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El gran silencio

Documental En 1984 el director alemán Phillip Gröning pidió permiso a la Orden de los Cartujos para rodar una película en el interior de uno de sus monasterios. Le dijeron que era demasiado pronto. Quizás más adelante. Dieciséis años después recibió una llamada. Había llegado la hora... Los preparativos llevaron dos años, el rodaje uno y la postproducción dos más. Han transcurrido, por tanto, veintiún años hasta su completa finalización. El Gran ... [+]
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
30 de diciembre de 2006
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pienso que esta película es para pesonas que están familiarizadas con la interiorización o intuyen que su vida puede ir por esos caminos. Se capta la presencia silenciosa de Dios, que al escucharla hace a la persona diferente a lo que era. En una palabra, la transforma.
Todo induce a la interiorización: la oracion personal o comunitaria, la labor diaria de los monjes, los recreos, los mismos paisajes, la lluvia, la nieve el bosque, los toques de campana, los rostro y sus gestos,etc.
Es un oasis en este mundo de ruido y de rapidez. Se la recomiendo aquellas personas que está en busqueda de realidades diferentes a las que nos acostumbran diariamente las informaciones que nos rodean.
Técnicamente el director y el cámara han realizado un trabajo extraordinario. Sólo he observado algún desajuste entre la imagen que se expone y el sonido que representa dicha imagen.
ildelop
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28 de febrero de 2007
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Título correcto para una película en la que hay apenas diálogos y ninguna banda sonora. Solamente vemos la vida de estos tíos del monasterio sin un hilo conductor, sino cachos que en su conjunto duran tres horas y entre medio poniendo frasecillas de la biblia.

La fotografía hay que reconocer que es excelente y que vemos bien reflejada esta vida. El montaje en general no está mal, pero tal vez se ha excedido en el tiempo. Tres horas seguidas siguiendo este ritmo tan lento y silencioso hace que uno se desespere y se quede dormido. Escuché a un par de personas roncar de vez en cuando, aparte de alguna nariz tapada. Estoy de acuerdo con una de las críticas que he leído en donde dicen que sintió paz cuando finalizó la película. Paz la verdad es que sí, con todo tan silencioso y tan tranquilo, paz si que hemos sentido a lo largo de toda la película. No hay sobresaltos en dicho convento, todo el mundo vive tranquilo y les envidio.

Como es un documental, no tengo nada más que opinar. Sería mejor que la vieran a cachos en lugar de toda entera si son ustedes impacientes. No es un mal documental pero lo mejor hubiera sido llevarla de otra forma, más amena, con más diálogos y comentarios de los frailes esos ( o como se llamen ) y sobretodo que la hubiera hecho más corta. Solamente estuvo bien el final, el cual no comentaré. Con todo, le pongo un 5'5, puesto que se me ha hecho muy pesada, bostezando continuamente y todavía tengo el sueño encima.
rafiky
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19 de enero de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Declaro que fuí al cine conociendo perfectamente lo que iba a ver: ni el título ni la temática podían llamar a engaño. Pero en lugar de una cinta que me aproximara a los cartujos y a su vida, me encontré con una propuesta estetizante y por desgracia estéril.

Diría que la cinta hace exhibición ostentosa de su pretendida austeridad, con lo cual logra desautorizar el discurso del director: los realmente austeros son los monjes, y el director especula descaradamente con la esperada identificación del espectador con ellos.

Gröning no encuentra otro modo de representar el paso del tiempo que alargar y alargar la película. Uno espera que en esta monotonía haya el acierto de presentar cambios sutiles que nos aproximen a los personajes, indicios que nos permitan descubrir las personas que han elegido esta vida, pistas que nos vayan acercando a su espiritualidad. Nada de eso hay en este film, y los monjes apenas son algo más que sombras que deambulan por los fríos aposentos del monasterio.

Alguna escena -los monjes jugando en la nieve- enciende la esperanza de que finalmente nos enteraremos de quienes son, de como son. Pero no, es una falsa esperanza y otra vez nos hallamos sumidos en la repetición monótona de gestos, espacios y bellos encuadres. La irritación va subiendo de tono, y la peli sigue siguiendo.

Es difícil transmitir la vida interior de las personas, las buenas películas lo logran, ésta no.
ciervole
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2 de noviembre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me ha llamado la atención la vida monástica de clausura, oración y recogimiento, la austera vida de quienes habitan esos Monasterios o Conventos, hombres y mujeres entregados a la vida contemplativa sin más finalidad que la oración y un poco de trabajo, por lo general agrícola o culinario en el caso de las monjas.

Pues bien, con estos antecedentes vi este enorme documental con el título de “El gran silencio”. La vi en una sala de cine, la sala estaba abarrotada para mi sorpresa, y todos estuvimos sin toser durante los 164 minutos que dura la cinta.

“¡Oh Señor! tú me sedujiste y fui seducido”. Esto proclama este documental conmovedor. Cuentan que en 1984 el director alemán Phillip Gröning solicitó la venia a la Orden de los Cartujos, para poder hacer una película dentro de uno de sus monasterios. La respuesta fue que era demasiado pronto, que tal vez más adelante. Y pasaron dieciséis años antes que recibiera una llamada para decirle que “había llegado la hora”: no contó el tiempo social, el tiempo extramuros, sí el intramuros, para tomar la decisión.

