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Sólo los ángeles tienen alas

Drama. Romance. Aventuras En un país sudamericano situado en los Andes, mientras Geoff Carter (Cary Grant) dirige un servicio de transporte aéreo de mercancías, Bonnie Lee (Jean Arthur) es una corista que está allí de vacaciones. (FILMAFFINITY)
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Críticas 45
Críticas ordenadas por nota
31 de marzo de 2010
23 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
El magistral guión lo firma Jules Furthman sobre una historia del propio Hawks . Solo los ángeles tienen alas, está basada en historias reales que Hawks vivió en primera persona. No sólo él fue piloto en la primera guerra mundial, su hermano murió pilotando un avión en similares circunstancias a las que el film relata. Sobre el por qué Hawks impuso un título tan curioso se ha escrito mucho pero se sabe poco o nada.

A la pelicula solo le pongo un pero: Jean Arthur venía descolocada tras ser eliminada del casting de Scarlett O’Hara, y con su background de popularidad como chica Capra angelical. Que nadie me malinterprete. Capra me fascina, pero su tono no es el de Hawks. Y esa mujer Capra tenía que haber hecho un esfuerzo mayor para ser la mujer Hawks. Pasar de su esfera femenina de confort en la que Capra se movía con placer, a la esfera masculina de Hawks, en la que este aún no había encontrado a la Lauren Bacall de sus obras maestras del cine negro, a la Angie Dickinson de “Rio Bravo”, o a la Elsa Martinelli de “Hatari!”.

Solo en una escena, ambos consiguen lo que el guión precisa. Cuando tras haber asumido lo rápido que deben ser los duelos en “Barranca”, Jean Arthur se sienta al piano y demuestra que hay algo más en ella que una adorable cara en una enamoradiza corista dispuesta a subir a la habitación del misógino piloto tras la última copa. Porque Artrur no va a subir a su habitación retadora, se dispone a hacerlo entregada… Y por eso chirría que Grant se arrepienta, se moje la cabeza y decida volar.

Arthur perdió la oportunidad de haber forjado un registro inédito en este papel, pero o no se quiso enterar de lo que Hawks quería, o este no se lo supo explicar, o se cansó de pedirlo… El papel exige a gritos una interpretación más sexi, más cortante, más chulesca, en la que debía ocultar más sus inseguridades ante Grant y solo mostrarlas ante Mitchell, como el perfecto guión tenía previsto. Dicen que se enteró años después, cuando vio a Bacall, con dieciocho añitos, dando réplica a Bogart en “Tener y no Tener”. ¡Qué fácil hubiera sido! Si esa chiquita lo bordaba, ella podría haberlo grabado a fuego… Pero en “El Sueño Eterno”, Hawks repitió con Bacall, y Arthur no volvió a tener una oportunidad al lado del maestro. La gran Jean Arthur de tantas otras películas, en “Solo los ángeles tienen alas”, no puede ser una corista que viaja sola por Sudamérica… da, como mucho, para ser la profesora de piano que nunca llega a conocer al dueño de la plantación que la ha contratado para dar clases a sus aburridos hijos.

Y aún con este lastre de casting o de dirección de actores, la película es, sin lugar a dudas, sobresaliente. Porque como definía el propio Hawks “las buenas películas deben tener tres o cuatro escenas buenas y ninguna mala…”


“Sólo los ángeles tienen alas” tiene diez o doce escenas de matrícula de honor. De ver en reclinatorio. No las enumero. Descúbrelas. Para mí ha sido una gozada volverla a ver, una vez más.
Rick el acomodador
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6 de agosto de 2010
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quiero ser aviador.
Quiero parecerme a Gary y también al otro Gary, a Frank, a Humphrey, a Gregory, a Joseph, a Rodolfo (Rudolph), a James, a John, a Robert, al otro Robert.
Quienes somos feúchos, sositos, balbucientes, indecisos y algo patosos necesitamos de alguien que viva por nosotros peligrosamente.

Quienes carecemos de valor para afrontar la acción y nos conformamos con la fantasía, necesitamos el cine.

