personas en seres más próximos al cuerno y la pezuña.
Sinhué
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28 de febrero de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué valientes nuestros soldados, enviados a proteger ese territorio remoto que nos pertenecía, lejos del hogar, combatiendo al enemigo comunista hasta el último aliento. Muchos murieron, pero otros tantos regresaron.
Auténticos patriotas defensores de nuestros amados ideales y nuestra bandera...¿patriotas?, ¿siguen siéndolo? ¿Están seguros de que son ellos? Nada ni nadie es lo que parece. La guerra cambia a todos.

Tras la que para muchos es considerada su obra maestra amén de uno de los grandes dramas del cine, "El Hombre de Alcatraz", John Frankenheimer se mostraba más activo que nunca a comienzos de los '60; tras su fallido intento de llevar a la gran pantalla la novela "Revolutionary Road", se centró en otro título: "The Manchurian Candidate", intriga política escrita en 1.959 por el experto en el género Richard Condon, quien trataba de un modo muy explícito cómo la amenaza comunista se cernía sobre EE.UU. en forma de americanos que volvían de la guerra manipulados y convertidos, sin saberlo, en "agentes dormidos".
Muchas obras intentaron reflejar la situación de la América de la Guerra Fría, la política "mccarthysta", la Caza de Brujas y el miedo a la amenaza soviética en el mundo del cine ("Dr. Strangelove", "El Espía que Surgió del Frío", "Punto Límite"). Era el momento apropiado para adaptar la obra de Condon, a lo que se sumó Frank Sinatra (desgraciadamente no se obtuvo financiación por el miedo de los estudios al peligroso contenido político que todo ello entrañaba). John F. Kennedy, amigo del actor, dio su aprobación al proyecto, convenciendo de inmediato a los de United Artists.

El guión, de George Axelrod, omitía o modificaba algunas cosas de la novela, como la mayor atención que se le presta a los lavados de cerebro, la subtrama que envuelve a Eugénie Rose o el interés sexual de la sra. Iselin por su hijo. La acción toma lugar en plena guerra de Corea, en 1.952, cuando un pelotón de soldados americano es capturado por un grupo de soviéticos; éstos los llevarán a Manchuria, en la China comunista, aliada de la U.R.S.S.. Al terminar el conflicto, el sargento Raymond Shaw, el mayor Bennet Marco y otros soldados regresan a EE.UU., donde el primero es condecorado con la Medalla de Honor por haber salvado a su grupo.
Para sus compatriotas, Shaw es un gran héroe, "el hombre más sincero, noble, valiente y maravilloso que existe". Tiempo después, a Bennett le asalta una extraña y horrible pesadilla donde unos militares chinos y soviéticos observan a sus compañeros y hablan sobre un eficaz lavado de cerebro y Shaw es manipulado y transformado en un hábil asesino sin saberlo...¿pero se trata de un sueño? Paranoia y temor, temor a una invasión, concienzuda y silenciosa, de un peligroso enemigo: el comunismo, un germen a erradicar que amenaza a la nación, cuyos ciudadanos reaccionan aterrados con sólo oírlo.

"El Mensajero del Miedo" hace así hincapié, con un tono siniestro aunque intencionadamente sarcástico, en esta situación de paranoia y desconfianza. Frankenheimer, como también haría en el "thriller" con la Guerra Fría de telón de fondo "Siete Días de Mayo" o "Plan Diabólico", nos arrastra al corazón de una intriga desasosegante, materializada en forma de estrambótico y muy surrealista sueño en el que unos soldados son observados, como si de ratones de laboratorio se tratasen, por malévolos comunistas que a veces se transforman en simpáticas damas horticultoras. Enemigos con un propósito del todo repulsivo: controlar la mente de una persona despojándole de su humanidad y moralidad.
De este modo, con tal facilidad para infiltrarse en la sociedad y esconderse entre los ciudadanos, ¿quién será el siguiente enemigo? ¿Quizá la guapa Eugénie?, ¿tal vez la manipuladora madre de Raymond? No es posible confiar en nadie y la incertidumbre se mantiene durante toda la trama, tanto más cuanto que los planes de los enemigos nunca son completamente desvelados, concluyendo en ese frenético final digno del mejor Hitchcock que mantiene la tensión (gracias a un excitante montaje y al nervio del director tras la cámara) hasta el último momento.