Estamos ante un cine insólito, extraordinario, de una hermosura sin par, primitivo pero a la vez nuevo, una cinta que reclama la imperturbabilidad, la serenidad y la armonía. Es como un gran hueco que nos conduce a esa dimensión estratosférica del mundo dentro de los muros de Dios, sobrecogedor, impresionante porque impresiona y místico aún en la mundanidad de esos monjes que cocinan, cultivan el huerto, hacen de peluqueros, de sastres con sus humildes hábitos o caminan por los pasillos, imágenes que estremecen el corazón, o mejor, el alma, porque sus obras sólo cobran un sentido desde la trascendencia.

En resolución: se trata de un film sorprendente que deja huella; más de dos horas silentes dentro de los muros de un monasterio, dos horas mirando a la vez que a la pantalla a tu interior. Y al final, en unas tomas que no exceden los cinco u ocho minutos, un sencillo monje mayor ciego habla brevemente. Lo hace de su inminente encuentro con el Padre y dando gracias por la ceguera con que Dios le había obsequiado para el bien de su alma. Son, desde mi modo de ver, palabras memorables que me he permitido traducir como mejor sé del francés. Esto sucede hacia el minuto 160 del film, y con estas reflexiones del fraile invidente pongo un punto final a estos comentarios sobre la película: “No, ¿por qué tener miedo a la muerte?/ Es el destino de todos los humanos./ Cuanto más se aproxima uno a Dios,/ más feliz se es./ Es el fin de nuestras vidas./ Cuanto más uno se aproxima a Dios más feliz se es./ Cuanto más se apresura alguien para encontrar a Dios…/ No hay que temer a la muerte,/ al contrario./ Para nosotros es una gran alegría encontrarnos al Padre de nuevo./ El pasado, el presente, son humanos./ En Dios no hay pasado,/ sólo el presente prevalece./ Y cuando Dios nos ve,/ Él siempre ve nuestra vida entera./ Es porque…/ Él es un Ser de infinita bondad./ Eternamente procura nuestro bienestar./ Así, no hay que preocuparse/ con lo qué será que acontezca con nosotros./ Con frecuencia agradezco a Dios/ que me haya dejado ser ciego./ Tengo la certeza de que dejó que esto sucediera para el bien de mi alma./ Es una pena que el mundo tenga perdido todo sentido de Dios./ Es una pena…/ No tienen más razón para vivir./ Cuando se abole el pensamiento de Dios,/ ¿para qué continuar viviendo en esta tierra?/ Se debe partir del principio/ de que Dios es infinitamente bueno/ y que todas sus acciones son de nuestro interés./ Por causa de esto, un cristiano debe estar siempre contento, nunca descontento./ Porque todo lo que acontece es voluntad de Dios,/ y eso acontece para el bien de nuestra alma./ Bien, esto es lo más importante./ Dios es infinitamente bueno, todo-poderoso,/ y nos ayuda. Esto es todo lo que cada uno debe hacer, / y así cada uno será feliz.”
Kikivall
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9 de diciembre de 2006
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El típico cuñado pesado que se ha comprado una cámara digital se extravía en la comunión del sobrino y se queda un año en una cartuja, espiando a los monjes con su tomavistas y tomando planos (que él considera muy poéticos) de la lluvia, la nieve, los arbolitos y a veces de los rostros de los monjes. Este es el resumen que puedo hacer de esta película (lo del cuñado es para explicar la perspectiva que toma el señor Gröning respecto a lo que rueda). Al principio parece que quiere rodar una versión casera y sin crímenes de "El nombre de la rosa", con su monasterio en las montañas, su ciego, sus monjes calvitos y barbados, pero todo se queda en un ¿documental? (por dar algún nombre a lo que en realidad es un amontonamiento informe de imágenes inconexas y desvertebradas sobre la vida de clausura). Como documento de la vida monástica es bastante pobre, lioso y muy superficial. Si este fuera el único testimonio del que dispusieran los historiadores del futuro dirían que los monjes eran personas muy raras que se pasan el día haciendo cosas absurdas, pendientes del reloj y de los campanazos, van corriendo a todas partes -además todos renquean-, se dedican al bricolaje sin mucho esmero, a encender y apagar luces como niños, lo tienen todo manga por hombro, poca afición a la higiene y se aburren bastante. La cámara siempre se queda en el exterior de la cabeza y el corazón de los cartujos, su mirada es completamente ajena. No entiendo muy bien qué pretendía el director: huye de lo psicológico, de lo narrativo, de lo informativo... yo diría que su único interés es el paisajístico. En realidad no le interesa la vida espiritual o contemplativa, sino el paso de las estaciones: le atrae más el clima que la liturgia.
El estilo de la película es muy variado, dentro de su aire amateur y chapucero. A veces las imágenes parecen de "El proyecto de la bruja de Blair", otras tienen la calidad de las de la llegada del hombre a la luna y las más parecen cualquier secuela del Dogma danés (sin desnudos ni escenitas sexuales, por desgracia).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Macarrones
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