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El buscavidas

Drama Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
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Críticas 127
Críticas ordenadas por utilidad
18 de junio de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eddie “the fast” Felson es un habilidoso jugador de billar que se dedica junto a su socio Charlie a arañar todo el dinero posible en partidas de poca monta para realizar su máxima aspiración en la vida: desafiar al gordo de Minnesota, un jugador archiconocido por su talento, elegancia e imbatibilidad. El día tan esperado por fin llega y Eddie deberá vencer a dos rivales esa noche, al gordo y a si mismo.

Gran trabajo de Robert Rossen que sigue la senda de proyectos previos como Cuerpo y alma o El político. En The Hustler hace una perfecta exposición de las bases del "exitoso" sistema americano, en el que o eres el número uno o no eres nadie, la soledad, la pasión y el amor hacia tu vocación.

El blanco y negro es fabuloso, destacando una conseguida fotografía de Eugen Shufftan que fue recompensado con un merecidísimo premio de la Academia. El guión y la banda sonora son también aspectos muy positivos del filme, pero quizás sea la perfecta y minuciosa escenografía la gran baza de la película y que también ganaría la estatuilla. Es muy llamativo observar como con pocos medios económicos se puede sacar esos decorados y escenarios tan lúgubres y austeros.

Las actuaciones son fantásticas y con mucho oficio. El inolvidable Jackie Gleason es ya todo un icono de distinción y gracia y verle entrando en el salón de billar es un espectáculo. Ggeorge C Scott cuaja un papel formidable como un ser maquiavélico, carente de sentimientos, codicioso y que chupa la esencia vital de los desgraciados que acceden a asociarse con él. Piper Laurie es la frágil y desdichada Sarah, una pobre chica que se enamora de Eddie y que le servirá de punto de apoyo, y Myron McCormick es Charlie, el socio de “el rápido” al que este no profesa gran cariño.
He dejado para el final a Paul Newman, que es el verdadero artífice del éxito de la cinta y que desempeña una labor sencillamente inconmensurable; ya sin la afectación del Actor´s studio, Paul brinda su papel más completo, llenó de garra, altibajos emocionales y que derrocha carisma y nervio. Newman debió ganar aquí un Oscar, que le llegaría tardíamente por el papel del propio Eddie "the fast" Felson en El color del dinero.

Les invito a ser testigos del mano a mano entre el gordo y el rápido. Es digno de ver.
santos
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24 de agosto de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cruda historia sobre la ambición, el orgullo, el triunfo y el miedo al fracaso que se convierte en la eterna lucha contra uno mismo, todo ello sobre una mesa de billar en la que juegan tres magníficos personajes que se servirán como espejo de sus propias debilidades y removerán en lo más profundo del espectador. Laurie desborda ternura en su mirada, George C. Scoot sin duda en el mejor papel de su vida, soberbio, mientras Newman, brillante, aparece como el rostro más perfecto que jamás tuvo la autodestrucción.
Yakushova
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1 de octubre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película de Robert Rossen, un director hasta hoy desconocido para mí y que me ha sorprendido muy gratamente.

“El buscavidas” es Eddie Felson (Paul Newman), un excelente jugador de billar que se dedica a timar y apostar en las mesas de billar como forma de ganarse el pan. Un día se enfrenta al Gordo de Minnesota (Jackie Gleason), un afamado campeón al que intenta arrebatar el trono, pero su orgullo y confianza en sí mismo le juegan una mala pasada. Desde entonces, sólo piensa en volver a encontrarlo y derrotarlo.

La excelencia de esta película se encuentra en prácticamente todos los aspectos de la cinta, tanto técnicos como interpretativos. La estupenda fotografía en blanco y negro da sobriedad y elegancia al conjunto, con el añadido de una más que solvente dirección. Las escenas en las que se muestran las partidas son obras de arte en sí mismas, con unos silencios tensos repletos de humo, como en el mejor cine negro. Newman se encuentra cómodo en un papel que no suele ser habitual en él, encarnando a un perdedor con todas las letras de la palabra. Perdedor en la vida por ser ganador en el juego, todo un ejemplo de cómo se construye el “american dream” y de lo efímero que resulta.

