El Dr. T y las mujeres

Un atractivo ginecólogo (Richard Gere), su mujer (Farrah Fawcett), sus hijas, Dee Dee (Kate Hudson) y Connie (Tara Reid), su cuñada (Laura Dern), su recepcionista (Shelley Long) o su nueva instructora de golf (Helen Hunt) son algunos de los muchos personajes que pueblan esta película coral dirigida por Robert Altman, especialista en melodramas y comedias con amplios repartos e historias cruzadas.

Pero lo que podría haber sido una entretenida comedia de enredo acaba derivando en una tonta, y algo misógina (¿por qué casi todos los personajes femeninos son tan pijos, repelentes y problemáticos?), cinta protagonizada por varias arpías y los calzonazos que las tienen que soportar. Ni el buen hacer de Long y Dern evita que éste sea uno de los trabajos más irregulares de su director.

Película visionaria. También una distopía. Y la mar de realista costumbrista. Y una parábola fábula política religiosa del carajo y de padre y muy señor mío.
El caso es que las sociedades cuando se mueren de felicidad, enferman de éxito y bienestar económico, ya lo dijo, sentó cátedra El juez de la horca, que tanto sabía, a este respecto, se corrompen de malsano placer, se degradan y envilecen, se acomodan de verbal banalidad, se empapan de satisfecho alcoholismo y estupidez, se feminizan irremediablemente, esa gran decadencia, el canto del cisne, el fin de la raza, el blando y anunciado apocalipsis, como el milenarismo, por fin ya ha llegado, ha puesto los pies en la mesa.
Egoístas, insensibles, caóticas, impulsivas, caprichosas, falsas, ordinarias, histéricas en constante y agotadora pelea entre ellas, irritantes y enrritadas, cansinas, pedorras, manipuladoras, ansiosas, insustanciales, traicioneras y un mar o montaña más de cosas igualmente agradables. O así nos las muestran por lo menos, yo no tiro la primera piedra. Es, son el infierno.
Y él es un completo imbécil, igual que el resto, de puro paciente y bueno y crédulo es lelo o bobo, se ha creído el cuento de la virgen María, las idolatra o venera, bebe los vientos por ellas, no las ve ni las entiende, para él son traslúcidas, a duras penas las presiente, ni aun conociéndolas de primera mano, a ojo de buen cubero, tan intima y fisiológicamente, en su aspecto más terrenal o corpóreo o bajo o alto según se vea, tan a ras de suelo, por eso vivo se lo comen al pobre, santo inocente, tanto abusan, sin medida ninguna.
No hay salida. Está atrapado. Es el presente y el futuro, es el fin de la civilización, del mundo, femenino, casi ya no quedan hombres y los que hay no valen para nada, ellas hacen lo que quieren con ellos, se los pasan por el forro.
Y la única que parece diferente, algo más individualizada, no tan zombi o vampiresa, que no forma parte de esa masa abstrusa y monstruosa, es peor incluso si cabe, lo torea como a un becerro, de mala manera, tiene los manejos masculinos de depredación sexual dentro del empaquetado hipócrita femenino, mezcla espeluznante y aterradora.
Y al final llueve como no podía ser de otra manera, lésbicamente, como el maná, para mayor inri o escarnio.

Pero vamos a ver, Robert… ¿Cómo se te ocurrió esta idea? ¿Qué puede tener de interesante un ginecólogo pijeras al que ponen como si fuera el paradigma de los rompebragas, rodeado de un patético corro de histéricas?
No se sabe qué es peor, si cuando el galanazo pasa consulta ante un desfile de salidas con expresión orgásmica, o cuando pasa sus divertidísimos ratos de ocio con los coleguitas hablando de cómo su mujer en lugar de bocatas de jamón de los de toda la vida le pone en la mochila sándwiches de queso y pepinillos. O cuando a la esposa se le va la olla y le da por bailar desnuda en las fuentes, y en las salas del doctor el exceso de feromonas da ganas de potar.
Joer, para decir que aquí el Gere no me parece ni guapo de la tirria que se le coge, ya tiene que ser un pedo de película.

Ya es raro que una película de estas características sea valorada tan poco. Un 3,5 lo que la convierte en la de peor nota en esta página de las más de 50 de Richard Gere. ¿Qué tiene para ser crucificada? Pues que la acusan de ser misógina. ¿Es cierto? Para nada, como siempre. Es más, aunque lo fuera no debería ser excusa sino en todo caso, según la forma de presentar ese universo femenino al que se ataca. Aquí lo que pasa es que hemos topado con el feminismo cotidiano. De hecho, son habituales los títulos en los que los hombres a granel son puestos de vuelta y media con el beneplácito entusiasta de público y crítica. Pero si se hace al revés, es un crimen.

Leyendo esto podría pensarse que me ha gustado cosa que no lo ha hecho pero por motivos diferentes a los alegados mayormente. Por ejemplo, que uno se sienta incómodo ante el carrusel de mujeres frívolas, parlanchinas y un poco, aunque no demasiado, vulgares no es tanto un error sino algo que busca expresamente el director. Porque en realidad lo que hay aquí no es un ataque a las hembras sino a cierta estatus de las mismas, ese conservador, ocioso y adinerado, tipo "Las Mujeres Perfectas" (2004). Lo malo es que la sátira le explota en las manos por irreal, grotesca y sin gracia. Y su contramodelo, la masculina Bree (Helen Hunt), diría que es mucho peor.

En un principio parece divertida, interesante, agradable... pero pronto te das cuenta de que es un poco ridícula, que las situaciones se repiten sin ton ni son, y que las interpretaciones dejan muchísimo que desear. No sé que ha podido fallar en esta idea, el director es uno de más renombre de los últimos años, el reparto es espectacular.. y sin embargo todo es flojísimo, no consigue enganchar nunca y se hace muy aburrida.
Y ya por si fuera poco nos clavan un final absurdo y fuera de lugar que nadie sabe a qué a venido.

Actor principal (Richard Gere): 4
Actriz principal (Helen Hunt): 3.5
Actriz secundaria (Farrah Fawcett): 3
Dirección: 5
Guión: 1
Subtotal: 3.3
Entretenimiento: 0
Total: 3.3