Pues esto es el cine.
ÉGIDA
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15 de abril de 2012
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era el año 1939 y ya se rodaron esas secuencias de vuelos, espectaculares algunas de ellas, incluso desde el punto de vista de hoy en día, pero no es eso ni mucho menos lo único bueno de la película. Hawks, Grant, Arthur, Rita, Mitchell, música, fotografía, y especialmente el guión, pleno de matices, es como si pudiéramos ver varias historias paralelas, la relación entre los dos amigos, verdadero amor sin lugar a dudas, la desconfianza del protagonista con las mujeres, el piloto que busca la redención, y también su mujer, el holandés que más parece un sufridor nato. Y en medio de todo aquello la corista que hace escala, y que sin pretenderlo se queda, como atraída por un magnetismo especial. Aunque tal vez ese magnetismo tenga un nombre, y este sea Cary Grant.
Hay unos cuantos momentos pletóricos, de pura magia, como cuando reciben al nuevo piloto al llegar, o cuando el jefe le permite hablar por la radio a ese piloto con su mujer, pero sobre todo el de la moneda, es excelente, y posibilita firmar un final esplendido sin caer en la sensiblería, ni ser excesiva e innecesariamente áspero. Claro que con los nombres que al principio enumero parece difícil hacer algo que no esté a la altura, pero es que en esta ocasión todos se superan para lograr eso que es tan complicado de conseguir, una obra de arte.
Como solemos hacer los buenos aficionados al cine, cuando damos con una película redonda, son varias las veces que la he visto, y mi intención es seguir haciéndolo de vez en cuando, no solo es necesario, sobre todo cuando a veces pillas una racha de esas que no consigues ver nada destacable, para saber que el cine también se puede hacer magníficamente. Es además recomendable hacerlo por nuestra propia salud mental, aunque estés pasando una mala racha, es imposible no sentirse exultante después de disfrutarla.
picais
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2 de enero de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque haya que verla con la perspectiva de su época “Sólo los ángeles tienen alas” es un peliculón. Su temática puede parecer desfasada vista a los ojos de hoy, aunque posiblemente fuese en su momento una película muy audaz en cuanto a sus contenidos y a la forma de desarrollarlos. De todos modos, esta película es todo un prodigio de guión, las piezas encajan en una maquinaria perfecta y siempre a punto. Sentido del humor, romance, amistad, lealtad... Y aventuras a flor de piel. Todos los actores están en estado de gracia, y las tramas y subtramas se acomodan de una manera perfecta. No sobra ni un movimiento de cámara, la música está siempre bien traída. Hasta las cosas más nimias tienen un peso específico fundamental en el desarrollo de la historia (un filete, los objetos que deja un fallecido, una moneda de dos caras)… Diálogos exquisitamente escogidos, en los que los sobreentendidos y las elipsis son incluso más importantes que lo que se dice.

Y sí, la película me parece de una extraordinaria modernidad. Todo está sujeto a un continuo cuestionamiento, nada termina siendo lo que parece, y hasta el diálogo más cursi puede ser brillante si se enfoca con la perspectiva adecuada. Hawks demuestra ser un genio en el estudio de los matices, y eso es lo que hace de esta película una obra enorme. De visión obligada.
rober
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31 de mayo de 2014
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un grupo de personas desarrollan un oficio peligroso, vuelos arriesgados en avionetas remendadas, transportando el correo, enfermos o nitroglicerina. Entre vuelo y vuelo los pilotos se relacionan entre sí y dejan en evidencia su dificultad de adaptación a todo lo que no sea su oficio. Son temas recurrentes con los que Haward Hawks vertebra su estilo de cine, junto a la lucha de sexos, el valor, la amistad y la profesionalidad. El film, como es habitual en Hawks esconde una intensa complejidad detrás de su aparente sencillez. Bonnie Lee (Jean Arthur) llega a Barranca, una pequeña ciudad sudamericana, un lugar donde “todo sucede muy rápido”, como ella misma asegura. Una corista en busca de fortuna, que debe acostumbrarse a un mundo dominado por personajes masculinos. Entre las copas y humos de un garito conocerá a estos pilotos que manda Geoff Carter (Cary Grant), un tipo esquivo, escéptico y resentido con las mujeres.

El ritmo narrativo y descriptivo de Hawks es prodigioso, en menos de quince minutos nos ha descrito la situación y los personajes, y nos ha mostrado los dos grandes conflictos del film: el individual/sentimental y el colectivo/profesional. Una gran película de aventuras, paradójicamente rodada en estudio, aventura mucho más interna que externa. Su puesta en escena es vigorosa, sus ingeniosos diálogos, entre el drama y la comedia, sus planos están llenos de vida y emoción. El individualismo frente al colectivo, personajes entrañables como Thomas Mitchell, Rita Hayworth o Richard Barthelmes que encarna a un piloto que necesita redimirse profesionalmente de un pasado oscuro. Personajes que saben sacrificarse, todos ellos se ganan la empatía del espectador. Hawks fue uno de los cineastas pioneros que abordó de forma más personal, todos los géneros, desde la comedia hasta el western, desde el musical hasta el cine negro, y en todos ellos plasmó más de una obra maestra, como ocurre con esta cinta de aventuras, compromiso humano y profesional.
Antonio Morales
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