Lo que Rossen nos quiere mostrar, ante todo, es la futilidad de la victoria, lo difícil que es ganar y lo fácil que es perder, pero sobre todo lo engañados que están aquellos que pecan de exceso de confianza. La crítica al juego y al modo de vida del “hustler” es notoria, sobre todo gracias a la gran interpretación de Newman. Rossen nos hace sentir el aire viciado de humo, la atmósfera cargada oliendo a alcohol, a nervios, a triunfo y a derrota. Pero Eddie no sabrá realmente que es un perdedor hasta que se lo hacen saber con un “te quiero” de los labios de Piper Laurie.

La actuación de prácticamente todo el elenco es de aplauso, desde un grandioso Newman hasta una acertada Piper Laurie, pasando por los grandes toques de realismo de Jackie Gleason o por George Scott, tan comedido como enorme en su papel.

Todo un ejemplo de buen cine, enriquecedor y disfrutable a partes iguales. Muy recomendable.
Richy
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18 de julio de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clac, clac, clac, que tristes las bolas de billar, así entran y entran y vuelven a entrar. Pero solo caen. Clac, clac, clac el sonido más bello para el desgraciado "El buscavidas" (Robert Rossen, 1961).

¿Lo habéis oído? “El rápido” Eddie Felson (Paul Newman) se atreve con el Gordo de Minnesota (Jackie Gleason). Pero ¿qué podrá hacer un desmandado y un perdido como Felson, contra la siempre perfecta compostura del Gordo? ¿Basta la ambición, cierto talento y la pura adrenalina del juego, combinada con litros de alcohol y decenas de cigarrillos? Sin duda, no. La inestabilidad nunca es buena consejera, y menos si el encargado de repararla es un proxeneta del juego, primero el simplón Charlie (Myron McCormick), y después Bert (George C. Scott), una tortura.

Sarah (Piper Laurie) se siente vieja, y no se equivoca, lo es. Está herida y quebrada, su ser es irreparable y solo queda el whisky. Una mirada en la cafetería vacía de la estación, a altas horas de la noche es suficiente. Siempre lo es. ¿Qué son Sarah y Eddie? Lo mismo. No obstante, qué alegría íntima es amar y sentirse amado, qué sonrisa más pura provoca el amor.

Sorprendentemente, Sarah sería la fuerte de la relación. Eddie es un polvorín, para qué hablar de su físico, si tuviera templanza, si supiera ahogar sus demonios -y no en alcohol- podría conseguirlo absolutamente todo. Pero nada le interesa excepto el billar y buscar consuelo para su orgullo en los bajos fondos… ¿No sabías Eddie que bajar al infierno era peligroso para tu ebúrnea apostura y tus torpes estrategias? Suerte que te rescató Bert ¿verdad?

Bert te lo da todo, es decir, dinero y además deja que te lleves a la enteca de tu novia, bah, todo será fácil y si tú confías en Bert…¿Qué más se puede pedir? Magnífica Sarah, tú sabías que Eddie Felson no era ningún perdedor, tú lo conociste, tú lo llegaste a atisbar detrás de sus ademanes de “angry young man”. Los demás tan solo lo manipulaban a su antojo para después tirar el juguete roto. Aunque el dinero es el dinero y no debemos ser sentimentales y mezclar las cosas, Bert ciertamente sabe llevar las cuentas.

Pero Eddie, tú no tienes porqué naufragar… Aún te queda algo para morir tranquilo, ganar al Gordo de Minnesota; o ¿es a ti mismo a quién debes ganar? Igualmente ya no perderás nada.

Qué sabrán esos perdedores, nadie juega como tú, sin embargo… ¿comenzar de nuevo en las garras del billar? Ah, y ahora te quieren ¿no? Ahora se arrastran por ti, querido Eddie, el día llegó, pero a qué precio… La desorbitada cantidad que costaron tu inmadurez, tu inconsciencia y tu miedo.

