El mundo es nuestro

El mundo es nuestro es el debut en la dirección de Alfonso Sánchez, una divertidísima y alocada propuesta pancartística que sirve como grito protesta de los ciudadanos españoles. Una película hecha a medida para los tiempos que corren, donde la crisis y la corrupción ocupan las primeras páginas de los periódicos. Para ello, el director (y también guionista y actor) creó a dos entrañables piltrafas, el Culebra y el Cabesa, personajes sacados de una exitosa webserie distribuida a través de internet. Para así de algún modo poder realizar algún día el primer largometraje español financiado en parte mediante el método crowdfunding.

Un eco poquerillo y macarrilla de aquella película magistral de 1975 dirigida por Sidney Lumet. Me estoy refiriendo, como no, a Tarde de perros. La película tiene ritmo, fuerza, mala leche y mucho humor negro y absurdo, tanto es así que es inevitable que al espectador se le desencaje la mandíbula de tanto reír. Porque la historia no es para menos: dos delincuentes de tres al cuarto pretenden robar un banco vestidos de nazarenos (uno negro y el otro blanco). Aun así, la película no solo está para echar unas risas, sino también para ver la desesperada realidad de algunas personas.

Decía el cantamañanas de Jorge Valdano, en una de sus sentencias más afortunadas, que «el fútbol es un estado de ánimo». Yo creo que el cine, también: el estado de ánimo con el que ves cosas como esta “El mundo es nuestro” es lo que hace que las consideres una película o un espectáculo humorístico en formato gran pantalla. En este caso particular, en principio, yo me inclino más hacia lo segundo que hacia lo primero, con el dúo cómico ‘Los compadres’ (formado por Alberto López y Alfonso Sánchez), protagonizando una evolución a largometraje de la serie web que hizo famosos a sus personajes Cabesa y Culebra, dos delicuentes sevillanos de poca monta.

El resultado es el esperado: un esperpento sólo para fans donde sus mejores sketches, chistes que pueden triunfar en las distancias cortas, se diluyen en interacciones con actores de verdad; con abuso hasta la saturación del supuesto gracejo que tiene el acento andaluz y llenos de silencios incómodos y escenas y escenas de relleno. Nada distinto, por otra parte, a lo que vivieron Los Morancos, Los hermanos Calatrava o Cruz y Raya cuando les convencieron para exprimir su éxito con productos ad hoc y trataron infructuosamente de sostener con sus gags característicos y sus personajes icónicos películas de hora y media con tramas que encorsetaban la libertad de acción a la que estaban acostumbrados.

Puedo conceder que, aunque “El mundo el nuestro” comparte la filosofía de “Sevilla Conection” o “El ET y el Oto”, su factura está más cuidada y consigue mantener un ritmo decente, casi de película seria. Y que hay cierto trabajo detrás de su aspecto improvisado y amateur. Pero, en conjunto, se trata simplemente de un conjunto de situaciones facilonas, supuestamente cómicas, con unos caraduras riéndose a costa de pijos y adinerados cuya valoración depende de lo que conectes con su tonito simplón e irreverente. A mí, personalmente, me hace poca o ninguna gracia. No simpatizo con el humor de Los Compadres ni en el fondo ni en la forma. Ni con su acentazo, ni con las situaciones alocadas, ni con lo que representan sus trasuntos, esa exaltación de los jetas, de los espíritus libres que prefieren vender pañuelos en un semáforo a un trabajo de oficina y reniegan de una sociedad pensada para vivir de acuerdo con unas reglas.

No veo que “El mundo es nuestro” pase de curiosidad. De hecho, visto lo visto, me quedo con Los Morancos, que por lo menos no van dando lecciones de nada a nadie.

