Whiplash

“Whiplash” nos cuenta la historia de un chico que quiere llegar a ser el mejor tocando la batería y su profesor, como veréis este punto de partida para una película no resulta demasiado atractivo para el gran público o puede no ser una historia especialmente interesante a priori pero no os dejéis engañar por este argumento ya que es solo una tapadera para mostrarnos algo mucho más importante y que interesa a todo el mundo y es hasta donde estarías dispuesto a llegar para conseguir lo que quieres?.

Y es que mientras veía la película no paraba de venirme a la cabeza “El cisne negro” y si en esta nos trasmitía de forma brillante la tensión y presión de una bailarina por medio de la danza esta hace lo mismo por medio de la música. La presión que ejerce el profesor encarnado de forma magistral por J.K. Simmons sobre el alumno Miles Teller se siente y traspasa la pantalla como pocas veces se ha visto y nos muestra de forma magistral la evolución del alumno hasta el fantástico clímax final de la película, mención especial para la escena del accidente de trafico de lo más real que se ha podido ver en mucho tiempo.

Por todo esto me parecen escasas sus cinco nominaciones a los Oscar,s en las que tiene muchas posibilidades en las categoría de mejor película y a Simmons como mejor actor de reparto, una película que te mantiene en tensión durante todo el metraje que usa la música como catalizador de lo que vemos en pantalla y que nos hace preguntarnos donde está el límite para llegar a conseguir lo que queremos y si merece la pena traspasarlo, esta película huele a premios por todos lados.

La intensidad es el rasgo más característico de esta película. Intensas son las actuaciones de los actores con J.K. Simmons haciendo el papel de su vida sin olvidarnos de un Miles Teller que sabe estar a la altura haciendo todo un derroche de fuerza interpretativa. Intensa es su realización con escenas en las que los planos bailan al compás de la batería dotando a la narración de un ritmo trepidante. E intensa es la pasión que sienten los personajes por la música y que culmina en un desenlace que, aunque no entiendas de jazz, te pondrá la piel de gallina irremediablemente.

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Vibrante, apasionante, conmovedora y espectacular. ¿Etiquetas o palabrería? Puede que ambas. Whiplash no es una novedad, no es una película innovadora, no es más que otro film manifestando el henchido talento americano de hacer siempre lo correcto, con lemas y actitudes que van más allá del sacrificio y la exigencia, formas de enseñanza que, curiosamente, se asemejan mucho a la búsqueda de la productividad y eficacia soviética.

J.K Simmons cual sargento Highway encarna la vida de un director de jazz en una de las escuelas de música más prestigiosas del país. Es inevitable eximir ciertos paralelismos entre ambos comportamientos enfocados hacia la disciplina y el perfeccionismo enfermizo, sin atisbos de compasión y autocrítica, destruyendo mentes, ilusiones y dejando atrás estelas de talento.

El dualismo sacrificio y éxito nos acompaña durante todo el film, en el que un joven Chazelle a través del jazz y una sincronía perfecta de planos atrapan, transmiten las vibraciones y la tensión al espectador a un ritmo trepidante a golpe de baqueta y batuta.

Destacar el trabajo de Miles Teller que a su modo, busca el éxito y la perfección bajo un registro dramático que agoniza el sufrimiento de un estudiante expuestos a cientos de estímulos estresantes que bombardean la mente y los pensamientos de un adolescente.

Dos horas llenas de música y energía, con una historia más que contada y dos duelos interpretativos que seducen al espectador desde el primer momento. Más que recomendable.

Su puesta en escena es absolutamente electrizante y vertiginosa, la verdad es que no es una trillada historia de autosuperación ni tampoco el típico musical (tiene ciertos aires de "thriller" que le va muy bien). J.K. Simmons inunda la pantalla con su cruce entre el R. Lee Ermey de "La chaqueta metálica" y el John Houseman de "Vida de un estudiante" (claro referente que nadie ha citado y que también fue premiado por la academia). El joven Miles Teller también demuestra ser un portento actuando (y tocando la batería). La fotografía de Sharone Meir le añade cierto tono claustrofóbico y una atmósfera sombría muy peculiar. Los últimos 20 minutos a golpe de baqueta son apabullantes.

Son muchos los motivos por los que un día rescaté una guitarra clásica de la basura, la restauré y empecé mi relación con ella. Podría exponer ahora mismo todos esos motivos, pero no lo haré, al igual que Whiplash no desarrolla ni profundiza en sus personajes impidiendo alcanzar la maestría que persigue persistentemente. Por lo demás, es una pelicula maravillosa.