La caja de música

No seré yo quien acuse a Constantin Costa-Gavras de jugar a favor de la causa judía, como si "La caja de música" fuera un ejemplo más de servilismo al poder oculto del pueblo judío. Costa-Gavras en su película se mete más que nunca en el drama, haciendo hincapié en relación padre-hija, y deja un poco de lado los componentes políticos con los que se ha hecho más popular. A mí me sigue maravillando como realizador, prueba de ello es que soy capaz de confesar que "La caja de música" no es para nada uno de sus mejores largometrajes y aún así es notable.

No hay nada que protestar en sus maneras. Aporta la información en las dosis adecuadas y a su justo tiempo y como drama judicial es ejemplar. Puede que sea previsible, pero eso no la hace menos interesante, además, siempre están esos detalles que nos han de conducir al esperado desenlace. Y disfrutar, claro, si es que es posible cuando se trata de recordar un pasado trágico y doloroso, cuando se trata de enfrentarse a algo tan terrible como los crímenes de guerra. Esto es cine, es Costa-Gavras, así que si tiene que señalar con el dedo lo que le parezca, lo hará.

Creo que de haber contado con otros actores la película se habría disparado en cuanto a reconocimiento, y no es que la Lange lo haga mal, pero podría haberlo hecho mejor. Cuando está contenta o de mala leche, cuando llora o cuando está en el juicio es todo igual en ella. Y así no, una lástima. Gritar 'mi padre es bueno' cuando casi todos piensan lo contrario merecía más pasión.

Pese a todo, el guión es impecable, es redondo, o casi... Opiniones impropias en el spoiler...

Una vez acabado la guerra, el holocausto y cerrado todos los campos de concentración, no se puso punto y final al terror en la historia. ¿Por qué? Porque aún quedaban muchos asesinos sueltos que huyeron a diferentes países para ocultarse y salvar el cuello. Constantin aprovecha este thriller para hacer una denuncia precisamente sobre uno de estos supuestos personajes.

Mike Laszlo es un viudo húngaro que emigró a Estados Unidos con sus dos hijos para encontrar una vida mejor, con trabajo duro y esfuerzo ha sacado dos hijos adelante. De buenas a primera un día le llega una notificación de que está acusado de genocidio en Hungría. Exactamente por permanecer a la Sección Especial, un escuadrón de la muerte. Su hija Ann abogada de profesión, al principio lo toma como algo sencillo de resolver...una confusión. Pero cuando acude a ver los detalles y le informan de que tienen pruebas evidentes de que se refieren a la persona correcta, esto llevará a un proceso duro y complicado para poder salvar no solo la reputación y el buen nombre de su padre, sino su propia vida si piden la extradicción a Hungría y cae en las manos de los comunistas.

El guión es desarrollado de forma brillante en su inmensa mayoría. Unos testimonios muy conmovedores, se hacen más reales al espectador escuchando a estos testigos en su lengua materna y tirando de traductor. Luego el careo de la abogada defensora, la cual siempre mantiene la tensión con el fiscal. Resulta atractivo ver como se van salvando obstáculos y aparecen otros más complicados casi al instante, nuevas pruebas, nuevos análisis, nuevos testimonios...es un tira y afloja durante el juicio. Resulta muy atractivo al espectador mantener la incertidumbre en todo momento de si es inocente o culpable. Ahora es inocente, ahora culpable, otra vez vuelo a imaginar que es inocente y ahora culpable...chapeau. Pero no es hasta el desenlace final hasta que nos damos cuenta de todo en la vida de este personaje. Las actuaciones han estado a la altura, está claro que el protagonismo baila entre Jessica Lange y Armin Mueller-Stahl, pero los secundarios también aportan para engrandecer la historia. Me hubiese gustado haber visto algún flash-back acerca de esta historia, aunque no se hubiesen visto los rostros para que los hechos lleguen de forma más directa al espectador.

Aunque muchos vean el final politicamente correcto...creo que acertó de lleno.

Interesante y acertada película dirigida por Constantin Costa-Gavras que presenta la historia de un hombre acusado de ser un criminal de guerra nazi. Su hija Ann (Jessica Lange), una abogada de prestigio, convencida de su inocencia, decide ocuparse personalmente de su defensa.

