La juventud

El concertista retirado Fred Ballinger (Caine) y el experimentado cineasta Mick Boyle (Keitel) son amigos de toda una vida, y coincidirán, para pasar unos días de descanso, en un hotel de lujo, situado en los Alpes, para gente de clase alta, dónde vivirán distintas situaciones atípicas, y ellos, desde su lenguaje ácido e irónico, atravesarán momentos dramáticos, viscerales, y con un fino humor negro, dónde desfilarán algunas personalidades del mundo del espectáculo y deportes, como una bellísima miss universo (Ghenea) más el astro del fútbol mundial, Maradona (interpretado estupendamente por Roly Serrano) y un actor extravagante Jimmy Tree(Paul Dano, rompiéndola con una genial interpretación otra vez) Y la siempre solvente y gran actriz Rachel Weisz, encarnando a la hija de Ballinger, en una relación tirante/conflictiva, con su huraño padre, a lo largo de su estadía, en aquel lugar de descanso.
Un film que retrata, el paso del tiempo, la vejez, y la angustia, Y posee un par de escenas, realmente conmovedoras, gracias al laburo, en la dirección de su realizador, y cómo exprime el talento, de estas grandes leyendas, las que llevan adelante, esta historia existencialista, que nos brinda, desde sus imágenes simbólicas, distintos trazos dramáticos, que componen, la personalidad, de estos "dos viejos lobos de mar", y sus conflictos internos, exteriorizados desde su peculiar forma de ver la vida.
Un film que interpela sin filtros, el desgaste en los vínculos familiares, y de pareja, y que terminará conmoviendote.

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La vejez en la clase alta es uno de los temas que el director Paolo Sorrentino ya abordó en La gran belleza y que vuelve a tratar en esta película protagonizada por dos grandes y ancianos actores, cuyos personajes deben lidiar con sus propios problemas de alto standing y con los de la juventud que les rodea. La calma y la reflexión se adueñan constantemente de la pantalla y de unos diálogos llenos de vocablos y pensamientos profundos que se complementan a la perfección con largas secuencias de gran elegancia visual, que, a riesgo de aburrir, denotan una clara intención de agradar al público más exquisito.

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Me quedé encandilado con La gran belleza y esperaba sentir algo parecido con La juventud. Sin embargo, me he llevado una total decepción.

Desde el principio no funciona nada. Frases ampulosas y vacías. Los protagonistas no parecen creer en su papel. aunque Weisz hace lo que puede, al igual que Dano. Los gags no resultan. Por ejemplo, la presencia de ese sosias de Maradona debió hacer mucha gracia al director, pero a nadie más.

En suma, enorme tortazo que se pega Sorrentino con esta película, aunque quizás la culpa sea nuestra por haberlo sobrevalorado después de La gran belleza. Y es que de la obra maestra al esperpento a veces hay sólo un paso.

La juventud y la vejez … el balancín del tiempo por el que todos, absolutamente todos nos vamos deslizando inexorablemente.

Arriba en los albores de la vida todo nos parece eterno, el concepto del tiempo parece abarcar solo un día de diversión, abajo en la tercera edad solo queda reflexionar sobre el camino andado, los recuerdos siempre compensan mas que un futuro incierto.

Paolo Sorrentino propone una película pausada en el ambiente plácido de un balneario en Suiza donde se dan cita dos amigos añosos que recuerdan con nostalgia sus vidas en las que el arte, su profesión fue siempre la luz que guio sus pasos.

Las dos horas de película parece un castigo demasiado duro para el espectador que lejos del relax del que disfrutan los protagonistas, se ve obligado a soportar las reflexiones de café entre ambos.

Me ha encantado este retrato intimista de dos personas que han sido todo en la vida, enfrentadas cara a cara con el gran enemigo, con ese adversario que siempre acaba ganando. El tiempo puede perder muchas las batallas, pero siempre, siempre, gana la última.

Me han encantado los personajes, mentes aún lúcidas en cuerpos que ya no les acompañan, excelentemente interpretados por Cain y Keitel, me han gustado los secundarios, y me ha gustado la dirección, realista y fantasiosa en la justa proporción, efectiva y tierna, dando el ritmo adecuado en cada momento.

Y cómo no disfrutar de ese ambiente, ese lujo sofisticado y liberal que se encuentra en algunos hoteles de Suiza o Tirol donde la mayor falta de educación que puedes cometer es ir con traje de baño en la sauna...

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