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De repente, el último verano

Drama. Intriga En la Nueva Orleans de 1937, una rica viuda, la señora Venable, ofrece al doctor Cukrowicz los fondos para crear un hospital a condición de que practique una lobotomía a su sobrina Catherine. La señora Venable se encuentra perturbada por la reciente muerte en Europa de su hijo Sebastian, con quien solía viajar todos los veranos, salvo el último, en el que Sebastian prefirió llevar como acompañante a su prima Catherine. (FILMAFFINITY)
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Críticas 85
Críticas ordenadas por utilidad
10 de abril de 2009
22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
El texto atormentado de una de las obras teatrales de Tennessee Williams es trasladado con la colaboración del propio autor al cine bajo la batuta de un director entonces sobradamente consagrado. Esto unido sobre todo a un reparto de poderosos intérpretes y a una magnífica dirección artística que recrea con esmero los decorados e interiores de la institución mental y de la mansión, dejaban a priori nulo margen para el fracaso.

Elizabeth Taylor y Katharine Hepburn se comen literalmente la pantalla y con ella a un Montgomery Clift que no es que esté mal sino que sencillamente es eclipsado por las dos fieras interpretativas a las que el actor debía mirar durante el rodaje -al igual que hacía su doctor Kucrowicz- con ojos abiertos de asombro. Y es que las palabras del dramaturgo estadounidense parecen expresamente escritas sólo para esas dos mortales en todo el planeta. Impagables las escenas de Katherine, sobre todo la última, representando a la excéntrica Violet Venable dentro del curioso ascensor.

Tanto la película como la obra original fueron demasiado modernas en atrevimiento para la época y no estuvieron exentas de polémica a pesar de la rendición final de crítica y público. A Mankiewicz le dejaron muy claro que la homosexualidad y pedofilia de Sebastian debía sólo sugerirse pero jamás ser mostrada. Personaje éste que al no aparecer en imágenes subraya el mérito de guión y realización a la hora de dotarle de vida propia y protagonismo a través de lo que los otros hablan de él.

Locura, marginación, homosexualidad, inadaptabilidad, mezclas entre lo real y lo onírico..., son características recurrentes de la obra de Williams también aquí presentes y dosificadas en este caso, junto al amor idealizado y exacerbado de una madre a su hijo, para crear suspense. Muchos afirman que sus creaciones literarias están inspiradas en su propia familia, y así puede vérsele reflejado como si de un apunte autobiográfico se tratara en el propio Sebastian. Irónicamente la muerte del escritor estuvo tan rodeada de oscurantismo como la de éste; aunque posiblemente no se trate del mismo castigo por sus actos.

No sé si, al igual que el personaje, el autor también se jactaba de contemplar a Dios; pero lo cierto es que este trabajo puede perfectamente ganarse el Olimpo de la cinematografía en lugar de terminar devorado como las crías de tortuga de las islas Galápagos en las obsesiones de Mrs. Venable.
Pedro
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30 de octubre de 2012
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1959 John Wayne originó un pequeño cataclismo familiar al telefonear al anciano padre de James Stewart, al que conocía, para informarle que su hijo había rodado una película pornográfica titulada “Anatomía de un asesinato”, dándole un gran disgusto. Nada que después no pudieran arreglar amistosamente ambos actores… Pero peor fue para “De repente, el último verano” ya que fue a la prensa a la que dijo: “No tengo intención de verla. El argumento de la película es demasiado desagradable como para llevarlo a la pantalla y entretener a la familia o a cualquier miembro de una familia decente”. Y así fue como la carrera comercial de la película se dañó, agravada por la condena posterior del sector más reaccionario y a lo que se sumó su prohibición en varios países. En España tardó veinte años en estrenarse, y cuando lo hizo, que todo hay que recordarlo, pasó desapercibida para el gran público y la crítica que, salvo honrosas excepciones, tampoco estuvo a la altura. Fue con el tiempo cuando esta película fue adquiriendo forma y su fama de mítica, cuando se desprendió de su aire de escándalo, ya que fue la primera película de Hollywood en tocar ciertos temas prohibidos, como por ejemplo la homosexualidad. Dejando aparte las anécdotas del difícil rodaje (Taylor era la artífice del proyecto y la única que no se enojó con nadie, siendo el vínculo de comunicación entre todos) es el gran Mankiewicz quien lleva al cine una de las obras más densas, sugerentes y tortuosas del gran Tennessee Williams, que hace su guión (¡qué guión!) con Gore Vidal, plagado de diálogos antológicos, y da ocasión de que todos, especialmente tanto Hepburn como Taylor, desempeñen uno de los mejores trabajos de sus respectivas carreras. Junto a la dirección artística ambas fueron nominadas al Oscar (incluso Taylor obtuvo el globo de oro ese año). Aún así “De repente, el último verano” no encandiló al gran público (ni hoy lo haría), ya que sigue siendo una obra demasiado compleja y audaz. Tarea difícil era el que saliera bien, pero resultó ser una excelente y poderosa película, con un texto perfecto del que se han hecho varias versiones televisivas, pero sin igualar esta genialidad, con una fotografía y una banda sonora que ayudan a que el clima oprima al espectador, un ambiente que oscila entre la más cruel realidad, la pesadilla, y lo onírico, casi de duermevela, la misma sensación de estar aturdido tras un duro shock. La vida, la muerte, la poesía, la demencia, la religión, el sexo, la creación en su sentido más amplio… van aflorando a lo largo del relato y en escenarios tan inquietantes como, por ejemplo, el jardín de Sebastian. ¡Qué gran película!
Maggie Smee
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4 de diciembre de 2007
22 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grandioso guión (Gore Vidal & Tennessee Williams); magnífica dirección (Joseph L. Mankiewicz); y espléndidas interpretaciones (Elizabeth Taylor, Montgomery Clift, Katharine Hepburn). Una de las mejores películas que la industria cinematográfica nos ha brindado. El mejor tratamiento para ocultar aquello que más nos aterra es borrarlo de nuestra memoria. Y cuando el recuerdo lo posee otra persona, la moderna psiquiatría nos echará una mano con esa irreversible técnica que es la lobotomía. Fascinantes personajes, más que notable fotografía, con una ambientación perfecta, tanto del decadente centro psiquiátrico, como de la mansión y jardín de Miss Venable. Imprescindible para los amantes de las joyas cinematográficas, del buen gusto interpretativo y de los argumentos inteligentes y bien estructurados.
Varinnia
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17 de febrero de 2015
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me interesa bastante el tema de la Psiquiatría pero en general odio las películas que tratan la temática de la patología mental. Normalmente o bien intentan ponerse en la piel del malito, y para poder entrar en su onda hay que beberse una botella de ginebra y mezclarla con Prozac después con la intención de comprender un poquito, o bien son películas como ésta, en la que a través de los diálogos llegamos a la conclusión de que están todos mal de la mollera y que si nos pusiésemos a hacernos lobotomías unos a otros terminaríamos antes.