Y es que pocos manejan la tensión narrativa con tanta destreza como el bueno de Frankenheimer. A aspectos técnicos brillantes, como la puesta en escena, entre sobria y perturbadora, la fotografía de Lionel Lindon o el trabajo de edición de Ferris Webster, sobresalen las grandes interpretaciones de Laurence Harvey, James Edwards, un insuperable Frank Sinatra o una desquiciante Angela Lansbury; los personajes de Janet Leigh y Henry Silva quedan, por desgracia, muy desaprovechados.
Un "thriller" negro y conspiratorio, de trama densa y absorbente, extravagante en ocasiones y que puede parecer ciertamente propagandístico (lo que hoy día hace de su discurso algo caduco), aunque sin duda mantiene un tono vanguardista, atrevido y satírico, que pone el dedo en la llaga de la paranoia de aquellos tiempos, bien heredado de la novela sumando a eso el espíritu liberal de su director. Jonathan Demme cambiaría a Sinatra por Denzel Washington, Harvey por Liev Schreiber, Lansbury por Meryl Streep y la guerra de Corea por la del Golfo en un "remake" de lo más innecesario.

Se dice que "El Mensajero del Miedo" se retiró de la circulación un año más tarde debido a las similitudes del argumento con la conspiración que envolvió al asesinato de Kennedy, aunque todo esto no es más que un rumor, alimentado debidamente por Sinatra para darle publicidad al film años más tarde, aprovechando su reestreno.
Chris Jiménez
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30 de agosto de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda alguna que esta cinta es de culto por propia definición. Por las circunstancias de su producción, por su paranoica trama y por su controvertida ideología, además de por su claro significado histórico. Sin ser una obra maestra, las circunstancias y acontecimientos que sucedieron durante el rodaje la marcaron para siempre, en principio fracasó con la crítica especializada como maldita y por supuesto, muy polémica por su radical mensaje. Cuentan que el proyecto lo producía el propio Sinatra siempre buscando papeles a su medida, al parecer también al clan Kenedy y su gobierno le parecía muy oportuno el tema de la amenaza comunista en plena Guerra Fría con la URSS y la crisis de los misiles en Cuba. Por otro lado Frankenheimer había sido despedido de “Desayuno con diamantes” por mala sintonía con la Hepburn, Audrey entonces diva. El director pertenecía a la generación de la televisión y le gustaba abordar temas de actualidad y política.

Como todos sabemos, el asesinato de Kennedy, en circunstancias parecidas a lo que la trama proponía, y que no voy a repetir porque todos lo saben, hizo que su productor Sinatra, a pesar de no constar en los créditos tenía los derechos, hizo retirar el film sin estrenar, siendo 15 años más tarde cuando llegó a las salas. Debo añadir que a mi modo de ver, esta versión supera ampliamente al remake de 2004 de Jonathan Demme, que intentó actualizar y modificar algunos detalles importantes, pero sin mejorar el contenido y las reflexiones que presentaban los autores originales (Axelrod-Condon). Pues al extrapolar los personajes, con intereses distintos, motivos más económicos que políticos y las circunstancias del contexto histórico, desnaturaliza su argumento político, así como desvirtúa los planteamientos originales.

“The Manchurian Candidate” es una fábula política en clave de thriller de alta tensión, como Frankenheimer solía hacer con suma facilidad, una película que denuncia la utilización que hacen los líderes políticos para manipular al ciudadano medio, de cómo los medios de comunicación esenciales para la democracia si son críticos y rigurosos, se pueden convertir en mera propaganda al servicio del poder, sólo hay que analizar lo que sucede ahora mismo en España, lamentable y denigrante cómo se han vendido la mayoría por unos cuantos millones de euros gubernamentales para mantener los sueldazos de sus estrellas mediáticas.

Este thriller extraño, donde el nihilismo es su única razón de ser, recrea el estado aletargado moralmente de sus habitantes, ante la supuesta amenaza del enemigo externo que ponía en peligro la hegemonía estratégica y política a nivel mundial. Película seca y lacónica, en una sociedad paranoica, donde todos eran sospechosos de ser espías del enemigo comunista. Una trama de apariencias, donde nada es lo que parece, inquietante y aterradora donde la calumnia es moneda de cambio para hundir al adversario y el discrepante es acusado de traidor. Otro tema interesante es el dominio y la influencia del matriarcado sobre algunos individuos débiles y moldeables. Una película que pasó del oscuro fracaso a la “cult movie”, sin pasar por el éxito, a pesar de esa reina de diamantes que encierra el detonante y sombrío misterio del complot. Película recomendable y deudora de su tiempo.
EL ALBATROS
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28 de diciembre de 2007
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El argumento es muy interesante y la trama se desarrolla a un buen ritmo, destacando sin duda la primera media hora del film que consigue ponerme los pelos de punta, con un desarrollo de acontecimientos diabólicos. Prácticamente durante ese tiempo se explica que ocurre en la película y nos da la oportunidad de intentar adivinar como se producirá el desenlace. Me quedo sobre todo con Ángela Lansbury y con el actor que interpreta al personaje de Raymond Saw, y por contra pienso que Sinatra no estuvo bien elegido por el casting porque no se adapta bien al papel. En definitiva una buena película que merece la pena ver, tal es así que se incluye en muchas de las listas de las mejores 100 películas de la historia.
Spike
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