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El último metro

Drama Año 1942. Durante la ocupación de París por las tropas alemanas, un grupo de actores trata de sacar adelante una obra de teatro. Nadie sospecha que, en el sótano del edificio, se oculta el director del grupo, un hombre de origen judío que desde su escondrijo dirige la obra a través de las indicaciones que da a su mujer, que es la protagonista. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
8 de septiembre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Truffaut comenzó la década de los ochenta firmando uno de sus trabajos más emblemáticos con esta película ambientada en el París ocupado. Allí Marion Steiner se ve obligada a tomar las riendas del teatro de su marido bajo la estricta censura del régimen y el corazón dividido entre la fidelidad conyugal y su compañero de reparto. Truffaut refleja todo lo que toca al montaje de una obra teatral tal y como hiciera en La noche americana con el mundo del cine. De hecho, el director concibió esta película como la segunda de una trilogía dedicada al espectáculo que debía cerrar La agencia mágica, sobre el Music Hall, un proyecto que su muerte dejó inacabado. Una vez más, ficción y realidad se confunden y la vida no es sino un decorado plagado de intérpretes. Tras siete años y cinco películas ausente, la música de Georges Delerrue vuelve a acompañar a la fotografía de Néstor Almendros. El film obtuvo nada más y nada menos que 10 premios César.

Aunque la Segunda Guerra Mundial sea un marco propio de algunos realizadores asociados a la Nouvelle Vague como Jean-Pierre Melville, a Truffaut no le interesa tanto el conflicto como las personas, una actitud que reflejan con respecto a la Gran Guerra Jules y Jim y La habitación verde. Así, al discurso sobre el teatro se unen las temáticas habituales del director, el triángulo amoroso, la sexualidad o el poder liberador del arte, que alcanza aquí cotas inéditas. En efecto, esta es una de sus pocas películas en la que los protagonistas no terminan trágicamente. La pareja Catherine Deneuve-Gérard Depardieu -con permiso de Heinz Bennent- es bastante menos visceral que la que formara con Belmondo en La sirena del Mississippi. El amor ya no es fou pero sigue siendo tan hermoso que duele mirarlo, un sufrimiento a ambos lados del telón que el escenario reconcilia milagrosamente entre aplausos.
Keichi
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4 de abril de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salvo en su breve epílogo, resultaría casi imposible identificar esta película como dirigida por Truffaut. O el genial director francés quería dejar a un lado su inconfundible identidad, o realmente no estaba inspirado.

La verdad es que el film decepciona, ya que no despierta verdadero interés durante su larga primera parte, y no llega a remontar el vuelo ni cuando parece que por fin va a suceder algo emocionante (la aparición de la pareja de la Gestapo en el teatro para inspeccionar el sótano).

Por lo demás, no se sabe muy bien lo que mueve a los personajes, el ritmo es lento, no hay una progresión clara y, en general, resulta aburrido.

El único interés de su visionado radica en completar la filmografía de Truffaut.
Ottis B Driftwood
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11 de septiembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película está ambientada durante el París de la ocupación, con un título apropiado dado que refleja la inquietud que se vive en los lugares donde hay un Toque de Queda. La ambientación del momento está muy lograda aunque echo en falta más escenarios abiertos, más exteriores, no tantos interiores como si la película fuera una obra de teatro, por cierto, eje de la trama dado que la mayor parte del metraje sucede en un teatro.
Al igual que hace en "La noche americana", Truffaut juega con nosotros al despiste, al ponernos escenas que pensamos que son una cosa y son otra, aunque en La noche.. . lo hace al principio en esta de la que estamos hablando hoy lo hace más entrada la película. Nos dejaría poco después de rodar esta película que, como otras muchas, no nos dejará indiferentes, como no nos dejó ni Jules y Jim ni la inmortal Fahrenheit 451.
Al suceder la mayoría en interiores, el ritmo es intimista y da lugar a un mayor lucimiento de los actores. Así tenemos en primer lugar a una siempre deslumbrante Catherine Deneuve finalizando la década de los treinta y alcanzando así una madurez interpretativa y personal que transciende la pantalla. Una mirada de esta actriz justifica ya el visionado de la película. Con ella tiene a dos actores que le dan la replíca: el atormentado Heinz Bennet y el beligerante Depardieu, en una de sus mejores interpretaciones, con un cariz dramático de principio a fin y huyendo de otros papeles cómicos que también resolvió con soltura, lo que denota lo buen actor que es.
El último metro nos traslada a un París muy distinto al que conocemos, lleno de miedos y de precauciones, de terror solapado y también de esperanzas.
Carlos
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29 de julio de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antepenúltima película de Truffaut y casi un canto de cisne. A diferencia de otras más fragmentarias, aquí hay una unidad de lugar (un teatro en París durante la ocupación nazi de parte de Francia) que contribuye a dar cohesión al relato. Es también el marco de los personajes, en el doble papel de actor/actriz y la realidad. Es más, hay una pirueta conclusiva sobre esto que es una feliz idea.
Además de la trama principal, hay varias subtramas a las que Truffaut concede toda la importancia y de las que nos comunica información.
Gérard Depardieu y Catherine Deneuve están inmensos en esos dobles papeles, e incluso triple para Deneuve. Y no se puede hablar propiamente de secundarios porque aquí, como en el teatro, todos son principales.
yoparam
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2 de diciembre de 2010
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último metro, de François Truffaut, narra las vicisitudes por las que pasan los trabajadores (actores, directores, dueños) de un humilde teatro parisiense, al tratar de representar una obra en mitad de la Segunda Guerra Mundial, cuando Francia estaba dominada por los nazis.

Una de esas vicisitudes sirve de hilo conductor de la trama, y es el hecho de que Lucas Steiner, un reputado director teatral judío a quien le habían encargado el montaje de la función, se ve obligado a esconderse en el sótano del teatro para evadir así la persecución antisemita llevada a cabo por los alemanes; desde allí, oculto, sigue los ensayos y va corrigiendo a los actores a través de su mujer, la protagonista de la representación, quien, al ser la única que conoce su escondite, le visita con secreta asiduidad para cuidarlo y para escuchar sus directrices.

Por sus características argumentales y técnicas (prácticamente un único escenario, pocos personajes, muchos diálogos…), El último metro se asemeja más a una frívola obra de teatro que a un largometraje muy profundo; pese a su evidente contenido político, no deja de ser una narración intrascendente. No obstante, al estar magistralmente dirigida y muy correctamente interpretada, entretiene en todo momento; es digna de verse.
esperanza004
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