La película cuenta con un tratamiento serio y estilizado con el que el director logra desarrollar una trama sumamente interesante, recordando a las victimas del holocausto nazi y a muchos de los verdugos que se escondieron en la sombra, viviendo una vida pacifica, con un oscuro pasado a sus espaldas.

Desde un primer momento, la premisa de la película conecta y despierta el interés del espectador, desarrollando una trama judicial plagada de instantes de suspense y emoción, gracias a las interpretaciones de todo el reparto, con mención especial para Jessica Lange.

La caja de música presenta un esquema argumental plagado de giros arguméntales y todo ello durante el proceso judicial al que es sometido el padre de la protagonista, presentando un baile de pruebas y acusaciones, con su correspondiente defensa. Un juego inteligente, plagado de instantes interesantes, donde se da la vuelta a la tortilla constantemente.

Los responsables de la película recuerdan con su relato los abusos y atrocidades que se cometieron durante la segunda guerra mundial, plasmando su crudeza con la versión serena de sus victimas. Mención especial merecen algunos monólogos, donde la descripción de los hechos ocurridos, ponen la piel de gallina.

Constantin Costa-Gavras sigue en su línea de trabajo, ofreciendo una película de calidad e intereses, donde realiza una crítica social sobre acontecimientos y situaciones que se han dado en la vida real, recordando que muchos de los criminales de guerra siguieron con su vida normal, como si nada hubiera ocurrido.

Un relato aterrador e inspirador, a partes iguales, donde la justicia, los crímenes y la familia se mezclan de una forma inteligente, dando paso a la verdad, en un desenlace digno de aplauso. Una película totalmente recomendable y que siempre estará de actualidad, pase el tiempo que pase.

Con Costa-Gavras tengo una curiosidad, solo he visto dos películas ('Missing (Desaparecido)' y esta) muy espaciadas en el tiempo y, aún así, ambas me han gustado. Diría que 'La caja de música' suena mejor, valga la redundancia, y me gusta más.

Esta es una película que no entra fácilmente por los ojos. Es decir, no tiene escenas espectaculares, una banda sonora inconmensurable o una fotografía exquisita; va dejando migas de pan durante las dos horas de duración y al final el balance es mucho más que positivo.

En lo que sí destaca sobre todas las cosas es en interpretaciones. Jessica Lange seguramente haga en esta cinta uno de sus mejores trabajos sabiendo transimitir en todo momento lo que siente su personaje, su nominación al Oscar fue merecida; Armin Mueller-Stahl como Mike Laszlo y Frederic Forrest como Jack Burke son también dignos de alabanza, cada uno a su estilo.

Hace mucho a favor del filme que no se anden con sentimentalismo barato que incluso podría haber empañado algo la cinta, sino que cuenten los hechos sin estridencias y con una composición de Philippe Sarde que no se hace notar tanto y, sin embargo, si se quitara de la ecuación se notaría si se viese de nuevo sin música.

Tiene el añadido de que la historia hace pensar y debatir, no solo es un mero entretenimiento para cuando tengas un rato libre, sino que todo lo que conlleva la narración da para una reflexión seria. Si un largometraje no solo es bueno, sino que da que pensar siempre será un plus.

Una magnífica intriga (como si de una caja de música se tratara, la película ofrece suspense, misterio, interés por ver que contiene esa caja), servida por el griego Costa Gavras, en la que éste, sin abandonar su senda política logra un notable trabajo. Trata la historia de una abogado (Lange) quien defiende a su padre (Mueller-Stahl) en el juicio sobre su colaboración y asesinatos con el nazismo. Ësta se cree al principio de forma obstinada y ciega en la inocencia pero a medida que va introduciendo su cabeza en la cloaca del caso va viendo una luz dolorosa, tan irrefutable como hostigadora (spoiler). Muy bien desarrollada y contada (que yo sepa es casi lo único considerable hecho por Eszerthas en Hollywood), sin necesidad de recurrir a lo frenético o a lo efectista al uso del grueso de producciones de este tipo, se trata de una magnífica película dónde la hermosa secuencia final deja el sabor del cine doliente, que reconforta en el dolor de una memoria traumatizada por tanto desalmado y mediocre, pues es una secuencia sintética que no entiende el concepto real y universal de Justicia, de padres ni de hijos, solo de que cada cual pague por lo que hizo. Algo tan fácil como lo más díficil.