Desde ya no recuerdo cuando, asiduo las salas de cine cuando la fotografía, los efectos especiales o la puesta en escena son elementos importantes en película que voy a ver. Si el fuerte es el argumento, la historia o el guión, mejor lo dejo para la pequeña pantalla. A fin de cuenta, para mí, en este tipo de películas, apenas apreciaré diferencia entre la gran y la pequeña pantalla.
Y es que con los precios actuales (parking, entrada/s y palomitas), me es obligado ser selectivo con las películas que veo en el cine.
Lo reconozco, mi género es la ciencia ficción, animación y el cine fantástico, por eso no gasto dinero en el cine para comedias, dramas, thriller, etc.
El mundo es nuestro ha sido una gran excepción, y desde luego ha merecido la pena. Desde hacía mucho tiempo no me había reído tanto en una comedia. La película tiene poco que criticar y mucho que aplaudir. Tenía verdaderas dudas si estos señores de Mundoficción podrían hacer un buen largometraje teniendo un listón tan alto en sus cortos. Hay que tener en cuenta que éstos se centraban en los diálogos, densos, con humor y llenos de detalles; y eso sí con un transfondo de cruda realidad caracterizando esteretipados personajes con gran exactitud. Pero un corto son quince minutos y esto es un largometraje.
Pues me quito el sombrero, porque no sólo lo han seguido haciendo, sino que además han creado una trama, una historia y me han metido en la película desde el principio, con un ritmo rápido pero no frenético. Me complace ver tantos mensajes y críticas, las cuales comparto en gran medida, y que fluyen en un ambiente de comedia, pero que bien merece recordarlas y hacer reflexión sobre ellas. Una buena película si quieres hacer luego un debate inteligente con tus amigos de nuestra coyuntura actual, tiene mucho contenido y muchos aspectos a los que se les puede sacar una buena conversación, ideal para una noche de sábado.
Quizás lo único que creo que se puede criticar es la velocidad de algunos diálogos, algo rápidos que a veces no consigues seguirlos y pierdes detalles.
Por otro lado, tal y como digo en el título, de sevillanas maneras, hay muchos detalles de la idiosincrasia de esta ciudad, quizás eso pueda penalizar fuera de la comunidad andaluza, desde luego yo, residente en Sevilla, no encuentro desperdicio en ninguno de ellos.
Para concluir, espero que Mundoficción siga haciendo más películas, y yo cambiaré el chip, iré a ver cine español en la gran pantalla.
Lástima que esta película no tenga más publicidad, si no hubises conocido antes a estos señores de Mundoficción, ni siquiera sería conocedor de su existencia, cuanta gente se la perderán...

Películas de atracos a bancos he visto unas cuantas, pero ninguna como ésta. Confieso que la he visto fascinado esperando a ver qué era lo próximo que iba a pasar. Los diálogos son chispeantes y los personajes reales y cercanos como la vida misma. Los chistes vienen de repente, te golpean y te dejan sorprendido asimilando lo que acabas de escuchar. Imposible no reírse.

Es la mejor y más novedosa película española que he visto en mucho tiempo. Los atracadores están muy bien interpretados. Lo bordan. Hubiese preferido que todo el reparto fuera desconocido, pero han contado con el omnipresente Antonio Dechent. No hay película andaluza donde no aparezca.

El final es un poco infantil, pero ¿a quién le importa? Yo he pasado un rato muy divertido.

Fui con mi pareja a ver esta peli después de leer una escueta sinopsis en la web del cine. No sabíamos que era prácticamente amateur, ni que era andaluza. Y la verdad es que no pude parar de reírme desde la primera escena hasta la última, quizá porque soy de Málaga y entiendo la "peculiar idiosincrasia en la que nos movemos". Mi pareja salió del cine con cara de no entender nada ni la película ni mi cara de felicidad. Y es que la buena de Eva no es andaluza, y eso a pesar de haber vivido casi 30 años en Andalucía, pero Andalucía no ha penetrado en ella; entre que Almería tiene mas de Murcia que de Andalucía, que Elche es la ciudad con menos gracia después de Zurich y que aun ahora tiene configuradas sus páginas en catalán, la buena de Eva no entendió el 80 % de los chistes... y por una parte lo comprendo.
Como va una cofradía a cambiar su itinerario, aunque haya un dispositivo policial en su recorrido, ese comentario de la inspectora hizo reír a todos sus compañeros ante la incredulidad de ella. ¿Pero ésta de donde ha salido?Pues de Burgos. Y ese gag como lo va a entender alguien de Elche. Pues más que un gag yo lo disfruté como la realidad, más de Sevilla que de Málaga , pero lo entendí.
Y entiendo cada gag, a cada personaje, a los de dentro y a los de fuera, el de los globos, el de compro oro, el que esperaba a su tía retenida porque se quedaba sin comer, a los de las luces de navidad en plena semana santa, al parado con el mono puesto, a la reporterucha del canal local ( la de fuera ), a los "guindillas", a todos, porque todos son nuestra realidad.
Y que "pechá" de reír, "mi arma".