El tercer hombre

Por no extenderme y repetir lo dicho en otras críticas, pero sí algo que creo que no está suficientemente subrrayado. Esta película hipnótica es terriblemente bella y siempre está viva.

Un guión muy conseguido. Actores muy a la medida. Escenario real de los años cincuenta en Viena. Para mi lo más importante de esta pelicula es como refleja Manuel Carrasco en Filmin, la música. Parece ser que mientras trabajaba en la peli Carol Reed conoció a Anton Karas durante el rodaje. Éste músico Austriaco casi desconocido creó el tema musical que lo haría famoso. Posteriormente abrió en Viena un bar con el nombre de el tercer hombre.

Este filme es una joya, aunque sea conocida sobre todo por la breve participación de Orson Welles.
Holly Martins viaja a la Viena de la posguerra para reencontrarse con su amigo Harry Lime, quien no ve desde hace 10 años y quien le prometió un empleo. Sin embargo, al llegar a Viena se entera de que Harry ha fallecido en un accidente provocado por un automóvil. Los numerosos cabos sueltos que Holly encuentra tras el accidente, lo lleva a profundizar en la causa de la muerte de su amigo, sin embargo, surgirá una situación inesperada...
Con extraordinaria fotografía y una historia perfectamente narrada, Carol Reed nos introduce en la dualidad de la naturaleza humana. Este filme contiene muchas escenas memorables, destacando la célebre escena de las cloacas. Grandísimos Joseph Cotten y Orson Welles. Esté último tiene una presencia que se come la pantalla. Aunque se destaque a Orson Welles, no debemos olvidar a Carol Reed (y a su guionista). Es a ellos a quienes debemos este filme.

"El tercer hombre" lo tiene todo para triunfar en los cines a finales de los años 40. La película más reconocida de Carol Reed, cuenta con una producción envidiable, un estilo comercial sobre el que destaca la figura de Orson Welles y una edulcorada miel para los labios de quienes disfrutan saboreando la tradición y elegancia del cine negro más folclórico.

La cinta como no podía ser de otra forma, tiene un ritmo trepidante, con unos diálogos fluidos que impiden que se estanque a lo largo de su desarrollo. Con una dirección impecable, los zapatos suenan bajo el eco de sombras de gabardina y sombrero al final de calles alargadas, envueltas en el humo de cigarrillos americanos y tragos de whisky seco que bañan las calles de una hermosa arquitectura vienesa que también se hace protagonista de la cinta. Al más puro estilo británico con el maestro Hitckhock de estandarte, los contrapicados sobre varios pisos de sinuosas escaleras por las que transcurren las excelentes interpretaciones al ritmo de una hipnótica banda sonora, provocan que cada fotograma se quede incrustado en tu recuerdo por siempre. El guión, siendo mejorable, se adapta perfectamente al contexto histórico en el que se enmarca, y un debate interno entre el poder de la amistad frente al deber personal, harán que te pierdas entre las sombras en una de las escenas de persecución más míticas del séptimo arte. Para la historia queda.

Nada es azaroso, cada elemento de la tecnica desde un sencillo plano hasta la plena iluminación de un rostro dotan a esta obra de una calidad técnica deslumbrante. La naturaleza de las actuaciones si bien es notable por parte de elemento, no deja de a asombrarnos las potentes e incicivas apariciones de Orson Wells, es él a travez de su actuación quien valida la trama, los giros y la duda moral que esta película abriga. Los elementos clásicos del cine noir se ven aquí perfectamente tratados, y armonizados con gran maestría a travez de una comprensión técnica de este estilo. Solo cabe mencionar que la toma final es una de las composiciones más atinadas que yo, en mi humilde opinión, he visto en el séptimo arte; un sencillo y deslumbrante acontecimiento estético.