Crimen de doble filo

Estupendo trabajo de Borau que, con absoluta precariedad de recursos materiales, es capaz de componer una historia que mantiene despierta la atención del espectador durante toda la película.

Sin apenas elementos, pero con la inestimable colaboración de unos actores que dan verismo y credibilidad al argumento, el director consigue una permanente atmósfera de suspense a través de la cual esta filmación se justifica y cobra todo su sentido.

La tensión es un arte que sólo puede escribirse con la caligrafía de quien conoce bien el oficio.

En la cadena de televison de Cerezo "queremos tu pescuezo" se ven películas que en otras cadenas de televisión seria imposible. Es de agradecer que "queremos tu pescuezo" saque a relucir cine que no se me abría ocurrido ver si no llego a ver su cadena de televisión. Crimen de doble filo es una cinta estimable en donde nadie es lo que parece y eso solamente lo sabes al final. La investigación criminal no va a la par de nuestros ojos y lo que ellos saben es menos que lo que sabemos nosotros. Y si no sabemos mas que la policía es que nos hemos perdido.

Bien ambientada.
Atmósfera de cine negro muy conseguida. Como pelicula "thriller" lo borda, pues en ningun momento decae la intriga.
Banda sonora pionera y de gran calidad
Montaje, guion, dirección, fotografía muy por encima de la media.

Bastantes semejanzas con el cine de Hitchcock (este es uno de los mayores elogios que se pueden hacer a un cineasta o a una película) incluso se podria decir que o bien se inspira, o es un homenaje a las obras de Don Alfredo.

Gracias, esta vez, de un buen guión de Lamet, Borau dirige una película redonda, en un conseguido blanco y negro.
Todo cuadra: la trama, la excelente interpretación de todos, con un Carlos Estrada muy convincente. El muy conseguido ambiente de la casa de vecinos donde sucede el crimen.
Es curioso una vez más, comprobar cómo en los años cincuenta y sesenta se hacía un cine tan bueno. Y hoy, pasado el tiempo y visto lo que ha venido después, salvo excepciones, se comprueba el buen oficio que había.
La música es de Luis de Pablo. E incidentalmente oímos un famoso dúo de “Agua, azucarillos y aguardiente “, de Chueca, además del famoso pasodoble.
Aparte del interés de ver el Madrid de la época, cuando la gente bebía lo que se llamaba coñac y se llevaba gabardina. Y existía el periódico “Madrid”, dinamitado por la dictadura. En la habitación de uno de los personajes se ve un cuadro del Guernica.

El fracaso genera temor y el miedo nos empuja al fracaso.
He ahí la rueda en la que gira nuestro protagonista ( Carlos Estrada), un humilde compositor sin éxito que vive acomplejado bajo la estela de su padre, un músico de éxito, y cuyos inútiles esfuerzos por emularle han terminado por forjar un carácter inseguro, nervioso y vacilante.
A su lado, su esposa,( Susana Campos), es el faro que ilumina su noche; bella, paciente, cariñosa y dedicada, la alegría de su vida y el sostén en sus incertidumbres.
Por eso cuando, en una de esas tardes desperdiciadas en trabajo inútil, baje a por tabaco y encuentre el cadáver de su vecino en la tienda y vea a un sospechoso salir de ella, no dudará en llamar a la policía denunciando el crimen, aunque un miedo irracional se apodere de él y decida omitir el avistamiento del desconocido, por miedo a las represalias en las que se podría ver envuelto.
Sin embargo sí se lo contará todo a Laura, su bella mujer y consejera, la cual le reprochará ese ocultamiento pero haciéndole ver que ya es tarde para echarse atrás en su primera declaración ya que prestando nuevo testimonio incurre en contradicción y lo más probable es que se convierta en el principal sospechoso.
Salas no ha hecho más que comenzar su calvario. Ese silencio le hace más vulnerable y comenzará a sentirse acosado y vigilado por el desconocido en todas partes...
Una buena cinta de cine negro, algo lenta y minuciosa en su primer tercio, pues se toma su tiempo para describir a los personajes y su entorno y en trazar al detalle los sentimientos que asolan a nuestro protagonista que hace un gran trabajo.
A Susana hay que darle otro diez. Su elegancia y sus modales contenidos nos hacen amarla, tal y como la ama su marido.
No quedan por debajo algunos secundarios que despuntan en sus respectivos papeles y que también quedan fuertemente dibujados en su sencillez.
Pero yo tengo que confesar una cosa. A mí esta película me empieza a gustar más a raíz de su giro de guion que la cinta coge nervio e impulso y la intriga toma fuerza. El melodrama está bien para dar a conocer toda la casuística pero la trama detectivesca es lo que a mí me pone. Que ustedes se lo pasen bien.

Por cierto: El argumento y guion es de Juan Miguel Lamet, uno de los tertulianos habituales de Garci. ¿Lo recuerdan?.