Pero lo que menos destaca en la película es el tema psiquiátrico. Lo que llama la atención es que es una de las primeras películas de caníbales de Hollywood y que en ella participan de forma activa españolitos. Un orgullo. Y sigo:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
SunshineReactor
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23 de abril de 2013
21 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ingredientes:

1. Un trauma personal: Tennessee Williams escribió esta historia bastante cabreado con sus padres por haber consentido que le practicaran una lobotomía a su hermana esquizofrénica. Fundamental para entender la rabia que destila este alegato en contra de dicha práctica quirúrgica.

2. Un tema tabú latente: la homosexualidad. Durante toda la cinta se hacen constantes alusiones más o menos veladas pero naturalmente en ningún momento se hace la menor referencia explícita. Imposible en aquellos tiempos.

3. Un director de clásicos, que todo lo que toca lo convierte en oro: Joseph L. Mankiewicz, capaz de juntar a uno de los dramaturgos más emblemáticos de todos los tiempos con un elenco casi imposible: Montgomery Clift, Elizabeth Taylor y la gran Katharine Hepburn.

4. Un protagonista ausente: el personaje de Sebastian, alrededor del cual gira todo el drama, no aparece en ningún momento, salvo en un desafortunado flashback al final, y sólo de espaldas. Sin embargo está constantemente presente. “Sebastian decía…”, “Sebastian solía…”, “Sebastian y yo…” . Es el puto amo indiscutible de la obra, a la par que un auténtico coñazo.

5. Teatro, puro teatro: la adaptación es ostensiblemente teatral, por lo que abunda el aspaviento y la exageración, sobre todo en lo que concierne al personaje de Hepburn. Sus arrebatados discursos plagados de referencias poéticas y místicas resultan de todo menos creíbles en una película.

6. Personajes tortuosos y taradillos. Un buen complejazo de Edipo, una leve insinuación de posible incesto, tal vez un toquecillo de pederastia… Lo cierto y verdad es que no nos encontramos ante una familia muy normal, para qué nos vamos a engañar.

7. Escenarios agobiantes: toda la acción transcurre entre el jardín de Sebastian, de una exuberancia asfixiante, y el manicomio, un lugar sórdido y escalofriante en el que los locos se hacinan. De pesadilla.

8. Componente onírico. Aquí entraría la narración de la visita a la isla de Sebastian y su madre, con los pájaros devorando a las crías de tortuga, o el final, con la dramática explicación de Elizabeth Taylor y los flashbacks en los que se visualiza la muerte de Sebastian.

9. Toque friki: Las subidas y bajadas en el trono-ascensor de Katharine Hepburn son una auténtica locura, un homenaje a la horterada verdaderamente memorable.

Y ya está! De repente… el penúltimo coñazo.
Talía666
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