Crítica completa en: http://www.ojocritico.com/criticas/querido-eddie-nos-jugamos-tu-caracter/
Polimnia
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10 de agosto de 2015
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Hay muchos temas a tratar en esta formidable cinta de Rossen.

En primer lugar como película, está dirigida de manera impecable; el guión nunca estará desfasado, se verá igual ahora, como lo hizo en su tiempo o dentro de 100 años, puesto que narra cómo una perturbación mental como es el ego nos ciega, puede llegar a su cúspide llevando incluso a la muerte a las personas cercanas de quién lo sufre.

La cinta no hace otra cosa que definir lo complejos que podemos llegar a ser, cómo nosotros nos formamos nuestro propio mundo alrededor. Es en este caso, es un negro y oscuro universo que no deparará nada bueno. Y todo ello plasmado en la pantalla de manera muy creíble, casi palpable. Todos sus intérpretes: Tanto Newman, protagonista principal individual, como los secundarios logran meternos en ese mundo llegando a identificarnos personalmente en sus miserias y debilidades, tanto como en sus sueños de grandeza y hazañas. La forma de jugar con los sentimientos es sublime gracias a sus interpretaciones. Es un todo dónde cada uno pone su parte y nos absorbe para identificarnos con ese soñador abocado al fracaso por iniciativa propia, puesto que aunque ahí estuviera McCormick intentando hacerle cambiar de ideas una y otra vez, le llega a repudiar y a separarse de él. Y Eddie parece que nos está diciendo que sabe que no está haciendo lo correcto, pero es que él es así irremediablemente y no cambiará. Hasta que la cinta sufre un inesperado giro con una muerte anunciada prácticamente y es ahí cuando todo cambia para su protagonista, ya demasiado tarde.

La fotografía tiene una mención especial en este film, la banda sonora es buena y adaptada perfectamente a las situaciones. Cinta de cine negro donde todo se aúna para lograr sobradamente su objetivo.

Mención especial además por ser la única película sobre billar que se ha hecho con jugadores y jugadas muy bien hilvanadas. De ahí que Rossen se rodeara de lo mejor. Nada menos que Willie Mosconi es el asesor de la cinta. Él fue el que pocos meses antes se puso de forma intensiva con un Paul Newman que apenas sabía agarrar un taco de billar y le convirtió en un jugador más que decente y eso, créanme, es muy complicado ya que conlleva años llegar a dominar medianamente el juego. Con buena postura, limado correcto, buena penetración de taco, es admirable el progreso que hace Newman. En la cinta además, Mosconi, varias veces campeón del mundo, tiene su papel. Él es uno de los espectadores en la sala de billar y se le ve unas cuantas veces, incluso le menciona el gordo. Algunas de las escenas son trick-shots (trucos) previamente ensayados con las bolas puestas previamente para que entren en las troneras, pero es cuando se ve a alguien solamente como coge el taco si sabe o no jugar a esto. Y Newman lo borda.

En definitiva, magnífica cinta de cine negro. Con sus miserias, su luz tenue, aunque en el 61 no me imagino la cinta en color, si no en blanco y negro. A Newman le dan el Óscar como compensación por un aceptable papel en "El color del dinero" años después, pero se le deberían de haber dado con esta interpretación. Un gordo de Minnesota correctísimo, La chica desahuciada y desamparada Laurie, con ese cojeo que te llega al alma para darle más dramatismo, un villano que le da igual las personas con conseguir sus fines y metas: Scott sublime y "Relámpago", un Newman en pleno auge con sus sonrisas, miradas, arranques de ira que obtiene lo que busca al más alto precio.

"Qué grande es el cine" con cintas como ésta. No obstante fue la primera película del mítico programa de Garci de la 2 que los adeptos del séptimo arte no nos perdíamos ni una semana.
MrPipe
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